sábado, 13 de marzo de 2021

¿ QUÉ VEMOS ?


Didáctico relato de despertar feminista
M. F. M.

(ee.uu. / 2021). dirección: Amy Poehler. guion: Tamara Chestna, Dylan Meyer. fotografía: Tom Magill. elenco: Hadley Robinson, Amy Poehler, Lauren Tsai, Nico Hiraga. duración: 111 minutos. disponible en: Netflix.
Moxie es una típica historia sobre los desafíos, alegrías y dolores de crecer. Su protagonista es una chica inteligente pero un poco tímida, que tiene una mejor amiga de toda la vida; la acción sucede en una secundaria de las que siempre se ven en este tipo de películas; hay una chica popular y un jugador de fútbol americano que es tratado como un rey, aunque no lo merezca. Todos los clichés del coming of age del cine norteamericano están ahí. Pero la originalidad de la película dirigida por Amy Poehler es que se centra en cómo un pequeño acto de rebelión feminista puede ser el punto de partida para cambiar las injusticias de ese status quo.
Basada en la novela de Jennifer Mathieu, el film cuenta la historia de Vivian Carter, una adolescente que pasa desapercibida en el colegio, mientras sueña con irse a la universidad con su mejor amiga, Claudia. La llegada de una chica nueva a la escuela, Lucy, una latina con conciencia feminista, despierta en Vivian una furia latente contra el sexismo imperante a su alrededor. Revisando objetos del pasado de su madre, interpretada por la propia Poehler, decide crear un fanzine feminista, que deja de forma anónima en el baño de mujeres. Su creación genera una revolución entre sus compañeras y cambia la vida de Vivian.
La trama romántica, inexorable en esta clase de relatos, ocupa un lugar secundario en la película. Lo principal en Moxie es el despertar de estas chicas a las ideas y la acción para hacer valer sus derechos. El objetivo que se propone el film es transmitir un mensaje y todo está pensando al servicio de cumplirlo, lo cual termina haciendo que resulte esquemático.
Su propósito funciona mucho mejor cuando ahonda en las particularidades de las experiencias de Vivian y otros personajes, sostenidas por las muy buenas actuaciones de Hadley Robinson y el resto del elenco. Escenas que retratan detalles de la relación de la protagonista con su mamá, del incipiente romance con un chico que es aliado de su causa, de su amistad con Claudia y cómo se renueva en este momento tan cambiante de sus vidas. Lo que esas escenas comunican a través de estas relaciones, invitando a pensar en los temas del film, es mucho más potente que lo que proponen las consignas o situaciones más obvias.
Más allá de su innegable encanto y buenas intenciones,da la sensación –desde una mirada adulta que puede estar equivocada– que el despertar al feminismo de estas chicas, como está planteado en el film, desde una conciencia de género casi nula, no se corresponde con una realidad en la que los jóvenes son el motor detrás de un proceso de grandes cambios.


Retrato cruel de un mundo cerrado
P. V. P.


