La aventura del menemismo del siglo XXI
El presidente electo tomó distancia de Macri, pero sin romper; sueña con pescar apoyos del peronismo en un sistema que quedó en pedazos; el frenético armado del gabinete
Martín Rodríguez Yebra
Milei, en medio de la vorágine de la transición
Carlos Menem posó sus manos frágiles sobre las de Javier Milei, lo miró a los ojos y le dijo con el hilo de voz que le quedaba: “Vos vas a llegar. Tenés que ser presidente”. Corría 2019, el país volvía a abrazarse al kirchnerismo y el viejo jefe peronista se apagaba en el olvido. Había pedido ver a ese economista y panelista de TV con pelos locos que lo alababa como el mejor gobernante de la historia.
Milei agradeció el cumplido: “No, Carlos. La política me aburre”.
Los testigos de aquel único encuentro entre Menem y Milei lo describen con detalles que solo se recuerdan en las novelas o en los libros religiosos. El anticipo de algo en apariencia imposible aporta un toque mítico irresistible. Pero despojada de la anécdota profética, la historia aporta pistas sobre el plan político que imagina este nuevo presidente al que no le gusta la política.
Entender cómo se construye la sustentación de un gobierno sin partido propio y en pavorosa minoría parlamentaria resulta casi tan relevante como analizar su programa económico. Milei se inspira en el faro riojano. En su carta de intención no escrita, apunta a construir el menemismo en el siglo XXI antes que plantearse ser la continuidad del macrismo, como se especuló en las horas posteriores al triunfo en el balotaje.
Es cierto que la política le resulta una distracción. Sus armadores –con Guillermo Francos a la cabeza– operan entre los escombros del sistema político que dejó el terremoto electoral, pero las certezas son esquivas hasta que Milei encuentra el momento de decidir. A menudo al filo de un conflicto.
Una de las definiciones políticas más relevantes de la semana fue la postulación de Martín Menem para presidir la Cámara de Diputados. Milei lo decretó el jueves en una reunión de trasnoche con su gabinete en las sombras. “No quiero tener un quilombo con Macri”, dijo, según reconstruye un testigo de la conversación.
Macri pugnaba por acordar un esquema de gobernabilidad con base en el Congreso. Promovía a Cristian Ritondo para la presidencia de la Cámara baja. “No hay cogobierno”, fue su mantra desde el día 1. Francos –con aparente guiño de Milei– proponía a Florencio Randazzo, un peronista que por un lado abriera el juego de alianzas y por otro desmintiera la noción de que el presidente electo se arrojaba a los brazos del macrismo. La idea del “títere” es muy peligrosa después de la experiencia de Alberto Fernández, se oía en los pasillos del Hotel Libertador, la caótica Casa Rosada de la transición.
El ruido con Macri se potenció cuando Milei convocó a Patricia Bullrich para ofrecerle el área de Seguridad. “No negociamos ministerios. Es una decisión personal”, repetían desde el entorno del expresidente. Bullrich hizo correr mensajes filosos: “Yo no me someto a Macri”.
La crisis que se desató en un Pro derrotado, dividido y sin liderazgo ahondó la frialdad entre Milei y Macri. Pasaron más de una semana sin hablar. “Yo ya hice mi parte. Ayudé en el momento crítico de la campaña a que se impusiera el cambio. Ahora el que decide es él”, es una frase que citan fuentes de diálogo habitual con Macri. No quiere que le carguen en su cuenta ni a Bullrich ni tampoco al futuro ministro de Economía, Luis Caputo, al que avala como profesional, pero que llegó por su trato directo con el presidente electo.
Cerca de Macri recelan de Francos. Le atribuyen un plan para volcar a Milei hacia los peronistas sin tener en cuenta que la gente votó para desplazarlos. “Es un peligro. Te apoyan al principio y después te dejan tirado en las malas”, resume un diputado de indudable fidelidad al expresidente. Francos no perdió oportunidad de marcar la cancha cuando toreó: “Macri no compró acciones en el gobierno”.
La designación de Menem fue un gesto salomónico de Milei. optó por el camino que le reclamaban los legisladores electos de La Libertad Avanza (LLA), a los que vio por segunda vez el martes a la noche: ocupar los cargos institucionales con los propios, sin atarse las manos de entrada a un pacto de cúpulas. Cristina Kirchner lo ayudó a bajar el martillo cuando tuiteó que el gobierno debe designar a las autoridades de las cámaras que están en la línea de sucesión presidencial. Para ella cuanto menos macrismo mejor.
“Fue un gesto de independencia”, explican cerca del presidente electo. El apellido Menem pesó en la determinación. “Tiene estirpe”, dicen sobre el elegido, que fue quien llevó al líder libertario a conocer a su tío Carlos. Curiosamente es un Menem que solo se dedicó a la política de grande y por inspiración de Milei.
En el senado, eligieron al productor agropecuario formoseño Francisco Paoltroni como presidente provisional. Es el único de los siete senadores que tenía una construcción política preexistente a LLA. El jefe de bloque será el jujeño Ezequiel Atauche. En Diputados, ocupará ese lugar el porteño de pasado macrista oscar Zago.
