domingo, 22 de octubre de 2023

HUMOR SOCIAL Y LA ECONOMÍA SE ACELERA MAÑANA


Humor social. Los ciudadanos irán a votar con estrés y negatividad emocional
El temor al “cambio loco”, la inflación, los problemas cotidianos y el largo calendario electoral, que incluyó varias fechas de comicios locales, marcan el ritmo de estas horas del país
Texto Soledad Vallejos | Ilustración Ariel Escalante
“La verdad –dispara Karina, que tiene 51 años, es ingeniera informática y pide reserva de su apellido–, estoy recaliente. Llena de incertidumbre, enojo y fastidio. Lo único que tengo claro es que no quiero que sigan gobernando los que están ahora en el poder. Y si hasta hace poco me inclinaba por un voto bronca, por un cambio abrupto y alocado como el que encarna Milei, en la última semana, y después de algunos dichos de la gente que lo rodea, se me vino abajo todo otra vez. Nuestros políticos son un asco, deshonestos, corruptos, agresivos o misóginos. Es muy triste”, dice con una mezcla de decepción, desánimo y fastidio.
¿Cuál es el humor social que se respira por estas horas? ¿Con qué sentimientos llegan hoy los ciudadanos a las urnas? ¿Hubo acaso una desconexión o desenganche de la participación electoral, consecuencia de una campaña tan extensa? “No veo que la desafección o la falta de participación, que es una característica común a todos los procesos electorales de América Latina, sea el caso de la Argentina en este momento. Lo que predomina es una negatividad emocional, que por un lado tiene un componente activo, como la ira –señala Damián Fernández Pedemonte, director de la Escuela de Posgrados en Comunicación de la Universidad Austral–. Sin embargo, esa ira también puede tener un componente de esperanza, sobre todo en el núcleo duro que apoya a Milei, con esta idea central de que después de lo peor viene lo bueno, y que como hay un ciclo que se cae a pedazos llegará entonces la salvación”.
Por otro lado, Fernández Pedemonte suma el concepto de “negatividad pasiva”, que podría caracterizarse como frustración. Es la frustración, dice el experto, de los que descreen de que tanto una posible continuidad del candidato que representa al gobierno actual como el arribo de la fuerza partidaria de Cambiemos representen un cambio verdadero. “Ahí sí es posible que la negatividad pasiva pueda verse acompañada por un proceso de desvinculación –agrega Pedemonte–. Y además se suma el estrés, que se percibe en la calle sobre todo por la situación económica, la corrida del dólar, la incertidumbre a futuro; en las conversaciones cotidianas de la gente y en las intervenciones que hacen en las redes sociales”.
¿Temor al “cambio loco”?
José Luis Carella tiene 53 años, es periodista y padre de dos hijos. Confiesa que no recuerda un año en que haya tenido tanto trabajo y haya ganado tan poca plata. También considera que después de muchos años vislumbra una posibilidad, una pequeña luz representada en una tercera vía de romper con la hegemonía de las dos coaliciones que han gobernado durante los últimos quince años en la Argentina.
“Crecí en democracia. Ir a votar es algo muy importante para mí, un deber que tomo con mucha responsabilidad. Me gusta participar, nunca falté a una votación y veo en esta campaña una posibilidad para cambiar definitivamente las cosas. Veo que la gente está desgastada, como yo, como la mayoría, que sufrimos los avatares económicos y estamos estresados porque el dinero cada vez vale menos. Los salarios, además, siempre están por debajo de la inflación –considera Carella–. Sin embargo, noto emociones encontradas. Hay gente que ni tiene interés en votar, otros que están muy desanimados. Personas que se muestran muy animadas porque avizoran un cambio y los que tienen temor por ese volantazo, que califican como un cambio loco, como un salto al vacío”
Ese “cambio loco”, que según Pedemonte viene acompañado de mucha conflictividad social, el planeado cierre de la Secretaría de Derechos Humanos que propone el candidato de La Libertad Avanza y de la discusión de algunos consensos democráticos aceptados pacíficamente hasta ahora, es lo que impulsó a Cristina, una arquitecta de 78 años que también pide reserva de su apellido, a volver a las urnas después de mucho tiempo. “Hacía muchos años que no votaba, que no sentía la necesidad ni la obligación de participar de una elección presidencial, hasta ahora. Estaba totalmente ajena a la escena política, pero en este caso siento que es importante que vuelva a ejercer mi derecho a elegir, a expresarme. Me siento responsable de cómo puede seguir esta historia, es tan fuerte el cimbronazo a nivel nacional como a nivel planetario –considera Cristina, en referencia al conflicto en Medio Oriente–. Y si la política, los gobiernos y las instituciones siguen siendo el medio, entiendo que debo involucrarme”. Luego, insiste: “Es con plena conciencia que tenemos que involucrarnos”.
