miércoles, 23 de febrero de 2022

EN LA PLAYA....CARPAS Y GAZEBOS


Refugios de playa. Los gazebos y las carpas de arena, protagonistas de temporada
Aliados para protegerse del sol o la lluvia, garantizaron disfrute para todos y colonizaron la costa argentina
Vicky Guazzone di Passalacqua
Los gazebos, favoritos de las familias numerosas

Cuando Valeria decidió que sus vacaciones serían en la playa, supo que tenía que buscar la forma de conciliar su fanatismo por el sol y las ganas de su novio de hacer una pausa en el día y no estar toda la jornada en la arena. La encontró cuando una amiga le recomendó una carpa “autoarmable”, que en dos movimientos quedaba lista para oficiar de refugio. “Primero fui por los gazebos, pero suelen pesar unos 15 kilos y lo ideal es llevarlos en 4x4, que no tengo. Cuando descubrí esta versión de carpa, me decidí”, cuenta. Así, se convirtió en una más de los que este verano poblaron la costa argentina con sus carpas y gazebos portátiles, encontrando en estos recursos el aliado perfecto para disfrutar la playa de la mañana a la tarde, a salvo de la inclemencia del sol y también de los días ventosos. “Es ideal, no tuvimos que escapar al parador ni a la casa. La compartimos en familia”, sintetiza esta abogada.
A diferencia de las de camping, las carpas de playa tienen una parte abierta y son más livianas, haciendo foco en la protección de rayos UV, la facilidad de apertura y cierre y la protección del viento. Sus estacas suelen ser de plástico, y cuentan con pesas en formato de bolsillos que se llenan de arena. Y aunque parecen pequeñas, dentro pueden caber varias reposeras sin problema, admitiendo incluso alguna siesta.
Para Gapsi , diseñadora, esta había sido una opción elegida cuando sus hijos eran bebés, y este año volvió a sacarla al ruedo en unas vacaciones en Pinamar. “Si bien no soy una persona que ande con muchos bártulos y me molesta acarrear sombrilla y bolsos, en la costa argentina el clima es tan impredecible que la carpa terminó siendo un ítem que siempre teníamos a mano”, relata.
Similar experiencia vivió Daniela , mamá de un bebé de un año y medio al que este verano decidió llevar por primera vez al mar. “Elegimos Mar Azul, que no tiene paradores en la playa. Lo resolvimos comprando una automática online”, relata. El resultado fue ideal: encontraron un lugar para que el niño descanse y donde guardar ropa, bolsos y juguetes.
Team gazebo
Basta pararse en la orilla de cualquier playa argentina con acceso de camionetas y cuatriciclos y mirar a lo lejos para ver una seguidilla de techitos de colores a lo largo de la costa. Y es que la otra pata de esta experiencia la componen los gazebos, ideales para las familias grandes que aprovechan esta estructura de carpa gigante para mesa y sillas para sentarse a comer o a jugar a las cartas. Con 15 años en el rubro, la firma 3H Carpas asegura que el suyo fue un crecimiento siempre en alza, aunque inesperado en un primer momento. “Cuando entendimos que teníamos un producto de calidad y vimos crecer el negocio fue cuando supimos que estábamos en el mercado para quedarnos”, relata Carlos  socio. El clima ventoso de la costa argentina, que puede atentar incluso contra un sol radiante y el hecho de que en muchas playas se puede bajar hasta la orilla en 4x4, ayudaron. También pesa la conducta del turista argentino, al que le gusta aprovechar la arena hasta la última hora, y a veces incluso quedarse después del atardecer. En este refugio, que funciona como una casa en la playa, la familia puede instalarse con total comodidad.
Los costos también inclinaron la balanza: mientras que el alquiler promedio de una carpa en un balneario como Playa Grande o Punta Mogotes, por mes, fue de $ 95.000 en enero y $ 85.000 en febrero (con altísima demanda), una carpa de arena tiene un precio que oscila entre $ 4000 y $ 9000. Los gazebos, por su parte, van de los $ 60.000 a los $120.000, según 3H Carpas.
María Cristina tiene una casa en Costa del Este donde cada verano suele recibir a sus hijos y oficia de punto de reunión para una familia desperdigada por el país. “Como tenemos un jeep, empezamos a bajar a zonas donde podés ir con camionetas y cuatriciclos, y comenzamos a ver los gazebos con familias completas”, describe. Y cuando este año ella y su marido vieron la explosión de este producto, se decidieron. “Nos encantó. Incluso cuando éramos muchos podíamos estar adentro, nos daba reparo del viento y sombra “, ilustra Cristina. Amantes de la playa desde las primeras horas de la mañana, esa intimidad les dio hasta espacios para siesta. El matrimonio se siente ante el inicio de una nueva tradición. A juzgar por la cantidad de adeptos a estos refugios en las playas argentinas, no son los únicos.

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