lunes, 16 de septiembre de 2019

IDENTIDAD CULTURAL, ...EL MÁS GRANDE


De prisionero de guerra del Ejército de los Andes a campesino premiado
El Gral. José de San Martín
La batalla de Chacabuco librada el 12 de febrero de 1817 en territorio chileno fue la primera y gran victoria del grueso del Ejército de los Andes a las órdenes del general José de San Martín. A poco de su permanencia en Santiago, se encontraron con algunos problemas que bien consigna el general Gerónimo Espejo en su obra La Campaña de los Andes, como eran las dificultades para alojar el ejército, establecer los hospitales de sangre y albergar a los numerosos prisioneros.
Mientras tanto, en Buenos Aires, por sugerencia de San Martín, el director Juan Martín de Pueyrredón dispuso el 18 de marzo, a través del ministro Matías de Yrigoyen, que condujera prisioneros bajo seguridad a la ciudad de San Luis al "expresidente del gobierno Francisco Casimiro Marcó del Pont y jefes principales del ejército del rey? verificando lo mismo con los demás oficiales prisioneros".
Antes que los temporales del otoño cerraran la cordillera la traspasó una columna de prisioneros encabezada por Marcó, junto con oficiales de todo rango y con la tropa. El gobernador intendente de Cuyo, don Toribio de Luzuriaga, mandó dos escuadrones de caballería para escoltarlos, además de proveerles de los víveres y de las cabalgaduras (mulas) correspondientes.
Después de descansar unos días en Mendoza, una parte de los prisioneros siguió a San Luis, mientras que unos 600 individuos quedaron en Mendoza. Estos soldados en su mayor parte fueron destinados a reponer la mano de obra que les había sacado San Martín a los mendocinos el año anterior al requisarles los esclavos para el ejército.
De esta forma, el gobernador Luzuriaga, además de tenerlos ocupados a los prisioneros, evitaba pagarles un jornal, ya que el erario estaba exhausto para mantenerlos. El general Espejo afirma que "el tiempo comprobó que la medida fue bien benéfica al pueblo y a los mismos individuos". A tal extremo que envió unos 150 individuos a San Juan, que se ocuparon de abrir canales de irrigación en los departamentos de El Pozito y Angaco.
Lo mismo hicieron en Mendoza, en terrenos incultos por falta de riego, como El Retamo, San Martín, Barriales, Santa Rosa, Alto Verde y como San Isidro, entre otros. No debemos olvidar el especial interés de San Martín por el tema del campo, como lo publicamos hace muchos años en este Rincón Gaucho.
Sin embargo hubo un caso especial entre estos prisioneros que recuerda el general Espejo: "Uno de ellos, de apellido Soler, que fue tan contraído a la agricultura en la quinta del vecino que lo contrató que ofreció un caso digno de honroso recuerdo".
El sujeto, dotado de un conocimiento práctico, "se informó que el cultivo del tabaco era desconocido entre los de la industria del país y, de acuerdo con el propietario de la finca, se procuró semillas y estableció una plantación que a los pocos años fue un nuevo ramo de riqueza pública y de provecho individual". Cuando tuvo noticias del hecho, "la Municipalidad consiguió que el gobierno le expidiera carta de ciudadanía y, además, lo premiara con una medalla de plata".
Como bien lo afirma Espejo, a este episodio debió agregarse que se incrementó la población local y que en 1825 -ya finalizada la guerra de la independencia-, casi todos se habían casado y avecindado en Mendoza, siendo muy pocos los que regresaron a España.

R. L. E.

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