domingo, 16 de octubre de 2022

TURISMO INTERNO



El nuevo Bajo: un polo foodie con espíritu de barrio y mirada joven
Tarde de fin de semana largo y al aire libre en Dock Café, uno de los nuevos locales gastronómicos del Bajo de San Isidro
Ya son más de 50 los restaurantes, bares y panaderías que conforman un polo gastronómico con identidad de barrio pero con propuestas muy cuidadas
Agustina Canaparo
“Vinimos desde Belgrano en bicicleta con dos amigas. El día estaba divino y lo queríamos aprovechar”, dice Carolina, de 30 años, mientras disfruta de un café con medialunas en la panadería y confitería La Valiente, en San Isidro. Ellas descubrieron la zona del Bajo durante la pandemia en el llamado Take Away Plus (cuando se habilitaron las mesas en la vereda) y desde entonces se volvieron habitués. “Acá se genera una conexión muy linda con la naturaleza. Encuentro paz en el río. Además, nos copa porque cada vez que pasamos nos sorprendemos con nuevos restaurantes”, agrega y cuenta que tiene planeado almorzar en el pintoresco patio de Taller Cantina.
Aire de barrio en la panadería y pastelería La Valiente
El Bajo, con su mística ribereña y onda playera relajada, desde hace años se transformó en un paseo ideal para sentirse de vacaciones todo el año. Allí, conviven desde parrillas clásicas, bodegones de club y cervecerías con novedosas propuestas de una generación de chefs sub 30. Lo notorio es que tras la pandemia han surgido una decena de emprendimientos que se encuentran dentro del área que delimitan el río y las calles Tiscornia, Roque Sáez Peña, Primera Junta y Juan Bautista de LaSalle.
El polo gastronómico luce renovado con cafeterías de especialidad, panaderías, heladerías artesanales, restaurantes asiáticos y mediterráneos, pizzas de estilo napolitano, platos de autor y barcitos de coctelería.
Con una propuesta original y descontracturada, Taller Cantina es uno de los nuevos spots del Bajo de San Isidro
“En el último censo que hice (desde Pacheco y el río hasta Uruguay) llegué a contar un total de casi sesenta propuestas gastronómicas. Lo atractivo de la zona es que tiene una gran identidad, por lo general los emprendedores gastronómicos del Bajo somos de acá y nos gusta la vida al aire libre, los deportes, tener el río cerca. Disfrutamos y queremos mucho a nuestro barrio; es como un pueblito y se respira ese aire”, señala el chef Diego García Tedesco, fundador del festival gastronómico Bocas Abiertas (que se realizará del 3 al 6 de noviembre en el Centro Municipal de Exposiciones de San Isidro).

