martes, 22 de febrero de 2022

LA PÁGINA DEL DR. JUAN CARLOS DE PABLO


¿Cuál China; la de Mao, la de Deng, o la de Xi?
Se suele hablar del gigante asiático como si todo fuera homogéneo, sin importar el perfil de los diferentes líderes, el paso del tiempo o la diversidad geográfica, pero, ¿cuál es la realidad?

Juan Carlos de Pablo
Alberto Fernández con Xi Jinping, en el reciente viaje del Presidente a China
Los argentinos nos ofendemos cuando algún norteamericano habla de América Latina, pero con igual liviandad nosotros hablamos de África, continente dividido en más de 50 países, o de China, país que alberga a aproximadamente la quinta parte de la población mundial y que tiene un territorio tal que se necesitan no menos de 7 horas para atravesarlo, en un vuelo sin escalas, en sentido horizontal. Mao Zedong, Deng Xiao Ping y Xi Jinping tienen en común que nacieron en China, pero es lo único que tienen en común
.

Sobre esta cuestión conversé con el húngaro Peter Tamas Bauer (1915-2002), quien migró a Inglaterra en 1934 y permaneció en ese país durante el resto de su vida. Fue el primer ganador del Premio Friedman, pero falleció pocos días antes de viajar de Londres a los Estados Unidos, para recibirlo.


–Alan Arthur Walters lo calificó a usted como el primer y más distinguido crítico de la economía del desarrollo. Lo cual, a mediados del siglo XX, supuso coraje.


–Así es. Mi exalumno John Blundell destacó que cuando comencé a ocuparme de la economía del desarrollo, todos mis colegas –no exagero– estaban a favor del planeamiento centralizado como primera condición para lograr el progreso.

–¿En qué fundamentó sus ideas?

–En estudios empíricos. Ejemplo: cuando analicé la industria del caucho mostré que el crecimiento se debía a la consecuencia de respuestas voluntarias, por parte de campesinos analfabetos, para mejorar sus oportunidades, dados los contactos que tenían con Occidente; en tanto que la intervención estatal, bajo la forma de corporaciones de compraventa, terminaba siendo un mecanismo para explotar el poder monopsónico, en perjuicio de los productores, particularmente de los pequeños, beneficiando a los directores de las corporaciones.

–Ese es un mensaje para quienes proponen reemplazar el mercado por las decisiones políticas.

–Los cuales rara vez se detienen a pensar en cuestiones tan cruciales como las consecuencias de la concentración del poder económico en manos de los políticos, las implicancias de la reducción de las alternativas, los objetivos de los políticos y los administradores, y la calidad y la diseminación del conocimiento en una sociedad, y sus mecanismos de transmisión.

–¿La economía china es capitalista o comunista?

–Plantear la cuestión en estos términos es la mejor manera de perder el tiempo.


–¿Cómo deberíamos plantearla?

–En términos de incentivos y desincentivos a la apropiación de los frutos del esfuerzo humano y la asunción de riesgos, y de sus implicancias en términos de resultados. Desde este punto de vista, Mao y Deng se ubican en las antípodas.

–Explíquese.


–El Gran Salto Adelante de fines de la década de 1950 y la Revolución Cultural de mediados de la década de 1960 provocaron la muerte por hambre de decenas de millones de seres humanos. Pero muertos de hambre, literalmente hablando, no como el “gordito” inmortalizado por Raúl Ricardo Alfonsín.


–¿Qué hizo Deng para ubicarse en las antípodas de Mao?

–Le preguntó a un agricultor a quien le habían asignado una parcela cuáles eran las reglas del juego. “El primer repollo que sale es para mí, los demás para el Estado”. ¿Y cuántos salen? ¡Uno! Bien, de ahora en adelante el primero que salga es para el Estado, los restantes para vos. Y de la misma tierra, con los mismos equipos, comenzaron a salir decenas de repollos. Ergo, el fenomenal desenvolvimiento de la economía china no tiene nada de mágico ni de misterioso. Como documentó en 1987 su compatriota Alieto Aldo Guadagni.

–En 2000 pasé un par de semanas en cinco ciudades chinas y advertí una enorme variedad de situaciones, encontrando empresarios, taxistas, pequeños comerciantes, etcétera, invariablemente despiertos y localizados. Fue una de las visitas que más me impactó en la vida, otra fue la que hice a Israel.

–Ambas excitantes, pero no iguales. Lo que usted vivió en China es congruente con lo que yo encontré en mis estudios sobre cómo el ser humano pelea por su vida, dadas las circunstancias en las que le toca vivir.

–Volvamos a China. ¿Y Xi?

–En el plano político, interrumpió la renovación de las máximas autoridades que se venía observando en las últimas décadas. Porque China no tiene elecciones como las conocemos en Occidente, pero hasta Xi, exclusive, renovaba sus autoridades con mayor frecuencia y menor nepotismo que los Estados Unidos o la Argentina. En 2011, Henry Kissinger publicó un libro sobre China, anticipando que podríamos estar a las puertas de un liderazgo mundial por parte de un país no occidental, fenómeno que no ocurre desde hace por lo menos cinco siglos. Por lo cual, estamos delante de un caso 100% conjetural.

–En su reciente visita a China, el presidente argentino firmó un conjunto de acuerdos. Más allá del tratamiento politizado de la cuestión, ¿qué puede decir al respecto?

–Como comprenderá, no leí los documentos, de modo que lo que le voy a decir es una reflexión general, basada en mi experiencia y en mis lecturas de la historia. Es evidente que, más allá de la retórica, la Argentina necesita a China mucho más que lo que China necesita a la Argentina.

–¿Pero cómo? ¿No somos un país fundamental dentro de la región y del mundo en su conjunto?

–Permítame, De Pablo, que no elabore sobre esto, para no ofender a algunos de los lectores de la nacion. En el plano estrictamente económico, China puede tener algún interés específico en su país, pero lo más probable es que en ausencia de acuerdos con ustedes, encuentre alternativas. En cuanto al interés concreto de la Argentina con respecto a China, no necesita hacer ningún acuerdo para venderle más soja. Y y modificar el swap existente entre los dos países para aumentar las reservas del Banco Central, sirve en el mejor de los casos para mostrar algunas estadísticas irrelevantes desde el punto de vista de la política cambiaria de su país.

–¿Y entonces?

–Que no están claros los motivos por los cuales el gobierno argentino actúa como lo hace. Ahora bien, los chinos no van a dejar pasar la oportunidad de actuar en su provecho, porque todos los países lo hacen.

–En la práctica, ¿esto qué quiere decir?

–Un ejemplo. Se mencionó la venta de una planta de energía nuclear, llave en mano. Cuando alguien no compite, cobra más caro y no siempre usa la mejor tecnología disponible. No estamos hablando de un quiosco de golosinas, sino de inversiones mucho más cuantiosas. Una vez producida la instalación, funciona con costos mayores que los que hubieran surgido en una licitación competitiva. No es la primera vez que esto les ocurre a ustedes: en el ámbito de las comunicaciones, energía, etcétera, la Argentina colecciona malas inversiones públicas desde el punto de vista económico, derivadas de negociaciones directas entre gobiernos.

–Don Peter, muchas gracias.

http://indecquetrabajaiii.blogspot.com.ar/. INDECQUETRABAJA

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