lunes, 22 de julio de 2019

MARUJA MALLO.....UN PERSONAJE


Maruja Mallo, la musa de Almodóvar
La verbena (1927), del museo español Reina Sofía
Era "mitad ángel, mitad marisco", según Salvador Dalí. "Bruja buena" la llamó Ramón Gómez de la Serna. Parecía "Dr. Jekyll y Mr. Hyde", arriesgó el galerista Guillermo de Osma. Lo cierto es que Maruja Mallo,musa de Pedro Almodóvar según revela su última película, rindió culto a la libertad como pocas mujeres de cualquier época.
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Por ejemplo el día que fue apedreada en la Puerta del Sol, en plena dictadura de Primo de Rivera, por sacarse el sombrero en un atrevido gesto compartido con Dalí, Federico García Lorca y Margarita Manso. "Las Sinsombrero" se llamaría más tarde a aquel grupo de pensadoras y artistas españolas de la "generación del 27" que se animaron a romper las convenciones de la época.
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Nacida en 1902, Mallo fue testigo de casi todo el siglo XX. Se pintaba de manera extravagante, vestía minifaldas o pantalones y nunca se casó, aunque fue pareja de Rafael Alberti. José Ortega y Gasset publicó sus ilustraciones en la Revista de Occidente y le organizó su primera exposición.
Entre sus amigos se contaron también Luis Buñuel y André Breton, quien le compró una de sus obras surrealistas más famosas durante su paso por París, en la década de 1930.
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 Allí conoció a Magritte, Max Ernst, Joan Miró y Giorgio de Chirico.
A Pablo Neruda lo frecuentó en Madrid, antes de la Guerra Civil, y luego lo visitaría en Chile. En una nota de El País, Manuel Vicent menciona una foto de 1945 en la que se ve a Mallo desnuda, cubierta de algas, en la casa del poeta en Isla Negra.
El díptico exhibido en el Museo Quinquela Martín
Entonces vivía exiliada en Buenos Aires, donde permanecería más de dos décadas, y se encontraba creando un mural para el cine Los Ángeles. Acababa de pintar El racimo de uvas (1944), cuadro colgado en la casa del protagonista de Dolor y gloria, la película más autobiográfica de Almodóvar. Y le faltaba pasar por Nueva York antes de regresar a Madrid, donde murió en 1995.
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"Era como Dr. Jekyll y Mr. Hyde: el lado llamativo ha tapado el otro. Era un personaje extravagante, pero cuando pintaba lo hacía con gran rigor. Trabajaba muy bien las estructuras", observa el galerista Guillermo de Osma, dueño de El racimo de uvas, que suele exhibir en ARCO la obra de Mallo y publicará este año su catálogo razonado.
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Probablemente ese rigor limitó su producción, de unos 150 cuadros. Pero la ayudaría a trascender las fronteras y el tiempo: en la Argentina, el Museo Nacional de Bellas Artes le dedicó una muestra en 1994 y el Museo Quinquela Martín exhibió este año un díptico de retratos de una mujer negra, de frente y de perfil, pintados en 1948. La cierva humana se titula la obra, osada y atractiva. Como ella.
C. C. 

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