miércoles, 20 de marzo de 2024

LA HISTORIA DEL CENTRO CULTURAL RECOLETA

Quienes quieran conocer lo nuevo del CCR pueden acercarse de martes a viernes de 13.30 a 22 y los sábados, domingos y feriados de 11.15 a 22, a la calle Junín 1930. La visita es una buena oportunidad para sumergirse en el universo del arte y para disfrutar del espléndido edificio que lo aloja que suma más de trescientos años de historia.


Buenos Aires perdida. El edificio levantado a principios de 1700 que fue convento, academia y asilo, y hoy es un ícono de la cultura
La fachada del Asilo de mendigos, a principios de 1900
Creado en la década de 1980, el Centro Cultural Recoleta se ubica en lo que fuera el convento de los frailes recoletos levantado a principios del siglo XVIII; hoy reinaugura con una nueva propuesta
Silvina Vitale
Como si su destino estuviese escrito, el sitio que hoy alberga al Centro Cultural Recoleta (CCR) estuvo vinculado al arte hace más de 200 años. Para la década de 1810, cuando allí se levantaba el convento de los franciscanos recoletos se estableció también una incipiente Academia de Dibujo.
Según un informe histórico del Centro de Documentación, Investigación y Publicaciones del CCR (CeDIP), fue el fraile Francisco de Paula Castañeda, educador y escritor, quien la creó en lo que era en ese momento el Convento de la Recolección.
Si bien a mediados de 1815, fue trasladada al Consulado de Buenos Aires y luego continuó en una cátedra de la Universidad de Buenos Aires, la iniciativa del padre recoleto constituyó un antecedente directo de la enseñanza artística en el país y, de alguna manera, forjó la impronta del lugar que mucho tiempo después se convertiría en un espacio dedicado al arte y a la cultura.
La Capilla y el pabellón del Asilo, circa 1900

