Admiten que Economía interviene para amortiguar la suba de los combustibles
Un funcionario dijo que no se puede achicar de golpe la brecha con el precio internacional porque impacta en la inflación
Sofía Diamante
Luis de Ridder, al hablar ante empresarios
Si bien los precios de los combustibles se duplicaron desde que comenzó la gestión de Javier Milei, la Secretaría de Energía admitió ayer que los aumentos se moderaron a partir de febrero, cuando Economía intervino para pedir que el sector no presione sobre la inflación.
“Por unos meses estamos intentando ir interactuando con Economía para que nos vaya permitiendo acomodar los precios a nivel mayorista, como para que los refinadores puedan comprar el petróleo a valores internacionales”, reconoció Luis de Ridder, subsecretario de Hidrocarburos, en una charla organizada por la Federación de Empresarios de Combustibles de la República Argentina (Fecra).
En los primeros 100 días de gobierno, los precios de los combustibles tuvieron un aumento de 100% repartido en cuatro incrementos de 38%, 27%, 6,5% y 7,5%. Los últimos dos fueron en febrero y en este mes, y representaron únicamente el traslado a surtidor de la suba del impuesto a los combustibles y la devaluación del 2% mensual del tipo de cambio oficial.
El objetivo de YPF, la empresa líder del mercado, con el 56% del total de estaciones de servicio, era hacer converger los precios locales de petróleo con los internacionales. Pero todavía existe una brecha entre los US$66 que cuesta el barril criollo y los US$75 que reciben las empresas que exportan. Esto equivale a un atraso promedio de 25% del precio del surtidor para llevar a los valores de paridad de importación. El litro de nafta súper de YPF en la ciudad de Buenos Aires cuesta en torno de $800 (US$0,94), mientras que la premium, $987 (US$1,16).
“No se puede hacer todo de golpe porque hay problemas con la macroeconomía y con la inflación, que después repercute en negocios de las familias. Hay que hacerlo de forma pausada”, dijo De Ridder.
Tras 37 años de experiencia en el grupo Techint, De Ridder pasó al sector público como número dos del secretario de Energía, Eduardo Rodríguez Chirillo. Su último rol fue de gerente de ventas de Tecpetrol.
“Por unos meses vamos a seguir en esta tendencia de acomodar los niveles de precios como para que tanto las empresas que refinan como las que producen tengan señales adecuadas para que sigan creciendo y se hagan las inversiones que se necesitan. Estamos tratando de resolverlo lo más rápido posible, porque tenemos que lograr que una situación mala cambie lo más rápido posible, pero a veces lleva tiempo en una democracia”, dijo el subsecretario de Hidrocarburos.
El economista Nicolás Arceo, de la consultora Economía & Energía, dijo que, pese a los aumentos de precios de la nafta y gasoil, los valores de los combustibles no están por encima de los precios vigentes de la última década. “En octubre pasado teníamos –en términos constantes– el precio de las naftas y el gasoil más baratos de los últimos 30 o 40 años. Esto se revirtió a partir de diciembre, pero los precios de los combustibles están por debajo de su promedio histórico. De hecho, en febrero, el precio de las naftas en términos constantes estaba 7,5% más barato que el promedio de la última década”, dijo.
Pese a esta situación, Arceo señaló que el consumo de nafta cayó significativamente en torno al 6% en enero pasado en la comparación interanual, porque se desplomó el salario medio en la Argentina (ver aparte). “Entre 2010 y 2023, el salario medio compraba en promedio 989 litros de combustible por mes. En diciembre, último dato oficial, el salario medio permitía adquirir 735 litros de combustible. La recuperación de precios en términos reales no es tan significativa, pero en términos de poder adquisitivo de la población tiene impacto”, dijo el exsubsecretario de Planificación Económica. Arceo dijo que mientras que la caída promedio de las nafta fue del 6%, las ventas de premium se desplomaron 23%. “La Argentina tenía un consumo excesivo en nafta grado tres [la premium] en comparación con la general. Ahora se está pareciendo más a los países de la región”, señaló.
Potencial de ser Brasil
Quien expuso muy crudamente la oportunidad perdida en los últimos años en materia energética en la Argentina fue Arceo, quien comparó la producción de petróleo de los dos países en los últimos años: mientras que en 1990 Brasil producía 631.000 barriles diarios, hoy produce 3,3 millones (el estado de Río de Janeiro concentra el 85% de ese total).