Los números
Milei delegará en ellos y en Francos la construcción de pactos parlamentarios. Descuentan que Pro y también el radicalismo aprobarán las leyes iniciales. Apuestan a romper el bloque del peronismo unido. La vicepresidenta Victoria Villarruel también quiere terciar. Se reunió ya con todos los bloques del Senado y les anticipó que buscará personalmente apoyos, incluso negociando cara a cara con los gobernadores. El chisme les llegó a laderos de Milei, que miran con recelo el juego de la compañera de fórmula. Ella digiere la frustración de ver a Bullrich en Seguridad cuando en la campaña Milei habría prometido delegarle esa atribución. Queda por resolverse el casillero de Defensa, otra área que la vice creía propia y por la que pugna Bullrich (con Luis Petri como candidato a ministro).
En el Senado los libertarios llevan su propia contabilidad del numeroso bloque de Unión por la Patria. Creen que hay 14/15 kirchneristas de paladar negro que se opondrán a todo, pero distinguen a 7 “que están sueltos” (sin lazos ideológicos con Cristina ni gobernador de su partido) y 12 que responden a gobernadores abiertos a conversar. “Hay un océano donde pescar”, resume un senador clave de LLA. En Diputados es temporada primaveral: florecen bloques peronistas con el cartel de “disponible”. El gobernador de Salta, Gustavo Sáenz, ha sido uno de los más proclives al diálogo con el mileísmo pese a que hasta el domingo del balotaje se presentaba como “un hermano de la vida” de Sergio Massa. La caja apremia: los jefes provinciales peronistas cuentan las monedas para pagar los aguinaldos y despotrican contra la quita de recursos coparticipables que significó el “plan platita” que tanto aplaudieron en la campaña.
Massa reapareció con una promesa de enviarles dinero. Pidió que los 24 gobernadores fueran a verlo el miércoles y promovió un proyecto de ley para coparticipar el 50% del impuesto al cheque, en compensación por lo que perdieron las provincias con la reducción de Ganancias. En la reunión, Massa les pasó el texto a los gobernadores para que lo avalaran. El papel giraba de mano en mano y cada mandatario lo firmaba en el acto, como un cheque en blanco. Hasta que se lo dieron a Sáenz. El salteño se calzó los lentes y empezó a estudiarlo. Massa lo fulminó con la mirada. “¿¡Justo vos lo vas a leer!?” Hubo carcajadas. ¡Qué línea se perdió Mario Puzzo para Vito Corleone!: “El primero que se ponga los anteojos es el traidor”.
“La” ley
Una cosa es la disposición del peronismo a charlar y otra es que los acuerdos se concreten. Milei adoptó un tono deliberadamente sombrío para comunicar lo que vendrá. Cree que lo mejor es preparar a la sociedad para lo peor. Habla de hiperinflación –el infierno más temido– y puso de moda la palabra “estanflación”, que es como hablarle de agua hirviendo a la famosa rana de la olla.
El viaje a Estados Unidos de Milei cristalizó el pragmatismo. “La Casa Blanca y el FMI están en modo ‘esperar y ver’. Quieren saber si somos capaces de cumplir lo que prometemos”, explica una fuente libertaria. Como en la era de las “relaciones carnales”, el presidente electo cree que es vital dejar en claro el giro en la orientación de la política internacional. Pero Milei, Caputo y Nicolás Posse no trajeron de Washington compromisos de préstamos en el corto plazo para sostener el plan de reformas. “Nosotros vamos desde el primer día al déficit cero, pase lo que pase. Esa es la señal de nuestro lado”, añade un futuro ministro.
El clima de “última oportunidad” acompaña la voluntad de Milei de jugarse todo a una ley gigantesca que sintetiza su plan de reformas. “La última vez que la vi tenía 900 páginas el proyecto”, dice uno de los huéspedes del Hotel Libertador.
La designación de Rodolfo Barra como procurador del Tesoro hace juego con la nostalgia menemista y la noción de que se pasó del “que se vayan todos” al “que vuelvan todos”. Se lo presentaron a Milei como uno de los máximos expertos en derecho administrativo. Por su debilidad parlamentaria, el nuevo presidente necesitará a menudo moverse con decretos que puedan superar el test de constitucionalidad.
A Milei lo tomó por sorpresa la reacción negativa que provocó el regreso de Barra a la primera línea. No tenía registro de la polémica que lo hizo renunciar al gobierno de Menem en 1996 cuando se difundieron imágenes de su juventud haciendo el saludo nazi. ¿Podrá el presidente electo sostenerlo y al mismo tiempo no herir su vínculo preferencial con Israel ni diluir sus gestos hacia la comunidad judía?
Milei estudia el ambicioso programa que elaboró Federico Sturzenegger para eliminar regulaciones. Todavía no se definió qué cargo tendrá el autor. Lo lógico sería que fuera ministro, pero la promesa de tener solo ocho ministerios funciona casi como un dogma (casualmente o no, la cantidad que tuvo el primer Menem). En algún momento Milei analizó degradar Seguridad a una secretaría (a cargo de Francos) para abrir un lugar adicional. Bullrich no hubiera aceptado en esas condiciones. Ahora se discute si Salud sale de la órbita del megaministerio de Capital Humano, que arma, entre conflictos y presiones incesantes, Sandra Pettovello, otra debutante en la profesión de la política. Tal vez Milei flexibilice su cábala numérica.
Bullrich selló su incorporación el viernes cuando Milei se convenció de que no iba a provocar una ruptura con Macri. Antes ella tuvo que anunciar que no buscaría seguir como presidenta de Pro. Macri le concedió una felicitación pública en la que se encargó de subrayar que era “un compromiso personal”.
