Macron criticó el pacto y le hizo un guiño a Milei por sus iniciativas
Marcó diferencias con Lula y dijo que Milei tiene “propuestas audaces”
DUBÁI.– El presidente francés, Emmanuel Macron, anunció ayer que viajará en marzo a Brasil para discutir con su par Luiz Inácio Lula da Silva sobre el acuerdo comercial entre la Unión Europea (UE) y el Mercosur, que, tal como está ahora, “no es bueno para nadie”, dijo el mandatario galo. Y le envió un mensaje al presidente electo argentino, Javier Milei, al señalar que “tiene propuestas muy audaces”.
Macron anunció la decisión de ir a Brasil después de reunirse con Lula en la conferencia de las Naciones Unidas sobre el clima (COP28), en Dubái. Según la presidencia brasileña, la visita tendrá lugar el 27 de marzo.
El mandatario francés justificó que existían una “agenda bilateral extremadamente densa” y “una muy amplia coincidencia de puntos de vista” con Lula, a quien consideró un presidente “visionario” y “valiente”. Citó, por ejemplo, la lucha contra la deforestación, las cuestiones de defensa, los intereses económicos y los temas culturales.
Sin embargo, ambos tienen visiones contrarias sobre el futuro del acuerdo comercial entre la UE y el Mercosur, sellado en 2019, tras veinte años de arduas negociaciones. El acuerdo no fue ratificado debido a las preocupaciones del bloque europeo sobre las políticas medioambientales, especialmente de Brasil. “Es un acuerdo que no es bueno para nadie”, ratificó Macron.
“Se trata de un acuerdo completamente contradictorio con lo que está haciendo Brasil y lo que estamos haciendo nosotros. El acuerdo se negoció hace 20 años y lo hemos intentado remendar, de mala manera, porque no tiene en cuenta ni la biodiversidad ni el clima”, argumentó.
Por otro lado, Macron contó que habló con Milei y afirmó que tiene “propuestas muy audaces”, sin nombrar cuáles. “Sobre la cuestión climática, espero que se adhiera porque verá que es algo bueno para su país”, agregó sobre el líder libertario, quien en el pasado negó el calentamiento global. Macron expresó su deseo de “enriquecer” las relaciones bilaterales.
En los últimos días, la futura canciller, Diana Mondino, se mostró confiada en alcanzar el acuerdo Mercosur-ue, que permitirá “reducir tiempos, costos operativos, y se va a eliminar la discrecionalidad”.
En tanto, Lula se refirió a las complicaciones en la negociación con Macron para el acuerdo entre los dos bloques regionales. “Cada país tiene derecho a tener su propia posición. Siempre ha sido más difícil llegar a un acuerdo con Francia, porque es más proteccionista. La Unión Europea no tiene la misma posición; piensa de otra manera”, declaró el mandatario brasileño ante los periodistas en Dubái.
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El Gobierno anticipa que no suscribirá el tratado Mercosur-unión Europea
Debería ser rubricado esta semana en la cumbre de Río de Janeiro; aduce que se alteró el espíritu del pacto original de 2019
Cecilia Devanna
La Argentina no firmará el acuerdo Mercosur-Unión Europea, en el marco de la próxima cumbre del Mercosur, prevista para este jueves en Río de Janeiro. La posición del gobierno de Alberto Fernández va a contramano de lo que busca la administración entrante, en cabeza de Javier Milei. Diana Mondino, futura ministra de Relaciones Exteriores, se había referido esta semana al acuerdo y sostuvo: “No es solo con la UE, sino también con el EFTA, Singapur y Asean, son puertas que se abren que son monumentales. Ojalá se firme ahora, Alberto lo concrete y se lleve ese logro. Mucho mejor tener el acuerdo que no tenerlo”.
En diálogo el canciller saliente Santiago Cafiero explicó la decisión del país de no rubricar el acuerdo al sostener que “el acuerdo Mercosur-que que fue iniciado en 2019 tiene un impacto negativo en la industria del Mercosur, sin reportar a cambio beneficios para sus exportaciones agropecuarias, que están limitadas por cuotas muy restrictivas y sujetas a regulaciones ambientales unilaterales que las exponen a una vulnerabilidad a futuro”. Tras lo que agregó que el Pacto Verde, que estableció la UE en 2019, poco después de iniciada la búsqueda del acuerdo con el Mercosur, “supone que ya hay mayores costos y restricciones para las exportaciones del Mercosur de alimentos y otros productos”.
En las últimas horas los presidentes de España, Pedro Sánchez, y de Brasil, Luiz Inácio “Lula” da Silva, coincidieron en dar un último “impulso político” para que la UE y el Mercosur puedan cerrar finalmente el acuerdo. Fue en Dubái, donde ambos participan de la Conferencia de las Partes (COP28) sobre cambio climático. Aunque su par francés, Emmanuel Macron, se expresó en sentido contrario
Desde el Gobierno negaron rispideces con los demás países y enmarcaron lo que sucede en una situación de negociación, en la que España, al igual que los países de la UE, “quiere que se firme”. “Sin broncas, es una negociación. Ellos ganan un buen mercado, el Mercosur aún no tiene claro cuál sería su ganancia”, completaron. Tras lo que aseguraron que “el Mercosur comparte que no se llegó con las metas que se habían establecido”, aunque en principio la Argentina sería el único que no firme, lo que implica la no entrada en vigor del acuerdo.