Preocupación dominante
Desde el Observatorio de Tendencias de Insight 21, de la Universidad Siglo 21, se realizó una nueva investigación que analizó los caminos posibles considerados por los argentinos para transformar la realidad actual, donde más de mil encuestados de las diferentes regiones del país respondieron sobre los temas prioritarios sobre los cuales debe centrarse esta transformación.
Como explica Andrés Pallaro, director del Observatorio, la preocupación predominante en el país por cuestiones económicas tiende a eclipsar los desafíos inherentes al funcionamiento de la democracia. “La persistente polarización política, la inestabilidad económica crónica, los casos de corrupción que minan la confianza en las instituciones gubernamentales y la brecha entre la retórica y la implementación efectiva de políticas públicas son problemas que siguen latentes –apunta Pallaro–. A pesar de la preeminencia de las preocupaciones económicas, es fundamental reconocer que abordar estos desafíos democráticos es crucial para fortalecer la estabilidad política y el bienestar a largo plazo”.
Con ese malestar por la situación económica del país, que le provoca insomnio desde hace algunos meses, llega al cuarto oscuro María Cecilia Núñez, que tiene 48 años, es profesora de danza y está a cargo de sus dos hijos. “Siento como si estuviera en un circo, en medio de un show de trapecistas sin red. Mi sensación es de angustia con mezcla de bronca y resignación, como si estuviéramos condenados a caer al vacío”, escenifica Núñez.
Algo de eso ve últimamente la neuropsicóloga Cynthia Zaiatz en su consultorio todos los días, donde trabaja como jefa del Departamento de Salud Mental del Sanatorio Modelo de Caseros. “La gente está muy cansada de escuchar decir a los políticos cosas que luego no cumplen. No llegar a fin de mes, ver que el dólar trepó a los $1000 y no saber qué puede pasar después de las elecciones genera, por un lado, mucha incertidumbre, y por el otro, mucha bronca. Mis pacientes llegan al consultorio alterados, personas que antes no se preocupaban tanto por los precios y hoy no les importa tener que caminar el barrio entero para comprar más barato. La gente está enojada porque trabajó todo el año y dice que no se va a poder ir de vacaciones. Y eso genera depresión”.
Un interés casi “morboso”
Como analista político y consultor, Carlos De Angelis hace una diferencia entre lo que sucedió durante la primera mitad de año, luego las elecciones PASO y ahora. “Llegamos a este año con mucha distancia, mucha decepción y falta de involucramiento, porque me parece que la atención de la gente es finita, y cuando uno está tan preocupado por bancar la cotidiana parece casi como un lujo o una frivolidad estar preocupado sobre la política. Y este discurso de los políticos es premilei. Lo que sucedió con Milei es que supo atraer la atención de los ciudadanos con inteligencia, le da una vuelta de tuerca con el concepto de la casta, que es un término que viene de la izquierda española. Captura ese descontento con su figura, su forma de expresión. Habla de economía y la gente lo entiende”, dice De Angelis.
Con respecto al año electoral, De Angelis hace referencia al fenómeno de las “elecciones adelantadas” en las distintas provincias del país, lo que generó una falta de interés en el electorado con respecto a lo que sucedía en la Capital. “Esto también es un punto, porque en ese momento la gente decía: ‘Bueno, a ver qué pasa en mi provincia, a quién voto’. La atención estaba puesta ahí”. Luego, apunta el sociólogo, el interés se disipa hasta el 13 de agosto, fecha de las PASO. “La elección general sí generó interés. Algunos dicen que hay un interés casi morboso. Es como decir ‘bueno, ¿y ahora qué pasa? ¿rompemos todo? Porque además hay algo que hizo Milei –que no sé si lo favorece o no– es que nunca relajó su discurso ni sus medidas. Aunque algunos de los planes los fue postergando, nadie sabe a ciencia cierta cuándo sucederá todo eso qué propone. Pero cuando vemos que se rompen relaciones con el Vaticano, el mundo detiene la respiración”, concluye el académico, que es profesor de Sociología de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires

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Los tiempos se acelerarán a partir de mañana
Marcos Buscaglia*


El resultado de la votación será definitorio para lo que pasará en adelante; los daños de una hiperinflación, según Buscaglia.