Cambio en pandemia
Agustina Zamudio (47) es amante del café y siempre soñó con abrir su propia cafetería de especialidad con pastelería artesanal. “Encontré este localcito abandonado de casualidad y cuando lo vi me enamoré. Sin embargo, fue un desafío enorme porque no había nada alrededor”, comenta la dueña de Blu. El local se inauguró el 17 de febrero de 2020, pero un mes más tarde llegó la pandemia. “Al principio fue muy difícil, esto parecía un páramo. La remamos y los vecinos nos bancaron un montón. Ahora se está armando un nuevo Bajo muy interesante”, opina la emprendedora.
El café Blu es uno de los locales que abrieron sus puertas poco antes de la pandemia
En la vereda al sol varios jóvenes disfrutan de un latte o flat white con croissant de pistacho, alfajor de almendras y carrot cake. Aldo, sentado a una de las mesas con su hija y perro, cuenta que vive hace más de dos décadas en San Isidro y que le parece espectacular la movida gastronómica que se armó. “Antes estaba todo apagadito”, recuerda, mientras bebe un café.
La panadería y confitería La Valiente también se instaló en plena pandemia: abrió sus puertas en abril de 2021 en una antigua casona centenaria con techos altos y pisos de madera. “Cuando vimos este local abandonado nos pareció una buena idea apostar, volver a empezar y emprender”, relata el panadero Germán Torres, quien armó el proyecto junto al chef Christian Petersen y Ezequiel Mendonça Paz.
El nuevo Bajo es punto de encuentro de vecinos y de visitantes de otros barrios
En poco tiempo “la panadería del Bajo”, como la llaman los vecinos, se transformó en una parada obligada para los que salen a dar un paseo por el río. “Los fines de semana nos visita mucha clientela fija que llega en bicicleta o corriendo desde Capital Federal. Paran acá y luego regresan. Es lindo que nos tengan como punto de llegada. La zona es muy relajada e invita a sentarse al solcito”, dice Torres, mientras acomoda los estantes con panes de masa madre de centeno; maíz morado y nuez; lino y avena. Andrés, de 38 años, salió a correr por la mañana temprano y finalizó aquí su recorrido. “Siempre me llevo para casa los panes multicereales y las pepas de membrillo y sarraceno”, cuenta, mientras se recupera del entrenamiento. Torres afirma que cuando llega a la panadería se siente en un pueblo: “Es todo más lento. Convivimos con los pájaros, las abejas y las flores”.
El chef Tomás Méndez (31) es uno de los vecinos del barrio de “toda la vida”. Aquí aprendió a andar en bicicleta y desde los quince años trabajó en diferentes bares y caterings de la zona. “Mi restaurante no podía estar en otro lugar que no sea en el Bajo, creo que no tendría sentido”, confiesa, entre risas. Taller Cantina desembarcó en agosto del 2020 con una propuesta descontracturada y de platitos (para compartir). Rápidamente se convirtieron en un hit los buñuelos de espinaca (con la mayo de cilantro y yogurt), la stracciatella con frutillas, espárragos y fainá; y las empanadas de vacío. Pero el verdadero boom llegó cuando habilitaron el patio, corazón de su propuesta.
El chef Christian Petersen, uno de los creadores de la panadería La Valiente
Méndez considera que en los últimos años la gastronomía del Bajo comenzó a tener cada vez más propuestas y nuevos aires de cambio. “Antes eran todas parrillas clásicas, no había este tipo de lugares que interpelen a un público sub 30. Creo que el protagonista de la nueva escena no somos tanto los cocineros, ni los gastronómicos sino más bien el barrio en sí con el río, los sauces y sus aromas. Tras la pandemia muchos descubrieron la zona y está bueno que cada vez tenga más visibilidad”, opina. Paula, clienta que los sigue desde los inicios, agrega: “Me encanta cómo está creciendo. Tiene muchos espacios al aire libre y estás en contacto directo con la naturaleza”.
Testigo privilegiado
El decorador Luis Salas vive en el Bajo desde la década del 70 y es un testigo privilegiado del desarrollo del barrio. “Esto antes era un páramo: zonas con baldíos, calles de tierra y la rotonda no estaba. Había solamente un par de parrillas antiquísimas”, confiesa, desde Dock Café. Luigi siempre quiso montar un barcito y el proyecto se concretó en pandemia en su antiguo depósito de muebles y artículos de decoración. “Es un polo gastronómico interesante el que se está armando. La movida está de la mano de la gente joven. De noche explota”, asegura. Para cautivar a este público, planea incorporar en la carta algunos cócteles clásicos.
Pote, la nueva heladería del Bajo
Sobre la calle Primera Junta también hay nuevos establecimientos. Desembarcó la cafetería de especialidad La Voluntad y en abril de 2022 Fuegos, una parrilla con el sello de Locos x el Asado. “Los fines de semana se llena y se arma un ambiente muy lindo de familias y amigos. El público es muy fiel, vuelve y recomienda”, dice Sebastían Aguirre, mano derecha de Luciano “Laucha” Luchetti, mientras recorre el espacioso salón con parrilla a la vista y luminosa terraza.
Como su nombre lo anticipa, la estrella aquí es la carne: bife de chorizo, ojo de bife y vacío, entre otros, acompañada de guarniciones clásicas. “Todo se hace a la minuta, no se marca nada”, explica Aguirre. También pican en punta las croquetas de osobuco y la longaniza.
En tanto, en la esquina de Tiscornia y las vías se instaló a principios del 2021 La Verità con variedad de pizzas y pastas italianas. Al mediodía y a la noche, las mesas de la vereda que se arman bajo la pérgola de glicinas y lucecitas suelen estar súper concurridas.
Al lado, se encuentra Pote, otra reciente apertura (febrero 2022) con más de 30 sabores de helados artesanales. “Sentíamos que hacía falta una heladería en esta zona, ya que la mayoría están un poco alejadas sobre avenida Libertador”, cuenta Felipe Saint Jean, uno de los dueños. Para el emprendedor este circuito tiene cada vez más propuestas renovadoras. “Hay una competencia muy sana que nos hace crecer y mejorar. Creo que antes el polo gastronómico había decaído un poco, pero ahora está de nuevo en auge. Además, se están organizando festivales como Bocas Abiertas, y el proyecto de la reforma del puerto también es algo muy positivo que va a atraer a mucha gente”.
Cuando cae la tarde aparecen las guirnaldas con lucecitas y la música en vivo. Si el clima acompaña se suelen llenar las mesas de la vereda. “Por las noches hay mucha concurrencia. Los fines de semana viene gente de todos lados, no solo los vecinos y la gente de la zona”, dice Fernando Dvoskin, dueño de Rocoto, que abrió en mayo de 2021 con una propuesta de platos con sabores del mundo. Hay de estilo asiático, mediterráneo, árabe, latino, entre otros. “Quise ir con una propuesta distinta y los clientes se engancharon”, afirma.
Otro que se sumó a la escena es La Vaca vermutería con su barra de tapas, vermut y cócteles de autor. La última gran apertura es el bar oculto Selva, inspirado en una jungla tailandesa. Llegó en julio de 2022 y sorprendió con su ambientación (monos, palmeras, lianas y sillas playeras). “Faltaba una bar de este estilo en la zona. Aquí la coctelería de autor es la gran protagonista. Queremos que los clientes vivan una experiencia diferente”, comenta Johnnie Giebert, uno de los socios. Como la primavera, el Bajo florece y se renueva.

http://indecquetrabajaiii.blogspot.com.ar/. INDECQUETRABAJA

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