Por una vía paralela se mueven los 10 gobernadores de Juntos por el Cambio, que aspiran a ser los garantes de la gobernabilidad. Coinciden con Macri en la idea de no cogobernar, sino de darles sustento parlamentario a las reformas. Pero tienen la vocación de no dejarse “liderar desde afuera”. Ansían actuar como un bloque que defienda los intereses de sus provincias y se piense claramente como oposición.
A nivel parlamentario se encaminan a unificar los bloques de la UCR (en Diputados quedará como jefe el cordobés Rodrigo de Loredo; en el Senado, el correntino Eduardo Vischi). Martín Lousteau suma apoyos para presidir el Comité Nacional, con el aval de los gobernadores.
“Tenemos la responsabilidad de construir una alternativa a este gobierno. No podemos arriesgarnos a que, si sale mal, lo que venga a continuación sea otra vez el kirchnerismo”, explica uno de los jefes provinciales con más predicamento.
La desconfianza ante lo nuevo atraviesa a peronistas, radicales y macristas. La transición viene marcada por desprolijidades, urgencias y extravagancias. El equipo de gobierno se arma a puro vértigo y los pactos políticos parecen regirse por la lógica del jenga.
Milei le cumplió a Menem el presagio de llegar lejos. Le toca ahora la parte más difícil si quiere imitarlo: transformar de raíz el modelo económico argentino, sin contar con el arte del riojano para el ejercicio de la política ni con las mayorías parlamentarias de las que aquel gozaba. Con las fuerzas de choque peronistas agazapadas para resistir en la calle. Y bajo la mirada de una sociedad que acaso no tenga esta vez, como en los 90, la tolerancia para soportar dos años de ensayo y error.
El ruido con Macri se potenció cuando Milei convocó a Patricia Bullrich
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Mercosur-ue: Milei pide el acuerdo, pero Fernández se niega a firmarlo
contrapunto. La cuestión se define a pocas horas del recambio
Carlos Menem posó sus manos frágiles sobre las de Javier Milei, lo miró a los ojos y le dijo con el hilo de voz que le quedaba: “Vos vas a llegar. Tenés que ser presidente”. Corría 2019, el país volvía a abrazarse al kirchnerismo y el viejo jefe peronista se apagaba en el olvido. Había pedido ver a ese economista y panelista de TV con pelos locos que lo alababa como el mejor gobernante de la historia.
Milei agradeció el cumplido: “No, Carlos. La política me aburre”.
Los testigos de aquel único encuentro entre Menem y Milei lo describen con detalles que solo se recuerdan en las novelas o en los libros religiosos. El anticipo de algo en apariencia imposible aporta un toque mítico irresistible. Pero despojada de la anécdota profética, la historia aporta pistas sobre el plan político que imagina este nuevo presidente al que no le gusta la política.
Entender cómo se construye la sustentación de un gobierno sin partido propio y en pavorosa minoría parlamentaria resulta casi tan relevante como analizar su programa económico. Milei se inspira en el faro riojano. En su carta de intención no escrita, apunta a construir el menemismo en el siglo XXI antes que plantearse ser la continuidad del macrismo, como se especuló en las horas posteriores al triunfo en el balotaje.
Es cierto que la política le resulta una distracción. Sus armadores –con Guillermo Francos a la cabeza– operan entre los escombros del sistema político que dejó el terremoto electoral, pero las certezas son esquivas hasta que Milei encuentra el momento de decidir. A menudo al filo de un conflicto.
Una de las definiciones políticas más relevantes de la semana fue la postulación de Martín Menem para presidir la Cámara de Diputados. Milei lo decretó el jueves en una reunión de trasnoche con su gabinete en las sombras. “No quiero tener un quilombo con Macri”, dijo, según reconstruye un testigo de la conversación.
Macri pugnaba por acordar un esquema de gobernabilidad con base en el Congreso. Promovía a Cristian Ritondo para la presidencia de la Cámara baja. “No hay cogobierno”, fue su mantra desde el día 1. Francos –con aparente guiño de Milei– proponía a Florencio Randazzo, un peronista que por un lado abriera el juego de alianzas y por otro desmintiera la noción de que el presidente electo se arrojaba a los brazos del macrismo. La idea del “títere” es muy peligrosa después de la experiencia de Alberto Fernández, se oía en los pasillos del Hotel Libertador, la caótica Casa Rosada de la transición.
El ruido con Macri se potenció cuando Milei convocó a Patricia Bullrich para ofrecerle el área de Seguridad. “No negociamos ministerios. Es una decisión personal”, repetían desde el entorno del expresidente. Bullrich hizo correr mensajes filosos: “Yo no me someto a Macri”.
La crisis que se desató en un Pro derrotado, dividido y sin liderazgo ahondó la frialdad entre Milei y Macri. Pasaron más de una semana sin hablar. “Yo ya hice mi parte. Ayudé en el momento crítico de la campaña a que se impusiera el cambio. Ahora el que decide es él”, es una frase que citan fuentes de diálogo habitual con Macri. No quiere que le carguen en su cuenta ni a Bullrich ni tampoco al futuro ministro de Economía, Luis Caputo, al que avala como profesional, pero que llegó por su trato directo con el presidente electo.
Cerca de Macri recelan de Francos. Le atribuyen un plan para volcar a Milei hacia los peronistas sin tener en cuenta que la gente votó para desplazarlos. “Es un peligro. Te apoyan al principio y después te dejan tirado en las malas”, resume un diputado de indudable fidelidad al expresidente. Francos no perdió oportunidad de marcar la cancha cuando toreó: “Macri no compró acciones en el gobierno”.