En diálogo con este diario Cafiero agregó que en 2019, luego de iniciado el acuerdo, no se avanzó hacia la suscripción porque cambiaron las autoridades europeas y la nueva comisión planteó las nuevas demandas en materia ambiental, que recién concretó tres años y medio después, en marzo de este año. Tras lo que agregó: “A partir de la presentación de un documento adicional por parte de la UE, hemos estado trabajando intensamente con los colegas del Mercosur, siempre con el objetivo de proponer modificaciones que permitan generar condiciones para el desarrollo de nuevas cadenas de valor, entre ellas las vinculadas a la electromovilidad, en las que podamos generar empleo y exportaciones con valor agregado”.
El funcionario, que esta semana dejará el Palacio San Martín rumbo a la Cámara de Diputados, agregó que “las conversaciones seguirán y el trabajo realizado es mucho, pero no están dadas las condiciones para firmar el acuerdo. Las demandas del Mercosur están todas sobre la mesa y defienden los intereses del agro y de la industria. Como ya hemos dicho en distintas oportunidades, un acuerdo puede ser beneficioso, pero no cualquier acuerdo lo es. Seguiremos trabajando para lograr las incorporaciones que son necesarias para que las brechas y asimetrías entre los dos bloques no solo no aumenten, cristalizando al Mercosur como proveedor de materias primas, sino que se reduzcan en la conformación cadenas de valor equilibradas”.
La cronología del acuerdo
El acuerdo fue iniciado en 2019, cuando en la Argentina estaba el gobierno de Mauricio Macri. Fue poco después de los primeros movimientos alrededor del tema que la UE lanzó el Pacto Verde Europeo, que constituye un conjunto de regulaciones con gran impacto en las exportaciones del Mercosur a ese bloque.
En torno de eso la Argentina propuso desde el inicio de este año, cuando se reiniciaron las conversaciones, la necesidad de una revisión del acuerdo para alcanzar resultados “más equilibrados para ambos bloques”. La iniciativa fue rechazada por la UE y resistida también por algunos de los socios del Mercosur. Desde el Gobierno siempre se insistió en la voluntad de avanzar con la firma partiendo del texto 2019, pero buscando poner sobre la mesa de negociaciones una serie acotada de propuestas que fuentes que se ocupan del tema siempre consideraron “mínimas e imprescindibles”.
En el caso del gobierno argentino, se considera que el impacto negativo del preacuerdo de 2019 es doble.
Primero porque, sostienen, tendría un efecto negativo sobre el mercado interno (por “la competencia que significa para las pymes argentinas el ingreso de productos de origen europeo”) y, al mismo tiempo, las empresas argentinas perderían una parte significativa de sus exportaciones a Brasil y al resto de los países del Mercosur. Brasil es el principal socio comercial de la Argentina. Tras lo que agregan que las exportaciones argentinas al Mercosur tienen una participación elevada de bienes industriales de mayor contenido tecnológico, con impacto positivo en la cantidad y calidad de empleo que se genera en el país.
En junio de este año Fernández se había reunido con la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, en la Casa Rosada. Allí, tras la reunión, ambos dieron sus puntos de vista sobre el tema, que dejaron ver que persistían las diferencias.
Fernández dijo: “Todos sabemos que hubo un principio de acuerdo, que después pedimos la revisión porque entendíamos que no atendió acabadamente los intereses de la región”. Tras lo que agregó:. “Queremos un acuerdo, pero que balancee las economías de cada una de las regiones y tenga en cuenta esas asimetrías”, detalló el mandatario, quien consideró el encuentro como “muy fructífero”.
Por su parte, Von der Leyen agregó: “Somos socios económicos de los que podemos fiarnos mutuamente y es hora de pasar al siguiente nivel”. Entonces agregó que su voluntad de que a nivel político el acuerdo estuviera cerrado para antes de fin de año, algo que finalmente no está en vías de concretarse.
Luego volvieron a verse a mitad de año en Bruselas, donde Fernández sostuvo que “el Pacto Verde ha alterado sustancialmente lo que se había firmado en junio del 2019”. Agregó que “hay cuestiones que observamos con Lula en las que estamos trabajando. Hay una voluntad de todos para alcanzar el acuerdo”, para luego manifestar su deseo de poder firmar el acuerdo para esta altura del año. Lo que finalmente no será.
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Milei cosechó el apoyo de EE.UU., pero hay dudas por el plan económico
La Casa Blanca se mostró proclive a respaldar al nuevo gobierno tras la visita del presidente electo; las señales de Caputo
Rafael Mathus Ruiz
WASHINGTON.- Una etiqueta del menemismo volvió a despuntar esta semana en Washington: “relaciones carnales”. Javier Milei se acercará todo lo que pueda a Estados Unidos, un realineamiento que, esta semana, encontró eco en la apertura y el pragmatismo del gobierno de Joe Biden para trabajar con líderes parados en la vereda opuesta a la Casa Blanca. Pero esa primera señal de respaldo convive con las fuertes dudas sobre el plan económico y el equipo de Luis “Toto” Caputo, ya apremiado por conseguir financiamiento.