Uno de los momentos de mayor tensión en el proceso de creación de la primera bomba nuclear, como reflejó de manera extraordinaria el director Christopher Nolan en el film
Oppenheimer, fue el primer test llevado a cabo en Nuevo México el 16 de julio 1945, la llamada “Prueba Trinidad”. El objetivo era realizar un experimento controlado de la nueva tecnología y de las soluciones de ingeniería implementadas antes de llevarlas al campo de batalla. La tensión se originaba en que, unos meses antes, Edward Teller, uno de los científicos reclutados para llevar adelante el proyecto, llegó a la conclusión de que una explosión atómica podría desatar una reacción en cadena que encendería la atmósfera de todo el planeta. Aunque cálculos de otros científicos concluyeron que la probabilidad de tal evento era muy baja (“tiende a cero”), la duda persistía al momento de la prueba.
Javier Milei y sus acólitos parecen pensar que una hiperinflación es un experimento controlado como el de la “Prueba Trinidad”. En días recientes hizo declaraciones muy livianas, tales como “cuanto más alto esté (el dólar), es más fácil dolarizar”, o, cuando le preguntaron qué consejo le daría a una persona a la que se le vence un plazo fijo en pesos, recomendó comprar dólares y dijo: “Jamás en pesos, jamás en pesos. El peso es la moneda que emite el político argentino, por ende no puede valer ni excremento, porque esas basuras no sirven ni para abono.” Su adalid económico Carlos Rodríguez habla de Plan Bonex y de bajar la tasa de interés de las Leliq, lo cual implica acelerar la emisión monetaria, porque si baja la tasa de las Leliq tendrán que bajar la tasa de los depósitos, con lo cual la corrida hacia el dólar se aceleraría. Todas declaraciones que abonan el camino a la híper.
Esta necesidad de generar una hiperinflación para dolarizar surge porque el Gobierno no tiene dólares, el Banco Central tiene deudas netas en esa moneda, y porque nadie le va a prestar dólares al futuro gobierno para dolarizar. Pero la idea de que una hiperinflación podría ser un evento breve y controlado que licúe los activos en pesos, posibilitando así rápidamente la dolarización, es una quimera. Es que, así como los economistas de la coalición de Gobierno parecen soñar con ser (Roberto) Lavagna, olvidando que antes de Lavagna pasó Jorge Remes Lenicov con la pesificación asimétrica, la ruptura de contratos y un megaajuste fiscal, los economistas ligados a Milei parece que quisieran ser (Domingo) Cavallo, olvidando que antes de él estuvieron Miguel Ángel
Roig, Néstor Rapanelli y Erman González, y que en ese período la Argentina sufrió dos hiperinflaciones, un plan Bonex, y una brutal caída del PBI.
Si Milei no fuera, como suelen ser los dirigentes populistas, tan anticiencia, le pediría a cualquier economista más o menos formado que “calcule” que pasaría si se desata una hiperinflación. Seguramente le responderían que, una vez disparada, puede encender toda la atmósfera económica, social y, por lo tanto, política de la Argentina, en una reacción en cadena cuyo fin es imposible predecir.
Las hiperinflaciones son hechos muy traumáticos para una sociedad. No se trata solo de aumentos muy fuertes de precios. Se trata del colapso del sistema económico. La economía se para, porque no hay referencia para fijar precios, de una forma aún más extendida que lo que estamos viviendo estos días. Sin ventas, se paraliza la producción y por lo tanto cae el empleo. El sistema financiero se resiente y hay ruptura de contratos, incluida una cesación de pagos de deuda. La pobreza llega a niveles estratosféricos.
En un estudio de 2003 sobre las hiperinflaciones modernas, los economistas Carmen Reinhart y Miguel Savastano, entonces ambos en el FMI, concluyeron que: 1) los episodios modernos de hiperinflación no han sido ni breves ni rápidos, y pueden durar varios años; 2) la actividad económica colapsa en un episodio hiperinflacionario; 3) la hiperinflación produce una reducción abrupta del nivel de intermediación financiera y todos los episodios coincidieron con crisis bancarias; 4) el acceso al crédito internacional es inexistente tras una hiperinflación, en parte porque, antes o durante, hay incumplimientos de las obligaciones internacionales y, en parte, como consecuencia de los puntos 3 y 4; 5) el crecimiento económico posterior a una hiperinflación suele ser muy limitado.