“Brasil tuvo un crecimiento muy significativo en los últimos 30 años. Y eso se debe a la persistencia de una política de estado en materia hidrocarburífera desde comienzos de 1990 que se mantuvo a pesar de los cambios de administración. Brasil puede ser el camino de la Argentina hacia delante”, dijo el director de la consultora Economía & Energía.
Esto, a su vez, le permitió a Brasil exportar en 2022 el equivalente a US$42.000 millones de barriles de petróleo al mercado internacional. Para ello, además de una política de Estado a lo largo de los distintos gobiernos, Brasil también “garantizó el alineamiento de los precios locales del crudo con los vigentes en el mercado internacional”, dijo Arceo.
“Los países compiten por atraer inversión internacional. En la Argentina competimos con otras cuencas, como Guyana, Colombia, Brasil. La persistencia de un precio alineado con los internacionales en el caso de Brasil dotó de recursos a la petrolera estatal para motorizar un nivel de inversión en el sector hidrocarburífero a lo largo de las últimas tres décadas muy significativo, aclaró.
En el caso de la Argentina, el país tuvo períodos largos de desalineación de los precios locales respecto a los vigentes en el mercado internacional. “Esto permitió subsidiar a los consumidores locales en buena parte de los últimos 20 años, pero desdinamizó la inversión en la Argentina desde fines de la década de 1990 en adelante. Mientras que a finales de 1990, la Argentina producía 850.000 barriles diarios, terminó produciendo 500.000 a mediados de la década pasada. En gas natural, la caída fue muy significativa entre 2004 y 2014”, dijo Arceo.
El segundo factor que desalentó la inversión en la Argentina fue el agotamiento progresivo de los yacimientos convencionales, dijo Arceo. “El horizonte de las reservas en la década de 1990 se empezó a reducir producto de los mayores niveles de inversión y esta combinación de agotamiento de los recursos convencionales, por un lado, y el desacople del precio local respecto al vigente en el mercado internacional, llevó a una contracción significativa en los niveles de inversiones que se tradujeron en una caída en la producción”, dijo Arceo.
El año pasado, la Argentina llegó a producir casi 700.000 barriles diarios de petróleo, donde la mitad de eso fue producción no convencional de Vaca Muerta. Esto, a su vez, permitió exportar 135.000 barriles diarios de crudo, cuando exportaba menos de la mitad cuatro años atrás. A su vez, se exportaron 6,2 millones de m3 por día de gas.ß
El objetivo de YPF era hacer converger los precios locales con los internacionales
En 2023, la Argentina llegó a producir casi 700.000 barriles diarios de petróleo
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Tras el alza de precios, cayeron las ventas de naftas y de gasoil
En el primer bimestre, el mercado de las naftas se contrajo 5,2%; se acentuó la tendencia en marzo
Si bien los precios de los combustibles se duplicaron desde que comenzó la gestión de Javier Milei, la Secretaría de Energía admitió ayer que los aumentos se moderaron a partir de febrero, cuando Economía intervino para pedir que el sector no presione sobre la inflación.
“Por unos meses estamos intentando ir interactuando con Economía para que nos vaya permitiendo acomodar los precios a nivel mayorista, como para que los refinadores puedan comprar el petróleo a valores internacionales”, reconoció Luis de Ridder, subsecretario de Hidrocarburos, en una charla organizada por la Federación de Empresarios de Combustibles de la República Argentina (Fecra).
En los primeros 100 días de gobierno, los precios de los combustibles tuvieron un aumento de 100% repartido en cuatro incrementos de 38%, 27%, 6,5% y 7,5%. Los últimos dos fueron en febrero y en este mes, y representaron únicamente el traslado a surtidor de la suba del impuesto a los combustibles y la devaluación del 2% mensual del tipo de cambio oficial.
El objetivo de YPF, la empresa líder del mercado, con el 56% del total de estaciones de servicio, era hacer converger los precios locales de petróleo con los internacionales. Pero todavía existe una brecha entre los US$66 que cuesta el barril criollo y los US$75 que reciben las empresas que exportan. Esto equivale a un atraso promedio de 25% del precio del surtidor para llevar a los valores de paridad de importación. El litro de nafta súper de YPF en la ciudad de Buenos Aires cuesta en torno de $800 (US$0,94), mientras que la premium, $987 (US$1,16).