La designación de Menem fue un gesto salomónico de Milei. optó por el camino que le reclamaban los legisladores electos de La Libertad Avanza (LLA), a los que vio por segunda vez el martes a la noche: ocupar los cargos institucionales con los propios, sin atarse las manos de entrada a un pacto de cúpulas. Cristina Kirchner lo ayudó a bajar el martillo cuando tuiteó que el gobierno debe designar a las autoridades de las cámaras que están en la línea de sucesión presidencial. Para ella cuanto menos macrismo mejor.
“Fue un gesto de independencia”, explican cerca del presidente electo. El apellido Menem pesó en la determinación. “Tiene estirpe”, dicen sobre el elegido, que fue quien llevó al líder libertario a conocer a su tío Carlos. Curiosamente es un Menem que solo se dedicó a la política de grande y por inspiración de Milei.
En el senado, eligieron al productor agropecuario formoseño Francisco Paoltroni como presidente provisional. Es el único de los siete senadores que tenía una construcción política preexistente a LLA. El jefe de bloque será el jujeño Ezequiel Atauche. En Diputados, ocupará ese lugar el porteño de pasado macrista oscar Zago.
Los números
Milei delegará en ellos y en Francos la construcción de pactos parlamentarios. Descuentan que Pro y también el radicalismo aprobarán las leyes iniciales. Apuestan a romper el bloque del peronismo unido. La vicepresidenta Victoria Villarruel también quiere terciar. Se reunió ya con todos los bloques del Senado y les anticipó que buscará personalmente apoyos, incluso negociando cara a cara con los gobernadores. El chisme les llegó a laderos de Milei, que miran con recelo el juego de la compañera de fórmula. Ella digiere la frustración de ver a Bullrich en Seguridad cuando en la campaña Milei habría prometido delegarle esa atribución. Queda por resolverse el casillero de Defensa, otra área que la vice creía propia y por la que pugna Bullrich (con Luis Petri como candidato a ministro).
En el Senado los libertarios llevan su propia contabilidad del numeroso bloque de Unión por la Patria. Creen que hay 14/15 kirchneristas de paladar negro que se opondrán a todo, pero distinguen a 7 “que están sueltos” (sin lazos ideológicos con Cristina ni gobernador de su partido) y 12 que responden a gobernadores abiertos a conversar. “Hay un océano donde pescar”, resume un senador clave de LLA. En Diputados es temporada primaveral: florecen bloques peronistas con el cartel de “disponible”. El gobernador de Salta, Gustavo Sáenz, ha sido uno de los más proclives al diálogo con el mileísmo pese a que hasta el domingo del balotaje se presentaba como “un hermano de la vida” de Sergio Massa. La caja apremia: los jefes provinciales peronistas cuentan las monedas para pagar los aguinaldos y despotrican contra la quita de recursos coparticipables que significó el “plan platita” que tanto aplaudieron en la campaña.
Massa reapareció con una promesa de enviarles dinero. Pidió que los 24 gobernadores fueran a verlo el miércoles y promovió un proyecto de ley para coparticipar el 50% del impuesto al cheque, en compensación por lo que perdieron las provincias con la reducción de Ganancias. En la reunión, Massa les pasó el texto a los gobernadores para que lo avalaran. El papel giraba de mano en mano y cada mandatario lo firmaba en el acto, como un cheque en blanco. Hasta que se lo dieron a Sáenz. El salteño se calzó los lentes y empezó a estudiarlo. Massa lo fulminó con la mirada. “¿¡Justo vos lo vas a leer!?” Hubo carcajadas. ¡Qué línea se perdió Mario Puzzo para Vito Corleone!: “El primero que se ponga los anteojos es el traidor”.
“La” ley
Una cosa es la disposición del peronismo a charlar y otra es que los acuerdos se concreten. Milei adoptó un tono deliberadamente sombrío para comunicar lo que vendrá. Cree que lo mejor es preparar a la sociedad para lo peor. Habla de hiperinflación –el infierno más temido– y puso de moda la palabra “estanflación”, que es como hablarle de agua hirviendo a la famosa rana de la olla.
El viaje a Estados Unidos de Milei cristalizó el pragmatismo. “La Casa Blanca y el FMI están en modo ‘esperar y ver’. Quieren saber si somos capaces de cumplir lo que prometemos”, explica una fuente libertaria. Como en la era de las “relaciones carnales”, el presidente electo cree que es vital dejar en claro el giro en la orientación de la política internacional. Pero Milei, Caputo y Nicolás Posse no trajeron de Washington compromisos de préstamos en el corto plazo para sostener el plan de reformas. “Nosotros vamos desde el primer día al déficit cero, pase lo que pase. Esa es la señal de nuestro lado”, añade un futuro ministro.
El clima de “última oportunidad” acompaña la voluntad de Milei de jugarse todo a una ley gigantesca que sintetiza su plan de reformas. “La última vez que la vi tenía 900 páginas el proyecto”, dice uno de los huéspedes del Hotel Libertador.
La designación de Rodolfo Barra como procurador del Tesoro hace juego con la nostalgia menemista y la noción de que se pasó del “que se vayan todos” al “que vuelvan todos”. Se lo presentaron a Milei como uno de los máximos expertos en derecho administrativo. Por su debilidad parlamentaria, el nuevo presidente necesitará a menudo moverse con decretos que puedan superar el test de constitucionalidad.
