Piqueteros y sindicalistas sellan una alianza contra el futuro gobierno de Milei
Anticiparon que pelearán “en la calle” y lo calificaron de “neofascista”
Javier Fuego Simondet
Larroque, Grabois, Pérsico y Onorato, en el Salón Felipe Vallese
Sindicalistas, piqueteros, funcionarios kirchneristas y ministros de Alberto Fernández se reunieron ayer en la sede de la CGT, en la escenificación prematura de un frente contra el gobierno de Javier Milei.
El encuentro agrupó a líderes de la CGT, las dos CTA, a funcionarios de Axel Kicillof y a líderes de las principales organizaciones sociales, y tuvo como motivo formal la presentación de las nuevas autoridades de la Unión de Trabajadores de la Economía Popular (UTEP), que integra Juan Grabois. Pero en el acto en la central obrera no solo se renovó la alianza entre piqueteros y gremialistas, sino que fue la primera gran advertencia hacia Milei, cuyo futuro gobierno fue calificado de “neofascista” en el acto. “Vamos a ser los primeros en salir a la calle”, advirtió Pablo Moyano.
Los movimientos sociales alineados con Unión por la Patria se congregaron ayer en la sede de la CGT para oficializar la nueva conducción de su gremio, la Unión de Trabajadores de la Economía Popular (UTEP). El acto, que ofreció una imagen de unidad entre los grupos piqueteros y la cúpula cegetista, estuvo colmado de advertencias para el presidente electo, Javier Milei.
En el escenario del Salón Felipe Vallese de la CGT, se ubicaron como anfitriones los secretarios generales de la central obrera Héctor Daer y Pablo Moyano. Junto a ellos, los dirigentes de la UTEP Alejandro “Peluca” Gramajo (nuevo secretario general), Dina Sánchez y Norma Morales (secretarias adjuntas), Johanna
Duarte (secretaria gremial), Ramiro “Vasco” Berdesegar (secretario de Organización) y Esteban “Gringo” Castro (secretario general saliente). Completaban el escenario los jefes de las dos vertientes de la CTA: Hugo “Cachorro” Godoy y Hugo Yasky.
“Cada vez que quieran tocar un derecho de los trabajadores, vamos a ser los primeros en salir a la calle”, advirtió Moyano, el primero en tomar la palabra. “Esta unidad va a ser el principio de la unidad que se va a dar en la calle”, agregó. Y apuntó contra la “ley ómnibus” que prevé Milei para el comienzo de su mandato: “Muchas de esas leyes son para cagar a los trabajadores”.
Cachorro Godoy habló después. “Tenemos que fortalecer nuestra unidad para resistir”, lanzó. “Ya no solo son neoliberales, son una experiencia neofascista peligrosísima para la sociedad”, dijo sobre el próximo gobierno. Yasky afirmó: “No nos vamos a poner de rodillas ahora. Viva la unidad de los movimientos sociales y el movimiento sindical”.
Luego fue el turno de Daer. “Esta aparición rutilante del expresidente [Mauricio] Macri tiene que ver con la frustración que tiene de no haber hecho desaparecer a los sindicatos y organizaciones sociales”, sumó. “Muchos compañeros, por bronca, votaron a quien fue electo presidente. Lo inteligente va a ser que no avancen sobre los derechos conquistados”, remarcó.
En las butacas, completaban la imagen de unidad los dirigentes del Consejo Directivo de la CGT; referentes sociales como Emilio Pérsico, Juan Grabois, Daniel Menéndez
y Gildo Onorato, y sindicalistas de la CTA como Roberto Baradel (Suteba). Además, se acercaron funcionarios nacionales y provinciales, como la ministra de Trabajo, Raquel “Kelly” Olmos, y los ministros bonaerenses Andrés “Cuervo” Larroque (Desarrollo de la Comunidad) y Walter Correa (Trabajo).
Con adhesiones se sumaron Carlos Acuña (triunviro de la CGT junto a Daer y Moyano) y el Obispado de San Justo. Entre los presentes estaba el cura villero Carlos Olivero.
