Viaje al interior. Propuestas de meditación y yoga en armonía con la naturaleza
En Bariloche o en lo profundo de las sierras cordobesas, entre otros sitios del país, opciones que combinan las bondades del mindfulness, prácticas orientales y paisajes reparadores
Flavia Tomaello
Cuando el escritor Graham Greene dijo que “viajar permite huir de la rutina diaria, del miedo al futuro”, seguramente no imaginaba que la pandemia nos convertiría en sujetos ávidos por salir de casa, pero de una manera diferente, de poder hacer otras cosas. Una encuesta que acaba de presentar Booking.com señala que la comunidad viajera argentina está más interesada que nunca en viajes dedicados a la meditación y el mindfulness (41%), mientras que el 36% aspira a encontrar la paz en un retiro silencioso. Por su parte, el 39% tiene ganas de hacer una pausa para centrarse en su salud mental, en su transformación personal o en la superación de momentos personales importantes.
Alelí Peiró, escritora, profesora de yoga y guía, sugiere que “la humanidad tomó conciencia de la importancia que tiene la salud psicofísica. El dinero no compra la salud ni mucho menos la felicidad. Esta filosofía nos enseña a tornar lo negativo en positivo y a ver la adversidad como una oportunidad de cambio”. Fue becaria en la Universidad del Yoga en Bangalore, ciudad conocida como la capital hindú del software. Licenciada en administración, especializada en innovación y nuevas tecnologías, es fundadora de la disciplina yoga trekking, una marca registrada de la que es pionera y que comenzó hace 15 años en Córdoba. “Combina caminatas por montañas, sierras y quebradas con el yoga, potenciando los beneficios de ambas disciplinas para el cuerpo y la mente –explica–. El contexto natural permite crear un ejercicio físico más completo y, a su vez, facilita llegar a un estado de relajación”.
La tendencia es internacional. El Global Wellness Institute (GWI) reveló en sus últimos informes que el bienestar se ha convertido en una fuerza importante en el mercado turístico mundial, con inversiones que llegaron a 720.000 millones de dólares.
Cable a tierra
La naturaleza es uno de los cables a tierra que comprometen el encuentro con el ocio saludable. Como adentrarse en la belleza de Bariloche, en Puerto Blest, a una hora de navegación de Puerto Pañuelo. El hotel Blest, inmerso en la tupida vegetación de la selva valdiviana, rodeado por el lago Frías y los cerros Tronador y Tres Hermanos, desarrolla un programa de yoga adaptado al nivel de cada participante, con prácticas simples pero muy profundas y caminatas meditativas. Los pilares son la respiración profunda, la postura corporal, la hidratación y la alimentación.
Yanina Coria, responsable de Marketing del hotel, cuenta que han comenzado “a invitar a expertos de la zona que ofrecerán charlas sobre alimentación ayurvédica, reflexología y mindfulness”. A la par, asegura que el espectro de visitantes es enorme: “recibimos jóvenes que eligen esta opción para sus vacaciones, hasta jubilados que aprovechan cualquier momento del año para escaparse a Bariloche en búsqueda de éste tipo de experiencias”. Para Coria, desde que se dieron a conocer como un destino de yoga, “hemos notado que el público de la ciudad, especialmente de Buenos Aires, que busca tranquilidad y sobre todo bienestar, elige cada vez más venir a experimentar la tranquilidad y la belleza de Puerto Blest”.
Mendoza enlaza con la cordillera y con algunas de las geografías del centro del país. En ese escenario, Club Tapiz, declarado patrimonio histórico, arquitectónico y turístico del municipio de Maipú, con larga historia en la producción de vinos, se abre al dictado de clases de yoga y masajes (sueco, de la casa, con aromaterapia, reflexología, reiki, fangoterapia), con vistas a los Andes.
La mediterránea Córdoba pone en clima con su aire serrano que llega con aroma a hierbas y atrae a “personas de todas las edades –según Alelí, precursora de las salidas que combinan yoga y trekking–, pero mayormente mujeres de 35 años en adelante. También hombres mayores de 40. En las sierras buscan relajarse y no pensar en frivolidades. Inician un viaje hacia el interior que los separa de las máquinas”.
Cerca, La Constancia es una estancia de montaña en una reserva natural de 1200 hectáreas al pie del cerro Champaquí. Una casa histórica rodeada por cerros, bosques y arroyos. Organizan una serie de retiros programados durante el año, para mayores de 12 años. Para septiembre (entre el 7 y el 10) habrá uno de sanación con caballos y naturaleza. En tanto, del 28 de septiembre al 1° de octubre desarrollarán un retiro para reparar el dolor infantil a través del juego perdido.
