jueves, 1 de octubre de 2020

AUTOR Y LECTURAS RECOMENDADAS


Hacia el desarrollo Los estímulos necesarios para generar innovación
Para iniciar un sendero de crecimiento sostenido, el país debe fortalecer la economía del conocimiento, dice el autor en su libro Argentina primero, del que se ofrece un fragmento



Texto Martín RedradoiOTROS MODOS DE TRABAJAR. Un grupo de empleados de Mercado Libre acuerda objetivos en uno de los espacios comunes de la empresa
La agenda económica de la próxima década estará inevitablemente dominada por los temas vinculados con la estabilización macroeconómica, la recuperación de un sendero de crecimiento y la atención de las urgencias sociales, dentro de un programa de desarrollo integral. No obstante, la posibilidad de que dicho ciclo sea realmente sustentable en el tiempo y no se diluya luego de la fase inicial de “rebote” desde el fondo del pozo depende, en buena medida, de la relevancia que adquieran la inversión, la innovación y los mercados externos.



En ese sentido, y sin caer en los excesos del pasado vinculados con regímenes promocionales que implicaban costos fiscales y de los consumidores sin tener compromisos empresariales explícitos en materia de reducción de la brecha con las mejores prácticas internacionales y de generación de exportaciones, una estrategia de desarrollo debe incluir los productos agroalimentarios diferenciados, las manufacturas intensivas en mano de obra calificada y diseño, las energías renovables y los servicios basados en el conocimiento, entre otros.

Como parte de este proceso, los avances alcanzados por un importante conjunto de empresas nacionales e internacionales con operaciones en nuestro país en el segmento de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) y la economía del conocimiento (EC) son un claro ejemplo –cuando se conjugan marcos regulatorios favorables y estables, metas cuantificables y ventajas comparativas objetivas (en este caso, vinculadas a la mano de obra calificada)– de cómo los resultados no tardan en aparecer. Y, en ese marco, la nueva fase del esquema normativo que comenzará a regir a partir del presente abre buenas posibilidades para ampliar y potenciar los resultados alcanzados en el sector de servicios del conocimiento a sectores que van desde la biotecnología, los servicios audiovisuales y los servicios de ingeniería hasta la robótica o la industria 4.0.



En términos generales, la Argentina no es, ni puede ser, un país que lidere a escala global en la innovación y el desarrollo de soluciones tecnológicas. Pero tampoco puede ser un país que base su competitividad en el costo de su mano de obra. De este modo, una estrategia asequible es la búsqueda de una especialización sustentable en un conjunto de actividades en las que la competitividad se derive del uso intensivo de mano de obra de calificación media/alta, tanto en el plano productivo como comercial. Y a ese respecto, el desarrollo de algunas actividades vinculadas con los recursos naturales (en particular los de la agricultura templada) debe ser uno de los ejes vertebrales a partir de los cuales se consoliden no solo ciertos rubros de larga trayectoria en el país (carnes-frigoríficos, frutas de estación o cereales y sus derivados), sino también otros altamente innovadores vinculados a dichos complejos (genética bovina, semillas adaptadas al clima o características del suelo, solo por dar algunos ejemplos). Aquí, el desarrollo de sistemas que garanticen la trazabilidad de productos agropecuarios plantea una oportunidad de diferenciación frente a la competencia internacional.



En ese sentido, los fondos orientados a capital emprendedor son un fenómeno reciente y de drástico dinamismo en la última década. Y, pese a que nuestro país generó cinco de los principales unicornios latinoamericanos (Mercado Libre, Globant, Despegar, OLX, Auth0, sin contar Letgo y Etermax), nuestra participación en esa “nueva industria” es ínfima.

Debido a que nuestro punto de partida es sensiblemente más bajo que el de otros países latinoamericanos como Brasil, México, Chile o Colombia, resulta imprescindible impulsar el crecimiento y la consolidación del mercado de capitales emprendedor, a través del cual nuevos proyectos de base tecnológica y con perspectivas de alto dinamismo puedan acceder al financiamiento necesario para posibilitar su desarrollo.



A los efectos de realizar un aporte para una agenda de trabajo público privada pro innovación para la próxima dé-cada, se detallan a continuación ejes de trabajo, medidas a ser implementadas junto a sus respectivas herramientas.