Duarte, del Movimiento Evita y nueva secretaria gremial de la UTEP, advirtió: “Le decimos al nuevo gobierno: no vamos a retroceder en ninguno de los derechos que hemos conquistado en las calles”. Más explícita fue Norma Morales, de Somos Barrios de Pie y secretaria adjunta: “Si se atreven a tocar nuestros derechos, prepárense. Con nuestros cucharones, espumaderas, nuestras palas y nuestros machetes vamos a seguir defendiendo lo que construimos”.
Berdesegar, de la Corriente Clasista y Combativa y nuevo secretario de Organización de la UTEP, habló del voto a Milei: “Aquellos compañeros que se equivocaron y votaron a Milei no son enemigos”.
Los últimos en tomar la palabra fueron Sánchez y Gramajo. “Esta foto va a estar en la calle dando pelea”, señaló Sánchez. Gramajo, tras un breve discurso de despedida de Castro, anunció que “los tiempos que vienen van a ser muy sufridos”; pidió a sindicalistas y piqueteros “cuidarnos solidariamente ante estos tipos”, y señaló dos tareas: la primera, “defensiva”, y la segunda, “construir la salida política”.
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Para los analistas, el control de la calle será una de las debilidades de la gestión libertaria
Con un electorado disperso y desprovisto de un aparato propio, al presidente electo se le abre un frente de potencial conflicto para sus reformas
Sindicalistas, piqueteros, funcionarios kirchneristas y ministros de Alberto Fernández se reunieron ayer en la sede de la CGT, en la escenificación prematura de un frente contra el gobierno de Javier Milei.
El encuentro agrupó a líderes de la CGT, las dos CTA, a funcionarios de Axel Kicillof y a líderes de las principales organizaciones sociales, y tuvo como motivo formal la presentación de las nuevas autoridades de la Unión de Trabajadores de la Economía Popular (UTEP), que integra Juan Grabois. Pero en el acto en la central obrera no solo se renovó la alianza entre piqueteros y gremialistas, sino que fue la primera gran advertencia hacia Milei, cuyo futuro gobierno fue calificado de “neofascista” en el acto. “Vamos a ser los primeros en salir a la calle”, advirtió Pablo Moyano.
Los movimientos sociales alineados con Unión por la Patria se congregaron ayer en la sede de la CGT para oficializar la nueva conducción de su gremio, la Unión de Trabajadores de la Economía Popular (UTEP). El acto, que ofreció una imagen de unidad entre los grupos piqueteros y la cúpula cegetista, estuvo colmado de advertencias para el presidente electo, Javier Milei.
En el escenario del Salón Felipe Vallese de la CGT, se ubicaron como anfitriones los secretarios generales de la central obrera Héctor Daer y Pablo Moyano. Junto a ellos, los dirigentes de la UTEP Alejandro “Peluca” Gramajo (nuevo secretario general), Dina Sánchez y Norma Morales (secretarias adjuntas), Johanna
Duarte (secretaria gremial), Ramiro “Vasco” Berdesegar (secretario de Organización) y Esteban “Gringo” Castro (secretario general saliente). Completaban el escenario los jefes de las dos vertientes de la CTA: Hugo “Cachorro” Godoy y Hugo Yasky.
“Cada vez que quieran tocar un derecho de los trabajadores, vamos a ser los primeros en salir a la calle”, advirtió Moyano, el primero en tomar la palabra. “Esta unidad va a ser el principio de la unidad que se va a dar en la calle”, agregó. Y apuntó contra la “ley ómnibus” que prevé Milei para el comienzo de su mandato: “Muchas de esas leyes son para cagar a los trabajadores”.
Cachorro Godoy habló después. “Tenemos que fortalecer nuestra unidad para resistir”, lanzó. “Ya no solo son neoliberales, son una experiencia neofascista peligrosísima para la sociedad”, dijo sobre el próximo gobierno. Yasky afirmó: “No nos vamos a poner de rodillas ahora. Viva la unidad de los movimientos sociales y el movimiento sindical”.
Luego fue el turno de Daer. “Esta aparición rutilante del expresidente [Mauricio] Macri tiene que ver con la frustración que tiene de no haber hecho desaparecer a los sindicatos y organizaciones sociales”, sumó. “Muchos compañeros, por bronca, votaron a quien fue electo presidente. Lo inteligente va a ser que no avancen sobre los derechos conquistados”, remarcó.
