sábado, 23 de enero de 2021

SEÑORES PADRES, ...ASUMAN SU RESPONSABILIDAD


Preocupa el abuso de alcohol en los jóvenes
Se necesita replicar activas campañas de concientización sobre los daños acumulativos que produce en el organismo el consumo abusivo de esta droga
Pieza gráfica de la campaña del Consejo Publicitario Argentino dirigida a prevenir el creciente y nocivo consumo de alcohol entre los más jóvenes
El alza del consumo de alcohol en la población juvenil desde edades muy tempranas aumenta las situaciones de embriaguez y refleja una nueva realidad que en forma rápida ha desbordado los modos tradicionales de prevención y control para evitar que este sea puerta de entrada a otras dependencias de sustancias psicoactivas.
La Sociedad Argentina de Pediatría (SAP) explica que el alcohol es la sustancia psicoactiva más utilizada en todas las edades y cita un estudio del Observatorio de Drogas de la Secretaría de Programación para la Prevención de la Drogadicción y Lucha contra el Narcotráfico (Sedronar) de 2017 que señala que el 60,5% de los chicos de entre 12 y 17 años lo consumieron. De ese grupo, el 47% lo hizo en forma excesiva y en más de una oportunidad.
“La adolescencia es una etapa de experimentación, de sensación de omnipotencia, de búsqueda del riesgo y de cuestionamiento de las normas. En ese contexto, el alcohol es la droga de más fácil acceso para niños y adolescentes, mientras que la percepción de riesgo asociado a su consumo es la más baja entre todas las sustancias adictivas”, sostuvo al respecto Graciela Morales, médica pediatra especialista en adolescencia y secretaria del Grupo de Trabajo en Adicciones de la SAP.
Por su parte, Marta Eugenia Braschi, pediatra y toxicóloga, manifestó que “el alcohol se distribuye por el cuerpo y se elimina en un 90% por el hígado, y el resto, por pulmones, riñón y sudor. Debido a esta difusión por todo el organismo, más allá de los efectos psíquicos –que son los que primero se perciben–, el alcohol actúa también sobre los diferentes órganos del cuerpo”. Y advirtió que “los daños corporales se producen, por tanto, con el uso continuado de cantidades de alcohol que el organismo tiene dificultades para metabolizar, aunque el consumidor no perciba ningún peligro”.
Según Braschi, “el consumo episódico y abusivo de alcohol puede producir alteración en la maduración cerebral, mayor predisposición a progresar en la adicción, síndrome del ‘corazón posfiesta’, que se puede manifestar como taquicardia inusual en reposo, pérdida de control en diversas situaciones, como en las relaciones sexuales sin cuidados, y pérdida del estado de conciencia con episodios de black out”.
Al respecto, la doctora Morales sostuvo que estas borracheras “dan lugar a otros problemas, como accidentes de tránsito, conductas violentas, problemas legales y familiares, con los amigos y de rendimiento escolar, entre otros. Incluso, en una época que está signada por los cuidados preventivos del contagio de coronavirus, el alcohol relaja conductas, disminuye barreras de protección y expone a los chicos a situaciones de contagio”.
Tanto la SAP como la Organización Mundial de la Salud (OMS) han advertido sobre los riesgos de la ingesta excesiva de alcohol en los menores de edad con la llegada de las vacaciones y sobre los peligros del consumo de bebidas alcohólicas durante la pandemia de Covid-19. Sin embargo, ello no impidió que aumentaran de manera alarmante durante la larga cuarentena.
Bien sabido es que el alcohol provoca desinhibición, y baja las defensas y los criterios de cuidado. En estas circunstancias de pandemia, beber hace que no se tomen los recaudos, no se mantengan las distancias y, mientras beben, se quiten el barbijo con el consiguiente aumento de los riesgos de contagio para quien bebe y para quienes lo rodean.
La presencia del alcohol excesivo crea en los adolescentes un patrón de dependencia psíquica a la hora de relacionarse. Cuando es imperioso beber o estar alegre para poder socializar o realizar determinadas actividades, o solo para relajarse, entramos en un terreno peligroso que puede conducir a una nefasta dependencia alcohólica de por vida. Quienes se inician en el consumo a los 11 o 12 años tienen casi diez veces más posibilidades de generar una dependencia que quien arrancó pasados los 19.
Conscientes de estas implicancias, el siempre activo Consejo Publicitario Argentino (CPA) lleva adelante una campaña dirigida a prevenir el consumo en jóvenes (chicossinalcohol.org.ar). En busca de nuevas experiencias y sensaciones, miles de jóvenes están dispuestos a desafiar, con sus conductas y actitudes, las más elementales normas de convivencia, de responsabilidad comunitaria y las que marca el sentido común. La tolerancia social ante un naturalizado consumo de alcohol ha permitido que se escale a nuevas instancias disminuyendo la percepción de los riesgos y daños que el alcohol produce, cada vez más peligrosos y de consecuencias irreversibles en muchos de los casos.
La presencia de alcohol excesivo crea en los adolescentes un patrón de dependencia psíquica
Cuando es imperioso beber para socializar o realizar determinadas actividades, entramos en un terreno peligroso, que podría derivar en una adicción de por vida

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