El regreso del vinilo está bueno y es una gran noticia. No sólo porque es un medio de mejor escucha, sino también porque es un centro de información acerca de ese disco que estamos escuchando que hoy no está tan presente. Mi primera queja con los discos compactos fue que tenían la letra chiquitita. Por otro lado, el vinilo es un formato emblemático y, como todo, tiene su pros y sus contras. Creo que la nueva popularización del vinilo tal vez lleve a la gente a escuchar la música un poquitito mejor.
Hoy en día la medida de dónde escuchar música son los parlantes de una computadora o incluso los de un teléfono celular, y en el mejor de los casos unos parlantes portátiles de definición dudosa. Hay una costumbre muy arraigada de escuchar música en malas condiciones.
En ese contexto, tener un vinilo y escucharlo significa prestarle atención a esto, encontrarse con un medio reproductor medianamente bueno, cercano a cómo lo escucharon los que hicieron ese disco.
Ésta es la letra grande del regreso del vinilo, una vuelta a escuchar los discos como era, por lo menos, en mi juventud. Eso de "venite a casa a escuchar unos discos" fue durante muchísimos años uno de mis programas favoritos. Ir a la casa del amigo o incluso conocido que tuviera el mejor equipo de audio y escuchar música con atención a lo largo de horas. En eso el vinilo es un poco como el fogón, convoca y provoca eso de sentarse y escuchar.

Cuesta imaginar que en esta enorme fábrica semiabandonada, de paredes descascaradas y largos pasillos, hoy con grandes espacios en plena construcción y apenas un sector con media docena de operarios trabajando en torno de dos máquinas prensadoras, se forjaba, medio siglo atrás, la era dorada de la industria discográfica en la Argentina. Por entonces se trataba de las instalaciones locales de la multinacional CBS, en donde se fabricaban discos de vinilo sin cesar, con 34 máquinas en funcionamiento permanente. La fábrica, la última entre sus pares, dejó de hacer vinilos en 1991 con la intempestiva llegada del compact disc al mercado, y ni el más optimista melómano pensó desde entonces que ese misterioso proceso que convierte el plástico en el oscuro y redondo objeto de deseo volvería a realizarse en este lugar.
Pero aquí estamos, presenciando este procedimiento que, a pesar de los años transcurridos, aún mantiene etapas de lo más artesanales y que abre un impensado nuevo capítulo en la historia. "Hoy estamos en condiciones de producir 50.000 vinilos por mes y la idea es a fin de año sumar cuatro prensas más y poder así fabricar 250.000 discos mensuales", dice Mariano Morello, uno de los dos hermanos que llevan adelante esta odisea desde hace aproximadamente un año y medio, según ellos mismos, a pedido de Sony Music. "Nosotros teníamos mucha experiencia desde lo industrial, la instalación de máquinas y equipos. Somos la empresa número uno de la gráfica en el país y trabajamos con los sellos discográficos haciéndoles las tapas y los libritos de los discos desde siempre. Pero para poder fabricar vinilos tuvimos que analizar otras cuestiones, hubo que instruirse en un montón de cosas que nadie sabía, además de la gran inversión que todo esto requiere para poder hacer un vinilo de alta calidad y que suene como tiene que sonar. Porque esto no es sólo apretar plástico."