En las butacas, completaban la imagen de unidad los dirigentes del Consejo Directivo de la CGT; referentes sociales como Emilio Pérsico, Juan Grabois, Daniel Menéndez
y Gildo Onorato, y sindicalistas de la CTA como Roberto Baradel (Suteba). Además, se acercaron funcionarios nacionales y provinciales, como la ministra de Trabajo, Raquel “Kelly” Olmos, y los ministros bonaerenses Andrés “Cuervo” Larroque (Desarrollo de la Comunidad) y Walter Correa (Trabajo).
Con adhesiones se sumaron Carlos Acuña (triunviro de la CGT junto a Daer y Moyano) y el Obispado de San Justo. Entre los presentes estaba el cura villero Carlos Olivero.
Duarte, del Movimiento Evita y nueva secretaria gremial de la UTEP, advirtió: “Le decimos al nuevo gobierno: no vamos a retroceder en ninguno de los derechos que hemos conquistado en las calles”. Más explícita fue Norma Morales, de Somos Barrios de Pie y secretaria adjunta: “Si se atreven a tocar nuestros derechos, prepárense. Con nuestros cucharones, espumaderas, nuestras palas y nuestros machetes vamos a seguir defendiendo lo que construimos”.
Berdesegar, de la Corriente Clasista y Combativa y nuevo secretario de Organización de la UTEP, habló del voto a Milei: “Aquellos compañeros que se equivocaron y votaron a Milei no son enemigos”.
Los últimos en tomar la palabra fueron Sánchez y Gramajo. “Esta foto va a estar en la calle dando pelea”, señaló Sánchez. Gramajo, tras un breve discurso de despedida de Castro, anunció que “los tiempos que vienen van a ser muy sufridos”; pidió a sindicalistas y piqueteros “cuidarnos solidariamente ante estos tipos”, y señaló dos tareas: la primera, “defensiva”, y la segunda, “construir la salida política”.
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Para los analistas, el control de la calle será una de las debilidades de la gestión libertaria
Con un electorado disperso y desprovisto de un aparato propio, al presidente electo se le abre un frente de potencial conflicto para sus reformas
Federico González del Solar
P ara comenzar a poner en marcha su agenda de reformas, en la que se inscribe un fuerte recorte del gasto público y una eventual dolarización, La Libertad Avanza, aun con el apoyo legislativo que le proveerá el sincretismo político con el ala dura de Juntos por el Cambio, se encuentra en una situación de debilidad parlamentaria. Pero ese no es el único terreno en el que se juega la gobernabilidad del mandato de Javier Milei.
“La gobernabilidad tiene dos patas: las instituciones y la calle”, remarcó el politólogo Andrés Malamud en una reciente entrevista con
la nacion. “Milei puede conseguir instituciones con Juntos por el Cambio, pero no puede conseguir calle porque la calle la tiene el peronismo, sobre todo en el conurbano”, precisó, señalando otra de las debilidades que exhibe el futuro gobierno. “Aquí puede haber un conflicto de legitimidades”, agregó Malamud, que avizora allí un frente de conflicto.
Desprovisto de un esquema aceitado para salir a “copar” las calles y con meses por delante que fueron catalogados como “muy duros” por el propio presidente electo, La Libertad Avanza hace pie sobre un holgado resultado en las urnas para impulsar las –aunque ahora moderadas– ambiciosas reformas de campaña. Pero con un electorado disperso y de fuerte presencia juvenil, no exhibe, a priori, músculo social para marcar presencia en un escenario que, sin incidencia directa, apuntala, desgasta o condiciona la gestión.
Las recurrentes movilizaciones de las organizaciones sociales opositoras a la actual gestión –que el martes y viernes pasados marcharon hacia el Ministerio de Economía y Desarrollo Social y ya planificaron una serie de protestas preventivas bajo el marco de la “lucha contra el ajuste” para recibir al futuro presidente en las calles– podrían ganar amplitud con el respaldo de las agrupaciones hoy alineadas con el oficialismo en retirada, como el Movimiento Evita o Somos Barrios de Pie, con quienes el gobierno entrante ya activó los primeros contactos.