1. Incremento de la inversión

En I+D. De acuerdo con el último dato oficial conocido (2017), el gasto consolidado en I+D en la Argentina alcanza al 0,55% del producto bruto interno. Y si bien a lo largo de los últimos veinte años existieron diferentes tipos de compromisos de parte de las sucesivas autoridades nacionales a los efectos de avanzar en su incremento, las recurrentes urgencias fiscales fueron –en gran medida– un obstáculo insalvable para el efectivo y real cumplimiento de dichos objetivos.
En ese marco, y en línea con la creciente aceptación de la idea de que el mundo del futuro tendrá que ver cada vez en mayor medida con la tecnología y la innovación, resulta oportuno impulsar la inclusión de este tema en las agendas estratégicas de concertación política y social a plantearse tras la pandemia.
De este modo, y dado que la “carrera” de la innovación es una competencia global, en la que los países están destinando crecientes esfuerzos en esta temática, parece razonable encontrar un acuerdo entre las diferentes fuerzas políticas y sociales una regla presupuestaria para la inversión I+D, basada en el compromiso de incrementar el gasto consolidado de la administración nacional por dicho concepto para los años en los que la producción crezca al menos un 2%, para poder así alcanzar una meta del 1,4% del producto bruto en un plazo no mayor a los quince años. Esto nos permitiría alcanzar un nivel similar al que actualmente ocupa Brasil. […] 

2. Impulso a emprendimientos públicos-privados. Se debe explicitar un compromiso de potenciar, tanto desde el sector público como desde empresas con participación esta-tal (YPF-TEC, Arsat, Invap, por mencionar algunas) y del sector privado, algunos proyectos innovadores que han logrado avances relevantes en estos años, a los efectos de poder ampliar su escala productiva, o bien acercarlos a la fase productiva-comercial para los casos en que aún no se haya producido. Esto puede ser relevante en actividades tales como ciencias de la vida y farmacéutica, industria aeronáutica, medicina personalizada, energías renovables, tecnología nuclear, entre otras. […]

3. Fortalecimiento de unidades


de vinculación tecnológica. A los efectos de lograr una mayor conectividad en el territorio y facilitar la interacción cooperativa entre empresas potencialmente innovadoras, universidades y entidades no gubernamentales vinculadas a la agenda de la innovación, se deberán establecer herramientas y políticas (con sus correspondientes asignaciones presupuestarias) orientadas a fortalecer, mejorar y amplificar las capacidades de gestión de las unidades de vinculación tecnológica (UVT).

4. Las compras públicas al servicio de la innovación. Si bien la participación de organizaciones vinculadas al sector público en las actividades productivas de bienes y servicios no reviste hoy la relevancia cuantitativa que supo tener en los años sesenta y principios de los setenta, su importancia sigue siendo significativa, en particular en algunos nichos de fuerte dinamismo.
Tomando como referencia las prácticas existentes en otros países (Estados Unidos, Francia, España, Israel, Japón, México, entre otros), se debe favorecer la inclusión de cláusulas específicas en los programas de compras de ministerios, gobiernos provinciales, municipios y demás dependencias estatales y paraestatales, orientadas a impulsar el desarrollo de empresas nacionales. Aun operando en condiciones de competencia, estas pueden aprovechar la escala derivada de la compra pública, a efectos de desarrollar nuevos productos y servicios, impulsar inversiones en innovación y fortalecer su presencia en mercados externos.

5. La necesidad de reinventarnos.
Una parte importante de las empresas industriales que operan en nuestro país enfrenta, desde hace un par de décadas, un panorama especialmente complejo en cuanto a sus posibilidades de competir en el mercado. Su supervivencia en mercados (interno y/o externo) cada vez más abiertos a la competencia externa –particularmente la asiática– depende, en buena medida, de su capacidad para incorporar mejoras tecnológicas. Las firmas deben apuntar a mejoras tanto de procesos como de producto, buena parte de las cuales se vinculan con la tendencia a la digitalización, la incorporación de tecnologías de procesamiento de datos, software inteligente y sensores. En este sentido, el desarrollo de cada una de ellas depende de la interacción cooperativa entre proveedores y demandantes a lo largo de las diferentes cadenas de valor. Dado el dinamismo alcanzado por el proceso de cambio tecnológico y el ciclo de vida de los productos y servicios, la efectividad comercial de cada uno de esos resultados es cada vez más provisoria e incierta. […]