A Milei lo tomó por sorpresa la reacción negativa que provocó el regreso de Barra a la primera línea. No tenía registro de la polémica que lo hizo renunciar al gobierno de Menem en 1996 cuando se difundieron imágenes de su juventud haciendo el saludo nazi. ¿Podrá el presidente electo sostenerlo y al mismo tiempo no herir su vínculo preferencial con Israel ni diluir sus gestos hacia la comunidad judía?
Milei estudia el ambicioso programa que elaboró Federico Sturzenegger para eliminar regulaciones. Todavía no se definió qué cargo tendrá el autor. Lo lógico sería que fuera ministro, pero la promesa de tener solo ocho ministerios funciona casi como un dogma (casualmente o no, la cantidad que tuvo el primer Menem). En algún momento Milei analizó degradar Seguridad a una secretaría (a cargo de Francos) para abrir un lugar adicional. Bullrich no hubiera aceptado en esas condiciones. Ahora se discute si Salud sale de la órbita del megaministerio de Capital Humano, que arma, entre conflictos y presiones incesantes, Sandra Pettovello, otra debutante en la profesión de la política. Tal vez Milei flexibilice su cábala numérica.
Bullrich selló su incorporación el viernes cuando Milei se convenció de que no iba a provocar una ruptura con Macri. Antes ella tuvo que anunciar que no buscaría seguir como presidenta de Pro. Macri le concedió una felicitación pública en la que se encargó de subrayar que era “un compromiso personal”.
Por una vía paralela se mueven los 10 gobernadores de Juntos por el Cambio, que aspiran a ser los garantes de la gobernabilidad. Coinciden con Macri en la idea de no cogobernar, sino de darles sustento parlamentario a las reformas. Pero tienen la vocación de no dejarse “liderar desde afuera”. Ansían actuar como un bloque que defienda los intereses de sus provincias y se piense claramente como oposición.
A nivel parlamentario se encaminan a unificar los bloques de la UCR (en Diputados quedará como jefe el cordobés Rodrigo de Loredo; en el Senado, el correntino Eduardo Vischi). Martín Lousteau suma apoyos para presidir el Comité Nacional, con el aval de los gobernadores.
“Tenemos la responsabilidad de construir una alternativa a este gobierno. No podemos arriesgarnos a que, si sale mal, lo que venga a continuación sea otra vez el kirchnerismo”, explica uno de los jefes provinciales con más predicamento.
La desconfianza ante lo nuevo atraviesa a peronistas, radicales y macristas. La transición viene marcada por desprolijidades, urgencias y extravagancias. El equipo de gobierno se arma a puro vértigo y los pactos políticos parecen regirse por la lógica del jenga.
Milei le cumplió a Menem el presagio de llegar lejos. Le toca ahora la parte más difícil si quiere imitarlo: transformar de raíz el modelo económico argentino, sin contar con el arte del riojano para el ejercicio de la política ni con las mayorías parlamentarias de las que aquel gozaba. Con las fuerzas de choque peronistas agazapadas para resistir en la calle. Y bajo la mirada de una sociedad que acaso no tenga esta vez, como en los 90, la tolerancia para soportar dos años de ensayo y error.
El ruido con Macri se potenció cuando Milei convocó a Patricia Bullrich
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Mercosur-ue: Milei pide el acuerdo, pero Fernández se niega a firmarlo
contrapunto. La cuestión se define a pocas horas del recambio
Jaime Rosemberg
Diana Mondino propone un rediseño de la política exterior
Pese a que en una semana dejará la presidencia, Alberto Fernández no aceptará la voluntad de su sucesor electo, Javier Milei, y se negará a rubricar el postergado acuerdo entre el Mercosur y la Unión Europea, que se tratará el jueves próximo en la cumbre del bloque regional en Río de Janeiro, a la que asistirá el presidente saliente.
La futura canciller, Diana Mondino, se mostró esperanzada en que Fernández firme ese acuerdo antes de irse, pero el gobierno saliente aduce que se alteró el espíritu de ese pacto comercial y por eso no lo piensa suscribir.
Faltan aún unos días para asumir como canciller del gobierno de Javier Milei, pero Diana Mondino ya reconoce que se siente algo agotada. Entre compromiso y compromiso, y en un trabajo contra reloj para culminar la transición con el gobierno saliente y armar su propio equipo, Mondino proyecta una cancillería “mucho más abierta” centrada en la búsqueda de inversiones, en el contexto de acuerdos regionales con bloques como la Unión Europea, que por estas horas intenta cerrar el Mercosur. “Ojalá Alberto Fernández cierre el acuerdo la semana que viene”, dice la futura canciller a la nacion, aunque desde el Palacio San Martín son escépticos sobre la posibilidad de concretar el demorado acuerdo en tan pocos días. Conciliadora con China y Brasil, Mondino niega que la visita del expresidente brasileño Jair Bolsonaro traiga aparejados roces con el presidente Luiz Inacio Lula da Silva, y confirma que la Argentina “no va a formar parte de ningún club de amigos”, en referencia a organismos revitalizados durante el kirchnerismo, como la Unasur o la Celac.
–¿Qué cambia el 10 de diciembre en política exterior? ¿ El cambio será gradual o de ciento ochenta grados?
–Esperemos que cambien muchas cosas, que la Argentina pueda insertarse en el mundo a mucha mayor velocidad. Y particularmente que podamos abrir no solo la economía sino también la sociedad, lo que implica mayores exportaciones, intercambio de estudiantes, de tecnología, posibilidad de que empresas argentinas puedan desarrollarse en el exterior, y viceversa. Una economía, y un país, mucho más abierto que el que tenemos ahora.
