Un barrio aterrorizado ante una posible venganza narco
Se llama Los Pumitas y es donde asesinaron a Máximo Gerez, de solo 12 años; los vecinos advierten que “tarde o temprano” los delincuentes van a volver; un detenido por el crimen
Germán de los Santos
Franco trovato fuoco
Una solitaria consigna policial, ayer en el barrio Los Pumitas de Rosario
ROSARIO.– Un grupo de mujeres de la comunidad qom comienza a correr. Atraviesa la cancha de fútbol que es de tierra, sin un milímetro de césped. Al mediodía, el sol y calor no dan tregua. En la puerta de una casa, un joven de 16 años se toma la cabeza, inclinado, con la mirada hacia el piso, y llora. Hace unos segundos un auto gris dio una vuelta a la cancha. Después de que los vecinos vieron el vehículo sospechoso, fueron corriendo a ver qué pasaba. Su madre lo abraza. “Borré todo”, repite el chico. Nadie sabe bien qué pasa, porque ninguno de los vecinos quiere poner en palabras lo que significa el terror. Primero, el joven recibió un mensaje de audio en su teléfono. Lo amenazaban. Decían que iban a matarlo y a destruir su casa, como venganza a la destrucción de los cinco búnkeres que los vecinos derrumbaron en un ataque de ira tras el sepelio de Máximo Gerez, el chico de 12 años que fue asesinado por un grupo narco el domingo a la madrugada y por el cual ayer fue detenido un sospechoso –Maximiliano Oscar Castillo, de 22 años– como presunto autor del disparo letal.
Así es el barrio Los Pumitas, un territorio empobrecido y aterrorizado por los narcos.
Un día después de que, tras un ataque de bronca e impotencia, los vecinos del barrio decidieran hacer justicia con sus manos y destruir lo que los puntos de venta de droga del barrio, que manejan Los Salteños, el miedo se apoderó de la zona.
A unas 10 cuadras, en tanto, la policía detenía a un sospechoso por el crimen de Maximiliano Gerez, asesinado de un tiro cuando sicarios acribillaron la calle en la que vivía un narco de una banda rival. El preso es Maximiliano Oscar Castillo, de 22 años. Según informaron fuentes policiales, un llamado al 911 alertó que el sospechoso estaba en la calle Campbell 1400, a metros de la avenida Sorrento, en Empalme Graneros, en el barrio Cullen, lindero a Los Pumitas. Una brigada policial encontró al joven al que el autor de la llamada al número de emergencias había descripto vestido con una musculosa azul, acompañado por otro. Ninguno de los dos tenía documentación encima. El de la musculosa azul era Castillo. Quien iba con él fue identificado como Jesús Emanuel Ibarra. Quedaron presos.
En el barrio qom, mientras tanto se sucedían la amenazas, sin un solo gendarme a la vista.Tampoco grupos tácticos de la policía provincial. Ni siquiera el alto nivel de exposición del caso despertó interés de quienes conducen a las fuerzas de seguridad para custodiar un lugar atravesado por el caos de la violencia y el narcotráfico. A los vecinos les empezó a llegar un video donde un joven con una máscara y armado dice que se va a vengar por la destrucción de los búnkeres.
Lorenzo Gerez, de 21 años, primo de la víctima, contó a la nacion que anoche solo quedó un patrullero en el lugar. “Se quedó custodiando la casa de la mujer de uno de los narcos”, afirmó Lorenzo. “Los gendarmes están en el club El Refuerzo. No se meten en el barrio. Solo con su presencia esto sería diferente. Pero no vienen. Deben tener miedo”, planteó un hombre que no dio su nombre por miedo a represalias.
Ante la impotencia y el miedo, los vecinos armaron grupos de WhatsApp para mantenerse en contacto ante la posibilidad de que volvieran a irrumpir “los narcos”. El barrio está desolado y transpira terror, porque saben que tarde o temprano la venganza llegará. Así funciona el negocio de la droga, que acredita 288 homicidios en 2022.
