De la mujer-pez a la babosa gigante, en un viaje por La Boca
Inauguraron Adriana Bustos en el Marco y los seleccionados al Premio Fundación Andreani
Sus ojos son dos cámaras, que nos siguen si nos movemos. Tiene otra en la cola, la Big babosa, un robot con venas de caños blancos flexibles creado por Cristóbal Farmache. Y todo lo que registra se transmite en vivo en una serie de pantallas en Fundación Andreani, donde se presentó anteayer la octava edición de su premio federal.
A pocas cuadras del Marco, donde también abrió al público la muestra América, de Adriana Bustos. Protagonizada entre otras piezas por una “pejerreina”: la versión femenina del pejerrey, contrapunto tridimensional de las sirenas europeas, que evoca según la artista “las alucinaciones de los cronistas” que llegaron al continente hace más de cinco siglos.
Este viaje en el tiempo por La Boca puede comenzar por cualquiera de ambos extremos y ofrece experiencias muy distintas: hay luz, sonido y movimiento en la mayoría de las 24 obras inéditas exhibidas, seleccionadas entre casi 1200, y una propuesta interactiva mediada por la tecnología. El montaje minimalista de la muestra de Bustos, en cambio, consiste en cuatro piezas distribuidas en las dos salas del museo. Invita a la introspección y a preguntarse por la identidad de nuestro continente.
Un mapa de diez metros de largo que une los ríos americanos y las historias que los acompañan –relacionadas en general con el extractivismo, la contaminación y la muerte– propone en el Marco un recorrido imaginario que termina en las Islas Malvinas. En el piso de arriba espera recostada la mujer-pez, con su cuerpo de arcilla cruda, que comparte el primer piso con una filmación del arroyo Chimiray y con una pequeña figura que recrea en cobre a una amazona.
Lo femenino también tiene un lugar preponderante en el Premio Andreani. De hecho, el Gran Premio dedicado a Arte, Tecnología y Ciencia, 1.500.000 pesos, fue otorgado a Mónica van Asperen por su obra Arbóreas. El Primer Premio Adquisición, de 1.000.000 de pesos, fue para la cordobesa Indira Montoya, por su videoinstalación titulada Monumentos para el monte impronunciable. El segundo y el tercer premio también se lo llevaron dos mujeres: Belén Romero Gunset (750.000 pesos por P-Machinary 88-I) y Emilia de las Carreras (450.000 pesos por Mosura No Uta).
Hubo además cuatro menciones no adquisición, de 70.000 pesos cada una, otorgadas a Rodrigo Alcon Quintanilha (por Helionoise: suite para cuerpos eclipsantes), Cristóbal Farmache (por Algoritmo 4 PVC. Big babosa), Nacha Canvas (por Ovo ovni) y Alejandro Sáenz (por Militancia. Apunte#1. Tríptico: La Calle). El jurado estuvo integrado por Carla Barbero, Laura Buccellato, Mariano Giraud, Andrés Denegri y Carlos Huffmann.
La de Canvas, artista nacida en Ushuaia en 1990, parece simbolizar el espíritu de toda la muestra: es una escultura de gomaespuma y arcilla con forma de huevo carcomido, que alude a las “nuevas estructuras de interacción entre lo humano y no humano. La proliferación de organismos mixtos, la incubación de nuevas tecnologíasy conquistas”.
Entre las obras no premiadas se destaca El sonido del origen, de Juan Sorrentino, que amplifica el impacto de la caída pequeñas piedras en un estanque de agua. Una buena forma de iniciar, o terminar, este viaje surrealista.
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