viernes, 27 de diciembre de 2019

AUTORA Y LECTURAS RECOMENDADAS,


Los cuentos de Linnet Muir, de Mavis Gallant
Relatos de una educación sentimental

¿Qué es un cuento? La pregunta propone límites sospechosos o triviales que la literatura no tiene por qué satisfacer. Un cuento es una forma breve, aunque esa brevedad resulte relativa y contenga infinitas posibilidades. Cuando se torna demasiado digresivo, o cuando su manejo de la tensión es algo tenue o no se establece una progresión clara, algunos prefieren utilizar el eufemismo "relato", como si esa distinción bicéfala solucionara los innumerables problemas que por fortuna plantea el ejercicio activo de la lectura.

La canadiense Mavis Gallant (Montreal, 1922-París, 2014), de enorme influencia para escritoras actuales de la talla de Joyce Carol Oates o Jhumpa Lahiri, revela en esta antología su manejo absoluto de la forma, pero lo hace desde una libertad que pocos pueden permitirse sin quedar a la deriva, destruyendo de antemano cualquier perezoso atisbo de clasificación. Para Gallant, un cuento es una plataforma, un punto de partida y de llegada; pero su concepción del arte de narrar posee una raíz jazzística; es decir, que trabaja sobre las diversas variaciones de un mismo motivo, abandonándolo y volviendo a él para confirmar cada vez que jamás lo había perdido de vista. La seguridad con la que se desenvuelve por sobre el fluir interno de la trama evoca a un cantante como Frank Sinatra, cuyo dominio del ritmo le permitía entreverarse con la melodía desde todas las perspectivas posibles.

Prácticamente desconocida entre nosotros, Los cuentos de Linnet Muir repone de manera oportuna ese vacío centrándose en el personaje del título, suerte de álter ego de la autora o, como ella misma señaló, una síntesis de lo que alguna vez fue. La voz de Linnet -la traducción de Inés Garland, también encargada de la selección de cuentos, consigue el milagro de hacernos olvidar esa trasposición- en cada uno de los cuentos posee una energía endiablada, un énfasis que recuerda por qué la primera persona a veces resulta insustituible y, en su caso, obliga a preguntarse hasta qué punto la efervescencia emocional de la protagonista-narradora -esa cualidad que, en su uso extremo de la subjetivización, vuelve a Gallant una maestra de la descripción- esconde una fragilidad latente que las peripecias de su vida solo logran asordinar o posponer. "Yo tenía una cantidad apreciable de libros victorianos, pero las reprimendas podían ser superadas porque no había injusticias. Cuando las había, se digerían como parte de la trama. Los autores estaban del lado de la moral, pero también del lado de los niños", escribe en "El doctor", dialogando entre líneas con sus propias incertidumbres.

Gallant hace pie, en cada una de las historias, en uno o dos episodios. Así, "Voces perdidas en la nieve" cuenta una extraña visita que Linnet hace junto a su padre a una amiga de la familia, que ha dejado de hablarse con su madre. El ya citado "El doctor" es un constante racconto de las noches en las que sus padres recibían a un grupo de amigos que se sentían el centro del mundo, atravesado por la figura de un pediatra que a la postre se revela poeta. "En la juventud está el placer" ancla en el regreso de Linnet a Montreal luego de una exaltada adolescencia neoyorquina, y el encuentro con una exniñera que la recibe sin preguntas y con la alegría sencilla y abrumadora de saberla viva. Pero en rigor los cuentos ilustran, en su conjunto, el período de formación de Linnet, algunas instancias de su infancia y su juventud -que ella decreta acabada a los dieciocho años- en las que toman forma una conciencia, una sensibilidad y una visión del mundo.
Los temas que recorren con insistencia el libro son muchos -el provincianismo canadiense, el feminismo, la posguerra-, pero el núcleo parece ser el conflicto por excelencia de toda literatura: la relación con los padres. Con su presencia y, claro, con su ausencia.

LOS CUENTOS DE LINNET MUIR
Por Mavis Gallant
Eterna Cadencia.
Trad.: I. Garland. 151 págs./ $ 650

J. M. B.

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