jueves, 29 de junio de 2023

UNA GRANDE QUE PARTIÓ....CARMEN SEVILLA


CARMEN SEVILLA Una estrella del cine que marcó una época y fue “la novia de España”
Cármen Sevilla
Para muchos aficionados al cine, su imagen se asociará a un lejano recuerdo de una actriz embarcada en mediocres películas pseudoeróticas en la década de los años setenta, antes de retirarse de la gran pantalla. Sin embargo, Carmen Sevilla triunfó como cantante durante dos décadas, participó en El show de Ed Sullivan cuando la presencia de cualquier artista español en la televisión norteamericana era una quimera y estuvo presente en 60 películas junto a los artistas más grandes de su época, desde Jorge Negrete a Luis Mariano, desde Jorge Mistral a Vittorio de Sica, y llegó a rodar a las órdenes de Nicholas Ray y a ser partenaire de Charlton Heston.
Carmen Sevilla sufría de Alzheimer desde 2009, cuando aún presentaba Cine de barrio, programa en el que realizó su última aparición en televisión española en diciembre de 2010.
El volumen de la carrera artística de esta cantante y actriz resulta, aún hoy, apabullante. También casi desconocido. Según su biografía oficial, María del Carmen García Galisteo, su nombre real, nació en Sevilla el 16 de octubre de 1930, aunque la artista siempre recordó que, en realidad, lo hizo en 1931. Cuando comenzaba su carrera, de la mano de la legendaria Estrellita Castro, quien la había descubierto cuando contaba solo 12 años, se vio obligada a mentir acerca de este dato para conseguir el carnet profesional del Sindicato del Espectáculo. Empapada desde niña de ambiente flamenco, también llegaría a formar parte de las compañías de El Príncipe Gitano y de Paco Reyes. En el cine español debutó en 1947, con un breve papel en Serenata española, a las órdenes del por entonces mítico Juan de Orduña. Un año más tarde ya compartía pantalla, de igual a igual, nada menos que con Jorge Negrete, en Jalisco canta en Sevilla.
La carrera de Carmen Sevilla se dispararía en los años cincuenta, década en la que rodó 24 películas y se convirtió en una estrella indiscutible del cine español. Su desparpajo frente a la cámara y su habilidad como cantante le valieron la simpatía de los espectadores y, aunque siempre fue una artista que basaba sus interpretaciones en la naturalidad, supo pulir su talento a lo largo del tiempo hasta convertirse en una actriz más que notable, aunque casi siempre encasillada. Tras el éxito de La hermana San Sulpicio, dirigida por Luis Lucía en 1952, llegaría la explosión de popularidad lograda ese mismo año con Violetas imperiales, en la que compartía pantalla con el por entonces intocable Luis Mariano -con quien ya había trabajado en El sueño de Andalucía y con quien volvería a coincidir en La bella de Cádiz-. En 1957, Sevilla sorprendió a los espectadores con un notable personaje dramático en la estupenda La venganza (la primera película española candidata al Oscar a la mejor película de habla no inglesa), dirigida por un Juan Antonio Bardem, ya encumbrado gracias a filmes de la talla de Muerte de un ciclista y Calle Mayor.
En 1961, bajo el mando de un mito cinematográfico como Nicholas Ray, en Rey de reyes, superproducción de Samuel Bronston rodada en España, encarnó a María Magdalena. En la cima de su popularidad llegaría El balcón de la luna, película que hoy puede verse como todo un emblema kitsch que reunió por primera vez en un largometraje a Carmen Sevilla, Lola Flores y Paquita Rico. Camino del Rocío, de Rafael Gil (1966) y Enseñar a un sinvergüenza, de Agustín Navarro (1969), serían algunos de sus éxitos en la década de los sesenta, en la que Sevilla se consolidó también como cantante, lanzando al mercado más de 15 discos, muchos de ellos con canciones compuestas por quien era su marido, Augusto Algueró, uno de los músicos más populares del país. Su unión despertó el entusiasmo de la España de la época, como lo demuestra el hecho de que cerca de 300.000 personas se congregasen en los alrededores de la basílica del Pilar de Zaragoza el día de su boda, en febrero de 1961.
Los años setenta vieron, sin embargo, el declinar de su carrera cinematográfica, que sufría ante la llegada de un nuevo cine, alejado de los postulados en que se había movido toda su carrera. Carmen Sevilla intentó acceder a papeles dramáticos, aunque no llegó a ser bien acogida por los nuevos directores y hubo de participar en demasiadas películas indignas de su talento, algunas de ellas de baja estofa en forma de mediocridades seudoeróticas. No obstante, Carmen Sevilla regalaría en la pantalla un pequeño papel junto a Charlton Heston en la coproducción Marco Antonio y Cleopatra, dirigida por el propio actor, y protagonizaría una interesante película de Gonzalo Suárez, La loba y la paloma. Queda como su última aparición cinematográfica la película Rostros, en 1978.
En los noventa, la artista tuvo la oportunidad de sumarse a programas televisivos que la acercaron a un público amplio. Tras su larga trayectoria en cine, finalmente logró convertirse en una presencia querida en los hogares españoles gracias a la pequeña pantalla.

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