–¿El cambio estaría dado por la apertura, entonces?
–Exactamente, un país más interrelacionado con el mundo.
–La semana que viene se lleva a cabo la Cumbre del Mercosur en Río de Janeiro, irá el presidente Alberto Fernández. ¿No hubiera sido mejor que fueran los dos? ¿Por qué no se dio?
–Es una decisión del gobierno actual si quiere abrirlo a otro, si invitaba o no a Milei. Hemos expresado que estamos de acuerdo con el último texto del tratado Unión Europeamercosur, y ojalá se pueda concretar. Si lo pudieran firmar los cuatro presidentes sería muy bueno, habrá de todos modos que esperar hasta que se comience a implementar.
–Si lo firman la semana que viene, lo aceptaría el nuevo gobierno…
–Por supuesto. No solo lo vamos a respetar… me gustaría que el título de esta nota sea que deseo que ojalá Alberto Fernández lo concrete. Los tratados duran mucho más tiempo, los países también, las personas y los gobiernos van y vienen, tenemos que pensar en el largo plazo.
–La cumbre se hace en Río de Janeiro. ¿Cómo quedó la relación con el gobierno de Lula luego de su visita, el domingo?
–Esperemos que mejore aún más. La verdad, no ha habido ningún obstáculo de parte de nosotros, fue más bien parte de la campaña sucia (del Gobierno) decir cosas como que cortaríamos relaciones con Brasil, cosa que no tiene ningún sentido. Esperamos que se pueda trabajar en conjunto, y la buena voluntad de Brasil es notoria… ¡abrir Itamaraty un domingo para poder reunirnos es extraordinario! También de parte de nosotros, que fuimos para allá. Es mucho más que una cortesía lo que hicieron ellos.
–Pero las cosas que Milei dijo de Lula están grabadas…
–A ver… ¿Qué fue lo que dijo? ¿Qué era comunista? Ha sido afiliado a ese partido, ¿Cuál es el problema?
–También hizo referencia a los problemas judiciales de Lula…
–Y del lado de Lula también se apoyó bastante al candidato (Sergio) Massa, pero no por eso se pueden afectar las relaciones entre los países. Me preocupan muchísimo este tipo de preguntas, porque es pensar que las personas individualmente pueden afectar tanto las instituciones o el funcionamiento de dos democracias. Tenemos que distinguir entre Estado, gobierno y personas, los países duran para siempre. Los que venden cosas son las empresas, los que compran, los que viajan son las personas, no los gobiernos.
–¿La postura hacia Brasil se replica en el vínculo con China?
–Por supuesto, por supuesto.
–¿Qué pasará con las represas que se estaban construyendo en Santa Cruz? ¿Y con el swap de monedas vigente con ese país?
–Son dos cosas diferentes. El gobierno chino envió una carta muy amable a Javier como presidente electo, y claramente hay voluntad y posibilidad de continuar una excelente relación con China. Lo que hemos criticado no es a China, sino a nuestro gobierno actual, que tiene una serie de tratos secretos que no han sido aprobados por el Congreso. Por ejemplo, las condiciones del swap no se conocen, tal vez son estupendas, pero no son públicas. Vamos a tratar de tener un gobierno transparente, ojalá lo logremos.
–Aliados de China, como Cuba, Venezuela y Nicaragua, tuvieron trato cercano con el kirchnerismo. ¿Cómo será el vínculo?
–El concepto de aliados tiene unos cincuenta años de antigüedad, Argentina trabaja con categorías que ya no existen en el mundo. Vamos a tratar de sostener nuestros valores democráticos, y si algún empresario quiere comerciar con alguno de estos países va a poder hacerlo, no va a tener ningún inconveniente. Me refiero a las empresas, no a los gobiernos, que no compran ni venden, o al menos no deberían.
–¿Y sus presidentes serán invitados a venir a la jura?
–Las invitaciones a los presidentes las tiene que enviar, en su mayoría, Presidencia. Lo que estamos haciendo nosotros son invitaciones personales, en una forma mucho más informal, y algunos hasta los estamos invitando por Whatsapp (se ríe).
–¿La visita de (Jair) Bolsonaro no genera malestar en el gobierno de Brasil? Aseguran que vendrá con una gran comitiva…
–¿Esto es para la revista ¡Hola!? (se ríe). Los jefes de Estado están invitados, y si vienen otros invitados… es toda gente grande, se comportarán. No debería haber una dificultad porque venga zutano o mengano.
–Al margen de la entrada a los Brics, que el gobierno entrante pone en duda, durante el gobierno de Alberto Fernández, la Argentina se incorporó a la Unasur y revitalizó la Celac, ambas con fuerte impronta ideológica. ¿La Argentina seguirá formando parte?
–La Argentina tiene que estar en todos los ámbitos que nos ayuden a crecer o a desarrollarnos. En cada caso en particular, también con los Brics, habrá que ver de qué se trata, cómo se está trabajando, hay organismos que tienen utilidad para un determinado fin, y otros que son un club de amigos. De los que tienen cuotas altas (de membresía), mantendremos los que tienen utilidad. El club de amigos que se lo pague cada uno, no que lo paguen los 47 millones de argentinos.
–Al regresar de Washington, el presidente electo reafirmó su cercanía a Estados Unidos e Israel. ¿Qué significa en términos concretos esta alianza?
