miércoles, 6 de diciembre de 2023

CRISIS E INCERTIDUMBRE


Según la UCA, la pobreza ya escaló al 44,7% este año
Seis de cada 10 menores de 17 años son pobres en el país; son los datos de la UCA para el tercer trimestre de este año
Esteban Lafuente.Una de cada cinco personas vive, según la UCA, en situación de inseguridad alimentaria
El 44,7% de los argentinos son pobres. Un tercio de los trabajadores no reciben ingresos suficientes para cubrir la canasta básica total. Uno de cada cinco habitantes del país vive en situación de inseguridad alimentaria, el peor registro desde 2005. Seis de cada 10 menores de 17 años viven bajo la línea de la pobreza. Estos son los números que sirven para graficar y humanizar la crisis socioeconómica que vive el país, con inflación récord desde la última híper, y un nivel de actividad que no crece desde hace más de una década. Tales datos se desprenden de la última encuesta de la Deuda Social Argentina realizada por la Universidad Católica Argentina (EDSA-UCA) para el tercer trimestre de 2023.
“El crecimiento de la pobreza es el emergente de los problemas estructurales de la Argentina y la crisis de su modelo de crecimiento. Estamos en una crisis sistémica y de fin de ciclo del régimen económico”, afirmó Agustín Salvia, sociólogo (Universidad Nacional Autónoma de México), director del Observatorio Social de la UCA y referente del estudio, que se elaboró a partir de 5799 encuestas en hogares de diferentes centros urbanos del país.
Realizada en forma ininterrumpida desde 2004, la encuesta anual muestra en los últimos años un deterioro en los indicadores sociales (pobreza e indigencia), laborales (informalidad o subempleo, entre otros), educativos y psicológicos en el país, en paralelo a una sostenida mejora en los indicadores de vivienda y acceso a servicios básicos como agua corriente o cloacas.
Según ODSA-UCA, la pobreza por ingresos en el segundo trimestre de este año llegó al 44,7% (el dato del Indec es del 41,1% en el primer semestre). Se trata de un valor que iguala el pico de la pandemia, en 2020, y se ubica como el peor registro desde 2005. La tendencia es similar en el caso de la indigencia, que escaló este año del 8,1% al 9,6% de la población (el dato del Indec es del 9,8%).
Es una foto que muestra un deterioro sostenido, que contradice la visión del presidente Alberto Fernández, quien dijo este fin de semana que el dato de pobreza oficial del Indec está “mal medido”.
“Si hubiera 40%, la Argentina estaría estallada”, afirmó en una entrevista el primer mandatario. “Lo que vemos es el fin del régimen económico, político e institucional posconvertibilidad, a partir del cual se reorganizó el desarrollo económico y la distribución social del país, con una decisión de estimular el consumo y poca creación de empleo. Fue próspero en la salida de la crisis de 2001, se estancó y entró en decadencia en los últimos años. Hoy estamos en la agudización de esa crisis, y no cabe asignarlo a un único espacio político”, dijo Salvia, quien le respondió a Fernández sobre las cuestiones metodológicas de la medición: “La subdeclaración es mayor en los niveles de ingresos más altos. Se da en profesionales de clases medias y medias altas, ni siquiera entre los asalariados”.
En su análisis, la consecuencia del esquema económico de las últimas décadas, con estímulo al consumo y desincentivo a la inversión, implicó un estancamiento de la creación de empleo de calidad y la necesidad de ampliar el gasto social para cubrir las urgencias materiales de la población.
De hecho, el informe da cuenta de una tendencia creciente en cuanto a la expansión de la cobertura en los programas de asistencia alimentaria y transferencias de ingresos en el país de forma sostenida en los últimos años, más allá de los picos asociados a la pandemia: hoy, un 35,9% de los hogares argentinos reciben algún tipo de asistencia por parte del Estado, mientras que en 2010 era del 24,4% (en 2006, antes de la creación de la AUH, esa cifra era del 11,3%).
Este esquema de ampliación de la protección social desde el Estado tiene incidencia en los indicadores sociales. De acuerdo con las estimaciones de ODSA-UCA, si no se consideran la AUH, otros programas de asistencia ni las pensiones no contributivas, la pobreza llegaría al 49,1% de la población (se estima en 44,7%). Mayor es su efecto sobre la indigencia: se estima en el 9,6%, pero sin contemplar esos programas y transferencias alcanzaría al 20,1%.
“En las últimas dos décadas la Argentina perdió los superávits gemelos, apostó por sostener el consumo antes que el desarrollo productivo a través de la inversión, y en esa lógica aumentó la inflación, pero no la capacidad de crear empleo. Se generó la necesidad de dar más asistencia social a la población para cubrir lo que el mercado de trabajo no lograba proporcionar”, dijo Salvia.
“En un contexto donde no crece el empleo, y el salario va por detrás de la inflación, obviamente el efecto funcional es que tendría que aumentar la pobreza, y no hay forma que eso no ocurra, salvo que haya aumentos en las transferencias de ingresos. La pregunta no es cómo llegamos al 40%, sino por qué no ha sido superior”, agregó el sociólogo, quien pronosticó un empeoramiento en los indicadores en el corto plazo, a medida en que el próximo gobierno avance en correcciones de precios que tendrán como consecuencia un alza en la inflación.
Lo que más duele
El escenario social es aún más urgente en el segmento infantil. Según estimaciones de ODSA-UCA, la indigencia entre los menores de 17 años es del 16,2% (escaló tres puntos porcentuales con respecto a 2022 y se ubica en el peor registro desde 2005), mientras que la pobreza en este segmento etario ascendió al 62,9% (subió 1,3 puntos porcentuales).
En cuanto al escenario laboral, el informe advierte que hay un deterioro en el empleo, con creciente peso de la informalidad y el subempleo precario (”changas” y trabajo eventual), que explican más de la mitad de los trabajadores. “De 20 millones de personas que hoy compone la población económicamente activa, hoy solo el 40% tiene un trabajo estable”, dijo Salvia. En ese marco, el 33,1% de los trabajadores no llegan a recibir un ingreso que cubra la canasta básica total y se ubican por debajo de la línea de pobreza.

