domingo, 24 de julio de 2022

PASIÓN POR LA HISTORIA...VISITALO


Recrean al detalle batallas claves de la Segunda Guerra Mundial,
En el Museo Ferroviario Scalabrini Ortiz, un grupo de la Asociación de Recreadores Históricos reconstruyó uno de los momentos del Día D con precisión extrema en la vestimenta, las armas y hasta el lenguaje

El Museo Nacional Ferroviario "Raúl Scalabrini Ortiz" de la Argentina se encuentra en la Ciudad de Buenos Aires, en Avenida del Libertador 405, en Retiro
Dirección: General San Martín, Av. del Libertador 405, C1001 ABD, Buenos Aires
Horas:
Abierto ⋅ Cierra a las 20:00
Teléfono: 011 4318-3628
Inauguración: 1968
Género de las colecciones: Ferroviario
Horarios de apertura: Lunes a domingo de 9 a 17
Época de las colecciones: Fines del siglo XIX a mediados del siglo XX

por Matías AvramowDe película Las vestimentas y las armas son reproducciones idénticas a las orginales; lo único que no se incluye son las esvásticas de los uniformes
En una mañana gélida de julio, la gente no necesita excusas para ocultarse entre sábanas. No es el caso de Joaquín Oubiña que durante la semana es modelista y profesor de historia, pero desde el sábado se transforma en un teniente alemán de 1944. La transformación tiene lugar en el Museo Ferroviario Raúl Scalabrini Ortiz, en el oeste del conurbano bonaerense, donde un grupo de fanáticos de la recreación histórica reproduce escenas del Día D, cuando los paracaidistas americanos enfrentaron a un debilitado ejército alemán en Normandía.
Desde hace siete años Joaquín forma parte de la Asociación de Recreadores Históricos. “Me insistieron mucho para entrar acá. En ese tiempo yo recreaba luchas vikingas, tenía la barba hasta el pecho y usaba armaduras de cuero. Cuando vi que estos chicos eran serios dije: ‘Es hora de empezar a recrear batallas de la Segunda Guerra Mundial”, repasa Oubiña mientras acomoda un sobretodo original del ejército alemán.
Atrás suyo, acomodados entre dos vagones de tren, varios de sus compañeros se quitan la ropa de domingo para ponerse pantalones desgastados con maquillaje, botas de cuero, cascos, dagas y fusiles que solo disparan aire. Todos se preparan para “la batalla del puente”, la que pudo haber ocurrido en Normandía, pero que hoy se verá a través de cámaras modernas.
Todos son argentinos y las edades rondan entre los 20 y los 75 años. Hombres casi en su totalidad con la excepción de una mujer invitada de otro grupo de recreadores. Se dividen en dos flancos: los Aliados y los Alemanes (Nazis no, precisan). “Especialmente recreamos el día D, cuando los paracaidistas americanos llegan a Normandía”, explica Matías (que prefirió no dar apellido) mientras fuma un cigarrillo Lucky Strike.
“Normalmente no fumo, pero cuando recreamos nos tomamos todo en serio. Es importante fijarse en esos pequeños detalles. Cómo la fotografía de mi chica de acá”, justifica mientras muestra, dentro de su casco, la foto en blanco y negro de su novia de utilería. Su nombre histórico es Matt Baker, Teniente de cabello canoso y ojos celestes que voló desde los Estados Unidos para ejecutar la Operación Overlord, en Normandía.
Matías es uno de los fundadores y hoy coordina el bando Aliado. “Al principio éramos cuatro gatos locos y no teníamos el nivel que hoy estamos logrando”, reflexiona Matías mientras le da las últimas pitadas al cigarrillo. “Cuando fuimos a nuestra primera Noche de los Museos, que nos convocó el Museo de Armas de la Nación, llegamos con réplicas de cartón pintadas, pero era lo que teníamos”, recuerda.
Hoy en día, muchas de los fusiles son impresiones 3D o airsoft con balines de goma. La ropa combina originales y réplicas. En ese sentido, son muy cuidadosos con no promover ninguna ideología. “Es por eso que nosotros quitamos todas las esvásticas de los uniformes, las gorras, incluso de los pines. No queremos que nos mal interpreten porque nuestro objetivo no es político”, justifica Oubiña.
Un hobby caro
La minuciosidad en las apariencias inunda las conversaciones de la asociación. “Hay muchas discusiones. Por ejemplo, si es mejor usar piezas originales o réplicas para las recreaciones. Yo personalmente prefiero usar réplicas”, opina Santiago Parisi, un chico joven que hoy interpreta a un subsargento alemán en la guerra temprana.
En el mismo instante, Arnoldo Ibáñez (también recreando un alemán) lo ve con intención de debate. Fuera de estos encuentro, Parisi es muy delgado y pálido, en la semana estudia la universidad. Su contendiente, es comerciante, pero en ese momento es un soldado alemán en el frente soviético. “Tratamos de corregirnos constructivamente para poder llegar la precisión histórica que buscamos”, explica Parisi. “Yo sabía de historia desde antes pero cuando llegué acá me sentí un completo ignorante comparado con los demás. El nivel de detalle es impresionante”, agregó Ibáñez. Todos repiten la misma frase: “este es un hobby caro”.
Conseguir y armar los vestuarios lleva tiempo, y es regla absoluta tenerlo para participar de las recreaciones.
Su campo de práctica es en el Museo Ferroviario Scalabrini Ortiz, un depósito de trenes viejos en Haedo, partido de Morón. El lugar lo encontró Matías de casualidad. “Un día volvía del trabajo en tren y seguí de largo. Cuando di la vuelta, vi el letrero del Museo Ferroviario Scalabrini Ortiz y decidí contactarlos para hacer una sesión de fotos. De ahí nos hicimos socios. Incluso nos donaron un vagón antiguo”, presume Matías. “Es de 1920”, arriesga uno de los chicos. “No, es de 1933, de Birmingham. Justo es de la época”, corrige otro.

