En marzo de 1973 empezó una historia que debió haber sido distinta
Si Perón y Balbín hubieran tomado otras decisiones de las que asumieron, aquel retorno a la democracia pudo haber sido el definitivo
Guillermo Macloughlin Bréard
Al cumplirse hoy cincuenta años de las elecciones del 11 de marzo de 1973, donde se consagró ganadora la fórmula presidencial del Frejuli, integrada por el delegado de perón, Héctor J. Cámpora, y por el conservador Vicente solano lima, resulta útil refrescar algunos hechos y plantear cuestiones que pudieron haber cambiado el curso de la historia reciente del país.
En primer lugar, recién asumidas las nuevas autoridades el 25 de mayo de 1973, y antes que el Congreso Nacional sancionara una amplia ley de amnistía, el ministro del Interior, esteban Righi, los diputados nacionales Héctor sandler y Julio Mera Figueroa y el secretario general de Montoneros, Juan Manuel abal Medina, entre otros, abrieron la cárcel de Villa Devoto, liberando indiscriminadamente tanto a guerrilleros como a presos comunes, contribuyendo a sembrar el terror, que no empezó el 24 de marzo de 1976, sino mucho antes, con el asesinato del expresidente Pedro E. Aramburu, de muchos militares y de inocentes civiles, y que continuó durante el gobierno constitucional –provocado por muchos de los liberados–, lo que obligó al gobierno peronista a dictar el famoso decreto de “aniquilamiento del accionar subversivo”, del cual muchos no quieren acordarse, guardando un cómplice silencio, como ocurre en la película
Argentina, 1985, que no presenta el real contexto histórico.
Mientras tanto, el 27 de mayo se sanciona la ley 20.508 de amnistía, con el apoyo, en general, de todas las bancadas, pero con ciertas reservas por parte de algunos bloques opositores. También se eliminaría a la Cámara Federal penal que había juzgado a muchos guerrilleros y que, de haber continuado su labor, probablemente las Fuerzas armadas no hubieran caído en la aberración de los desaparecidos, cualquiera que fuere su cifra (que ciertamente no es 30.000). en este sentido, es oportuno recordar al asesinado juez Jorge V. Quiroga, cuya memoria ha sido tergiversada por el lavado cultural de la izquierda vernácula.
El gobierno de Cámpora duró apenas 49 días y solo continuó en el poder el empresario comunista José B. Gelbard, quien había sido nombrado a instancias del mismísimo perón. Correspondía que por aplicación de la ley de acefalía ocupara la presidencia el doctor alejandro Díaz Bialet –descendiente de Francisco N. de laprida–, pero una oscura maniobra del “monje negro” José lópez Rega hizo que su yerno, el oscuro Raúl lastiri, ocupara el sillón de Rivadavia, privando al país de contar con un destacado jurisconsulto para presidir la transición.
Planteada la nueva elección, perón –que había regresado al país, con sus pros y sus contras, pero con el deseo de lograr la reconciliación– ofrece la candidatura a vicepresidente al líder radical Ricardo Balbín, quien declina el ofrecimiento arguyendo que “el radicalismo no tiene vocación frentista”. esto negaba la historia partidaria, por cuanto en 1945 la UCR impulsó a la Unión Democrática, conformada por varias fuerzas –incluyendo al partido Comunista–, pero con la exclusión del partido Demócrata Nacional. esta circunstancia fue determinante para que la fórmula Tamborini-mosca perdiera ante la de perón-quijano, entre otras cuestiones, por la prédica anticomunista que bajaba desde los púlpitos de la Iglesia católica.
Imaginemos cómo hubiera sido distinto el devenir histórico de haberse impuesto el 23 de septiembre la fórmula perón -Balbín. No hubiera sido perón sucedido por su esposa, lo que fue un grave error y una miopía política del entonces enfermo general perón, que no había elegido a un vicepresidente idóneo. Balbín vuelve a cometer otro error en 1976, al no acompañar el pedido de juicio político a la presidenta María estela Martínez de perón que impulsara la bancada de la Fufepo –que presidía el demócrata mendocino Francisco J. Moyano– y cuyo autor fue el diputado liberal correntino Ricardo Balestra, a pesar de que contaba con el apoyo de Raúl alfonsín y de peronistas disidentes. Con el decido apoyo de Balbín y sin los titubeos de Italo luder, la viuda de perón hubiese sido destituida y otro hubiere sido el destino del país. pero no es posible cambiar la historia.
A cincuenta años de aquel retorno a la democracia, que debió haber sido definitivo, formulemos votos para que la argentina recupere, definitivamente, la senda del progreso de la que nunca debió haberse apartado.
El autor es dirigente del Partido Demócrata
http://indecquetrabajaiii.blogspot.com.ar/. INDECQUETRABAJA
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