Milei y su círculo más cercano se fueron de Washington con la tranquilidad de que Biden dará una mano en la ardua tarea de reparar la economía. La visita de dos días transcurrió por los carriles habituales, sin estridencias, un contraste notable con la campaña del candidato outsider, rupturista, sin experiencia, que llegó a lo más alto del poder martillando a la “casta política”, motosierra en mano.
“La visita de Milei a Washington fue tan bien como se podía esperar”, evaluó Michael Shifter, senior
fellow del Diálogo Interamericano. “A pesar de que Milei profesó admiración por Donald Trump, el gobierno de Biden le abrió sus brazos al presidente electo. Después de todo, Milei dijo que buscaba relaciones estrechas con Estados Unidos e Israel. Además, estaba claro para Estados Unidos que Milei era un trabajo en progreso, y hubo una diferencia entre el candidato y el presidente electo, mostró mayor pragmatismo”, completó.
El posicionamiento de Milei a favor de las democracias liberales y en contra de las autocracias, su respaldo inquebrantable a Ucrania y Israel, y sus distancias de China son armonías con Biden que, por ahora, eclipsan las diferencias. Atento su nuevo rol, Milei no vio a Trump en su primer viaje como presidente electo. El embajador norteamericano, Marc Stanley, jugó un papel clave en el armado de la agenda.
“Si bien la visita generó algunas esperanzas de una relación productiva entre Milei y Estados Unidos, es prudente mantener las expectativas bajo control. Todavía hay mucha incertidumbre sobre la dirección que seguirá el gobierno de Milei, junto con una considerable incertidumbre sobre la política norteamericana para el próximo período”, matiza Shifter.
El asunto crítico será la nueva negociación con el FMI. Más allá del respaldo de la Casa Blanca y de que Milei trae, para muchos, la expectativa de un plan más profundo que el que podría haber generado Sergio Massa, en Estados Unidos reinan dudas sobre el equipo, la hoja de ruta, su viabilidad, su implementación, y, en última instancia, su probabilidad de éxito.
La primera duda es sobre el equipo. La designación de Caputo al frente de Economía –y la mudanza de los socios de su consultora, Anker, al Palacio de Hacienda– arraigó la inquietud de si traerá un plan integral, sólido, o si buscará soluciones rápidas respaldado en su expertise para conseguir dólares. En EE.UU. ven que la Argentina necesita un programa de estabilización complejo que requiere de una mirada amplia y un diseño fino, y muchos ven a Caputo como un experto en finanzas y no un economista todoterreno.
Ante la falta de precisiones sobre el plan, volvió a circular un informe de Anker de mayo, crítico de la dolarización. “La columna vertebral del próximo programa económico debe ser el equilibrio fiscal. Insistimos en algo, la dolarización no es una solución mágica a los problemas del país”, orienta ese análisis. Pero el apartado que llamó la atención es otro: Caputo y su equipo calculan que, con un nuevo programa económico, se pueden conseguir 12.000 millones de dólares del mercado, 15.000 millones de dólares del Fondo, y otros 4000 millones de dólares por activos del Fondo de Garantía de Sustentabilidad de la Anses.
Ahí empiezan a aparecer las dudas sobre la viabilidad. Muchos descuentan que Caputo ya está buscando –y conseguirá– financiamiento, y prevén que el Fondo dará oxígeno, es decir, seguirá refinanciando los vencimientos, y podría incluso adelantar desembolsos bajo condición de que, primero, se implementen las primeras medidas del nuevo plan. Pero nadie ve un cheque de 15.000 millones de dólares, aun con un ajuste draconiano. Al programa vigente le quedan giros por solo 6500 millones de dólares. El otro punto es la obsesión con la bola de Leliq. Varios economistas coinciden en que no es el principal problema, y ponen el foco en llegar al “déficit cero”. Y ahí surge la madre de todas las dudas: si Caputo puede lograr el ajuste fiscal que propone Milei.
Monica de Bolle, senior fellow del Instituto Peterson de Economía Internacional, escribió que la única solución realista a los problemas de la Argentina reside en “una combinación de profundas reformas fiscales, institucionales y monetarias similares a lo que hizo Brasil en 1994 con su Plan Real”. De Bolle cree que hay que construir “murallas chinas” entre el Tesoro y el Banco Central –el nombramiento de Santiago Bausili, socio y amigo de Caputo, como presidente del Central aleja esa idea–, cerrar acuerdos de responsabilidad fiscal con las provincias y aprobar una nueva moneda, un trabajo hercúleo que exige decisiones duras, difíciles de masticar y una “enorme coordinación política”.
http://indecquetrabajaiii.blogspot.com.ar/. INDECQUETRABAJA
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