“No se puede hacer todo de golpe porque hay problemas con la macroeconomía y con la inflación, que después repercute en negocios de las familias. Hay que hacerlo de forma pausada”, dijo De Ridder.
Tras 37 años de experiencia en el grupo Techint, De Ridder pasó al sector público como número dos del secretario de Energía, Eduardo Rodríguez Chirillo. Su último rol fue de gerente de ventas de Tecpetrol.
“Por unos meses vamos a seguir en esta tendencia de acomodar los niveles de precios como para que tanto las empresas que refinan como las que producen tengan señales adecuadas para que sigan creciendo y se hagan las inversiones que se necesitan. Estamos tratando de resolverlo lo más rápido posible, porque tenemos que lograr que una situación mala cambie lo más rápido posible, pero a veces lleva tiempo en una democracia”, dijo el subsecretario de Hidrocarburos.
El economista Nicolás Arceo, de la consultora Economía & Energía, dijo que, pese a los aumentos de precios de la nafta y gasoil, los valores de los combustibles no están por encima de los precios vigentes de la última década. “En octubre pasado teníamos –en términos constantes– el precio de las naftas y el gasoil más baratos de los últimos 30 o 40 años. Esto se revirtió a partir de diciembre, pero los precios de los combustibles están por debajo de su promedio histórico. De hecho, en febrero, el precio de las naftas en términos constantes estaba 7,5% más barato que el promedio de la última década”, dijo.
Pese a esta situación, Arceo señaló que el consumo de nafta cayó significativamente en torno al 6% en enero pasado en la comparación interanual, porque se desplomó el salario medio en la Argentina (ver aparte). “Entre 2010 y 2023, el salario medio compraba en promedio 989 litros de combustible por mes. En diciembre, último dato oficial, el salario medio permitía adquirir 735 litros de combustible. La recuperación de precios en términos reales no es tan significativa, pero en términos de poder adquisitivo de la población tiene impacto”, dijo el exsubsecretario de Planificación Económica. Arceo dijo que mientras que la caída promedio de las nafta fue del 6%, las ventas de premium se desplomaron 23%. “La Argentina tenía un consumo excesivo en nafta grado tres [la premium] en comparación con la general. Ahora se está pareciendo más a los países de la región”, señaló.
Potencial de ser Brasil
Quien expuso muy crudamente la oportunidad perdida en los últimos años en materia energética en la Argentina fue Arceo, quien comparó la producción de petróleo de los dos países en los últimos años: mientras que en 1990 Brasil producía 631.000 barriles diarios, hoy produce 3,3 millones (el estado de Río de Janeiro concentra el 85% de ese total).
“Brasil tuvo un crecimiento muy significativo en los últimos 30 años. Y eso se debe a la persistencia de una política de estado en materia hidrocarburífera desde comienzos de 1990 que se mantuvo a pesar de los cambios de administración. Brasil puede ser el camino de la Argentina hacia delante”, dijo el director de la consultora Economía & Energía.
Esto, a su vez, le permitió a Brasil exportar en 2022 el equivalente a US$42.000 millones de barriles de petróleo al mercado internacional. Para ello, además de una política de Estado a lo largo de los distintos gobiernos, Brasil también “garantizó el alineamiento de los precios locales del crudo con los vigentes en el mercado internacional”, dijo Arceo.
“Los países compiten por atraer inversión internacional. En la Argentina competimos con otras cuencas, como Guyana, Colombia, Brasil. La persistencia de un precio alineado con los internacionales en el caso de Brasil dotó de recursos a la petrolera estatal para motorizar un nivel de inversión en el sector hidrocarburífero a lo largo de las últimas tres décadas muy significativo, aclaró.
En el caso de la Argentina, el país tuvo períodos largos de desalineación de los precios locales respecto a los vigentes en el mercado internacional. “Esto permitió subsidiar a los consumidores locales en buena parte de los últimos 20 años, pero desdinamizó la inversión en la Argentina desde fines de la década de 1990 en adelante. Mientras que a finales de 1990, la Argentina producía 850.000 barriles diarios, terminó produciendo 500.000 a mediados de la década pasada. En gas natural, la caída fue muy significativa entre 2004 y 2014”, dijo Arceo.