El impacto en el barrio fue duro. Cerraron hasta los comedores comunitarios. “No quieren dar comida porque tienen miedo de que pasen disparando”, contó María José, que cocina en uno de los diez comedores que dan copa de leche y raciones en cinco cuadras. Pertenecen a la Corriente Clasista Combativa (CCC) y a La Poderosa, entre otros. Los comedores funcionan con dinero que proviene del gobierno provincial, del municipal y de otros donantes. “Esa comida sirve para sobrevivir”, explica Rosa, otra mujer Qom. Los hombres salen a cartonear, a hacer changas. Algunos cortan el césped en la zona norte.
Quien vio venir el fenómeno de la violencia y la droga en la zona fue la hermana María Jordan, que desde los años 90 fundó, en un predio situado a 50 metros de donde mataron a Maxi, la escuela María de la Esperanza y un comedor comunitario. La hermana Jordán falleció en 2020, después de una larga enfermedad. En el barrio se la recuerda como una mujer dura, que se enfrentaba a los narcos. La ausencia de la monja se nota en el barrio. En 2019, los narcos destrozaron el jardín de infantes de la escuela.
Ese barrio hoy está en carne viva. Pero no solo por las heridas que dejó el crimen del chico de 12 años, sino porque es un lugar fantasma dentro del mapa de la ciudad. Y ante ese vacío, los narcos avanzaron frente a gente de la comunidad qom que tiene perfil bajo, una timidez arraigada que los aleja de los reclamos, de los piquetes y la exposición de un problema ya endémico.
Un hombre con una machete está sentado en la puerta de su casa. “Los estoy esperando”, dice. No bromea. “Voy a defender a mi familia de estos criminales. Si me matan a mí no tengo problema, pero a mis hijos no los van a tocar”, apunta José, mientras toma tereré en un vaso de lata.
El hombre advierte que hace una especie de guardia con su vecino. Se turnan para dormir desde anoche. “Van a venir. En algún momento van a volver a matarnos”, apunta. Los que no llegan son los gendarmes y policías. Todos esperan a que desde la cárcel Los Salteños, que manejaban los búnkeres derrumbados, ordenen la venganza. El grupo está liderado por el clan Villazón, con una decena de búnkeres.
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“Estas balitas van para ustedes”: la nueva amenaza mafiosa
El mensaje intimidatorio, grabado en un video, fue enviado a las familias del barrio de la comunidad qom donde mataron a Maxi Gerez
ROSARIO.– Un grupo de mujeres de la comunidad qom comienza a correr. Atraviesa la cancha de fútbol que es de tierra, sin un milímetro de césped. Al mediodía, el sol y calor no dan tregua. En la puerta de una casa, un joven de 16 años se toma la cabeza, inclinado, con la mirada hacia el piso, y llora. Hace unos segundos un auto gris dio una vuelta a la cancha. Después de que los vecinos vieron el vehículo sospechoso, fueron corriendo a ver qué pasaba. Su madre lo abraza. “Borré todo”, repite el chico. Nadie sabe bien qué pasa, porque ninguno de los vecinos quiere poner en palabras lo que significa el terror. Primero, el joven recibió un mensaje de audio en su teléfono. Lo amenazaban. Decían que iban a matarlo y a destruir su casa, como venganza a la destrucción de los cinco búnkeres que los vecinos derrumbaron en un ataque de ira tras el sepelio de Máximo Gerez, el chico de 12 años que fue asesinado por un grupo narco el domingo a la madrugada y por el cual ayer fue detenido un sospechoso –Maximiliano Oscar Castillo, de 22 años– como presunto autor del disparo letal.
Así es el barrio Los Pumitas, un territorio empobrecido y aterrorizado por los narcos.
