jueves, 25 de julio de 2019

OPINIÓN,


Pichetto y la coherencia de la contradicción

Claudio Jacquelin
Los políticos que se candidatean para cargos ejecutivos suelen tener una alta opinión de sí mismos. Suficiente para ofrecerse como solución para los problemas de sus conciudadanos y exigirles el voto.
Por eso, no suele ser fácil que se adapten a las necesidades de una organización y cada vez hay más partidos de candidato y no de ideas.
Pero hay excepciones. Políticos profesionales, puros y duros. Capaces de sostener todos los proyectos del partido al que pertenecen, aunque no estén para nada de acuerdo. Oficialistas sin fisuras. Hombres consistentes, porque son consecuentes y coherentes en la (aparente) contradicción.
Cuando Macri llegó a presidente mucho se dudaba de que acreditara los atributos de un político profesional. Pero, al final, se graduó y se doctoró en un solo acto: al elegir como compañero de fórmula al jefe del bloque opositor del Senado, Miguel Pichetto. Él sí un verdadero político profesional. Uno de esos que jamás se consideraría infiel. En todo caso, un auténtico monógamo serial

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