Nueva Castalia, en San Marco Sierra, es obra de Jorge Brasesco, monje budista zen e instructor en técnicas de meditación, y Mónica Lucero, terapeuta herbal holística. Ambos lideran retiros donde se interactúa con técnicas como constelaciones; trabajos energéticos de meditación;tareas para limpiar energías y talleres para aprender a leer el aura limpiando el campo energético.
“Esto nos ayuda a comprender parte del significado espiritual de nuestra experiencia humana y cómo transformarnos desde una visión del dolor, a una visión que nos conduzca a una experiencia de despertar, de iluminación, de plenitud y de alegría”, relata Jorge. Integran conocimientos de kundalini yoga, terapias de plantas, el contacto con la naturaleza y con el ecosistema, “dejando que la sana vibración de un entorno virgen ayude a recordar y transformar nuestra experiencia contaminada por el estrés o por las creencias ilusorias –añade Mónica–. Todo esto se desarrolla en un ambiente natural en estado casi virgen en donde el vínculo con la naturaleza se encuentra a flor de piel, produciendo una desconexión con el mundo externo, los conflictos y las obligaciones”.
Allí se desarrollan dos experiencias organizadas por la agencia de viajes sustentables Mater. El Viaje de Incayuyo (una profunda conexión con las plantas) y el Encuentro de Constelaciones para reconectar con nuestro linaje y constelar.
Un hilo rojo hacia uno mismo
Liliana Racauchi y José Bidart crearon Las Dalias en Traslasierra, construida en 3 hectáreas de parque siguiendo los principios de la arquitectura ecológica y bio climática. “Con materiales nobles sin tóxicos ni contaminantes ni campos electromagnéticos, propiciando un descanso ideal: los viajeros se jactan de la facilidad para conciliar el sueño y la cantidad de horas que descansan cuando nos visitan. La experiencia incluye yoga, Tai Chi, ejercicios bioenergéticos y meditación diariamente”, aporta José. “Lo que más pide la gente es la propuesta integral –cuenta Lucía–, con el cronograma de salud y descanso que les ayuda a cortar la rutina de las obligaciones. Les atrae mucho saber que vamos a programar para ellos desde la comida a las actividades y tratamientos de spa para generar un descanso saludable que les permita conectarse con ellos mismos y volver con energía renovada”. La cocina fue tomada como un eje central de wellness: “la propuesta de alimentación casera, natural, orgánica y equilibrada fue revolucionaria al comienzo, cuando aún no estaba en boga el tema”, concluye José.
Casa Alma, en Victoria, Entre Ríos, es un ecolodge basado en una arquitectura biológica y geometría sagrada. Verónica Martín, facilitadora de sanación reconectiva y reconexión personal, creadora del proyecto, dice: “este es un centro holístico que propone la búsqueda y bienestar en el cuerpo, mente y espíritu”. El sitio es un desborde de propuestas: spray áuricos con esencias naturales, cosmética natural con orujo de uva, mantas de lana con los colores de los chakras. Entre los programas que ofrecen se encuentran “Reconecta con tu alma”, sesiones individuales de sanación reconectiva y reconexión personal. “La mayoría –sigue Verónica–. busca descanso, bienestar y contacto con la naturaleza. En menor medida, aunque esta en incremento, sanación, terapias alternativas que acompañan procesos de enfermedades crónicas. Quien ingresa a Casa Alma reconecta con su propio ser y con lo simple y esencial para cambiar sus hábitos cotidianos y estilo de vida
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Serenidad y mucho verde en parajes poco conocidos de las sierras bonaerenses
Anónimos y con estilo rural, Gardey, Vela, Azucena, Fulton y La Pastora son un buen complemento de un viaje a Tandil
Silvina Beccar Varela
Las calles de Vela, para recorrer a ritmo pausado, a 50 kilómetros de Tandil
En los pueblos los paisajes nos resultan familiares: en el cotilleo de las vecinas o en sus almacenes de campo, bares de mesas de parroquianos que juegan al truco con ojos chispeantes de alcohol. Los gallos cantan y las gallinas cloquean de madrugada, los caballos flacos relinchan y espantan las moscas con su cola y aún resiste la casa abandonada. Allí también, el saludo con la mano y la cabeza inclinada y al pasar es moneda corriente, unas setenta veces por día, aproximadamente el número de posibilidades que existe de cruzarse con las mismas personas en el mismo puñado de manzanas.
