Buenos Aires perdida. El proyecto de Perón que se pensó como un hospital pediátrico modelo, pero terminó usurpado, en ruinas y demolido
La demolición del Albergue Warnes
El Alberge Warnes comenzó a construirse en 1951, pero con el derrocamiento del ex presidente navegó en episodios turbulentos y terminó reducido a escombros
Mauricio Giambartolomei
Un miembro de las Fuerzas Armadas sostiene una pequeña madera con una mano, mientras con la otra se tapa un oído. Alrededor, todos repiten el gesto, con ambas manos sobre las orejas y ojos entrecerrados, caras arrugadas y mirada temerosa. Carlos Grosso, ex intendente de Buenos Aires, está ahí en segunda fila; sabe lo que se viene, parece estar preparado para la detonación. El estruendo sorprende a la mujer y al hombre que activan el detonador y sienten el dolor en sus oídos, el poder de los explosivos en sus caras y en sus cuerpos, sacudidos por la onda expansiva.
Sabían que estaban allí para ver caer al Albergue Warnes, pero no imaginaron el poder de fuego necesario para voltear al gigante.
Era un sábado, en una tarde soleada, el 16 de marzo de 1991, cuando la mole de cemento y hormigón cayó rendida después de 40 años de un camino errante que terminó con una gigantesca nube de polvo sobre las 30.000 personas que participaron del espectáculo casi morboso. Con pañuelos o las manos, escapando en forma desordenada, las personas trataron de evitar el nubarrón en su avance sobre La Paternal, Chacarita, Parque Chas y Agronomía, los barrios cercanos al predio.
Hoy allí, tres décadas después, los vecinos disfrutan del espacio verde conocido como La Isla de la Paternal, amenazado hace un tiempo por un proyecto inmobiliario que no logró avanzar debido a la resistencia de colectivos y agrupaciones barriales. La posibilidad y autorización de construir torres de hasta 50 metros, vigente desde 1997, fue una gran tentación para los desarrolladores inmobiliarios, pero el sentido común y la fuerza legislativa de una oposición abroquelada negó esa chance.
El predio de 20 hectáreas, atravesado por una calle que se construyó después de la demolición, también fue utilizado para instalar una sucursal de Carrefour, la empresa francesa que terminó siendo el árbitro del episodio final. Hay, además, otras explotaciones comerciales.
El Warnes terminó reducido a escombros. Antes fue un aguantadero y un edificio tomado por familias sin techo, pero se originó con la ambición de ser un hospital pediátrico modelo en América del Sur, con el impulso del entonces presidente Juan Domingo Perón. La historia marcó que el proyecto nunca pudo concretarse y el edificio quedó como símbolo de la decadencia, al igual que el Elefante Blanco de Ciudad Oculta, también construido en aquellos años y con las mismas intenciones, pero ambos con el mismo final.
En el último caso, la demolición ocurrió en 2018 para construir allí la sede del Ministerio de Desarrollo Humano y Hábitat porteño.
El frustrado hospital se ubicaba en el predio de 20 hectáreas delimitadas por las avenidas Warnes, Constituyentes, Chorroarín y las vías del ferrocarril Urquiza, pertenecientes a la familia Echevarne hasta 1950, cuando Perón resolvió la expropiación para construir el Hospital Nacional de Pediatría. Cuando en 1955 cayó el Gobierno, la obra quedó paralizada y la estructura fue tomada por familias sin techo que dieron origen al albergue Warnes.
Cuatro edificios de nueve pisos, amplios salones y decoraciones con motivos infantiles eran parte de las propuestas en el proyecto original. Al caer el Gobierno de Perón se habían construido 94. OOO metros cuadrados y faltaba menos de un año para terminar las obras. En ese momento la estructura estaba armada, se veía sólida, pero sin ventanas ni la red de agua potable, cloacas, electricidad ni ascensores.
Una serie de malos pasos en la administración y tras una sucesión de errores, el Gobierno de facto del General Aramburu transfirió, en 1957, el predio y la construcción a la Municipalidad de la ciudad de Buenos Aires. Un año después ocurrió la primera usurpación cuando el edificio fue ocupado por 2000 personas que quedaron sin viviendas por un incendio en una villa; luego la comunidad se amplió con personas que llegaron desde otros barrios.
La marginalidad y el delito convivían mano a mano con las familias trabajadoras que encontraron en Warnes un techo y resguardo frente a la situación habitacional en la que se encontraban, como ocurrió en el Elefante Blanco. La reaparición de Perón en el edificio, desconcertado por las obras inconclusas, parecía darle un nuevo impulso a la concreción del proyecto durante su tercera presidencia, pero su fallecimiento en 1974 trastocó los planes.
Sin Perón, sin proyectos, la familia Etchevarne volvió a la carga para recuperar los terrenos que le pertenecían y demandaron al Estado nacional y a la Municipalidad de Buenos Aires. Reclamaban la tenencia del predio ya que el fin de la expropiación no se había cumplido.
En 1975 la Corte Suprema de Justicia de la Nación resolvió que debía ser restituido a los dueños originales, algresultó que imposible por las familias que vivían allí. Según los registros de la época, el 76% de los habitantes eran argentinos y el 24% extranjeros, en su mayoría paraguayos y bolivianos. El 70% de los jefes de familia tenían trabajo en la construcción y también había personal doméstico, cartoneros y vendedores ambulantes.
Acuerdo y traslado
Quince años después los ocupantes del albergue llegaron a un acuerdo con el Gobierno porteño y fueron trasladados al barrio Ramón Carrillo, en Villa Soldati. Y en 1991, por orden de Grosso, el albergue Warnes fue demolido con la utilización de media tonelada de explosivos. Fue un evento histórico que se convirtió en un show televisivo por la transmisión en vivo. La voladura del edificio estuvo a cargo de Adrien Colonna, presidente de la Société Europeenne de Dynamitage con un costo de 1.600.000 dólares.
Según publicó en crónicas de la época, el litigio no terminó allí, ya que los Echevarne se negaron a recibir el terreno y reclamaron, además, una indemnización por 25 millones de dólares que debía pagar la Municipalidad. La empresa Carrefour, en 1995, ofreció hacerse cargo de la compensación a cambio de la titularidad del terreno y el compromiso de construir un parque, una escuela y una obra vial dentro de un proyecto comercial. Para eso fue necesario rezonificar el predio, lo que demandó un amplio debate y la aprobación en 1997.
“El Concejo Deliberante porteño podría aprobar hoy la ordenanza de rezonificación de las 19 manzanas del ex albergue Warnes, que habilitará a Carrefour para construir un hipermercado, 11 torres de departamentos, una escuela y un parque público en el predio, que es actualmente un gigantesco terreno baldío”, anunciaba este medio el 20 de noviembre de 1997 ante la inminente aprobación del proyecto.
“La empresa francesa presentó su plan de urbanización, en el que ofrece hacerse cargo de la millonaria deuda que la ciudad mantiene con los actuales dueños del terreno, a cambio de quedarse con el usufructo de las tierras, cuya posesión provocó dilatados litigios”, agregaba.
Las obras del plan, que se denominaba Barrio Parque Central, comenzaron apenas se aprobó la rezonificación.
Algunos proyectos se concretaron, pero no todos. Los edificios y una parcela fue vendida a un desarrollador inmobiliario que contaba con la autorización de seguir construyendo. La oposición de los colectivos vecinales no le dio tregua al privado que tuvo varios intentos para concretar la obra, el último en 2019, con el visto bueno y el apoyo del Gobierno porteño. Después de esa nueva frustración, no hubo más.
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