–Fue una forma de ejemplificar que estaremos con las democracias liberales, que también incluyen a Europa, al Commonwealth, con la India, que hoy es la democracia con mayor cantidad de habitantes del mundo. Vamos a trabajar lo más cerca posible, siendo una democracia liberal, de otros países que tengan respeto al derecho internacional.
–¿Podría haber hecho algo más la Argentina en las gestiones por la liberación de los rehenes argentinos en poder de Hamas en la Franja de Gaza?
–Siempre se puede hacer más, pero esto no es un reproche al Gobierno, son muchos los países que estaban interesados en la liberación de sus compatriotas. Ha sido (el ataque de Hamas) una situación de una crueldad inusitada, los testimonios son escalofriantes, ojalá no hubiese existido esta situación, o se hubiese resuelto antes.
–Después del diálogo con el canciller Cameron y su visita a la embajada británica, ¿hasta dónde llegará el reclamo por la soberanía de Malvinas?
–Va a llegar hasta que recuperemos la soberanía de Malvinas.
–¿Habrá un “paraguas” como en el gobierno de Cambiemos, donde se acordaron discutir otros temas?
–La forma de lograrlo depende de la habilidad negociadora, pero en sí mismo el reclamo no es negociable, está en nuestra Constitución.
–Parece haber muchos exfuncionarios del gobierno de Cambiemos en su próximo equipo.
–Por definición, los embajadores y secretarios llevan muchos años de carrera, han trabajado en todos los gobiernos anteriores, porque la Cancillería tiene funcionarios al servicio del país. Sus ideas políticas quedan en un segundo plano en relación con los intereses a largo plazo del país, que son los que hay que mantener y justificar.
Pese a que en una semana dejará la presidencia, Alberto Fernández no aceptará la voluntad de su sucesor electo, Javier Milei, y se negará a rubricar el postergado acuerdo entre el Mercosur y la Unión Europea, que se tratará el jueves próximo en la cumbre del bloque regional en Río de Janeiro, a la que asistirá el presidente saliente.
La futura canciller, Diana Mondino, se mostró esperanzada en que Fernández firme ese acuerdo antes de irse, pero el gobierno saliente aduce que se alteró el espíritu de ese pacto comercial y por eso no lo piensa suscribir.
Faltan aún unos días para asumir como canciller del gobierno de Javier Milei, pero Diana Mondino ya reconoce que se siente algo agotada. Entre compromiso y compromiso, y en un trabajo contra reloj para culminar la transición con el gobierno saliente y armar su propio equipo, Mondino proyecta una cancillería “mucho más abierta” centrada en la búsqueda de inversiones, en el contexto de acuerdos regionales con bloques como la Unión Europea, que por estas horas intenta cerrar el Mercosur. “Ojalá Alberto Fernández cierre el acuerdo la semana que viene”, dice la futura canciller a la nacion, aunque desde el Palacio San Martín son escépticos sobre la posibilidad de concretar el demorado acuerdo en tan pocos días. Conciliadora con China y Brasil, Mondino niega que la visita del expresidente brasileño Jair Bolsonaro traiga aparejados roces con el presidente Luiz Inacio Lula da Silva, y confirma que la Argentina “no va a formar parte de ningún club de amigos”, en referencia a organismos revitalizados durante el kirchnerismo, como la Unasur o la Celac.
–¿Qué cambia el 10 de diciembre en política exterior? ¿ El cambio será gradual o de ciento ochenta grados?
–Esperemos que cambien muchas cosas, que la Argentina pueda insertarse en el mundo a mucha mayor velocidad. Y particularmente que podamos abrir no solo la economía sino también la sociedad, lo que implica mayores exportaciones, intercambio de estudiantes, de tecnología, posibilidad de que empresas argentinas puedan desarrollarse en el exterior, y viceversa. Una economía, y un país, mucho más abierto que el que tenemos ahora.
–¿El cambio estaría dado por la apertura, entonces?
–Exactamente, un país más interrelacionado con el mundo.
–La semana que viene se lleva a cabo la Cumbre del Mercosur en Río de Janeiro, irá el presidente Alberto Fernández. ¿No hubiera sido mejor que fueran los dos? ¿Por qué no se dio?
–Es una decisión del gobierno actual si quiere abrirlo a otro, si invitaba o no a Milei. Hemos expresado que estamos de acuerdo con el último texto del tratado Unión Europeamercosur, y ojalá se pueda concretar. Si lo pudieran firmar los cuatro presidentes sería muy bueno, habrá de todos modos que esperar hasta que se comience a implementar.
–Si lo firman la semana que viene, lo aceptaría el nuevo gobierno…
–Por supuesto. No solo lo vamos a respetar… me gustaría que el título de esta nota sea que deseo que ojalá Alberto Fernández lo concrete. Los tratados duran mucho más tiempo, los países también, las personas y los gobiernos van y vienen, tenemos que pensar en el largo plazo.
–La cumbre se hace en Río de Janeiro. ¿Cómo quedó la relación con el gobierno de Lula luego de su visita, el domingo?
–Esperemos que mejore aún más. La verdad, no ha habido ningún obstáculo de parte de nosotros, fue más bien parte de la campaña sucia (del Gobierno) decir cosas como que cortaríamos relaciones con Brasil, cosa que no tiene ningún sentido. Esperamos que se pueda trabajar en conjunto, y la buena voluntad de Brasil es notoria… ¡abrir Itamaraty un domingo para poder reunirnos es extraordinario! También de parte de nosotros, que fuimos para allá. Es mucho más que una cortesía lo que hicieron ellos.
