sábado, 28 de abril de 2018

IDENTIDAD CULTURAL

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El caballo criollo que repitió la hazaña de Gato y Mancha
Con sus caballos, Eduardo Díscoli llegó a Estados Unidos y a Europa 

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Carlos Pompeyo Layús
Cada 20 de septiembre se festeja en la Argentina el Día del Caballo en honor a la llegada a Nueva York en 1928 del suizo Aime Tschiffely, cabalgando desde Buenos Aires con sus caballos criollos, Gato y Mancha. Este acontecimiento tuvo gran repercusión en nuestro país y aún hoy se recuerda con nostalgia la proeza del jinete suizo.
En julio de 2005, residiendo en Atlanta, Estados Unidos, me tocó como cónsul el honor de recibir a la vera del camino el paso de un gaucho argentino, el doctor Eduardo Díscoli, quien llegó cabalgando desde Buenos Aires también con dos caballos criollos, el Niño Bien (pariente de Mancha) y El Chalchalero, y un tercer caballo, norteamericano de raza Mustang, denominado Jerónimo. El reconocimiento a su paso fue extraordinario, tan es así que en la localidad de Plains, Georgia, el expresidente Jimmy Carter y su esposa salieron a recibir al gaucho, quien apareció con su típico atuendo y la bandera argentina, que lucía radiante como nunca. El intendente de Plains le entregó las llaves de la ciudad, que pasó a la colección de cientos de condecoraciones y títulos que Díscoli recogió a su paso. Demás está decir la sorpresa de algunos compatriotas residentes en el lugar, al ver pasar al tranco corto a los nobles caballitos criollos, jineteados por uno de los nuestros y llevando una bandera que tocaba más que nunca sus corazones.
Esta situación se fue repitiendo a lo largo del recorrido que realizó Díscoli en la que la etapa de Buenos Aires a Nueva York de 21.500 kilómetros fue solo una parte, ya que continuó con su cabalgar ingresando a Europa Central para seguir por Grecia, Turquía y otros países, hasta completar un trayecto de más de 35.000 kilómetros en diciembre de 2009 en la frontera entre Israel y Egipto.
La epopeya del gaucho argentino y abogado Eduardo Díscoli al cabalgar esa increíble distancia y atravesar 38 países en siete años junto a su fiel caballo criollo El Chalchalero (el Niño Bien quedó en Texas por una enfermedad), fue poco difundida en nuestro país, donde nunca se aprovechó esta hazaña, mayor que la del profesor suizo, para promover el tesón, la resistencia y la calidad de nuestra noble raza caballar. Dicen que nadie es profeta en su tierra.
Es de esperar que alguna vez se rescate la figura de El Chalchalero, indiscutido recordista mundial de larga distancia, y se repatríen sus restos desde Israel para colocarlos juntos a los de Gato y Mancha. Sería un homenaje más que merecido a esta hazaña y a nuestros más tradicionales valores.
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El autor fue cónsul argentino en Atlanta, Estados Unidos. Falleció en julio de 2017. Su primo, Roque Sanguinetti, , rescató este artículo del olvido

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