Un día después de que, tras un ataque de bronca e impotencia, los vecinos del barrio decidieran hacer justicia con sus manos y destruir lo que los puntos de venta de droga del barrio, que manejan Los Salteños, el miedo se apoderó de la zona.
A unas 10 cuadras, en tanto, la policía detenía a un sospechoso por el crimen de Maximiliano Gerez, asesinado de un tiro cuando sicarios acribillaron la calle en la que vivía un narco de una banda rival. El preso es Maximiliano Oscar Castillo, de 22 años. Según informaron fuentes policiales, un llamado al 911 alertó que el sospechoso estaba en la calle Campbell 1400, a metros de la avenida Sorrento, en Empalme Graneros, en el barrio Cullen, lindero a Los Pumitas. Una brigada policial encontró al joven al que el autor de la llamada al número de emergencias había descripto vestido con una musculosa azul, acompañado por otro. Ninguno de los dos tenía documentación encima. El de la musculosa azul era Castillo. Quien iba con él fue identificado como Jesús Emanuel Ibarra. Quedaron presos.
En el barrio qom, mientras tanto se sucedían la amenazas, sin un solo gendarme a la vista.Tampoco grupos tácticos de la policía provincial. Ni siquiera el alto nivel de exposición del caso despertó interés de quienes conducen a las fuerzas de seguridad para custodiar un lugar atravesado por el caos de la violencia y el narcotráfico. A los vecinos les empezó a llegar un video donde un joven con una máscara y armado dice que se va a vengar por la destrucción de los búnkeres.
Lorenzo Gerez, de 21 años, primo de la víctima, contó a la nacion que anoche solo quedó un patrullero en el lugar. “Se quedó custodiando la casa de la mujer de uno de los narcos”, afirmó Lorenzo. “Los gendarmes están en el club El Refuerzo. No se meten en el barrio. Solo con su presencia esto sería diferente. Pero no vienen. Deben tener miedo”, planteó un hombre que no dio su nombre por miedo a represalias.
Ante la impotencia y el miedo, los vecinos armaron grupos de WhatsApp para mantenerse en contacto ante la posibilidad de que volvieran a irrumpir “los narcos”. El barrio está desolado y transpira terror, porque saben que tarde o temprano la venganza llegará. Así funciona el negocio de la droga, que acredita 288 homicidios en 2022.
El impacto en el barrio fue duro. Cerraron hasta los comedores comunitarios. “No quieren dar comida porque tienen miedo de que pasen disparando”, contó María José, que cocina en uno de los diez comedores que dan copa de leche y raciones en cinco cuadras. Pertenecen a la Corriente Clasista Combativa (CCC) y a La Poderosa, entre otros. Los comedores funcionan con dinero que proviene del gobierno provincial, del municipal y de otros donantes. “Esa comida sirve para sobrevivir”, explica Rosa, otra mujer Qom. Los hombres salen a cartonear, a hacer changas. Algunos cortan el césped en la zona norte.
Quien vio venir el fenómeno de la violencia y la droga en la zona fue la hermana María Jordan, que desde los años 90 fundó, en un predio situado a 50 metros de donde mataron a Maxi, la escuela María de la Esperanza y un comedor comunitario. La hermana Jordán falleció en 2020, después de una larga enfermedad. En el barrio se la recuerda como una mujer dura, que se enfrentaba a los narcos. La ausencia de la monja se nota en el barrio. En 2019, los narcos destrozaron el jardín de infantes de la escuela.
Ese barrio hoy está en carne viva. Pero no solo por las heridas que dejó el crimen del chico de 12 años, sino porque es un lugar fantasma dentro del mapa de la ciudad. Y ante ese vacío, los narcos avanzaron frente a gente de la comunidad qom que tiene perfil bajo, una timidez arraigada que los aleja de los reclamos, de los piquetes y la exposición de un problema ya endémico.