Para su hermano Diego, "si hay una palabra que puede definir esto más allá de la cuestión técnica es la pasión por lo que estamos haciendo. Nos da un grado de satisfacción enorme prensar un vinilo y escucharlo, y que suene bien. Eso nos llena de alegría, que la Argentina se convierta en un referente de vinilos por su calidad a nivel global es muy loable y es un orgullo".
La danza de los números en torno de este regreso del vinilo marca pros y contras. Porque si bien el año pasado un informe publicado por BuzzAngle Music, plataforma dedicada a analizar datos de la industria de la música, marcó un crecimiento del 56,6% en el mercado mundial de vinilos (6 millones de unidades vendidas), hasta el momento esos números no tienen su correlato en la Argentina.
Eso mismo es lo que intenta revertir Sony Music con la seguidilla de lanzamientos en vinilo de discos del rock argentino, que comenzó hace exactamente un año atrás (con la recordada reedición de Artaud, de Luis Alberto Spinetta, con su portada irregular original como peso pesado) y que en el marco de La Noche de las Disquerías, sumará otros 28 títulos, con obras de Almendra, Arco Iris, Manal, Sui Generis, Sumo, Virus, Charly García y Los Fabulosos Cadillacs, entre muchos otros.
La apuesta es grande y antes de fin de año otra tanda de vinilos desembarcará con títulos de artistas como Enanitos Verdes, Zas, Andrés Calamaro, Ratones Paranoicos, Vox Dei y los últimos trabajos de dos artistas de enfoques contrapuestos que hoy son prioridad para Sony Music: La Beriso y Lali Espósito (en este caso será un vinilo súper deluxe de color rosa).
"Además, recientemente homologamos con las regionales de las empresas discográficas instaladas en el país para poder fabricar productos anglos y la idea es que otras compañías también puedan prensar aquí los discos de sus artistas más vendedores", remarca Morello y adelanta que Universal se sumaría a este fenómeno con los nuevos trabajos de Metallica y The Rolling Stones.
Cuestión de números
Ahora bien, ¿la fabricación local bajará los precios de los vinilos? Los hermanos Morello sostienen que si bien aún no llegaron a tener el mejor precio mundial, "el de las fábricas líderes como la checa GZ", los vinilos hechos en el país tienen un costo menor a los fabricados en los Estados Unidos y en Europa occidental. Desde Sony aseguran que los costos bajaron y que los precios en disquerías también lo harán, aunque eso se verá recién en las próximas ediciones y según cómo se vaya acomodando el mercado.
"Hoy los precios de los vinilos son muy anárquicos", remarca Juan José Rodríguez Molas, coleccionista y uno de los organizadores de la feria Buenos Aires en Vinilo, que este sábado volverá a abrir sus puertas, entre las 11 y las 20, en The Roxy Live, Niceto Vega 5542. "Por eso esperamos que estas reediciones también calibren un poco los costos, ya que una de las mayores críticas que tiene este regreso del vinilo es ¿por qué un disco que afuera cuesta 20 dólares, acá se consigue a 60?"
Esta sexta edición de la feria sigue "con la premisa y el espíritu de reunir en un mismo lugar y en un mismo día a coleccionistas, curiosos y compradores de discos por un lado, y a un selecto grupo de expositores, quienes aseguran y a quienes invitamos a traer su mejor material para mantener la calidad de las ediciones anteriores que han sido un éxito", sostiene Rodríguez Molas, y con respecto a la flamante fábrica local de vinilos agrega: "La verdad es que las expectativas son muchas y muy elevadas, porque el antecedente histórico argentino no es el mejor para los más audiófilos. Cuenta la leyenda que los discos de vinilo de fines de los 80 los hacían con peines viejos. Digamos que la calidad no era muy buena y todos los melómanos y coleccionistas esperamos que eso cambie. Desde nuestro lugar celebramos que haya gente dentro de las compañías discográficas que le han sido tan fieles al formato, ya sea por cuestiones afectivas o personales como por un fin comercial, que seguramente también lo tenga".
Mientras los dos ingenieros de sonido más importantes que haya tenido el rock en el país festejan esta nueva vida del vinilo, aunque poniendo algún que otro reparo la última palabra la tendrán los melómanos consumidores de este fenómeno. "Nosotros desde un primer momento sabíamos que la clave de este trabajo estaba en hacer un vinilo de una calidad de excelencia -remata Diego Morello-. Porque si el producto que se lanza al mercado es de mala calidad, la gente termina por descreer del vinilo. Es fundamental cuidar la calidad y si no la cuidamos ahora y para siempre, no tiene sentido hacer esto. Porque hoy la música se puede escuchar de varias maneras distintas, pero el que es consumidor de vinilos quiere la mejor calidad. Con los vinilos no hay medias tintas y la calidad no se negocia."
El paso a paso de la fabricación
Estampadores

Los discos estampadores de níquel (uno para el lado a y otro para el lado b del disco) se ubican en la máquina prensadora.
"Galleta" vinílica

Se coloca la "galleta" de 200 gramos de plástico en caliente, aproximadamente, con las respectivas etiquetas de cada lado.
Enfriamiento

Se prensa por apenas unos cinco segundos, al mismo tiempo que a través de un rápido enfriamiento se lo endurece.
Recorte

Se retira el vinilo y se corta la rebarba que tiene como excedente en otra máquina, se separa y el ciclo vuelve a empezar
Cualquier cosa que signifique una mayor venta de discos es buena para el negocio musical y para la música como expresión artística y la cultura general. Es positivo, por más que sea una moda o una cosa caprichosa. De todas maneras, me resulta medio inexplicable desde el punto de vista técnico o lógico, pero bienvenido sea, porque por otro lado, cuando se dejaron de fabricar discos fue el principio del fin de la industria discográfica, coincidió con la aparición del CD y la distribución de música digital.
Que el vinilo vuelva me parece un buen síntoma, es algo que no se puede duplicar caseramente ni bajar de Internet, sino que tenés que ir a una disquería y comprarlo como en la vieja época.
Ahora bien, lo que yo siempre digo es que si para hacer ese vinilo se utiliza el audio de un CD y no el máster ni las cintas analógicas originales, el sonido jamás será superior. Si la vuelta del vinilo obedece a que tiene más calidad que el CD, pero hacés un original desde el disco compacto, resulta que obtenés la misma calidad y todo lo otro es un verso.
Aquí en la Argentina se han borrado y perdido cientos de cintas de grabaciones originales, durante años en los que las compañías se fueron achicando o liquidando. Entonces, si se hace mal, sólo queda como algo lindo, porque hay mucho fetichismo alrededor de todo esto y la gente lo compra, pero no lo escucha. Si el vinilo vuelve, que sea para escuchar mejor la música.
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