miércoles, 30 de noviembre de 2022

DE UN MUNDO A OTRO


El futuro comienza a cada instante y hay que prepararlo
En 2050 la población mundial llegará a 10.000 millones; simultáneamente, la humanidad enfrentará una de las crisis alimentarias más graves, que acechará, al menos, a una cuarta parte de los habitantes
Carlos A. Mutto Especialista en inteligencia económica y periodista
El presente es un instante fugaz que espera el momento de convertirse en futuro. El reciclado permanente del tiempo se repite puntualmente –en forma casi mágica– desde el origen del universo y así seguirá ocurriendo en forma inmutable hasta que un día terminará pulverizado por la imprudencia o la demencia del hombre. Nadie es capaz de afirmar cuándo empieza, cuánto dura ni cuándo termina el vertiginoso salto del presente en el vacío del futuro. Los 8000 millones de personas que pueblan el planeta tienen sensaciones ambiguas sobre el curso del tiempo, pero comienzan tomar conciencia de que marchan como zombis hacia momentos de graves incertidumbres.
Sin pensar forzosamente en el apocalipsis nuclear que sellaría el final de la humanidad, la perspectiva del futuro abre una serie de inquietantes desafíos que para el célebre gurú Nouriel Rubini se presentan como “megaamenazas extremas”. No se trata solo de peligros que acechan a “nuestros trabajos, ingresos, riqueza y la economía global, sino también la paz, la prosperidad y el progreso relativo logrado en los últimos 75 años”.
Las disrupciones de los equilibrios geoestratégicos que subsistían desde 1945 y el surgimiento de cuatro peligrosas potencias revisionistas –China, Rusia, Irán y Corea del Norte– instauraron una nueva relación de fuerzas multipolar que cuestiona el orden geopolítico, económico y de seguridad instituido por los aliados, junto con Moscú, después de la Segunda Guerra Mundial y consolidado a partir de 1990 con el ingreso de China a un mundo globalizado. La fragilidad de ese nuevo esquema favoreció la explosión de las extravagancias estructurales de la economía mundial, como las diversas capas de deuda acumuladas en los últimos 50 años y el desacople de las economías de China y Estados Unidos favorecido por la pandemia de Covid-19, que dislocó las cadenas de suministro y estremeció los mercados mundiales. La agresión rusa a Ucrania terminó de sacudir las últimas columnas que mantenían en pie el edificio: banalizó –verbalmente– la amenaza nuclear, creó en China focos de rebelión popular que resisten al modelo represivo de Xi Jinping, estimuló el surgimiento de brotes
Potencias emergentes como la India, Turquía y Egipto buscan explotar la coyuntura de un mundo sin liderazgos para reclamar un nuevo orden mundial
Populistas y de extrema derecha en Europa, América Latina y Estados Unidos, y vigorizó las ambiciones de potencias emergentes –como la India, Turquía y Egipto– que buscan explotar la coyuntura de un mundo sin liderazgos para reclamar un nuevo orden mundial. Tres cuartas partes del planeta están en contra del modelo occidental. Secos mejante cuadro crítico, sumado al impacto financiero que provocó la lucha contra la pandemia de Covid, derivó en un grave proceso estanflacionario que originó una recesión mundial susceptible de desembocar en tensiones sociales de extrema gravedad.
Nada de esto sería grave si no fuera porque en el horizonte –relativamente cercano– se cierne la inminencia de una amenaza mayor para el planeta: en 2050 la población mundial llegará a 10.000 millones de habitantes, mientras que simultáneamente la humanidad enfrentará una de las crisis alimentarias más graves de la historia, que acechará, al menos, a una cuarta parte de los habitantes. Salvo una elite de privilegiados, la mayoría de la población mundial nunca conoció períodos de real prosperidad. Hasta que comenzaron las revoluciones agrícola e industrial, el nivel de vida se mantuvo cerca del límite de subsistencia, explica el economista israelí Oded Galor en The Journey of Humanity. The Origins of Wealth and Inequality (traducido al español como El viaje de la humanidad. El big bang de las civilizaciones: el misterio del crecimiento y la desigualdad). En un volumen de 304 páginas, ese profesor de la Universidad Brown postula que la relativa prosperidad de los últimos 300 años –una fracción de segundo en relación con la existencia humana sobre la Tierra– escapó al estancamiento y a la miseria gracias a un crecimiento económico sostenido, los progresos de la salud y del nivel de vida, los avances de la tecnología, así como a la expansión de la democracia y la educación generalizada. Es cierto que esos fenómenos objetaron la profecía de un planeta hambriento y superpoblado enunciada por Thomas Malthus en su Ensayo sobre el principio de la población. En dos siglos, la población mundial pasó de 1000 a 8000 millones de habitantes y el hambre disminuyó a un ritmo vertiginoso gracias a los progresos tecnológicos y científicos que permitieron multiplicar por 10 los rendimientos agrícolas. A pesar de esos progresos, actualmente sufren hambre 850 millones de personas (10% de la población mundial) y otros 2300 millones (29,3%) viven en situación de inseguridad alimentaria, según la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Al ritmo actual de 210.000 nacimientos cada 24 horas y una reducción de la mortalidad favorecida por el aumento de la esperanza de vida, la población mundial llegará a 9500 o 10.000 millones en 2050. Algunos expertos, como el economista James Pomeroy, del HSBC, afirman que después de alcanzar el pico de crecimiento en 2043, una fuerte caída de la fertilidad provocará un descenso a 4000 millones en 2100 (el mismo nivel de 1974). Pero, mientras tanto, será necesario resolver –al ritmo vertiginoso que impone la realidad– la difícil ecuación que plantean la demanda de alimentación, alojamiento, transporte, salud, educación y seguridad de las nuevas poblaciones en un marco de transformación tecnológica y crisis económica sin precedente en la historia que modificará los parámetros de vida tal como se conocen en la actualidad. El economista francés Alban Thomas, director científico adjunto del Instituto Nacional de Investigaciones para Agricultura y Medio Ambiente (Inrae), asegura que, pese al carácter limitado de los recursos, es posible alimentar a 10.000 millones de personas, pero solo a condición de modificar los sistemas de producción y nuestros regímenes alimentarios. En ese contexto de extrema dificultad, el mundo deberá encontrar los recursos para financiar la construcción de infraestructuras urbanas colosales.
Aun así, no sería imposible superar ese desafío, solo que, al mismo tiempo, el hombre se encontrará confrontado con una crisis climática que demandará capitales sin precedente, movilizaciones de poblaciones de dimensiones bíblicas, grandes dosis de imaginación y coraje político. Todo junto no se podrá hacer y ese será el momento de comprender que el futuro es una noción hueca cuando no está precedida de una previsión perspicaz para hacer frente a esos cambios existenciales. 

http://indecquetrabajaiii.blogspot.com.ar/. INDECQUETRABAJA

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Nota: sólo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.