El sindicalismo, por su parte, con gran poder de movilización, mira con la guardia alta los movimientos iniciales de un gobierno en pleno armado, pero también ha dado ya, a modo de advertencia, algunas muestras inarticuladas de férrea resistencia a la agenda libertaria. La Asociación de Trabajadores del Estado (ATE), por caso, pidió una audiencia con el presidente electo y agita una movilización hacia el Congreso para el día después de la asunción.
¿Cuál es, entonces, la base social con la que el presidente electo puede sostener esa cara de la “gobernabilidad”? ¿Existe dentro de ese gran caudal electoral –compuesto por muy diversas razones– un núcleo que sirva de apoyo en la “calle”?
Aunque sin cuantificar, Alfredo Serrano Mancilla, director del Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica, arriesgó en su cuenta de X (ex-Twitter) una descripción de la abigarrada composición del apoyo que obtuvo Milei en las urnas: votantes que van y vienen, jóvenes de la “nueva época”, un electorado de “derecha”, otro componente fuertemente antikirchnerista, ciudadanos decepcionados con el oficialismo y otros “desesperados” por la crisis económica.
En su último trabajo, la encuestadora Prosumia –que en la antesala de las elecciones dio ganador por amplio margen al líder libertariodesglosó al electorado del balotaje por empleo, ocupaciones y sensibilidades políticas. El peronismo, con predominio sobre la “calle” –según refirió Malamud-, fue un puntal del electorado massista (65 contra 28% que optó por Milei), mientras que Pro lo fue aun en mayor medida que el de Milei (75% contra 18%).
En 24 de las 26 categorías que segregaron la adhesión a los candidatos según la ocupación, se impuso el libertario (industria, transporte, finanzas, salud, comercio, jubilados y pensionados, técnicos, profesionales, directores, administrativos, etc.) Surgen allí tres fuertes desbalances en favor de Milei: el disperso “cuentapropismo” (63% contra el 39% de Massa), las fuerzas de seguridad (72% contra 24%) y las “ocupaciones militares” (89% contra 8% que obtuvo Massa).
En un estudio realizado hace poco más de una semana, la directora del Observatorio Pulsar de la UBA, Daniela Barbieri, observó que se trata de un electorado poco homogéneo y “menos leal” que el peronista. “El voto no peronista, por el contrario, se ha definido por una mayor volatilidad elección tras elección. Es un voto menos leal, que es decidido durante las campañas electorales en función del juicio respecto del candidato, su discurso y sus propuestas. Además, el triunfo de Milei como candidato no peronista no solo es el producto de un voto históricamente más volátil, sino que es inducido por las instituciones electorales. En el balotaje, Milei obtuvo casi 14,5 millones de votos, sumando más de 6 millones de electores que se movieron hacia su segunda preferencia, su ‘mal menor’”, apuntaba.
En el informe, Barbieri inscribe a Milei en la ola de victorias de mandatarios regionales. Para la socióloga al líder libertario le cabe la misma descripción que a Daniel Noboa (Ecuador), Pedro Castillo (Perú) o Gabriel Boric (Chile): “Líderes que suelen llegar al poder con fuerzas partidarias nuevas que se caracterizan por tener una identidad, redes de apoyo y estructuras burocráticas poco afirmadas”, comparó.
P ara comenzar a poner en marcha su agenda de reformas, en la que se inscribe un fuerte recorte del gasto público y una eventual dolarización, La Libertad Avanza, aun con el apoyo legislativo que le proveerá el sincretismo político con el ala dura de Juntos por el Cambio, se encuentra en una situación de debilidad parlamentaria. Pero ese no es el único terreno en el que se juega la gobernabilidad del mandato de Javier Milei.
“La gobernabilidad tiene dos patas: las instituciones y la calle”, remarcó el politólogo Andrés Malamud en una reciente entrevista con
la nacion. “Milei puede conseguir instituciones con Juntos por el Cambio, pero no puede conseguir calle porque la calle la tiene el peronismo, sobre todo en el conurbano”, precisó, señalando otra de las debilidades que exhibe el futuro gobierno. “Aquí puede haber un conflicto de legitimidades”, agregó Malamud, que avizora allí un frente de conflicto.