6. Desarrollo emprendedor
. La economía mundial está siendo testigo de una revolución tecnológica sin precedentes. Una parte de ese fenómeno tiene que ver con la explosión de nuevas empresas tecnológicas, lo que está transformando la lógica de funcionamiento de buena parte de las actividades productivas y de servicios. Así las cosas, no debe sorprender que en los países que lideran esta tendencia cada vez se destinen más recursos a proyectos vinculados con esta “nueva economía”. En efecto, mientras que en 2005 se aplicaron globalmente unos 32.000 millones de dólares a nuevos emprendimientos, dicho monto se multiplicó hasta alcanzar los 254.000 millones dólares en 2018. Más aún, uno de los corolarios de esta crisis sanitaria es acelerar la incorporación de tecnología a los procesos productivos. En particular, la digitalización tomará una dinámica central para incluir el concepto de distanciamiento social en la producción de bienes y servicios. […]

7. Capital humano. El sistema educativo actual es el resultado de décadas de transición sin una visión integral, junto al resto de las políticas públicas. Como parte de este proceso, una de las falencias está vinculada con la distancia existente entre las competencias que se adquieren en él y las necesidades reales del mundo de la producción. En este marco, resulta cada vez más importante orientar los esfuerzos públicos y privados tanto a mejorar la calidad del gasto como a lograr una mayor adecuación entre los saberes que se generan en las diferentes instancias formales y los cambiantes requerimientos del mercado laboral.
Como parte de ello, es necesario poner en marcha un ambicioso programa que, haciendo base en el Ministerio de Educación de la Nación, involucre tanto a provincias y municipios como a actores empresariales, sociales y sindicales, a efectos de promover algunas de las habilidades críticas tales como la informática, la robótica, la programación y el trabajo en equipo. [...]

8. Desarrollo regional.
Como parte del proceso de fragmentación de las actividades productivas, las regiones económicas experimentarán cambios profundos para adecuarse a los avances tecnológicos. Estas transformaciones conducen a nuevas formas de organización económica y empresarial para enfrentar la competencia, en la forma de agrupamientos empresariales y clusters, orientados a generar ecosistemas innovadores, que faciliten la mejora en la competitividad de los bienes y servicios generados en los territorios en cuestión. […]

9.Ingeniería financiera para emprendedores innovadores.


La Argentina ocupa el anteúltimo lugar en América Latina en cuanto al tamaño de su sistema financiero. Este fenómeno es, en buena medida, el resultado de décadas de inestabilidad monetaria, incumplimiento de contratos y alteraciones unilaterales en las reglas del juego y volatilidad cambiaria, entre otros. En ese contexto, no resulta extraño que una parte importante de las firmas financien sus proyectos con capitales propios, fenómeno que genera no solo fuertes ineficiencias, sino que también hace que sean muchos los proyectos de inversión que no se llevan a cabo habida cuenta de las dificultades para hacerse de los fondos necesarios.
Dada esta situación, es de esperar que el ingreso del país en un nuevo sendero de crecimiento sostenible precisará de un nuevo rol tanto de la banca tradicional (pública y privada) como del resto del mercado de capitales (Bolsa de Valores, intermediarios financieros diversos, sociedades de garantías recíprocas, por mencionar algunos actores), proceso que inevitablemente requerirá la realización de esfuerzos sostenidos en el tiempo.
Como parte de estos cambios, el desarrollo de un mercado de capitales específicamente orientado a financiar proyectos innovadores aparece como una precondición para la expansión de algunos sectores en los cuales nuestro país ha evidenciado algún tipo de ventaja competitiva, tales los casos de la biotecnología o el software. […]

10 Aumentar y mejorar la inversión en infraestructura.


Nuestro país necesita alcanzar y sostener en el tiempo niveles de inversión en infraestructura de alrededor del 5% del producto bruto, para lograr un crecimiento per cápita del 3% anual promedio.
Concretar este esfuerzo requerirá de al menos dos condiciones fundamentales. Primero, la presencia de “espacio fiscal” para destinar a este tipo de cuestiones, en el marco de demandas sociales múltiples. Segundo, la recreación de un mercado de capitales doméstico de largo plazo, en un entorno macroeconómico y regulatorio estable para la inversión privada. Y, dado que la naturaleza de la inversión en infraestructura es esencialmente de largo plazo y alto riesgo, será imprescindible lograr consensos políticos y sociales de gran envergadura, que permitan diseñar y aplicar políticas permanentes, esenciales para facilitar la inversión pública y estimular la inversión privada.

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