lunes, 28 de noviembre de 2022

EDITORIAL


Cuento del tío digital
Urge concientizar a los usuarios de canales electrónicos sobre las diversas formas de prevenir estafas, y a las empresas, para que refuercen su seguridad
Junto con el notable crecimiento del home banking, de las ventas, créditos y de todo tipo de operaciones comerciales a través de plataformas digitales experimentado durante la pandemia, también aumentaron las estafas virtuales y el robo de datos personales, al igual que los casos de suplantación de identidad para obtener beneficios de manera ilícita. Se trata de estafas por correo electrónico, aplicaciones maliciosas, fraudes de e-commerce y embauques a través de redes sociales, entre otras.
Datos recientes dan cuenta de que, cada diez minutos, se registra un nuevo caso de ciberestafa, en tanto que se producen casi 5000 fraudes virtuales en promedio por mes. Solo entre enero y marzo de este año los delitos de este tipo aumentaron un 200%.
El fenómeno comenzó a preocupar durante los meses de 2020 en los que rigió el aislamiento social preventivo y obligatorio. En ese período, en la ciudad de Buenos Aires, los ciberdelitos se incrementaron alrededor de un 80%, según datos de la Unidad Fiscal Especializada en Delitos y Contravenciones Informáticas porteña.
A partir del auge de la venta de bienes por internet, las tentativas de estafa virtual comenzaron a hacerse más habituales. Las más comunes, asociadas a la compra de un producto que no se recibirá nunca. Otro caso habitual es el de estafadores que tratan de aprovecharse de una venta propuesta por una plataforma de comercio electrónico, efectivizando la transacción por fuera de los canales propios del sitio web o de la aplicación.
Una mujer intentó vender unos frascos de 2000 pesos a través de una conocida plataforma de venta online. Un supuesto interesado se comunicó con ella y, a través de Whatsapp, propuso hacerle una transferencia inmediata a su cuenta bancaria con el fin de concretar la compra. Luego de que la vendedora le hiciera llegar el CBU de su cuenta bancaria y su número de DNI, el presunto cliente volvió a comunicarse con ella para advertirle que, por error, le había transferido 15.000 pesos en lugar de 2000. Como la vendedora comprobó efectivamente que había recibido esos 15.000 pesos en su cuenta, accedió a devolverle al supuesto interesado en los frascos la diferencia de 13.000 pesos a la cuenta bancaria que indicó el comprador, sin darse cuenta la vendedora de que esa cuenta era distinta a aquella desde la cual se le habían transferido los 15.000 pesos. Bastante tiempo después, la mujer descubrió que ese monto de dinero provenía de la cuenta de una entidad financiera que brindaba créditos personales en el acto y de forma online. Se trataba de un préstamo que ella nunca había solicitado, pero que el estafador logró gestionar haciéndose pasar por ella.
Otra modalidad cada vez más común es la de suplantación de identidad en la plataforma de mensajería Whatsapp, desde donde los ladrones toman el control de la cuenta y piden dinero con creativas excusas a todos los contactos o capturan esa información del damnificado y les escriben desde un supuesto nuevo número. Algo similar puede ocurrir con las cuentas de Instagram cuando las víctimas reciben un mensaje falso de un supuesto centro de ayuda denunciando una violación a derechos de copyright en busca de las credenciales de acceso de las víctimas a las redes. Por una cuenta de IG o Facebook se piden rescates de entre 55 y 70 dólares.
Hechos parecidos a los citados se multiplican y dan cuenta de la importancia de no caer en la trampa de brindar datos personales a desconocidos. El phishing, como se conoce a la obtención de información confidencial de los usuarios del sistema financiero mediante toda clase de ardides, también crece. Entre ellos, el envío de correos electrónicos por estafadores que buscan hacerse pasar por empresas u organizaciones genuinas para conseguir información confidencial de las personas habilitando el ingreso a sitios falsos en los que los desprevenidos cargan datos personales y claves convirtiéndose en víctimas de fraudes bancarios.
Algunas consideraciones que se deben tener en cuenta para evitar este y otro tipo de estafas son las siguientes: ß Extremar precauciones ante sospechosos sorteos, promociones o promesas de regalos. ß Estar siempre atentos a movimientos extraños en las cuentas bancarias. ß Utilizar los canales formales y evitar continuar las ventas por otros medios, como mensajería de Whatsapp, que invalidan cualquier reclamo. Así, una vez que los pagos son transferidos electrónicamente, el vendedor anónimo corta el contacto, bloquea a la víctima y da de baja la publicación, dejando al damnificado sin su dinero y sin el producto adquirido. ß Habilitar las verificaciones en dos pasos de las cuentas de correo electrónico propias para protegerse. ß No compartir los PIN o códigos de seguridad y claves. ß Finalmente, se recomienda, en caso de resultar víctima de una estafa virtual, que se haga la denuncia policial y se reporte el caso por correo a la Unidad Fiscal Especializada en Ciberdelincuencia (denunciasufeci@mpf.gov.ar). En la línea telefónica 5071-0040 se ofrece asesoramiento especializado.
De igual modo, es clave que las entidades bancarias y financieras extremen sus normas de seguridad informática, al igual que los recaudos para acreditar debidamente la identidad de quien solicita un préstamo personal, a raíz del crecimiento de los delitos asociados al robo de datos personales, a la suplantación de identidad y las estafas por medios electrónicos.
En tal sentido, es relevante que las distintas cámaras que agrupan a los bancos y a las fintechs hayan firmado un acuerdo de cooperación para prevenir y frenar los casos de fraude, con el compromiso de brindar una experiencia segura a quienes operan a través de canales digitales. De la misma manera, resulta saludable que entidades como la Cámara Argentina de Empresas de Servicios Financieros No Bancarios (Caesfi) haya ratificado su compromiso con las prácticas honestas y transparentes, así como su responsabilidad en elevar los niveles de educación financiera de la ciudadanía.
La ciberseguridad debe ser vista definitivamente como una inversión y no como un gasto por las empresas, al tiempo que, tanto desde el sector privado como desde el Estado, deberían profundizarse las campañas y acciones para concientizar a la población sobre el peligro de fraudes virtuales lamentablemente cada vez más sofisticados.
Cada diez minutos se registra un nuevo caso de ciberestafa y se producen casi 5000 fraudes virtuales en promedio por mes
El fenómeno comenzó a gestarse durante la pandemia, en los meses de aislamiento obligatorio, cuando muchas compras se realizaban forzosamente por canales digitales
Uno de los tantos delitos cibernéticos cuyo crecimiento preocupa especialmente es el de la suplantación de identidad en distintas plataformas desde las que los ladrones toman el control de la cuenta y piden dinero a los contactos de las víctimas

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