(ee.uu./2018). creadores: Brett Johnson, Michael Tolkin. elenco: Patricia Arquette, Benicio del Toro, Paul Dano, Bonnie Hunt, Eric Lange, David Morse, Jeremy Bobb. disponible en: Paramount +
El invierno es crudo en el norte del estado de Nueva York. Y lo es aún más en los límites del correccional Clinton, prisión que alberga no solo a centenares de presos sino también a sus funcionarios. Joyce “Tilly” Mitchell (una excelente Patricia Arquette) dirige el taller de costura donde trabajan los internos y desde hace tiempo mantiene una relación clandestina con uno de ellos, David Sweat (Paul Dano), que supone beneficios y ventajas mutuas. Todos lo saben y lo murmuran, de la misma manera que saben los privilegios del prisionero Richard Matt (Benicio del Toro) en sus negocios con un guardia a cambio de sus notables pinturas. Todos parecen ser artistas de ese engaño que sostienen para el afuera y para sí mismos.
En apariencia, Escape at Dannemora, miniserie inspirada en un caso real y dirigida con gran solvencia por Ben Stiller, es el relato de un plan de fuga, minuciosamente orquestado entre internos y funcionarios. Pero por debajo es un retrato cruel y esperpéntico de ese mundo cerrado, definido por reglas que se incumplen, por privilegios que se negocian a cambio de un rato de placer o dispersión. Condenados a cadena perpetua, Sweat y Matt ofrecen las dos caras de esa estrategia de supervivencia, la del primero adherida a su reclamada inocencia, concentrada en el infructuoso intento de traslado, la del segundo consciente de que solo la fuga ofrece una posible salida de esa prisión interior.
La intensidad de la serie se define en el triángulo que forman Tilly, Sweat y Matt en el armado de la fuga, pero también en la dinámica íntima que los enlaza, que implica poder y sumisión, anhelos y dependencia. El retrato que proponen Brett Johnson y Michael Tolkin esquiva la tensión propia de engranajes y detalles de la huida, al estilo Fuga de Alcatraz de Don Siegel, y se concentra en el ambiente, en las relaciones de poder que cruzan a uno y otro lado, sumergidas en ese clima grisáceo e invernal, asfixiante hasta la agonía.
La Tilly de Arquette se constituye como el epicentro del drama, prisionera de su vida doméstica, de esa apatía que no parece remediarse. A diferencia de la policía que interpretaba Frances Mcdormand en Fargo, exponente del white trash local, dotada de la gracia de la bondad y marcada por el encuentro con un horror incomprensible, Tilly convive con ese mal cada día, disimulado en esas mismas rutinas que ella subvierte con la impunidad de un capricho. Es allí donde se cuelan las fibras esperpénticas que también manejaban los Coen desde ese humor negrísimo, y aquí se adquieren al tenue desencanto que no ofrece ninguna escapatoria verdadera.



Madre e hija, en una mezcla de géneros
N. T. 


(ee.uu/ 2021). creadora: Sarah Lampert. elenco: Brianne Howey, Antonia Gentry, Diesel La Torraca, Scott Porter, Jennifer Robertson. disponible en: Netflix.
“Somos como las Gilmore Girls pero con senos más grandes”, dice Georgia en el primer episodio de esta serie que pretende ser una comedia dramática como aquella ala que cita. Pero que también quiere ser una ficción sobre adolescentes en conflicto, una comedia de escuela de secundaria, un policial y un melodrama sobre las diferencias sociales y raciales que engendran la violencia en los Estados Unidos.
Aunque su título y el planteo inicial de una historia sobre una madre joven y su hija adolescente puedan resonar a la creación de Amy Sherman-palladino, lo cierto es que en su afán por diferenciarse de su inspiración Ginny y Georgia termina siendo un pastiche con serios problemas de tono narrativo. Como Rory (Alexis Bledel) y Lorelai (Lauren Graham), el dúo de madre e hija hacen referencias a la cultura popular norteamericana pero sus diálogos resultan tan forzados como la inclusión de Joe ( Raymond ablack),eldue ño del café del pueblo que padece y luego se hace amigo de Georgia. Si algo suena conocido, no es una casualidad aunque la especialidad de Joe sea el hummus y no las hamburguesas como las que servía Luke (Scott Patterson) en Stars Hollow.
Aquí todo comienza cuando la bella y manipuladora Georgia (Brianne Howey), se muda junto a sus hijos Ginny (Antonia Gentry) y Austin (Diesel La Torraca), a un rico pueblo de Massachusetts luego de la muerte de su marido, padrastro de los chicos. Acostumbrados a la afición de su madre por cambiar de domicilio cada vez que una relación amorosa fracasa, ninguno está fascinado con la mudanza. Sin embargo, el foco está puesto en la inteligente Ginny, una joven de quince años que se pasó toda su vida siendo la responsable de la familia. Claro que las características del personaje que presenta el primer episodio rápidamente se esfuman: una vez más como “la nueva” en el colegio, Ginny se da cuenta que ésta vez podrá hacer amigos y hasta quizás tener su primer novio.
Más allá de la trama, repetida, de los forasteros llegando a un pequeño pueblo que por un lado les da la bienvenida y por el otro desconfía de ellos, la serie también carga las tintas sobre varios secretos del pasado de Georgia, repleto de violencia, carencias y delitos que podrían poner en peligro su fachada. Todo eso mientras lidia con la falta de fondos y la compleja relación con su hija adolescente.
Cuando el guion se concentra en el vínculo entre Ginny y su mamá, en su complicidad esmerilada por lo que ambas esconden, la serie consigue interesar, pero sus constantes cambios de tono y género, de la comedia a la denuncia y al drama sentimental, dejan al espectador más desconcertado que interesado por lo que está viendo.

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