Espert queda al frente de la Comisión de Presupuesto con la misión del déficit cero
Encabezará el órgano en el que se deberá tratar el tramo más complejo de la ley ómnibus que enviará el Gobierno; pide que el paquete sea fragmentado
Laura Serra
La Comisión de Presupuesto y Hacienda, la más importante de la Cámara de Diputados, ya tiene quien la presida: José Luis Espert. El propio presidente Javier Milei lo confirmó el sábado último luego de haber mantenido varias reuniones a solas con el dirigente de Avanza Libertad, hoy integrante del Frente Pro. Con su designación al frente de esta comisión estratégica, Espert tendrá como misión prioritaria el abordaje de las iniciativas económicas y fiscales con las que el presidente Milei procura alcanzar el déficit cero en las cuentas públicas este año.
En diálogo Espert exaltó el gesto de Milei y del bloque de diputados de La Libertad Avanza de confiar en él, un dirigente que responde a otra fuerza política, como presidente de la Comisión de Presupuesto, y remarcó que sus coincidencias con el jefe del Estado en materia fiscal “son totales”.
“El Presidente tuvo un gesto magnánimo al proponerme como presidente de la comisión más importante de la Cámara; privilegió la coherencia que he mantenido a lo largo de 40 años por sobre las pertenencias partidarias. Ambos compartimos el mismo concepto: el problema económico de corto plazo en la Argentina es fiscal”, enfatizó Espert, quien también agradeció “el gran gesto de generosidad” de Martín Menem, presidente de la Cámara de Diputados, y de sus pares de La Libertad Avanza de ceder la presidencia de la Comisión de Presupuesto en un dirigente que no revista en las filas del oficialismo.
No bien arranque el nuevo año, le imprimirá un ritmo “intenso” a la tarea de la comisión. En los próximos días se prevé el arribo al Congreso del paquete de iniciativas con las que el Gobierno pretende reducir a cero el déficit fiscal –calculado en 5,2% del PBI– y equilibrar las cuentas públicas. En pos de ese objetivo se avanzará en dos frentes: un fuerte recorte en el gasto público y, en paralelo, en medidas que alienten una mayor recaudación, como la reversión del impuesto a las ganancias y la suba de retenciones en algunos productos agropecuarios.
“Debemos alcanzar el déficit cero cuanto antes, de manera urgente, por lo que deberíamos imprimirle un ritmo de mucha intensidad y rapidez a la tarea de la comisión. No hay tiempo que perder: la inflación lanzada en diciembre orillaría entre el 25 y el 30%, lo mismo en enero –advirtió Espert–. Es fundamental en esta instancia reducir críticamente las expectativas de inflación hacia adelante; mucho de esto dependerá del ritmo que le impongamos en la comisión”.
El legislador aclaró, no obstante, que la rapidez en el debate legislativo no será sinónimo de aprobación exprés de las iniciativas. “Vamos a abordar las leyes con seriedad, pero no a los empellones. Ese no es mi estilo”, sostuvo Espert, quien confirmó que el ministro de Economía, Luis Caputo, será invitado a la comisión para informar a los legisladores sobre los detalles de las iniciativas de su competencia.
–¿El Poder Ejecutivo enviará un solo proyecto, tipo “ómnibus”, o desdoblará las iniciativas en distintos proyectos de ley?
–No lo sé, pero creo que se facilitaría el trámite legislativo si el Gobierno enviara al Congreso las iniciativas por temas para que sean estudiados seriamente. El Poder Ejecutivo ya puso en marcha un paquete de medidas tipo “ómnibus” con el decreto de necesidad y urgencia para desregular la economía, lo que ya generó un clima difícil en la Cámara.
–¿Qué opina de ese megadecreto? La mayoría de los bloques de la oposición cuestionaron que el Poder Ejecutivo haya impuesto tantas medidas económicas de fondo por medio de un DNU.
–Está bien, es un muy buen punto de partida para empezar a discutir cosas que hace rato que no se discuten en la Argentina, entre ellas que haya una menor intervención del Estado en la economía. Faltan un montón de reformas estructurales, como la reforma laboral y la reforma previsional, pero este DNU es un muy buen primer paso.