Lo que hoy conocemos como el CCR fue primeramente el convento de los recoletos, que según explica la historiadora Marisa Vicentini, eran religiosos que provenían de la orden de los Frailes Franciscanos de la Recolección o Recoletos que invocaba la separación y recogimiento espiritual. Este fue un movimiento de reforma que surgió entre los franciscanos observantes en la segunda mitad del siglo XVI.
La Iglesia del Pilar y el convento tienen su origen en la motivación de Fernando Miguel de Valdez e Inclán, militar español, capitán de caballos, quien tenía a su madre muy grave en España y había prometido que si ella se curaba donaría las tierras que eran de su propiedad, para que se levantara allí un convento y una iglesia. “Como la madre finalmente se recuperó, el capitán hizo la donación”, aclara la historiadora.
Para 1716, el comerciante y constructor Juan de Narbona, cercano a Valdez e Inclán, había iniciado la construcción de la iglesia y del convento en un sector alejado de la entonces Plaza Mayor, actualmente, la Plaza de Mayo. Según explica Valeria Bortoletto, investigadora en el CeDIP, recién un año más tarde, en 1717, llegaría la autorización de Felipe V, rey de España, para la construcción de los claustros, sin embargo, Narbona ya había empezado la obra.
Dormitorio del Asilo de mendigos
El diseño del convento se dispuso de acuerdo a la estricta disciplina que los monjes debían acatar. De esta manera, la vida contemplativa y el trabajo se desarrollaban en patios cuadrangulares rodeados de galerías con arcos y columnas que aún hoy permiten disfrutar del aire libre. La investigadora sostiene que los planos fueron atribuidos a los arquitectos jesuitas Juan Wolf y Juan Krauss, mientras que la fachada y los espacios interiores corresponden a Andrés Blanqui y Juan Bautista Prímoli, arquitectos religiosos que también construyeron el monasterio de las Catalinas ubicado en el actual microcentro porteño.
Vicentini detalla que Narbona puso al templo bajo la advocación de San Pedro de Alcántara y de la Virgen del Pilar de Zaragoza. El mismo fue inaugurado el 12 de octubre de 1732 y consagrado dos años más tarde por el Obispo de Paraguay, fray José de Palos. En ese momento, el templo medía 45 metros y era una sola nave abovedada.
De convento a asilo
Pero durante las primeras décadas del siglo XIX, el lugar sufriría grandes transformaciones. De acuerdo al informe del CeDip, en 1820, cuando Martín Rodríguez asumió como gobernador de Buenos Aires y Bernardino Rivadavia como su ministro de gobierno, la sanción de la ley electoral y la reforma eclesiástica fueron algunas de las medidas que buscaron modernizar la estructura administrativa heredada de la colonia. Esta reforma impulsó la expropiación de algunos bienes de órdenes religiosas católicas en Buenos Aires.
“En 1822, los 19 religiosos que habitaban el convento debieron abandonarlo. Durante ese año, se inauguró el primer cementerio público católico de la ciudad, el llamado cementerio del Norte, actualmente de la Recoleta”, destaca el escrito del CeDip. “Rivadavia expropió el convento y los frailes fueron desalojados y trasladados al Convento de San Francisco, en el actual barrio de Monserrat, o bien al de San Pedro, en la provincia de Buenos Aires. El edificio quedó en poder del gobierno de la ciudad y la huerta y los jardines del convento se convirtieron en un cementerio público. Cabe aclarar que, en ese lugar, ya había un camposanto perteneciente al convento”, advierte Vicentini.
Arquitectos del Centro Cultural Recoleta
En la década de 1834, durante el segundo mandato del gobernador Juan José Viamonte, en un sector del otrora convento, se fundó el primer hospital de clínicas de la ciudad y el resto se dispuso como un asilo para enfermos mentales. “En 1858 cuando ya había caído Rosas y estábamos en el proceso de organizarnos como país, se estableció en el ex convento un asilo de mendigos que luego pasó a ser el asilo de inválidos porque se prohibía la limosna callejera”, aclara la historiadora.
Diez años después, en 1868 se entregó la administración de esta institución a la Compañía Hijas de la Caridad de San Vicente de Paul, de manera que el lugar recuperó el carácter del antiguo convento y se convirtió en asilo de ancianos a cargo de esta orden durante más de 100 años.
La galería del Asilo de mendigos, en 1925
Poco después el asilo fue remodelado. Bortoletto aclara que, en últimas décadas del siglo XIX, se dio un proceso de modernización de Buenos Aires y la consolidación del Estado y el impulso que se le dio a la higiene y el bienestar fueron los factores que influyeron sobre esta obra.
“El antiguo bajo de la Recoleta se convirtió en un barrio residencial de arquitectura afrancesada por el traslado de las familias aristocráticas que abandonaron sus residencias de los barrios del sur afectados por la epidemia de fiebre amarilla de 1871″, describe el escrito del CeDip.
Y detalla que fue Torcuato de Alvear, primer intendente de la Buenos Aires federalizada, dio impulso al trazado de la Avenida Alvear y la reestructuración de la arquitectura y el paseo de la Recoleta.
De manera que, se encargó al arquitecto italiano Juan Antonio Buschiazzo el diseño del pórtico de acceso al Cementerio, siguiendo el orden clásico dórico y la fachada de estilo italianizante del asilo de mendigos. Él fue quien le dio vida al gran vestíbulo de ingreso, el actual hall de recepción del CCR. Entre 1880 y 1885 se habilitaron nuevos pabellones, una enfermería y un lavadero. A estas reformas se sumaron la inauguración de la capilla, en estilo neogótico, también de Buschiazzo, en 1886, y que hoy ocupa el auditorio.
Algunos años después, en 1906, el pintor italiano Francisco Parisi decoró la bóveda de la capilla con imágenes asociadas a la Virgen de la Medalla Milagrosa vinculadas a la liturgia de la Compañía de las Hijas de la Caridad, que aún puede observarse.
40 años de arte y cultura
Declarado Monumento Histórico Nacional a través del Decreto 29746, de acuerdo con la Ley 12.665, en septiembre de 1948, el lugar entró en su última etapa como asilo. En 1974 volvió a la municipalidad y en 1979 los arquitectos Clorindo Testa, Jacques Bedel y Luis Benedit, se hicieron cargo del proyecto para renovarlo y convertirlo en un centro cultural. Según explica el informe del CeDip, el brigadier Osvaldo Cacciatore, por entonces intendente de Buenos Aires, dispuso la transferencia de los ancianos y la refuncionalización del lugar que respondía a las acciones por la celebración del cuarto centenario de la fundación de la ciudad porteña.
La construcción del Centro Cultural Recoleta
“El Centro Cultural de la Ciudad, como se llamó en un principio, se inauguró en diciembre de 1980. Con la recuperación de la democracia comenzó a desarrollarse y a crecer y, en 1990, cambió su nombre a Centro Cultural Recoleta”, explica Vicentini. Sobre esos primeros años, Bortoletto recuerda que el centro fue permeable a lo que pasaba en Buenos Aires, “en 1984 con la apertura democrática, muchísima gente participó de las distintas actividades culturales que proponía. Se hizo una muestra de arte precolombino, en un contexto de reivindicación del arte primitivo, que tuvo una convocatoria multitudinaria”, recuerda la investigadora.
A lo largo de los años, el arte de distintos referentes nacionales e internacionales pasaron por sus salas, desde Renata Schussheim y Mirta Dermisache, en los 80 y la viuda de John Lennon, Yoko Ono, en 1998, quien inauguró dos muestras, En Trance y Ex it que tuvieron gran repercusión. En los 2000, la exhibición del trabajo de Marta Minujín y la muestra retrospectiva de León Ferrari, fueron dos de los exponentes más destacados, entre muchísimos otros artistas.
Lo nuevo
Hoy el CCR se reinaugura con nuevas propuestas, entre ellas, la Sala histórica que narra la historia de la institución y un homenaje a los artistas míticos que formaron parte del centro, entre ellos el citado León Ferrari, que vuelve al CCR después de veinte años.
También es de la partida la llamada Sala Abierta donde se presenta una muestra sobre la producción independiente de libros en la Argentina, entre 1999 y 2024; y se suman cuatro muestras de arte contemporáneo local, dibujos y pinturas de gran formato.
El Centro Cultural Recoleta, hoy
Mientras que en las salas 7, 8 y 9 continuará la exhibición “Grupo Joven, arte y desacato en los años 50″, que recorre el camino histórico de la agrupación artística conformada por diversos referentes con sus primeras experimentaciones geométricas en papel construidas lúdica y colectivamente.
Quienes quieran conocer lo nuevo del CCR pueden acercarse de martes a viernes de 13.30 a 22 y los sábados, domingos y feriados de 11.15 a 22, a la calle Junín 1930. La visita es una buena oportunidad para sumergirse en el universo del arte y para disfrutar del espléndido edificio que lo aloja que suma más de trescientos años de historia.

http://indecquetrabajaiii.blogspot.com.ar/. INDECQUETRABAJA

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Nota: sólo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.