El segundo factor que desalentó la inversión en la Argentina fue el agotamiento progresivo de los yacimientos convencionales, dijo Arceo. “El horizonte de las reservas en la década de 1990 se empezó a reducir producto de los mayores niveles de inversión y esta combinación de agotamiento de los recursos convencionales, por un lado, y el desacople del precio local respecto al vigente en el mercado internacional, llevó a una contracción significativa en los niveles de inversiones que se tradujeron en una caída en la producción”, dijo Arceo.
El año pasado, la Argentina llegó a producir casi 700.000 barriles diarios de petróleo, donde la mitad de eso fue producción no convencional de Vaca Muerta. Esto, a su vez, permitió exportar 135.000 barriles diarios de crudo, cuando exportaba menos de la mitad cuatro años atrás. A su vez, se exportaron 6,2 millones de m3 por día de gas.ß
El objetivo de YPF era hacer converger los precios locales con los internacionales
En 2023, la Argentina llegó a producir casi 700.000 barriles diarios de petróleo
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Tras el alza de precios, cayeron las ventas de naftas y de gasoil
En el primer bimestre, el mercado de las naftas se contrajo 5,2%; se acentuó la tendencia en marzo
Esteban Lafuente
La aceleración inflacionaria golpeó al bolsillo de los argentinos y también los números de algunos sectores de la economía. Entre ellos, se destaca el de los combustibles, que estuvieron entre los rubros de mayores ajustes de precios, en un escenario heredado de atrasos y brechas con países de la región.
Entre recomposición de márgenes, suba del dólar y actualización de impuestos, los valores en los surtidores saltaron más del 170%, aunque la caída del poder adquisitivo y el freno de la economía tuvieron como consecuencia una baja en las ventas.
Los números oficiales muestran que en el primer bimestre del año el mercado de las naftas se contrajo un 5,2%. Son cifras de la Secretaría de Energía, a partir de los datos de ventas proporcionados por las empresas vendedoras de combustibles, que muestran una tendencia declinante a partir de febrero. De acuerdo con estos números, enero había concluido con un alza interanual en las ventas de nafta del 6,1%, pero luego la tendencia se invirtió en febrero. Según las estadísticas oficiales, la venta interanual el mes pasado cayó un 4,1%.
“Tenemos un cambio de precios relativos, y un encarecimiento fuerte del precio de los combustibles, tanto por vía impositiva como por la suba de los valores de venta de las petroleras. Y es más que lógico que caiga el consumo”, explica el economista Gabriel Caamaño, de Consultora Ledesma, en referencia a los cambios sectoriales y el impacto de la devaluación.
Los combustibles comenzaron un sendero alcista que se profundizó tras el cambio de gobierno y la devaluación, que llevó el tipo de cambio oficial por encima de los $800. El 25 de noviembre se aplicó un aumento del 15%, y otro del 24% el 8 de diciembre. Luego, acumularon un 86% de aumento desde que asumió Javier Milei, aplicados en tres ajustes sucesivos del 38%, el 27% y el 6,5% en promedio.
Este movimiento se vinculó, por un lado, con una decisión de las compañías de recomponer márgenes y ajustar sus números a partir de la suba del tipo de cambio y el valor del barril del petróleo. En este punto, hubo otro cambio en la gestión oficial, que dejó de presionar y pisar los valores del crudo en el mercado interno, durante años con un valor inferior al de exportación.
A su vez, el Gobierno también avanzó con la actualización de los impuestos al combustible líquido y al dióxido de carbono, que habían quedado desactualizados. Si bien por ley deben tener un ajuste trimestral según el movimiento de la inflación, llevaba 10 trimestres congelado, en un intento de la gestión anterior por evitar presionar sobre la inflación, aun a costa de perder recaudación. De esta manera, los combustibles acumulan desde la segunda vuelta presidencial, en noviembre, una suba promedio en el precio de venta del 172%.
Esa dinámica comercial, en un contexto de caída del poder adquisitivo, también generó un impacto en la demanda, con mayores caídas en los combustibles premium y en las marcas con precios más altos. Así lo muestran los números oficiales, que dan cuenta de que en el primer bimestre del año Shell (Raizen) y Axion tuvieron bajas del 15,2% y 12,5%, respectivamente, mientras que YPF subió levemente sus ventas (2,4%).
