sábado, 23 de noviembre de 2019

EL ANÁLISIS DE SERGIO BERENSZTEIN,


¿De potencia hegemónica a país del Tercer Mundo?

Sergio Berensztein
"Es probable que los historiadores del futuro identifiquen 2020 como el año en el que EE.UU. finalmente renunció a desempeñar su papel como actor hegemónico en el sistema mundial", afirmó el martes un apesadumbrado Stanley Fischer frente a un nutrido grupo de inversores convocados por el banco brasileño Bradesco en Nueva York. "La última gran crisis financiera global fue generada por nosotros... pero nadie esperaba que Trump intentara destruir la arquitectura económica e institucional que durante tantas décadas y tan trabajosamente habíamos construido junto con nuestros aliados de Occidente", agregó, con un dejo de nostalgia, uno de los testigos y protagonistas de ese proceso en su carácter de economista jefe del Banco Mundial, presidente del Banco de Israel y vicepresidente de la Reserva Federal durante la última parte de la administración Obama.
Denigrar a los líderes de turno se ha vuelto habitual en casi todo el planeta. Muchos se comportan de manera tan estrambótica que justifican con creces esas críticas. Pero en pocos países se oyen comentarios tan mordaces como en EE.UU., en especial en estos momentos, como consecuencia de las audiencias del juicio político que conmocionan a buena parte de la opinión pública. Dado que en tres años de gestión puede mostrar una magra cosecha en términos de logros significativos, la suerte de Trump está atada a un ciclo económico que, aunque haya perdido vigor este último semestre, sigue moldeando una sensación de bienestar económico que se apalanca en el boom del mercado bursátil. En este contexto, los sondeos ponen en evidencia una fuerte polarización de la sociedad y develan también algunos matices para tener en cuenta. Según FiveThirtyEight, que recopila resultados de las principales encuestadoras, el apoyo al impeachment crece desde finales de septiembre y llega en la actualidad al 47,9% de la población, mientras que el 45,4% está en contra. Sin embargo, algunos grupos de foco revelan que electores independientes de estados relevantes en el colegio electoral, como Ohio, no creen que el Ucraniagate justifique un juicio político.
Si bien da la sensación de que la guerra comercial con China no va a escalar, tampoco está claro que vaya a lograrse un acuerdo sustentable en el corto plazo como para no hacer más daño a la actividad económica. Según Fischer, esto pone de manifiesto el nivel de improvisación por parte del gobierno norteamericano: "Trump tuvo el coraje de confrontar con Pekín y había muchos problemas que debían ser abordados, pero si uno se mete en semejante pelea, más vale que la gane", afirmó. ¿Podrá esto influir en la elección presidencial del próximo 3 de noviembre? Es difícil hacer pronósticos. Los duros embates que sufre a diario Trump no le han quitado competitividad electoral. Unos cuantos legisladores dentro de su partido anunciaron que no buscarán renovar sus bancas (evidente consecuencia del desgaste que una presidencia tan polémica como abrasiva generó en el electorado), pero quienes buscan desafiarlo en las elecciones primarias no parecen hasta ahora constituir amenazas preocupantes. Entre ellos se destacan el exgobernador de Massachusetts Bill Weld y Joe Walsh, exmiembro de la Cámara de Representantes. John Kasich, exgobernador de Ohio caracterizado por sus ácidas críticas a Trump, también podría eventualmente anunciar una precandidatura.
Más allá de las internas del GOP (sobre las cuales algunos imaginan que, si se complica mucho el proceso de impeachment, el vicepresidente Mike Pence podría finalizar su mandato), Trump confía en que los demócratas seguirán sin impulsar un candidato con chances de ganarle. Con el exvicepresidente Joe Biden cuestionado en particular por los vínculos de su hijo Hunter con Ucrania, ninguno de los actores más radicalizados, como Liz Warren y Ben Sanders, podría complicarle la reelección. Solo Pete Buttigieg, el joven y ascendente alcalde de South Bend, Indiana, pareciera constituir una potencial aunque lejana amenaza. Algunos veteranos de la campaña de Obama trabajan para "Mayor Pete", que ha sorprendido con excelentes sondeos en New Hampshire, el segundo estado en sostener elecciones primarias luego de Iowa. Según FiveThirtyEight, si las elecciones fueran hoy, el 46,8% apoyaría al Partido Demócrata, mientras que el 41,1% optaría por el Republicano. El 54,1% de la ciudadanía desaprueba a Trump, mientras que el 41,3% avala su gestión. ¿Será esto suficiente para arrebatarle la presidencia en 2020? Mientras no emerja un opositor con chances concretas -en las filas propias o en el partido rival-, el actual mandatario seguirá en carrera.
Es típico que aparezcan rumores sobre el estado de salud de líderes controversiales que se aferran al poder y muestran mejores posibilidades de reelección que las que sus críticos desearían. El último fin de semana los medios cubrieron con insistencia una inesperada visita de Trump al Walter Reed National Military Medical Center en Washington. La Casa Blanca desestimó esos comentarios al argumentar que solo se trataba de análisis de rutina y que el presidente había aprovechado un fin de semana sin compromisos para visitar el nosocomio. Sean Conley, su médico personal, aseguró en un comunicado que "no fue tratado de ninguna cuestión aguda ni urgente, ni sometido a exámenes cardiológicos ni neurológicos". Dado que se trata de un gobierno con enormes problemas de credibilidad, estas afirmaciones estuvieron lejos de mitigar las intrigas más variadas, en especial en las redes sociales.
Cuando todavía no se acallaban las polémicas por la visita de Recep Tayyip Erdogan a la Casa Blanca, el tándem Trump-Pompeo volvió a sorprender al anunciar que los asentamientos israelíes en Cisjordania no violan las leyes internacionales, retomando la histórica postura de Reagan y contradiciendo la política impulsada por Obama, además de generar aún más distancia entre EE.UU. y la Unión Europea, que sigue manteniendo su apoyo a los reclamos palestinos. Una hora después del anuncio de Pompeo, la jefa de la diplomacia europea, Federica Mogherini, redobló la apuesta y emitió un duro comunicado en el que afirmó que la posición de la UE no cambiaba y que toda actividad de los asentamientos es ilegal y erosiona las perspectivas de una paz duradera en la región.
Fischer, que tiene doble nacionalidad (norteamericana e israelí), no pareció impresionado por este giro en la política exterior. Su definición respecto del rumbo potencial de la administración Trump produjo rumores en un auditorio exigente y atento: "Si este presidente logra la reelección, EE.UU. se encamina a convertirse en un país del Tercer Mundo". No debería entonces sorprender que los adláteres de Trump estén hablando de intentos de golpe de Estado.

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