lunes, 27 de julio de 2020

EDITORIALES,


Exportar servicios, clave para nuestro desarrollo

La industria del conocimiento aguarda la sanción de la ley que permitirá impulsar un dinámico sector, generador de empleo y divisas
Mientras en el mundo no deja de celebrarse el crecimiento de una actividad tan dinámica y llena de posibilidades como la industria del conocimiento, desde este sector se encienden alertas sobre las oportunidades que se pierden localmente. En nuestro país, la ley de economía del conocimiento fue aprobada en forma unánime durante el gobierno de Mauricio Macri, pero su entrada en vigor fue suspendida por decisión del actual primer mandatario. Hace pocos días, la Cámara baja aprobó un nuevo proyecto en la materia, que ahora debe ser debatido por el Senado.


Se trata de una ley muy esperada. Según el último estudio Argenconomics, de Argencon, entidad que nuclea a empresas prestadoras de los llamados servicios basados en el conocimiento, el sector vive un amesetamiento en las exportaciones desde 2011, atribuido al aletargamiento del crecimiento de la industria nacional por ausencia de un marco de promoción adecuado. Vale aclarar que la norma anterior, llamada ley de software, no incluía los servicios empresariales, profesionales y técnicos, que son el subsector de los servicios basados en el conocimiento con mayor exportación, mayor cantidad de empresas y mayor número de empleos.
La importancia de la economía del conocimiento se resignifica ante la realidad del comercio mundial en este contexto de crisis sanitaria global signado por el coronavirus
Esto es fácilmente comprobable cuando se analizan los números. Al observarse su comportamiento entre 2010 y 2018, el crecimiento global fue del 92%, con marcadas diferencias en los indicadores por zonas. El subbloque asiático, por caso, se desarrolló el 157%, Europa lo hizo el 74% y América Latina, apenas el 34%. Lo sorprendente es que la Argentina se ubica incluso por debajo del promedio de la región, con un aumento de apenas 18%. Esto no solo influyó en ganancias no concretadas por más de 4000 millones de dólares de exportaciones anuales, sino también en una pérdida de oportunidad de generación de más de 100.000 puestos de trabajo.

A la citada falta de un régimen de promoción se sumó, al comienzo de 2019, el pago de derechos de exportación sobre los servicios, algo casi único en el mundo. Esto significó que por cada dólar facturado en el exterior se abonasen cuatro pesos, equivalentes a una tasa de 12% de derechos de exportación -que se fue licuando con las devaluaciones-, con vigencia hasta 2020. Con la implementación de la ley de solidaridad social y reactivación productiva, se extendió el plazo de la vigencia del tributo hasta diciembre de 2021 y se fijó la alícuota en un 5%. A esto se suma que quienes exportan deben pesificar sus pagos al ingresarlos al país al valor del dólar oficial, con una pérdida notoria dada la insalvable brecha entre los tipos de cambio. Todas medidas que, además, desincentivan el nivel de formalidad que suele ser costumbre en actividades como estas.
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Luego de más de seis meses de idas y venidas, la implementación del régimen de promoción de la economía del conocimiento pareciera estar ahora más cerca de ser una realidad. Durante la sesión de Diputados en la que se avanzó con el nuevo proyecto, Pablo Carro (Frente de Todos-Córdoba), quien también es dirigente de la Central de Trabajadores de la Argentina (CTA), estimó que, en el mediano plazo, el impacto de la ley permitiría hacer crecer las exportaciones entre un 8% y un 15%. Una intervención similar tuvo el ministro de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas, quien aseguró que "los sectores de la economía del conocimiento tienen mucho para ofrecer a la Argentina, tanto en generación de empleo altamente calificado como capacidad de desarrollo y aumento de las exportaciones". Kulfas reconoció particularmente el valor del consenso logrado por los diputados -la iniciativa fue aprobada con 246 votos en favor y dos negativos correspondientes a legisladores de izquierda-, y destacó que "para este sector exportador aún hay crecimiento en medio de esta pandemia".
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Desgraciadamente, los efectos del nuevo régimen de promoción se verán demorados varios meses más, teniendo en cuenta lo que resta del debate parlamentario y las correspondientes reglamentaciones.
La importancia de la economía del conocimiento se resignifica cuando se toma conciencia de la realidad del comercio mundial en este contexto de crisis sanitaria global. Según la Organización Mundial del Comercio (OMC), la actividad podría contraerse entre un 13% y un 32%.
Es preciso reconocer el valor que esta industria tiene para la Argentina, pues se trata de la segunda exportación de nuestro país, detrás de semillas y oleaginosas. Incluso, no solo tiene impacto en las empresas del sector tecnológico, sino que impulsa la transformación productiva del resto de los sectores económicos, incluidos los tradicionales, contando para ello con el enorme talento de sus actores plasmado, entre otros, en la robótica, internet de las cosas, biotecnología e inteligencia artificial. 
Una vez más, desde estas columnas insistimos en la importancia de no demorar el apoyo a la industria del conocimiento para la recuperación económica que necesitamos.
Alcanzadas las condiciones para el desarrollo que el sector reclama, la Argentina puede posicionarse como líder en la prestación de servicios basados en el conocimiento y convertirse en un jugador destacado, que potencie el empleo de alto valor agregado y el ingreso de divisas.

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