Un hombre con una machete está sentado en la puerta de su casa. “Los estoy esperando”, dice. No bromea. “Voy a defender a mi familia de estos criminales. Si me matan a mí no tengo problema, pero a mis hijos no los van a tocar”, apunta José, mientras toma tereré en un vaso de lata.
El hombre advierte que hace una especie de guardia con su vecino. Se turnan para dormir desde anoche. “Van a venir. En algún momento van a volver a matarnos”, apunta. Los que no llegan son los gendarmes y policías. Todos esperan a que desde la cárcel Los Salteños, que manejaban los búnkeres derrumbados, ordenen la venganza. El grupo está liderado por el clan Villazón, con una decena de búnkeres.
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“Estas balitas van para ustedes”: la nueva amenaza mafiosa
El mensaje intimidatorio, grabado en un video, fue enviado a las familias del barrio de la comunidad qom donde mataron a Maxi Gerez
Germán de los Santos
Captura de video
El delincuente que grabó la amenaza
ROSARIO.– Tras la destrucción de cinco búnkeres vinculados a la banda narco conocida como Los Salteños, vecinos del barrio Los Pumitas fueron amenazados por medio de un video. “Todas estas balitas van para ustedes”, advirtió un delincuente que cubría su rostro con una máscara y exhibía a la cámara una pistola.
Eso ocurrió solo un par de horas antes de que, gracias a un llamado al 911, la policía detuviera en Empalme Graneros a Maximiliano Oscar Castillo, de 22 años, presunto autor material del homicidio del chico Maxi Gerez en Los Pumitas.
Según informaron fuentes policiales, el testigo que llamó al 911 señaló que el supuesto homicida vestía una musculosa azul y estaba en la zona de Campbell y la avenida Sorrento, en el barrio Cullen, a pocas cuadras del lugar del crimen. La policía lo encontró en Campbell al 1400 bis. Estaba junto a otro joven; ninguno de los dos tenía documentos.
El fiscal de Homicidios Adrián Spelta, que lleva adelante el caso por el conmocionante crimen del chico de la comunidad qom, ordenó su arresto preventivo y el traslado a la comisaría 12.
A esa hora ya circulaba el video amenazante, que fue enviado por los vecinos, que están atemorizados e indignados porque la única custodia policial en el barrio donde vivía el chico de 12 años de la comunidad qom asesinado a tiros por sicarios está en una casa donde vive una mujer vinculada a la banda de Los Salteños, que es a la que los vecinos señalaron como narcos.
Anteayer, dos horas después de que sepultaran a Maxi, familiares y allegados a la víctima, desolados y cargados de furia por el ataque demencial que había sufrido un grupo de chicos en la calle, comenzaron a derrumbar los búnkeres donde se vende la droga en ese barrio del noroeste de la ciudad. En tres horas, y bajo un sol abrasador, destruyeron cinco casas donde –según los vecinos– la banda de Los Salteños vendía droga. Hubo gente de otro barrio que aprovechó y se llevó lo que pudo del lugar.
Horas después, los vecinos fueron amenazados por los narcos. “Escuchen manga de giles, van a tener que devolver las cosas que sacaron de adentro de las casas, porque si no, los vamos a dejar a todos muertos ahí adentro de las casas. ¿Me escucharon manga de giles? Todas estas balitas van para ustedes guachos”, sostuvo el delincuente mientras colocaba el cargador en una pistola.
En el video se puede ver al delincuente que, además de la máscara, lleva puesta una gorra con visera y tiene otras dos pistolas sobre la cama donde está recostado.
Julio Gerez, el padre de la víctima, que vive desde hace 20 años en Los Pumitas, pertenece junto toda su familia a la comunidad qom, como la mayoría de los habitantes de ese sector de Empalme Graneros. La mayoría asiste al centro cultural Qadhuoqte, donde también hay una radio. Gran parte de los vecinos ya son nacidos en Rosario, pero hay muchos que emigraron en los últimos años desde Chaco. A pesar de su fortaleza cultural, la comunidad qom es débil frente a ese submundo atravesado por el narcomenudeo en la zona, opinó el hombre. “Somos gente pobre. Pero estamos arruinados por este dolor”, reconoció Antonia, la tía de Máximo.
