:quality(80)/cloudfront-us-east-1.images.arcpublishing.com/lanacionar/5X3TGGFOSBFHDNOTSNXV2CLB5Q.jpg)
Cinco razones para ver Makanai: la cocinera de las maiko, una exquisita receta japonesa creada por uno de sus más grandes realizadores
Makanai: la cocinera de las maiko, disponible en Netflix..Netflix
El director Hirokazu Kore-eda es la fuerza creativa detrás de esta joya de nueve episodios ya disponible en Netflix
Natalia Trzenko
“Parece que viajamos al pasado”, dicen Kiyo (Nana Mori) y Sumire (Natsuki Deguchi) apenas bajan del micro que las llevó desde su pueblo natal hasta la ciudad de Kioto, la meca para las jóvenes japonesas interesadas en convertirse en geisha o maiko, como se las denomina allí. Esa impresión de las chicas es la que percibe también el espectador con la nueva serie de Netflix Makanai: la cocinera de las maiko, una ficción que consigue hacer de los más pedestres detalles de la vida cotidiana de un grupo de mujeres de varias generaciones un cuento de hadas maravilloso y evocativo. Detrás de la serie de nueve episodios está el director Hirokazu Kore-eda, un talentoso y prolífico realizador japonés reconocido en el circuito de festivales de cine más destacados (lleva veinte años ganando premios en Cannes), que comenzó su carrera en la TV y ahora decidió volver a ella para adaptar, dirigir y ser el showrunner de esta historia. Un exquisito relato nacido como historieta y convertido en una sublime historia sobre la amistad, las familias que se eligen, la vocación y el amor en todas sus manifestaciones.
1. La mirada del director. Con una puesta en escena tan sutil como inteligente y sensible, el cine del director japonés suele poner el ojo en personas que viven al margen de las reglas sociales y cuyo único refugio son las familias que forman cuando nadie los está mirando. Con profundidad y sentimientos, pero sin una pizca de sentimentalismo, films como Nadie sabe, De tal padre, tal hijo, Somos una familia (disponible en Qubit.tv) y Nuestra hermana menor (disponible en Mubi y Qubit.tv), por citar algunos de los que se estrenaron en la Argentina, dan cuenta de un autor que logra relatos de extraordinaria belleza y sensibilidad a partir de los momentos más ordinarios de la vida. Un creador tan profundamente ligado a sus raíces como indiscutiblemente universal.
:quality(80)/cloudfront-us-east-1.images.arcpublishing.com/lanacionar/4VCO7MWVPVEL7DKFWZ6TQLYMIA.jpg)
2. Un misterioso universo por descubrir. Una de las atracciones de esta serie es el modo en que descorre el velo del misterioso, exótico y desconocido mundo de las maiko, esas mujeres dedicadas a preservar las artes del Japón tradicional. Conocidas en Occidente como geishas, y reconocibles por la pintura blanca de sus rostros, sus elaborados tocados y sus bellísimos trajes, durante muchos años, su actividad como acompañantes de la clase alta era percibida más allá de Japón -en algunos casos, correctamente- como un tipo de prostitución. Una identificación que muchos suponen verdadera hasta la actualidad. Y ese es el primer mito que la serie se ocupa de derribar, mostrando el día a día del entrenamiento de las jóvenes mujeres que encuentran su vocación en esta práctica milenaria. Una rigurosa educación que la ficción elige contar desde el punto de vista de Kiyo, una adolescente de 16 años que sueña con convertirse en una de esas bellas sirenas que circulan al ritmo que le permite su tradicional calzado por las calles de Kioto, la vieja capital imperial japonesa que es transformada en un personaje más de la trama.
:quality(80)/cloudfront-us-east-1.images.arcpublishing.com/lanacionar/FPNOR2ASXNBD7O6WG3U7BYB4QY.jpg)
3. Los personajes. Si bien la trama se centra en el arribo de Kiyo y Sumire a una de las casas del barrio de las geishas de Kioto, la galería de personajes que encuentran allí permite que la historia se expanda al seguir las pequeñas glorias y las minúsculas derrotas de cada uno de ellos. Las ilusiones de Kiyo y Sumire se bifurcan cuando la primera es calificada como no apta para convertirse en una maiko y la segunda se destaca como la mejor candidata para llegar a la cima de la profesión. Lejos de provocar rivalidades, celos o peleas, el cambio solo acentúa el vínculo de amistad entre las protagonistas. Un lazo que las tutoras a cargo de la casa y sus compañeras de entrenamiento miran con algo de envidia y mucha ternura. Y lo mismo le ocurre a Momoko (Ai Hashimoto), la más solicitada de las geishas, que atraviesa una encrucijada entre su vocación y sus deseos de explorar la vida lejos de Kioto. Más allá de girar en torno a las historias de las mujeres, la serie también se ocupa de retratar a los hombres de su círculo: los encargados de su vestuario, los clientes que las contratan y el barman -interpretado por el extraordinario Lily Franky, actor fetiche del director-, testigo mayormente silencioso de la vida de todos.
:quality(80)/cloudfront-us-east-1.images.arcpublishing.com/lanacionar/7S3HUKRU4FBQDHAGXLPEJX3U4A.jpg)
4. La cocina tradicional japonesa. Desde la primera escena, resulta evidente la estrecha relación entre las emociones de Kiyo y la comida que come y que prepara. Sentada a la mesa baja de la casa que comparte con su abuela, cada bocado le provoca un suspiro acompañado de una sonrisa tan pacífica que casi parece estar en trance. Esa cualidad mágica que aporta la joven a cada una de sus preparaciones la transforma en la persona ideal para ocupar el puesto de Makanai, la cocinera de las aprendices de maiko. Con la misma importancia y reverencia que la excelente serie The Bear le otorga a las recetas que se cocinan en el restaurant del protagonista, pero en el extremo opuesto en cuanto al ritmo de cada escena, en la ficción japonesa la comida funciona como un disparador proustiano para explorar las emociones de quienes la preparan, la prueban o la huelen desde la casa de al lado. “Tus manos emanan algo especial”, le dicen a Kiyo quienes degustan su comida, simple, sabrosa y retratada en pantalla como si se tratara de una pieza artística tan valiosas como las coreografías que ensayan las aspirantes a geisha.
:quality(80)/cloudfront-us-east-1.images.arcpublishing.com/lanacionar/PDWVLTWJ2FEFXDWIJ3ZPJFEDTI.jpg)
5. El humor. Las emociones que recorren los nueve episodios de la serie bullen bajo la superficie sin llegar a rebalsar ni tampoco a evaporarse. Una mirada anhelante ante un adorno del pasado descubre la historia del primer amor entre la “madre” de las jóvenes maiko y un reconocido actor de teatro kabuki. El entredicho por un postre consumido sin permiso habilita la discusión sobre la nostalgia por el hogar y la familia que quedó atrás. Los sentimientos asordinados dictados por la cultura japonesa también dan lugar a pequeños interludios en los que el humor se abre paso. El altar cuidadosamente armado en honor al actor coreano Hyun Bin (Aterrizaje de emergencia en tu corazón) junto a los amuletos tradicionales es un guiño que recorre toda la serie, lo mismo que la aparición intempestiva de Yumi, la aprendiz de la casa de enfrente y los modos extrovertidos de Yoshino, la hija pródiga que regresa al mundo de las geishas, harta de los rigores de la vida matrimonial.
http://indecquetrabajaiii.blogspot.com.ar/. INDECQUETRABAJA
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Nota: sólo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.