–El presidente Milei confirmó que se avanzará en la reversión del impuesto a las ganancias. ¿No se recarga demasiado el peso del ajuste fiscal sobre la clase asalariada?
–El 40% del ajuste del déficit de 5,2 puntos del PBI recae sobre el gasto de la política, cosa que nunca antes había ocurrido en democracia. Es un hecho a destacar. El 60% restante lamentablemente cae sobre los justos, no sobre los pecadores. Sobre el tema impositivo, el impuesto a las ganancias es un muy buen impuesto: yo voté en contra de la eliminación de la cuarta categoría por dos razones, primero porque es un buen impuesto y segundo porque, cuando Sergio Massa (exministro de Economía) lo instrumentó, lo hizo sin la correspondiente rebaja del gasto público. Yo estoy de acuerdo con revertir la eliminación de la cuarta categoría, pero hay que discutir bien el ajuste en las escalas no solo para los asalariados en relación de dependencia, sino también para monotributistas y autónomos, dos sectores que han sido los olvidados de siempre cada vez que se discute una reducción de Ganancias. Por supuesto también hay que discutir el piso mínimo no imponible: debe ser lo suficientemente alto, con alícuotas graduales por escala para que no afecte en demasía. En la Argentina lo que es una aberración es el tsunami de impuestos distorsivos que existen. Entre ellos, Ingresos Brutos.
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El PJ en el Senado busca dejar de lado su interna para unirse contra Milei
La derrota a manos de una mayoría circunstancial en la elección de autoridades provocó malestar con la conducción de Mayans, pero el debate del DNU aplacó las críticas
Gustavo Ybarra
El “decretazo” de Javier Milei operó como una bocanada de aire fresco y la argamasa que necesitaba el bloque del Frente de Todos en el Senado para mantener unidad de acción y acallar las críticas que había despertado al interior del bloque la derrota a la que los sometió la conducción de la bancada, encarnada en el formoseño José Mayans, en la primera sesión bajo administración libertaria que presidió Victoria Villarruel.
La derrota ante una mayoría circunstancial de 39 senadores fue vista por varios senadores del exoficialismo como un daño innecesario y un error de estrategia teniendo en cuenta lo poco útil de la pelea y, sobre todo, porque ya se sabía que un mosaico de ocho bloques había reunido el número necesario para derrotar al kirchnerismo y su negativa a votar –apegándose al reglamento querían postergar la decisión para fines de febrero– las nuevas autoridades del cuerpo, entre ellas la presidencia provisional del Senado, cargo de importancia institucional por ocupar el segundo sitial en la línea sucesoria presidencial. Pero el daño no solo fue simbólico. En la misma sesión, la nueva mayoría impuso una resolución que deja al peronismo con la mitad menos uno en todas las comisiones del Senado, incluso a la hora de elegir la dotación de la Cámara alta para la bicamerales.
El efecto del golpe quedó a la vista muy rápido. Ahora, cuando tiene que conformarse la Bicameral de Trámite Legislativo, la que tiene que controlar el megadecreto de Milei, el kirchnerismo quedó limitado a tres de los ocho senadores y dejó al peronismo lejos de poder controlar la estratégica comisión. “Lo que importa son los números en el recinto”, se consolaba un referente de la conducción del Frente de Todos ante las críticas de sus compañeros.
Hasta kirchneristas de paladar negro, como Oscar Parrilli (Neuquén), opinaron en contra de la decisión impulsada por Mayans y avalada por Anabel Fernández Sagasti (Mendoza), de La Cámpora, y Juliana Di Tullio (Buenos Aires). El neuquino no fue el único que manifestó su disidencia con una postura que, finalmente, terminó imponiéndose en una reunión de bloque celebrada el mismo miércoles, apenas unas horas antes de la sesión. “Se acabó el chicote, ya no se pueden bajar órdenes y esperar que se cumplan sin más trámite”, le dijo a este diario un senador peronista en referencia a que, ya sin Cristina Kirchner en los controles de la bancada y con el peronismo en la oposición, se terminaron los tiempos del verticalismo a ultranza.
