martes, 30 de mayo de 2023

GOBIERNO Y NÓBEL DE CONSERVACIÓN PARA UN ARGENTINO


Brasil merece que Lula mejore
Marcello Averbug Economista jubilado del BID, exprofesor en universidades brasileñas y consultor económico en Washington
Aunque estoy convencido de que la reelección de Jair Bolsonaro hubiera sido un desastre para Brasil, el presente desempeño del gobierno que lidera Lula da Silva no me inspira tranquilidad. A pesar de que ejerció la presidencia durante dos consecutivos mandatos y nunca ocultó el deseo de volver al cargo, su regreso no parece hallar sustento en coherentes definiciones iniciales de gobierno ni en rasgos de madurez y moderación política.
Hay que reconocer la existencia de un loable esfuerzo por sanear las finanzas públicas y desmontar las barbaridades que concibió el gobierno anterior. Algunos de los ministros designados por Lula justifican expectativas favorables y es incontestable la disminución de las tensiones en el clima político. No obstante, se registra una agenda de problemas internos que aguarda la definición de estrategias claras y creativas. Ese paquete incluye la cuestión ambiental, que aún no ha sido objeto de la política que el país necesita. otra indefinición se detecta en el campo de la inequidad social. A pesar del permanente discurso de Lula a propósito de la extrema concentración de la renta, ninguna medida estructural para mitigar este fenómeno ha sido anunciada. El aumento del salario mínimo y la existencia de programas como la Bolsa Familia son hechos positivos, pero insuficientes para sanar la magnitud del contraste social.
La forma correcta de enfrentar tal inequidad incluye inversiones en sectores que atiendan las necesidades de las clases de menores ingresos y la implantación de una estructura tributaria más progresiva. En política exterior, se verifica un desperdicio del potencial del que goza Brasil para ejercer fructífera influencia en la arena internacional. Durante la gestión de Bolsonaro predominó un aislamiento que impedía al país desempeñar una acción global relevante. De ahí que muchos albergaron la esperanza de que el nuevo gobierno ampliaría la contribución del país al entendimiento y a la prosperidad mundiales. Lamentablemente, en esta etapa inicial tal contribución no es visible. Brasil aún no se ocupa de encontrar caminos para estimular el desarrollo económico y social de América Latina. La única actitud presidencial hacia los aliados naturales del país fue la visita a la Argentina. A pesar de su historial de lucha por la democracia brasileña, Lula se niega a criticar las dictaduras que subsisten en Venezuela, Nicaragua y Cuba.
También sorprende el exagerado énfasis en el acercamiento político a China y Rusia, donde prevalecen regímenes autoritarios y represivos. El aval de Lula a los enfoques y propuestas de esos países es de dudoso interés para Brasil. Las frecuentes referencias hostiles a Estados Unidos parecen ignorar los instintos imperialistas de chinos y rusos, atributo natural de cualquier potencia. En mi condición de votante de Lula, me gustaría creer que estos son solo partes de un mal momento y que será posible desterrar los temores expuestos en la presente nota. Brasil lo merece.

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“Nobel” para un argentino
La Sociedad Zoológica de Indianápolis otorgó la novena edición de su prestigioso Premio de Conservación a un argentino, el primer sudamericano en recibirlo. Entre seis finalistas, el reconocimiento fue para Juan Pablo García Borboroglu, biólogo e investigador del Conicet del Centro Nacional Patagónico (Cenpat), en Puerto Madryn, quien se dedica a investigar y proteger a los pingüinos desde hace más de 30 años, con más de 80 publicaciones en su haber. Se le reconoce particularmente su liderazgo para la creación de la mayor reserva de biosfera de la Argentina: Patagonia Azul, una superficie de 3.100.000 hectáreas.
Su amor por esta especie se remonta a relatos de su abuela, quien hace más de cien años visitaba zonas de la Patagonia habitadas por estas aves.
En la década del 80 morían 40.000 pingüinos empetrolados cerca de las costas chubutenses, una tragedia que lo movió a rescatar y rehabilitarlos en un centro armado a tal fin. Con el tiempo, su trabajo, sumado al de organizaciones ambientalistas, logró alejar las rutas petroleras de las costas. Hoy mueren 20 pingüinos al año.
Con un doctorado en Biología de la Universidad del Comahue, fundó, en 2009, la Global Penguin Society, coalición internacional que hoy preside, dedicada a la ciencia, el gerenciamiento y la educación. De las 18 especies de pingüinos, la mitad se encuentra seriamente amenazada. El cambio climático y en el hábitat, la contaminación marina por petróleo y plásticos, la introducción de especies exóticas, los incendios y los derretimientos de hielos antárticos atentan contra estas aves. “Nuestro trabajo ha servido para crear 13 millones de hectáreas de áreas naturales protegidas para los pingüinos en tierra y en el océano” destaca quien trabaja en cuatro continentes. En total, se le reconoce haber aportado a la protección de 32 millones de acres de hábitats costeros y oceánicos.
García Borboroglu celebra su Nobel de la conservación animal porque confirma que lo que están haciendo “está alineado con las prioridades de conservación global”. Es optimista respecto del futuro cuando observa que la preocupación por la conservación está en el ADN de las jóvenes generaciones. En un llamado de atención a todos, pone el acento en la importancia de los esfuerzos colectivos para que el ambiente y su vida silvestre puedan prosperar.

http://indecquetrabajaiii.blogspot.com.ar/. INDECQUETRABAJA

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