“En diciembre, la caída no se notó tanto, en parte por efecto de bonos, aguinaldo y fin de año. Y en enero y febrero, Shell y Axion tuvieron mayores bajas, porque los clientes migraron a YPF por ser el combustible más barato”, explica a un empresario la nacion del sector que gestiona estaciones de diferente bandera, quien también ratifica que los combustibles premium tuvieron “bajas más pronunciadas”, por la sustitución por opciones más baratas.
Sin datos cerrados, desde el sector de las estaciones de servicio también advierten que en lo que va de marzo se acentuó la caída en las ventas, con desplomes superiores al 20%. “A diferencia de los meses anteriores, la mayor caída seda en los combustibles diésel,un indicado rdequ ese está frenando la actividad económica ”, indica un empresario.
Números como la caída del 21,7% en la actividad industrial pyme, según los datos que proporcionó CAME, la baja del 3,9% del consumo masivo en el bimestre (Scentia), o el 54,6% del uso promedio de la capacidad de industria en enero (Indec), dan cuenta de un freno en la economía.
“Tenés una caída en el nivel de actividad, y eso es menos transporte de carga, con lo cual hace también que se consuma menos gasoil. Para compensar, vas a tener una mejor cosecha este año, que implica más labores agrícolas y más fletes”, apunta Caamaño.
“Eso va a ayudar en el segundo trimestre, que ya no está tan lejos, y va a dar vuelta los números de 2023, que fue una muy mala cosecha por la sequía. De hecho, el consumo de diésel es bastante estacional y tiene un pico en el segundo trimestre, que es cuando siempre suele haber faltantes”, agrega.
La devaluación y el ajuste de precios internos también tuvo otro efecto llamativo, al interior del mercado. Según explican desde una de las grandes petroleras del país, la caída en las ventas de nafta en las estaciones de frontera fue de hasta 25%, muy superior al promedio del país, en una dinámica que refleja la distorsión de precios que había entre la Argentina y los países vecinos.
Antes de este proceso, en un contexto de brecha cambiaria superior al 100% y atraso en los precios de los surtidores, era habitual ver estaciones de servicio en Entre Ríos, Corrientes, Misiones o Mendoza con largas filas de autos con patente extranjera. Ese escenario se revirtió con la devaluación, suba en los surtidores y compresión de la brecha a menos del 20%.
“Esto muestra que el precio que teníamos estaba completamente desfasado con respecto a otros países limítrofes”, explican desde una de las firmas del sector. Hoy, en promedio, un litro de nafta súper cuesta en la Argentina US$1,29, más caro que en Brasil (US$1,14) y Paraguay (US$0,91) y con una menor brecha con Uruguay (US$1,99), según los datos de Global Petrol Prices.
La aceleración inflacionaria golpeó al bolsillo de los argentinos y también los números de algunos sectores de la economía. Entre ellos, se destaca el de los combustibles, que estuvieron entre los rubros de mayores ajustes de precios, en un escenario heredado de atrasos y brechas con países de la región.
Entre recomposición de márgenes, suba del dólar y actualización de impuestos, los valores en los surtidores saltaron más del 170%, aunque la caída del poder adquisitivo y el freno de la economía tuvieron como consecuencia una baja en las ventas.
Los números oficiales muestran que en el primer bimestre del año el mercado de las naftas se contrajo un 5,2%. Son cifras de la Secretaría de Energía, a partir de los datos de ventas proporcionados por las empresas vendedoras de combustibles, que muestran una tendencia declinante a partir de febrero. De acuerdo con estos números, enero había concluido con un alza interanual en las ventas de nafta del 6,1%, pero luego la tendencia se invirtió en febrero. Según las estadísticas oficiales, la venta interanual el mes pasado cayó un 4,1%.
“Tenemos un cambio de precios relativos, y un encarecimiento fuerte del precio de los combustibles, tanto por vía impositiva como por la suba de los valores de venta de las petroleras. Y es más que lógico que caiga el consumo”, explica el economista Gabriel Caamaño, de Consultora Ledesma, en referencia a los cambios sectoriales y el impacto de la devaluación.
