Viviane Élisabeth Fauville, de Julia Deck
Una mujer, en el centro de un crimen
El epígrafe de Samuel Beckett que inaugura Viviane Élisabeth Fauville, novela de Julia Deck (París, 1974), prenuncia que se va a tratar, en forma de policial, la experiencia contemporánea como una nebulosa patología mental. Una mujer ya no tan joven tiene una bebé de tres meses, acaba de separarse, sufre una crisis depresiva y comete un crimen: asesina a su analista. Después vendrá la investigación, una investigación donde ella misma será detective y sospechosa, aunque el verdadero detective sea el lector.

La traducción acierta al recrear esa voz, una segunda persona que narra y tiene alguna nota paranoide; es una voz acusatoria y burlona, que acompaña a la protagonista y a la vez la enloquece. Estructurada de manera clásica, con capítulos regulares que van cerrando y reabriendo la promesa narrativa,Viviane Élisabeth Fauville confirma más que renueva la vigencia de la trama y del tema como motores del relato, de fácil acceso para el lector. La novela de Deck quizá les habría gustado a Bioy y a Borges -sobre todo porque indirectamente le pega al psicoanálisis- y podría haber figurado en El Séptimo Círculo.

Hacia la mitad del relato, y más allá, aparecen una serie de decisiones algo forzadas. Como si Deck, tal vez por una culpa de género, no se hubiera atrevido del todo a poner en práctica del lado femenino conductas que suelen atribuirse al lado masculino. Es uno de los hallazgos de Arlt: ser a través del crimen. Algo no tan diferente de lo que pensaban y escribieron un poco después Jean Genet, Albert Camus y los existencialistas, motivo clave para tanta literatura francesa.
Viviane Élisabeth Fauville
Por Julia Deck
Eterna Cadencia Trad.: M. Sequera120 páginas$ 430
E. S.
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