Los más críticos apuntan sus dedos acusadores a Mayans, al que le achacan haber llevado al bloque a una derrota cantada de antemano por su necesidad de ofrendarle a su gobernador, Gildo Insfrán, la cabeza del libertario formoseño Francisco Paoltroni, que había sido elegido por Milei para ocupar la presidencia provisional. “Para un caudillo, hasta un cabello hace sombra”, dijo otro senador peronista para explicar la necesidad del mandatario provincial de eliminar cualquier atisbo de oposición en su distrito.
La jugada fue coronada con éxito, al final no fue elegido Paoltroni en el cargo, sino el puntano Bartolomé Abdala, pero a un costo considerado excesivo e innecesario por varios senadores del Frente de Todos, como fue entregarle en bandeja de plata un debut exitoso a Villarruel como presidenta de la Cámara alta y, como contracara de la moneda, la derrota del PJ en pleno recinto.
Los integrantes de la dupla Insfrán-Mayans no fueron los únicos señalados. La eterna puja entre las diferentes tribus que existen en el kirchnerismo también parecen haber jugado su papel, según las quejas esbozadas tras aquella sesión. Para algunos seguidores de la exvicepresidenta, también influyó la política de La Cámpora de oponerse a todo, incluso hasta en cuestiones innecesarias como otorgarle a un nuevo gobierno la presidencia provisional del Senado. En este caso, los dedos acusadores apuntan a Fernández Sagasti. “No puede ganar ni una elección para un Concejo Deliberante”, la menosprecia una senadora kirchnerista, pero de una generación diferente, aludiendo a las derrotas en fila que viene acumulando la senadora por Mendoza en su provincia desde hace al menos cinco elecciones.
Estas quejas muestran la heterogeneidad que atraviesa al bloque del Frente de Todos, en el que los halcones kirchneristas siguen teniendo una clara mayoría, aun cuando manifiestan recelos y resquemores entre sus diferentes subsectores. Si se cuenta a los senadores que responden a La Cámpora, aquellos referenciados en el Instituto Patria y los que no integran ninguno de estos dos grupos pero se consideran “cristinistas”, el kirchnerismo reúne una quincena de los 33 senadores que componen el bloque del Frente de Todos. A este grupo tributan muchos senadores de provincias que gobiernan otros partidos, conocidos en la jerga legislativa como los “sin techo”.
En clara retirada están aquellos senadores que responden a un gobernador, sector que podría verse impelido de apoyar algunas medidas del gobierno de Milei a raíz de las necesidades financieras de los distritos. El grupo se redujo por la pérdida de provincias que sufrió el peronismo en las elecciones de este año. Pero, además, en varios distritos algunos de sus senadores están enfrentados con el mandatario provincial. Es el caso de Tucumán, donde ha vuelto a recrudecer el enfrentamiento entre el gobernador Osvaldo Jaldo y el ahora senador Juan Manzur. Así, al mandatario solo le responde una legisladora, Sandra Mendoza.
Una variante de legisladores que podrían jugar con libertad de criterio son los casos de Buenos Aires y Tierra del Fuego. Los senadores de la provincia patagónica son halcones kirchneristas. Algo parecido, aunque con matices, se podría decir de los bonaerenses Eduardo de Pedro y Juliana Di Tullio. En esta lista también debería anotarse a los formoseños, Mayans y María Teresa González, que responden sin cortapisa a Insfrán, y el pampeano Daniel Bensusán, de línea directa con el gobernador Sergio Ziliotto, un peronista clásico y, por lo tanto, refractario a todo lo que sean políticas económicas liberales. Así, apenas un puñado de seis senadores, correspondientes a las provincias de Catamarca, La Rioja y Santiago del Estero, podrían responder a las órdenes, y necesidades, de sus gobernadores ante la eventualidad de tener que votar alguna medida polémica impulsada por Milei.
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