Los combustibles comenzaron un sendero alcista que se profundizó tras el cambio de gobierno y la devaluación, que llevó el tipo de cambio oficial por encima de los $800. El 25 de noviembre se aplicó un aumento del 15%, y otro del 24% el 8 de diciembre. Luego, acumularon un 86% de aumento desde que asumió Javier Milei, aplicados en tres ajustes sucesivos del 38%, el 27% y el 6,5% en promedio.
Este movimiento se vinculó, por un lado, con una decisión de las compañías de recomponer márgenes y ajustar sus números a partir de la suba del tipo de cambio y el valor del barril del petróleo. En este punto, hubo otro cambio en la gestión oficial, que dejó de presionar y pisar los valores del crudo en el mercado interno, durante años con un valor inferior al de exportación.
A su vez, el Gobierno también avanzó con la actualización de los impuestos al combustible líquido y al dióxido de carbono, que habían quedado desactualizados. Si bien por ley deben tener un ajuste trimestral según el movimiento de la inflación, llevaba 10 trimestres congelado, en un intento de la gestión anterior por evitar presionar sobre la inflación, aun a costa de perder recaudación. De esta manera, los combustibles acumulan desde la segunda vuelta presidencial, en noviembre, una suba promedio en el precio de venta del 172%.
Esa dinámica comercial, en un contexto de caída del poder adquisitivo, también generó un impacto en la demanda, con mayores caídas en los combustibles premium y en las marcas con precios más altos. Así lo muestran los números oficiales, que dan cuenta de que en el primer bimestre del año Shell (Raizen) y Axion tuvieron bajas del 15,2% y 12,5%, respectivamente, mientras que YPF subió levemente sus ventas (2,4%).
“En diciembre, la caída no se notó tanto, en parte por efecto de bonos, aguinaldo y fin de año. Y en enero y febrero, Shell y Axion tuvieron mayores bajas, porque los clientes migraron a YPF por ser el combustible más barato”, explica a un empresario la nacion del sector que gestiona estaciones de diferente bandera, quien también ratifica que los combustibles premium tuvieron “bajas más pronunciadas”, por la sustitución por opciones más baratas.
Sin datos cerrados, desde el sector de las estaciones de servicio también advierten que en lo que va de marzo se acentuó la caída en las ventas, con desplomes superiores al 20%. “A diferencia de los meses anteriores, la mayor caída seda en los combustibles diésel,un indicado rdequ ese está frenando la actividad económica ”, indica un empresario.
Números como la caída del 21,7% en la actividad industrial pyme, según los datos que proporcionó CAME, la baja del 3,9% del consumo masivo en el bimestre (Scentia), o el 54,6% del uso promedio de la capacidad de industria en enero (Indec), dan cuenta de un freno en la economía.
“Tenés una caída en el nivel de actividad, y eso es menos transporte de carga, con lo cual hace también que se consuma menos gasoil. Para compensar, vas a tener una mejor cosecha este año, que implica más labores agrícolas y más fletes”, apunta Caamaño.
“Eso va a ayudar en el segundo trimestre, que ya no está tan lejos, y va a dar vuelta los números de 2023, que fue una muy mala cosecha por la sequía. De hecho, el consumo de diésel es bastante estacional y tiene un pico en el segundo trimestre, que es cuando siempre suele haber faltantes”, agrega.
La devaluación y el ajuste de precios internos también tuvo otro efecto llamativo, al interior del mercado. Según explican desde una de las grandes petroleras del país, la caída en las ventas de nafta en las estaciones de frontera fue de hasta 25%, muy superior al promedio del país, en una dinámica que refleja la distorsión de precios que había entre la Argentina y los países vecinos.
Antes de este proceso, en un contexto de brecha cambiaria superior al 100% y atraso en los precios de los surtidores, era habitual ver estaciones de servicio en Entre Ríos, Corrientes, Misiones o Mendoza con largas filas de autos con patente extranjera. Ese escenario se revirtió con la devaluación, suba en los surtidores y compresión de la brecha a menos del 20%.
“Esto muestra que el precio que teníamos estaba completamente desfasado con respecto a otros países limítrofes”, explican desde una de las firmas del sector. Hoy, en promedio, un litro de nafta súper cuesta en la Argentina US$1,29, más caro que en Brasil (US$1,14) y Paraguay (US$0,91) y con una menor brecha con Uruguay (US$1,99), según los datos de Global Petrol Prices.
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