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Los ahorristas también acercan sus pesos a la puerta de salida
Replican el movimiento de los bancos, que desarmaron Leliq, a 28 días, para irse a pases, que vencen a un día de plazo
Javier Blanco
Imitando la posición cautelosa que adoptaron los bancos ante la transición gubernamental, los depositantes privados (minoristas y mayoristas) optaron en las últimas semanas por no renovar sus colocaciones a plazo para llevar buena parte de sus pesos a cuentas remuneradas que dan la chance de hacer retiros parciales o totales a muy corto plazo.
El movimiento precautorio revela la natural incertidumbre que acompaña el cambio de políticas en ciernes. Pero, a la vez, al dejar cada vez más pesos en condiciones de “ganar la calle” (en un contexto de elevada liquidez y aceleración inflacionaria), queda a la vista el grado de acierto que deberá tener la nueva administración en la comunicación de sus iniciativas para reordenar las expectativas, a menos que el plan sea acelerar el camino a una hiperinflación, lo que no parece el caso, ya que el propio presidente electo,
Javier Milei, aceptó replantear algunas de sus propuestas de campaña para tratar de evitar ese escenario.
Por lo pronto, los datos son contundentes. En apenas dos semanas, los bancos desarmaron la mitad de la posición que mantenían invertida en letras de liquidez (Leliq) del Banco Central (BCRA) a 28 días y a una tasa del 133% nominal anual para mudarla –muy mayoritariamente– a pases pasivos a apenas un día, al 126% de TNA, pese a resignar con ello unos 5,5 puntos efectivos de ganancia (considerando el impacto de Ingresos Brutos que aplica CABA a esas colocaciones) y asumir una “pérdida” cercana algo mayor a los $400 millones por ello.
En la misma línea, los ahorristas se volvieron cada vez más reacios a renovar colocaciones a plazo fijo en pesos, en especial, los mayoristas corporativos, aunque en este último caso no es tan fácil distinguir cuánto fue por cautela de los depositantes y cuánto por la actitud que asumieron muchos bancos de rechazar colocaciones de empresas, a menos que se trate de aquellas que son clientas reconocidas de esa entidad.
Como resultado de ello, el sistema bancario opera con un grado de cortoplacismo no visto en décadas.
Potenciales riesgos
“Hay un sostenido goteo de depósitos y cada vez más ahorristas e inversores convencidos de desensillar hasta que aclare”, explicó un experimentado ejecutivo nacion de un banco privado líder. “El problema monetario sigue estando, y más caliente que antes”, describió días atrás en una charla para inversores el Economista Martín Polo, de Cohen Aliados Financieros.
La salida, leve, afecta tanto a las colocaciones en pesos como en dólares, pero es más marcada en las realizadas en moneda nacional.
Para los bancos no constituye hasta ahora ningún problema: en especial porque el goteo es leve y porque está en línea con el reordenamiento de inversiones que ellos mismos hicieron. El llamado de atención, en todo caso, es para quienes tienen que definir las políticas que siguen.
Los datos nominales muestran que de los $13,8 billones colocados por privados a plazo fijo hasta unos días antes del balotaje a fin de mes, apenas llegaron poco más $13 billones. Si se consideran los intereses cobrados, el desarme resultó algo superior a $1,1 billones en dos semanas.
En igual lapso, de los US$3287 millones invertidos en dólares en ese mismo tipo de colocaciones, se fueron unos US$70 millones. Si se toma de desde el viernes previo a las últimas PASO, cuando había US$3633 millones colocados a plazo fijo en dólares, la caída es del 9,5%, es decir, se fueron US$346 millones que tampoco quedaron colocados en caja de ahorro, ya que ese stock también descendió ante algunos retiros “preventivos”. La situación explica por qué los bancos privados buscaron ansiosamente contactos con miembros del futuro equipo económico o allegados a ellos en los últimos días.

EL BCRA VUELVE A ACUMULAR SALDOS NEGATIVOS
El Banco Central (BCRA) vuelve a ceder reservas por sus intervenciones sobre la plaza cambiaria, pese a que está vigente el “dólar exportador” 40% superior al oficial. Ayer perdió otros US$85 millones en una rueda en la que apenas se operaron US$181,2 millones. Así ya sacrificó por esta vía unos US$284 millones en los últimos tres días, además de mostrar un saldo vendedor en seis de las últimas siete ruedas . Se encamina a llegar al cambio de mando con reservas totales por debajo de los US$21.000 millones (están en US$21.327 millones) y con reservas netas negativas en torno de los -US$11.000 millones.

http://indecquetrabajaiii.blogspot.com.ar/. INDECQUETRABAJA

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