En el otoño ya avanzado las veredas prolijas y no tanto de estos parajes con aroma a leña lucen su tapizado de hojas desgreñadas color marrón, y en la primavera las flores y las santa ritas trepan rejas y murallas de las casas bajas. O las rosas rojas, blancas y amarillas en los jardines frontales. Pero el tesoro oculto lo guardan sus historias mínimas, esas que unen las vidas de los personajes de los caseríos de Buenos Aires.
Los diversos pueblos y parajes que rodean Tandil son alrededor de 15 pero sólo algunos se abrieron al turismo: Gardey, María Ignacia Vela, Azucena, Fulton, La Pastora y De la Canal.
A 27 km desde Tandil, Gardey recibe a los visitantes con el canto de los pájaros, sus callecitas de tierra, y la amabilidad que caracteriza a los lugareños. Aquí se puede visitar La Capilla San Antonio de Padua para caminar y descansar luego en el arroyo Chapelofu, y, bajo la sombra de los arboles, disfrutar del silencio y los sonidos de la naturaleza. Los amantes de la pesca y la vida al aire libre también suelen acampar.
Si desea hacer un descanso y elige disfrutar de la gastronomía o de una tentadora picada al aire libre, el Almacén Vulcano es la opción ideal. Ubicado en la entrada al pueblo, justo en la esquina, fue el primer inmueble de mampostería construido en Gardey. Y cuenta con un espacio verde con mesas afuera para observar el atardecer de este pueblo. En la parte de atrás, de dicho almacén se encuentra el Museo de Malvinas, dónde se exhiben varios elementos de la época en homenaje a los caídos en combate.
Otras posibilidades: hacer cabalgatas programadas, visitar la Biblioteca Popular y las casas de artistas plásticos.
Siguiendo por el camino que une a Gardey con Vela se encuentra el Balneario Municipal. Altos árboles resguardan el lugar entre hamacas, y aguas cristalinas que se desploman entre las piedras inmensas. Es el lugar preferido para los que gustan de bañarse en aguas naturales acampar o comer un asado. Las instalaciones del predio cuentan con baños y parrillas, convirtiendo este espacio en un centro turístico y recreativo para la comunidad. Concentra una magia única, rodeado de campos verdes, fauna autóctona y la música natural que ofrece el agua.
A 9 kilómetros se llega al pueblo María Ignacia Vela, ubicado a 50 kilómetros de Tandil. Se trata de una localidad pequeña que mantiene un estilo antiguo de casas bajas de ladrillos a la vista.
Si bien la estrella turística de Vela es el balneario, vale la pena conocer diferentes sitios del paraje más poblado, como por ejemplo el museo histórico y de ciencias naturales Doctor Aurelio de Lusarreta donde se conservan elementos que reconstruyen la historia del pueblo.
Azucena se acomoda sobre el valle y despliega un paisaje serrano: todo parece estar en el puño de una mano; las sierras, la plaza del pueblo, lo que quedó del almacén de ramos generales, la iglesia, las casas bajas y sus habitantes. La entrada está a un costado del almacén 4 Esquinas, que forma parte del grupo de Turismo Rural Tandil, dónde se puede degustar un exquisito almuerzo al aire libre.
En el Paraje la Pastora, El Bar, funciona como la escuela de todas las cosas. Se puede ir un fin de semana a almorzar, con reserva previa y encargar prácticamente lo que uno desea. ¿Un lechón?. Allí se lo hacen y lo esperan.
A 38 km de Tandil por la ruta P. 74 en dirección a Ayacucho, para llegar a Fulton hay que seguir hasta el cruce de vías, y luego por un acceso consolidado de 8km. Los alfajores Estaful son famosos, y no vale perderse el almacén de Ramos General Adela, donde los productos regionales son pequeñas obras de arte de la gastronomía. Si lleva una bicicleta podrá adentrarse aún más en la naturaleza por los caminos rurales.
De la Canal es un pequeño poblado que conserva uno de los almacenes de campo más bellos. Se ubica a 35 km de Tandil, hacia el norte. Lasarte Hermanos tiene a disposición alimentos, ropa, artículos de bazar, ferretería, y también funciona como boliche. Abre de lunes a sábado con horario cortado; los domingos descansa.
En los pueblos los paisajes nos resultan familiares: en el cotilleo de las vecinas o en sus almacenes de campo, bares de mesas de parroquianos que juegan al truco con ojos chispeantes de alcohol. Los gallos cantan y las gallinas cloquean de madrugada, los caballos flacos relinchan y espantan las moscas con su cola y aún resiste la casa abandonada. Allí también, el saludo con la mano y la cabeza inclinada y al pasar es moneda corriente, unas setenta veces por día, aproximadamente el número de posibilidades que existe de cruzarse con las mismas personas en el mismo puñado de manzanas.
