jueves, 28 de enero de 2021

LA PÁGINA DEL LIC. MIGUEL ESPECHE


¿Se viene el Apocalipsis?



Miguel Espeche
El autor es psicólogo y psicoterapeuta


Algún día va a llegar. Desde hace ya rato lo vienen anunciando, pero, por lo visto, no llega y acá estamos todavía. El Apocalipsis, de eso hablamos, parece estar a la vuelta de la esquina, y no solamente desde el arribo del Covid-19, sino desde mucho antes.
No haremos demasiada historia al respecto, pero bien sabemos que aquello del Final de los Tiempos nos acompaña… desde el Principio de los Tiempos. Pero para no irnos demasiado lejos,digamos que,como ejemplo, la inminencia de la Tercera Guerra Mundial, en formato nuclear, fue pan cotidiano de las generaciones que siguieron a la sangrienta contienda que terminó con Hiroshima y Nagasaki, allá por el 45. No puede haber sido inocuo para aquellas generaciones el criarse con la idea de que se venía el final, y que nuestra vida podía esfumarse con tan solo un botón rojo que se apretara.
El tema es que, mientras esperamos la llegada de ese día final, vamos haciéndonos demasiada mala sangre. Y, peor aún, hay como una suerte de industria del Apocalipsis, sabido que el mismo convoca atención y genera una ansiedad fuerte, de esas que no nos hacen bien y nos van debilitando (más allá de que acrecienta el rating de The Walking Dead y series similares).
Con el fin de “verla venir”, toda mención a una amenaza definitiva convoca atención. Es un mecanismo atávico y útil desde antes que dicha atención se manipulara. Ejemplo de esto es la moda periodística de titular en términos apocalípticos las noticias de lo que “podría pasar si…”, para, luego de describir cosas horribles que potencialmente podrían ocurrir, al final del texto (y luego que se cliqueó con angustia la noticia), manifestar que eso que se describe es improbable que suceda.
Tal el caso de la noticia de aquel meteorito que, según medios considerados serios, se nos caería encima en un día y hora determinados. Pero no, no era tan así y, al final del texto, sabíamos que el elemento en cuestión ni era tan grande ni pasaba tan cerca de la Tierra como decía el título del artículo. Una “microangustia” más en el día, que se suma a decenas que el psiquismo tiene que filtrar diariamente para no entrar en pánico (no en vano el ataque de pánico es una dolencia de la época).
La similitud de lo descripto hasta acá con lo que pasa con la información del Covid-19 se hace obvia. Ver o leer las noticias en los diferentes medios es, en términos psicológicos, un viaje por el tren fantasma, lleno de sustos y amenazas en tiempo potencial en cada noticia de cosas que no sucedieron pero podrían suceder. La información seria y ponderada se mezcla con un torbellino de noticias confusas y temibles, ofrecidas sin orden ni ponderación de sus efectos en términos de salud mental pública.
Ya sabemos que el miedo es una industria y que, por ejemplo, la vida feliz ocurre más en la tanda publicitaria que en los programas, series y noticieros de la pantalla. La sensación de estar ante la inminencia de algo terrible suele generar, a la larga, más daño que ese “algo” amenazante, tal como aquel cuento en el que la Muerte anunció que iría a una ciudad a matar a mil, pero, tras su paso, fueron diez mil los fallecidos. Al cuestionársele a la Muerte esa diferencia entre lo ocurrido y lo anunciado, ella dijo “Vine a matar a mil, los otros nueve mil murieron de miedo”. No por conocido el relato deja de ser significativoeilustradorrespectodel daño que genera el temor que, como goteo constante, genera el anuncio del Apocalipsis inminente.
Algún día será. De eso no hay dudas. Pero lo aconsejable es que sea ese día, y chau. Mientras tanto, cuidarse de lo que es posible cuidarse, vivir con ganas y ponerle amor a la cuestión. No mucho más que eso. Que, si llega el Tiempo Final, nos encuentre viviendo, y no aterrados solo tratando de no morir.
Ver las noticias del Covid, en términos psi, es un viaje por el tren fantasma

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