Desprovisto de un esquema aceitado para salir a “copar” las calles y con meses por delante que fueron catalogados como “muy duros” por el propio presidente electo, La Libertad Avanza hace pie sobre un holgado resultado en las urnas para impulsar las –aunque ahora moderadas– ambiciosas reformas de campaña. Pero con un electorado disperso y de fuerte presencia juvenil, no exhibe, a priori, músculo social para marcar presencia en un escenario que, sin incidencia directa, apuntala, desgasta o condiciona la gestión.
Las recurrentes movilizaciones de las organizaciones sociales opositoras a la actual gestión –que el martes y viernes pasados marcharon hacia el Ministerio de Economía y Desarrollo Social y ya planificaron una serie de protestas preventivas bajo el marco de la “lucha contra el ajuste” para recibir al futuro presidente en las calles– podrían ganar amplitud con el respaldo de las agrupaciones hoy alineadas con el oficialismo en retirada, como el Movimiento Evita o Somos Barrios de Pie, con quienes el gobierno entrante ya activó los primeros contactos.
El sindicalismo, por su parte, con gran poder de movilización, mira con la guardia alta los movimientos iniciales de un gobierno en pleno armado, pero también ha dado ya, a modo de advertencia, algunas muestras inarticuladas de férrea resistencia a la agenda libertaria. La Asociación de Trabajadores del Estado (ATE), por caso, pidió una audiencia con el presidente electo y agita una movilización hacia el Congreso para el día después de la asunción.
¿Cuál es, entonces, la base social con la que el presidente electo puede sostener esa cara de la “gobernabilidad”? ¿Existe dentro de ese gran caudal electoral –compuesto por muy diversas razones– un núcleo que sirva de apoyo en la “calle”?
Aunque sin cuantificar, Alfredo Serrano Mancilla, director del Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica, arriesgó en su cuenta de X (ex-Twitter) una descripción de la abigarrada composición del apoyo que obtuvo Milei en las urnas: votantes que van y vienen, jóvenes de la “nueva época”, un electorado de “derecha”, otro componente fuertemente antikirchnerista, ciudadanos decepcionados con el oficialismo y otros “desesperados” por la crisis económica.
En su último trabajo, la encuestadora Prosumia –que en la antesala de las elecciones dio ganador por amplio margen al líder libertariodesglosó al electorado del balotaje por empleo, ocupaciones y sensibilidades políticas. El peronismo, con predominio sobre la “calle” –según refirió Malamud-, fue un puntal del electorado massista (65 contra 28% que optó por Milei), mientras que Pro lo fue aun en mayor medida que el de Milei (75% contra 18%).
En 24 de las 26 categorías que segregaron la adhesión a los candidatos según la ocupación, se impuso el libertario (industria, transporte, finanzas, salud, comercio, jubilados y pensionados, técnicos, profesionales, directores, administrativos, etc.) Surgen allí tres fuertes desbalances en favor de Milei: el disperso “cuentapropismo” (63% contra el 39% de Massa), las fuerzas de seguridad (72% contra 24%) y las “ocupaciones militares” (89% contra 8% que obtuvo Massa).
En un estudio realizado hace poco más de una semana, la directora del Observatorio Pulsar de la UBA, Daniela Barbieri, observó que se trata de un electorado poco homogéneo y “menos leal” que el peronista. “El voto no peronista, por el contrario, se ha definido por una mayor volatilidad elección tras elección. Es un voto menos leal, que es decidido durante las campañas electorales en función del juicio respecto del candidato, su discurso y sus propuestas. Además, el triunfo de Milei como candidato no peronista no solo es el producto de un voto históricamente más volátil, sino que es inducido por las instituciones electorales. En el balotaje, Milei obtuvo casi 14,5 millones de votos, sumando más de 6 millones de electores que se movieron hacia su segunda preferencia, su ‘mal menor’”, apuntaba.
En el informe, Barbieri inscribe a Milei en la ola de victorias de mandatarios regionales. Para la socióloga al líder libertario le cabe la misma descripción que a Daniel Noboa (Ecuador), Pedro Castillo (Perú) o Gabriel Boric (Chile): “Líderes que suelen llegar al poder con fuerzas partidarias nuevas que se caracterizan por tener una identidad, redes de apoyo y estructuras burocráticas poco afirmadas”, comparó.
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