En el otoño ya avanzado las veredas prolijas y no tanto de estos parajes con aroma a leña lucen su tapizado de hojas desgreñadas color marrón, y en la primavera las flores y las santa ritas trepan rejas y murallas de las casas bajas. O las rosas rojas, blancas y amarillas en los jardines frontales. Pero el tesoro oculto lo guardan sus historias mínimas, esas que unen las vidas de los personajes de los caseríos de Buenos Aires.
Los diversos pueblos y parajes que rodean Tandil son alrededor de 15 pero sólo algunos se abrieron al turismo: Gardey, María Ignacia Vela, Azucena, Fulton, La Pastora y De la Canal.
A 27 km desde Tandil, Gardey recibe a los visitantes con el canto de los pájaros, sus callecitas de tierra, y la amabilidad que caracteriza a los lugareños. Aquí se puede visitar La Capilla San Antonio de Padua para caminar y descansar luego en el arroyo Chapelofu, y, bajo la sombra de los arboles, disfrutar del silencio y los sonidos de la naturaleza. Los amantes de la pesca y la vida al aire libre también suelen acampar.
Si desea hacer un descanso y elige disfrutar de la gastronomía o de una tentadora picada al aire libre, el Almacén Vulcano es la opción ideal. Ubicado en la entrada al pueblo, justo en la esquina, fue el primer inmueble de mampostería construido en Gardey. Y cuenta con un espacio verde con mesas afuera para observar el atardecer de este pueblo. En la parte de atrás, de dicho almacén se encuentra el Museo de Malvinas, dónde se exhiben varios elementos de la época en homenaje a los caídos en combate.
Otras posibilidades: hacer cabalgatas programadas, visitar la Biblioteca Popular y las casas de artistas plásticos.
Siguiendo por el camino que une a Gardey con Vela se encuentra el Balneario Municipal. Altos árboles resguardan el lugar entre hamacas, y aguas cristalinas que se desploman entre las piedras inmensas. Es el lugar preferido para los que gustan de bañarse en aguas naturales acampar o comer un asado. Las instalaciones del predio cuentan con baños y parrillas, convirtiendo este espacio en un centro turístico y recreativo para la comunidad. Concentra una magia única, rodeado de campos verdes, fauna autóctona y la música natural que ofrece el agua.
A 9 kilómetros se llega al pueblo María Ignacia Vela, ubicado a 50 kilómetros de Tandil. Se trata de una localidad pequeña que mantiene un estilo antiguo de casas bajas de ladrillos a la vista.
Si bien la estrella turística de Vela es el balneario, vale la pena conocer diferentes sitios del paraje más poblado, como por ejemplo el museo histórico y de ciencias naturales Doctor Aurelio de Lusarreta donde se conservan elementos que reconstruyen la historia del pueblo.
Azucena se acomoda sobre el valle y despliega un paisaje serrano: todo parece estar en el puño de una mano; las sierras, la plaza del pueblo, lo que quedó del almacén de ramos generales, la iglesia, las casas bajas y sus habitantes. La entrada está a un costado del almacén 4 Esquinas, que forma parte del grupo de Turismo Rural Tandil, dónde se puede degustar un exquisito almuerzo al aire libre.
En el Paraje la Pastora, El Bar, funciona como la escuela de todas las cosas. Se puede ir un fin de semana a almorzar, con reserva previa y encargar prácticamente lo que uno desea. ¿Un lechón?. Allí se lo hacen y lo esperan.
A 38 km de Tandil por la ruta P. 74 en dirección a Ayacucho, para llegar a Fulton hay que seguir hasta el cruce de vías, y luego por un acceso consolidado de 8km. Los alfajores Estaful son famosos, y no vale perderse el almacén de Ramos General Adela, donde los productos regionales son pequeñas obras de arte de la gastronomía. Si lleva una bicicleta podrá adentrarse aún más en la naturaleza por los caminos rurales.
De la Canal es un pequeño poblado que conserva uno de los almacenes de campo más bellos. Se ubica a 35 km de Tandil, hacia el norte. Lasarte Hermanos tiene a disposición alimentos, ropa, artículos de bazar, ferretería, y también funciona como boliche. Abre de lunes a sábado con horario cortado; los domingos descansa.
http://indecquetrabajaiii.blogspot.com.ar/. INDECQUETRABAJA
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