viernes, 28 de febrero de 2020

HISTORIAS DE BUENOS AIRES,


Vía Flaminia, la heladería donde se unen la ficción y la realidad del robo del siglo
En ese local, el cucurucho gigante es la estrella desde hace más de 55 años
Santiago filipuzzi
El cucurucho gigante, sello de Vía Flaminia
La heladería Vía Flaminia, en Acassuso, es famosa por sus cucuruchos gigantes bañados en chocolate. Es tan representativa para el barrio que hasta Fernando Araujo la eligió como punto de encuentro con Luis María Vitette Sellanes, alias el “hombre del traje gris”, para planificar el robo el Banco Río del 13 de enero de 2006. La escena aparece en la película El robo del siglo, con Diego Peretti y Guillermo Francella, y como dato de color: de extras participaron algunos de los ladrones del golpe. En la vida real y en la ficción, desde hace 55 años jóvenes y adultos peregrinan por estos cucuruchos que miden desde 60 centímetros hasta un metro de alto.

En la Avenida del Libertador 14.699, abrió Via Flaminia en 1965, y desde entonces conserva su esencia y fachada característica. Fue fundada por Antonio Capraro, un inmigrante italiano de la región de Veneto, y por su mujer Amparo (de 89 años y a la que casi todos los días se la puede ver en la heladería). Don Antonio, como lo llamaban cariñosamente los vecinos, había sido chofer de larga distancia. Fue recién en 1960 cuando instaló su primera heladería en Villa Ballester y la llamo Venecia, en honor a su tierra. Allí aprendió los secretos de las recetas y la importancia de la buena materia prima.

En 1965, compró el local donde se encuentra actualmente y bautizó a la heladería Vía Flaminia, en referencia a una de las calzadas del Imperio romano que comunicaban Roma con el norte de Italia. Antonio tuvo dos hijas mujeres; no por nada, su color preferido era el rosa. Sandra nació un 11 de marzo. Habrá sido el destino, en esa fecha se festeja el Día del Heladero.
El líder de la banda que robó las cajas fuertes del ex-banco Río, Araujo, y Vitette Sellanes eran vecinos del barrio. Sandra recuerda el día del robo como si fuera ayer. “Antes del mediodía, el barrio estaba supertranquilo, la heladería está a dos cuadras del banco. Después empezaron a caer los patrulleros y no entendíamos qué estaba pasando. Me acuerdo el momento que pasó la moto con el delivery de las pizzas que le había pedido el “hombre del traje gris” a Miguel Sileo, del Grupo Halcón. Muchos vecinos que tenían pertenencias en el banco se acercaron a la heladería desesperados”, contó.

En la película, dirigida por Ariel Winograd, aparece la escena en la que se conocen en la heladería Araujo (Peretti) y Vitette Sellanes (Francella) y comienzan a idear el gran robo. Como extras aparecen los verdaderos ladrones: Norberto García Bolster, “el ingeniero”, y Rubén Alberto de la Torre. Uno de ellos disfruta el cucurucho gigante bañado en chocolate.
“A la salida del colegio veníamos a ayudar a nuestros padres. A los nueve años le dije a papá que quería acompañarlo en el despacho de la noche. Primero ayudaba con la caja y con las tacitas. Y de mirarlo, aprendí cómo era la técnica para servir los cucuruchos”, expresa Sandra a la nacion. Hoy continúa con el legado familiar; su hija también aprendió a servir los cucuruchos a la perfección.

Don Antonio fue un visionario y se animó a probar suerte durante el invierno y los vecinos se tentaron con sus sabores clásicos. Como era fue muy creativo, ideó un cucurucho bañado en chocolate bien alto para llamar la atención de los más chicos. Primero incursionó con el de crema americana bañado en chocolate hasta que por pedido del público incorporó más sabores. Fueron los mismos clientes los que lo bautizaron “pinito” o “espada” por su gran altura.
Son las 17 de un viernes en pleno verano y Fernando López, que hace ocho años que trabaja en la heladería, despacha la gran estrella: el cucurucho bañado. Un niño con sombrero de pirata le pide uno de dulce de leche. “Se requiere de mucha técnica y el secreto está en la textura del helado. Es más fácil y quedan más altos los sabores lisos como el de americana o el dulce de leche. Los de frutas secas cuestan mucho más”, dijo Fernando, mientras le entregaba el pedido a una mujer alemana que filmó todo su show de producción y lo compartió en Instagram.

“No importa la edad que tengas, siempre digo que al comerlo todos vuelven a sentirse pequeños otra vez”, indicó Sandra. Y entre risas agregó: “Es un clásico de la heladería salir todos enchastrados. El piso también es testigo de las gotas que se le van cayendo a los clientes”.
“Las recetas se mantienen siempre iguales y los proveedores son los mismos. Esto es parte de nuestro secreto”, reconoce Sandra. Tienen más de 50 sabores en la cartelera, pero varían según la estación. El año pasado fue un boom el sabor de sauco y este año lanzaron el de pomelo. Héctor Barrionuevo empezó a trabajar en la heladería cuando tenía 18 años y ahora es el empleado más veterano. “La copa que más sale es la de bombón escocés, que trae helado de chocolate, almendrado, dulce de leche, salsa de chocolate y nueces”, expresó.

Aldo Sale, el maestro heladero, conserva las recetas originales desde la apertura de la heladería. Miguel Ángel, más conocido como Rocky, es otro de los empleados icónicos: “Empecé a trabajar en la heladería cuando tenía 17 años y aprendí cómo era la técnica del cucurucho bañado. Hoy continuamos con lo que empezó Antonio. El cucurucho gigante se convirtió en un clásico, es famoso en la Argentina y todo el mundo. Cada vez vienen más extranjeros a probarlo”.
La clientela es la misma desde hace años. En busca de sus helados también pasaron artistas, periodistas y figuras del espectáculo y el deporte como Alberto Olmedo, Jorge Porcel, Guillermo Francella, Marcelo Gallardo, Enzo Francescoli, Mónica Cahen D’anvers y César Mascetti.
A. C. 

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