Tras la amenaza, el Ministerio Público abrió una investigación de oficio. El expediente quedó a cargo del fiscal Spelta, que también debe indagar a Castillo por el homicidio.
ROSARIO.– Tras la destrucción de cinco búnkeres vinculados a la banda narco conocida como Los Salteños, vecinos del barrio Los Pumitas fueron amenazados por medio de un video. “Todas estas balitas van para ustedes”, advirtió un delincuente que cubría su rostro con una máscara y exhibía a la cámara una pistola.
Eso ocurrió solo un par de horas antes de que, gracias a un llamado al 911, la policía detuviera en Empalme Graneros a Maximiliano Oscar Castillo, de 22 años, presunto autor material del homicidio del chico Maxi Gerez en Los Pumitas.
Según informaron fuentes policiales, el testigo que llamó al 911 señaló que el supuesto homicida vestía una musculosa azul y estaba en la zona de Campbell y la avenida Sorrento, en el barrio Cullen, a pocas cuadras del lugar del crimen. La policía lo encontró en Campbell al 1400 bis. Estaba junto a otro joven; ninguno de los dos tenía documentos.
El fiscal de Homicidios Adrián Spelta, que lleva adelante el caso por el conmocionante crimen del chico de la comunidad qom, ordenó su arresto preventivo y el traslado a la comisaría 12.
A esa hora ya circulaba el video amenazante, que fue enviado por los vecinos, que están atemorizados e indignados porque la única custodia policial en el barrio donde vivía el chico de 12 años de la comunidad qom asesinado a tiros por sicarios está en una casa donde vive una mujer vinculada a la banda de Los Salteños, que es a la que los vecinos señalaron como narcos.
Anteayer, dos horas después de que sepultaran a Maxi, familiares y allegados a la víctima, desolados y cargados de furia por el ataque demencial que había sufrido un grupo de chicos en la calle, comenzaron a derrumbar los búnkeres donde se vende la droga en ese barrio del noroeste de la ciudad. En tres horas, y bajo un sol abrasador, destruyeron cinco casas donde –según los vecinos– la banda de Los Salteños vendía droga. Hubo gente de otro barrio que aprovechó y se llevó lo que pudo del lugar.
Horas después, los vecinos fueron amenazados por los narcos. “Escuchen manga de giles, van a tener que devolver las cosas que sacaron de adentro de las casas, porque si no, los vamos a dejar a todos muertos ahí adentro de las casas. ¿Me escucharon manga de giles? Todas estas balitas van para ustedes guachos”, sostuvo el delincuente mientras colocaba el cargador en una pistola.
En el video se puede ver al delincuente que, además de la máscara, lleva puesta una gorra con visera y tiene otras dos pistolas sobre la cama donde está recostado.
Julio Gerez, el padre de la víctima, que vive desde hace 20 años en Los Pumitas, pertenece junto toda su familia a la comunidad qom, como la mayoría de los habitantes de ese sector de Empalme Graneros. La mayoría asiste al centro cultural Qadhuoqte, donde también hay una radio. Gran parte de los vecinos ya son nacidos en Rosario, pero hay muchos que emigraron en los últimos años desde Chaco. A pesar de su fortaleza cultural, la comunidad qom es débil frente a ese submundo atravesado por el narcomenudeo en la zona, opinó el hombre. “Somos gente pobre. Pero estamos arruinados por este dolor”, reconoció Antonia, la tía de Máximo.
Tras la amenaza, el Ministerio Público abrió una investigación de oficio. El expediente quedó a cargo del fiscal Spelta, que también debe indagar a Castillo por el homicidio.
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