–Pero las cosas que Milei dijo de Lula están grabadas…
–A ver… ¿Qué fue lo que dijo? ¿Qué era comunista? Ha sido afiliado a ese partido, ¿Cuál es el problema?
–También hizo referencia a los problemas judiciales de Lula…
–Y del lado de Lula también se apoyó bastante al candidato (Sergio) Massa, pero no por eso se pueden afectar las relaciones entre los países. Me preocupan muchísimo este tipo de preguntas, porque es pensar que las personas individualmente pueden afectar tanto las instituciones o el funcionamiento de dos democracias. Tenemos que distinguir entre Estado, gobierno y personas, los países duran para siempre. Los que venden cosas son las empresas, los que compran, los que viajan son las personas, no los gobiernos.
–¿La postura hacia Brasil se replica en el vínculo con China?
–Por supuesto, por supuesto.
–¿Qué pasará con las represas que se estaban construyendo en Santa Cruz? ¿Y con el swap de monedas vigente con ese país?
–Son dos cosas diferentes. El gobierno chino envió una carta muy amable a Javier como presidente electo, y claramente hay voluntad y posibilidad de continuar una excelente relación con China. Lo que hemos criticado no es a China, sino a nuestro gobierno actual, que tiene una serie de tratos secretos que no han sido aprobados por el Congreso. Por ejemplo, las condiciones del swap no se conocen, tal vez son estupendas, pero no son públicas. Vamos a tratar de tener un gobierno transparente, ojalá lo logremos.
–Aliados de China, como Cuba, Venezuela y Nicaragua, tuvieron trato cercano con el kirchnerismo. ¿Cómo será el vínculo?
–El concepto de aliados tiene unos cincuenta años de antigüedad, Argentina trabaja con categorías que ya no existen en el mundo. Vamos a tratar de sostener nuestros valores democráticos, y si algún empresario quiere comerciar con alguno de estos países va a poder hacerlo, no va a tener ningún inconveniente. Me refiero a las empresas, no a los gobiernos, que no compran ni venden, o al menos no deberían.
–¿Y sus presidentes serán invitados a venir a la jura?
–Las invitaciones a los presidentes las tiene que enviar, en su mayoría, Presidencia. Lo que estamos haciendo nosotros son invitaciones personales, en una forma mucho más informal, y algunos hasta los estamos invitando por Whatsapp (se ríe).
–¿La visita de (Jair) Bolsonaro no genera malestar en el gobierno de Brasil? Aseguran que vendrá con una gran comitiva…
–¿Esto es para la revista ¡Hola!? (se ríe). Los jefes de Estado están invitados, y si vienen otros invitados… es toda gente grande, se comportarán. No debería haber una dificultad porque venga zutano o mengano.
–Al margen de la entrada a los Brics, que el gobierno entrante pone en duda, durante el gobierno de Alberto Fernández, la Argentina se incorporó a la Unasur y revitalizó la Celac, ambas con fuerte impronta ideológica. ¿La Argentina seguirá formando parte?
–La Argentina tiene que estar en todos los ámbitos que nos ayuden a crecer o a desarrollarnos. En cada caso en particular, también con los Brics, habrá que ver de qué se trata, cómo se está trabajando, hay organismos que tienen utilidad para un determinado fin, y otros que son un club de amigos. De los que tienen cuotas altas (de membresía), mantendremos los que tienen utilidad. El club de amigos que se lo pague cada uno, no que lo paguen los 47 millones de argentinos.
–Al regresar de Washington, el presidente electo reafirmó su cercanía a Estados Unidos e Israel. ¿Qué significa en términos concretos esta alianza?
–Fue una forma de ejemplificar que estaremos con las democracias liberales, que también incluyen a Europa, al Commonwealth, con la India, que hoy es la democracia con mayor cantidad de habitantes del mundo. Vamos a trabajar lo más cerca posible, siendo una democracia liberal, de otros países que tengan respeto al derecho internacional.
–¿Podría haber hecho algo más la Argentina en las gestiones por la liberación de los rehenes argentinos en poder de Hamas en la Franja de Gaza?
–Siempre se puede hacer más, pero esto no es un reproche al Gobierno, son muchos los países que estaban interesados en la liberación de sus compatriotas. Ha sido (el ataque de Hamas) una situación de una crueldad inusitada, los testimonios son escalofriantes, ojalá no hubiese existido esta situación, o se hubiese resuelto antes.
–Después del diálogo con el canciller Cameron y su visita a la embajada británica, ¿hasta dónde llegará el reclamo por la soberanía de Malvinas?
–Va a llegar hasta que recuperemos la soberanía de Malvinas.
–¿Habrá un “paraguas” como en el gobierno de Cambiemos, donde se acordaron discutir otros temas?
–La forma de lograrlo depende de la habilidad negociadora, pero en sí mismo el reclamo no es negociable, está en nuestra Constitución.
–Parece haber muchos exfuncionarios del gobierno de Cambiemos en su próximo equipo.
–Por definición, los embajadores y secretarios llevan muchos años de carrera, han trabajado en todos los gobiernos anteriores, porque la Cancillería tiene funcionarios al servicio del país. Sus ideas políticas quedan en un segundo plano en relación con los intereses a largo plazo del país, que son los que hay que mantener y justificar.
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