Al subir al tren, te recibe una bandera de Estados Unidos y a un lado, una biblioteca. “Acá tenemos los libros que usamos para investigar cada batalla”, explica Oubiña. Uno de los camarotes fue adaptado como cocina y al fondo, vaciado de asientos, tienen una especie de salón multiusos.
“Acá nos cambiamos, guardamos algunas cosas y llevamos a cabo nuestras reuniones”, muestra Flavio Máximo Bertini que coordina el bando alemán. Al igual que Matías, Bertini es fundador del grupo y juntos son la batuta dentro de toda la asociación. Aún así, las escenas de batalla las deciden en conjunto. Según ellos, experimentar en carne propia la vida de estos soldados es la parte más divertida. “Yo me compro chocolates y cigarrillos de la época, y en algún momento los quiero usar imaginando cómo era”, explica Alejandro
“Hay discusiones si es mejor usar piezas originales o réplicas para las recreaciones”
Longobardi que representa a un soldado de la Wehrmacht, fuerza de defensa alemana entre 1935 y 1945.
Muchos de sus integrantes tienen una conexión personal con la historia. Algunos son nietos o bisnietos de soldados republicanos que lucharon durante la guerra. Otros, hijos de migrantes que encontraron en la familia una pasión irrestricta por la historia. En cualquier caso, la guerra es un denominador común.
“No es que amamos la guerra, simplemente estamos honrando a quienes sirvieron o perdieron la vida por su país dejando de lado a su familia y sus tradiciones”, justifica Luciano Rey mientras marcha al puente donde sucederá la escena. El preparativo dura más que la escena, pero los festejos premonitorios avistan un éxito seguro. “Todos en sus puestos, cámaras, micrófono”, comanda Bertini.
“Schnell schnell, lass uns die Brücke sprengen. Vorsicht, Sprengstoff [Rápido rápido, vamos a explotar el puente. Cuidado, explosivos]”, grita Parisi. Tres soldados alemanes marchan hasta el centro del puente y tiran en el suelo dos bombas de harina que Matías fabricó la semana anterior.
Es una de esas tardes diáfanas en las que el sol no calienta. Suenan un silbatazo y dos estruendos. En los espectadores se provoca un espasmo eléctrico. El resto, estoicos, se mantienen con mirada férrea, no parecen pestañear. Hay silencio, el humo se disipa y ningún puente explota, solo hay humo. Después, comienza a sonar una alarma de bomba.
El ejército aliado avanza sobre una Willys Jeep original de 1941 (cortesía de Jeep Willys Argentina, una agrupación de coleccionistas de autos militares), se atrincheran a cinco metros del puente. Comienzan a recrear. El intercambio de bombazos cesa hasta que se vacían de petardos. Un aliado sale de su escondite y cae en seco, grita y solloza: “Help, help”. El médico se arriesga, valeroso, y lo levanta, los alemanes disparan sin tregua desde el puente. Alguno grita “boludo, si es del cuerpo médico”. “A mi no me importa nada”, responden. El herido llega a un lugar seguro, lo intentan reanimar pero la herida maquillada es muy grande.
Una última pelea se da entre dos cabos de bandos contrarios. El alemán le dice al aliado: “Vos desarmame primero y luego me matás. El malo no puede ganar”. Haciendo caso, el aliado se lanza en contra del enemigo y lo desarma. Saca su cuchillo –original–, forcejean unos segundos y ambos encauzan el puñal entre el brazo y las costillas. El alemán muere. Hay silencio. Después empiezan las sonrisas cómplices, Nazis y Aliados comienzan con el parloteo.
“¿Tenemos la toma?”, pregunta Flavio al camarógrafo.

http://indecquetrabajaiii.blogspot.com.ar/. INDECQUETRABAJA

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