lunes, 30 de mayo de 2022

MARÍA REMEDIO DEL VALLE.....HEROÍNA DE NUESTRA HISTORIA



La Madre de la Patria del nuevo billete de $500
María Remedios del Valle, que se destacó por su gran valentía, luchó en las guerras de la Independencia
Silvio PuertasBelgrano le confirió el grado de capitana por su protagonismo y lucha
Cerrar los ojos e imaginar al Padre de la Patria nos refleja inmediatamente una imagen familiar, todos sabemos de quién se trata. Pero ¿si hiciéramos el mismo ejercicio con la Madre de la Patria? Es seguro que el nombre de María Remedios del Valle no estaría entre las primeras opciones, de haberlas. Hasta ahora.
Nacida en 1766, en Buenos Aires, digna de admiración fue a ella a quien el general Manuel Belgrano le confirió el grado de capitana por su protagonismo, lucha y valor en el campo de batalla. Apenas tres de todas aquellas mujeres “de los ejércitos” fueron reconocidas con un grado oficial.
La Madre de la Patria fue una de las pocas mujeres que comenzaron a luchar en las guerras de la Independencia desde que se formó el primer gobierno patrio, el 25 de mayo de 1810.
Los ejércitos contaban con mujeres que desempeñaban labores de cocina o enfermería, razón por la que en su mayoría permanecieron en el anonimato o en las penumbras. Una de ellas fue María Remedios del Valle, una mujer de raza negra cuya característica, negativa para esos tiempos, se sumaba a los avatares que se le atribuían por ser mujer.
María Remedios, fiel a sus creencias, acompañó a su marido y sus dos hijos (uno de ellos adoptado) a los frentes de guerra, sin saber que cambiaría su camino. Como parte de la misión, acompañó al Ejército Auxiliar a las provincias del interior, desde 1810, hasta llegar a Potosí. Un destino trágico que no le impediría seguir adelante. Fue en esas tierras donde perdió a toda su familia, sin embargo, aquellos desgraciados hechos tampoco la detuvieron. El 20 de junio de 1811 participó en la batalla del Desaguadero, trasladándose después hasta Jujuy para ser parte del recordado Éxodo Jujeño.
En 1812, en la batalla de Tucumán solicitó autorización al general Belgrano para auxiliar a los heridos, aunque no se lo concedieron, ella decidió tenazmente dedicarse a los heridos de manera clandestina.
Fue una de las famosas “niñas de Ayohuma”, que no eran unas cándidas patricias altoperuanas como las canonizaron los libros escolares sino tres negras cuarteleras, mujeres afroargentinas que asistieron a los heridos y lucharon heroicamente en el Ejército del Norte. En la región de Vilcapugio y Ayohuma María Remedios cayó prisionera del enemigo, pero fue tan audaz y valiente que logró escapar de los españoles luego de haber sido herida de bala y ayudó a huir a varios oficiales patriotas. Como medida ejemplificadora, fue sometida a nueve días de azotes públicos que le dejarían cicatrices de por vida. Pero nada podría con ella, luego de escapar se reintegró al ejército argentino
Estuvo presente en la jura de la bandera junto a Martín Miguel de Güemes y a Juan Antonio Álvarez de Arenales.
Los hechos en la vida de María Remedios hablaron por ella: fue perseguida por animar a la gente a tomar armas y defenderse, recibió seis heridas de bala, y su gran valentía era imposible de negar pero, con el paso del tiempo, quedó abandonada y sin subsistencia. Cuando retornó a Buenos Aires frecuentaba los atrios de las iglesias y algunas de las plazas de la ciudad, ofreciendo pastelitos o mostrándose como mendiga para recibir alguna retribución económica que junto a las sobras que recibía de los conventos le permitía sobrevivir. Se hacía llamar “la Capitana” y solía mostrar las cicatrices de los brazos.
Al enterarse de esta situación el general Viamonte y los diputados Silveyra y Tomás de Anchorena solicitaron una pensión en la Cámara de Diputados declarando: “...era conocida desde el primer general hasta el último oficial en todo el Ejército. Ella es bien digna de ser atendida porque presenta su cuerpo lleno de heridas de balas, y lleno, además, de cicatrices de azotes recibidos de los españoles enemigos”.
Anchorena declaró en el Congreso: “Esta es una mujer singular. Yo me hallaba de secretario del general Belgrano cuando ella estaba en el Ejército, y no había acción en la que ella pudiera tomar parte que no la tomase, y en unos términos que quedaba claro que podía ponerse en competencia con el soldado más valiente; era la admiración del general, de los oficiales y de todos cuantos acompañaban al ejército” .
Se accedió a la solicitud y se la designó capitán de Infantería. En 1829, fue promovida a sargenta mayor de Caballería incorporándose en la Plana Mayor Inactiva. El decreto de Juan Manuel de Rosas en 1835 la incorporó en la Plana Mayor Activa con jerarquía y a sueldo: tras ese decreto, María Remedios pasa a figurar con el nombre de Remedios Rosas, en agradecimiento.
Murió en 1847 en Buenos Aires.

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