Las hiperinflaciones no emergen de la nada. Se dan en países en los cuales, como en la Argentina, la bomba está preparada. Como señalan Reinhart y Savastano, surgen donde ya hubo muchos años de inflación alta y variable, con elevados déficits fiscales. Y, así como los militares y científicos que participaban del “Proyecto Manhattan” se pusieron a resguardo en la “Prueba Trinidad”, los argentinos hoy hacen lo mismo. La demanda de bonos en pesos del Gobierno cayó fuertemente, por temor a una reestructuración. Los depósitos en dólares aceleraron su caída y los de pesos suben a un ritmo muy inferior a la inflación, con una caída en términos absolutos de los plazos fijos y un aumento de los depósitos a la vista. Como consecuencia, la caída en la demanda de dinero se acelera y las reservas internacionales bajan a pasos crecientes. En octubre el Banco Central perdió US$881 millones en el mercado de cambios, y las reservas cayeron en US$2128 millones. En lo que va de 2023 se redujeron en US$19.801 millones. Están en menos de US$25.000 millones, y las netas en -US$10.500 millones. La situación es desesperante.
Todos estos eventos se acelerarán a partir de mañana. Si los argentinos encendemos la mecha de la hiperinflación, o la rapidez con la cual la encendemos, depende del resultado electoral de hoy. Un resultado en el que Sergio Massa entra a segunda vuelta sería el equivalente a retrasar el día de la “Prueba Trinidad” hasta el 18 de noviembre. En ese caso, lo más probable es que mantenga el tipo de cambio oficial fijo, que use los yuanes disponibles, si es que realmente están disponibles, y que ajuste el cepo financiero e importador. mientras, aumentará la potencia de la bomba económica con una extensión y expansión del “plan platita”. Los argentinos seguirán poniéndose al cubierto comprando dólares, con más presión sobre la brecha cambiaria.
Una victoria en primera vuelta de Milei pondría la “Prueba dolarización sin dólares” a funcionar a pleno. Los eventos de estas semanas de caída de la demanda de pesos y de activos y depósitos en pesos se acelerarían, a menos que desactive el proyecto de dolarización definitivamente. ¿Quién querría quedarse con activos en pesos cuando la única forma de dolarizar es licuarlos o reestructurarlos? Quizás, no sabemos, este sea el plan de Milei. Que la hiperinflación se desate antes del cambio de mandato, así, cuando asuma, la licuación ya esté concluida. Pero este pensamiento deja de lado la experiencia de las hiperinflaciones anteriores: no se trata de reacciones cuya extensión en el tiempo se pueda controlar, y lo más probable es que la híper continúe después del 10 de diciembre.
Esta discusión nos lleva a pensar cómo sería el andamiaje político sobre el cual transitaría Milei esta crisis. Carlos Menem pudo sobrevivir a dos hiperinflaciones y llegar a abril de 1991, gracias a que contaba con el fuerte apoyo del partido justicialista y de los sindicatos, y gracias a su gran habilidad política. Pero Milei cuenta con poco apoyo legislativo, y su habilidad para tender puentes está en dudas. Del otro lado, además, ¿quién querría cogobernar con él cuando la crisis esté candente? ¿Llevará esto a que tome el típico camino populista de saltear los procesos institucionales vigentes y querer implementar una democracia más directa, plebiscitaria? Esto nos llevaría muy probablemente a un choque de poderes. Es decir, el problema de gobernabilidad, que se presenta como un desafío gane quien gane la elección, es aún más acuciante para Milei en el contexto de una hiperinflación.
Un escenario en el que Patricia Bullrich entra a segunda vuelta, pero con una diferencia muy grande detrás de Milei, por caso 31% contra 39%, sería muy parecido al anterior. La mecha se encendería, y no se sabe si se llevaría puesto a lo que queda en pie del programa económico. Una diferencia más pequeña puede llegar a dilatar la reacción hasta el desenlace el 18 de noviembre.
Aunque la bomba de la hiperinflación no se dispare, ya sea porque Milei pierde la elección o porque desactiva el proyecto dolarizador una vez electo, algunas secuelas son inevitables. Además de una montaña de pesos emitidos para la campaña, quedará una deuda involuntaria de los importadores de más de US$20.000 millones, una posición de futuros de dólar vendidos por el Banco Central de US$8000 millones, reservas netas más negativas que las actuales, y un programa con el FMI caído. Para desarmar la bomba, además, habrá que devaluar para corregir un tipo de cambio oficial super atrasado, y subir tarifas y combustibles que terminarán con brechas de más del 80% respecto de su costo real. En el mejor de los escenarios, la inflación puede tocar el 300% a inicios de 2024. Y, si algún cable no es desarmado con precisión, la hiperinflación puede explotar de todas maneras.

http://indecquetrabajaiii.blogspot.com.ar/. INDECQUETRABAJA

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