“A pie de cama”. El desafío de dar clases en las escuelas hospitalarias porteñas
Inés Bulacio tiene 14 años de experiencia como docente y es la vicedirectora del sistema que funciona en el Ricardo Gutiérrez; el niño y sus circunstancias, en el centro de la tarea cotidiana
Delfina Celichini
Enseñanza “a pie de cama”, entre monitores, suero, y oxígeno. Así es como la docencia hospitalaria garantiza la educación, uno de los principales derechos, a los niños internados. “En el lugar donde se encuentra el niño se recrea el aula”, explicó Inés Bulacio, vicedirectora de la Escuela Hospitalaria Nº 1, que funciona dentro del Hospital de Niños Ricardo Gutiérrez, y afirmó que quienes ejercen este oficio son “maestras artesanas”.
“Llegan niños de contextos variados, de países limítrofes, y de diferentes provincias. Trabajamos con todos los que ingresan y que están en condiciones de recibir clases”, señaló Bulacio en coincidencia con el Día del Maestro. Y añadió: “El docente debe diseñar y planificar su abordaje según la singularidad de cada niño, que se suma, muchas veces, a un contexto de mucho dolor, enfermedad y, a veces, abandono”.
La Escuela Hospitalaria Nº 1 es una de las tres que cumplen ese rol en la ciudad de Buenos Aires, junto con la Nº 2, en el Hospital Juan P. Garrahan, y la Nº 3, en el Hospital General de Niños Pedro de Elizalde. De ellas, la Nº 1 es la más antigua, con 75 años de actividad. “Somos pioneros en la educación inclusiva –determinó Bulacio–. Siempre tratando de garantizar el derecho a la educación”.
Con voz armónica y de manera pausada, Bulacio relató sus comienzos en la docencia hospitalaria. Si bien señaló que sus inicios fueron en una “escuela común”, rememoró cómo la madre de una de sus mejores amigas, que ejercía la docencia hospitalaria, le aseguraba que le veía “pasta” para ese oficio. “Al principio no entendía lo que era, pero las vueltas de la vida hicieron que me anime a probar”, señaló.
Un accidente de autos la marcó: “Gozaba de buena salud y de repente me encontré con que no sabía qué iba a pasar con mi vida. Llegó en una etapa en donde recordé lo que me había dicho la mamá de mi amiga y me dije, ‘tengo que probar esto’”.
A partir de esa primera decisión, comenzó a vincularse con la Escuela Hospitalaria Nº1. “Primero dejé un turno y después dejé el otro turno de escuela común. El día que pisé el Hospital Gutiérrez, de casualidad otra chica también empezaba, entonces la vicedirectora nos llevó a recorrer las habitaciones. Veíamos a los niños que estaban acostados mirando al techo y de repente llegaba la maestra de escuela, se sentaban, y les veías ese brillito en los ojos. Más allá de que era una situación triste, salí y dije ‘este es mi lugar’”.
Respecto del abordaje en un contexto tan complejo, Bulacio, quien tiene 14 años de experiencia, detalló que “en los primeros encuentros se busca generar un vínculo desde la empatía, porque todos los niños necesitan ser bien recibidos y ser tratados de manera amorosa”. Sin embargo, reconoce que a veces ese primer acercamiento no se da tan fácilmente y que es necesario encontrar la mejor manera de generar ese vínculo: “Las maestras buscan todo el tiempo el estilo de ese niño y el modo de abordarlo. Hace poco una nena estaba muy enojada porque está hace mucho tiempo en el hospital y empezó a empeorar. La maestra de plástica la conquistó y ahí empezó a trabajar. Una vez logrado eso, el aprendizaje arranca y se suman los demás maestros”, preció.
“Incluso, muchos padres al principio dicen ‘no, escuela no’, porque sobreprotegen a su hijo, pero después pasan los días y se dan cuenta que necesitan hacer algo”, agregó Cecilia Cardoso, directora de la Escuela Hospitalaria Nº1, que cuenta con los niveles de atención temprana –bebés de 45 días a tres años–, inicial, primaria y secundaria.
Para Bulacio, “un maestro hospitalario, que es anfitrión y arquitecto, hace magia, porque despierta la magia en ese niño”. En esa línea, destaca que actualmente en los encuentros docentes “se habla de cómo enseñamos”, pero que en este contexto, “el foco está puesto al revés”.
“Trabajamos buscando cuál es el estilo de enseñanza con que aprende el niño. Si ese maestro artesano puede captar eso que lo motiva, logra que pueda olvidarse que está el suero, la mochila de oxígeno, y todos terminan siendo resilientes porque el maestro y el niño se abstraen de esa situación”, destacó Cardoso.
En 2016, Bulacio fue nominada al Global Teacher Prize –Premio Global a la Enseñanza–, que da la Fundación Varkey. Junto a otra docente, fueron las dos primeras argentinas en entrar al ranking de las 50 mejores maestras de ese año. “La fundación hace un seguimiento de toda tu trayectoria, de cuáles fueron los recursos que utilizaste en tu contexto para mejorar la calidad educativa, y cuán innovadores son esos abordajes para que los alumnos puedan encontrar su propia voz”, explicó la docente hospitalaria.
En esa línea, rememoró el caso de Walter Cruz, uno de los niños que impulsó uno de los proyectos más innovadores con los que hoy cuenta la Escuela Hospitalaria Nº1: la radio. “Estuvo dos años internado acá con su mamá. La idea de la radio se empezó a gestar con él porque estuvo tanto tiempo internado que tuvimos que empezar a pensar en una estrategia que lo motivara, era el niño rebelde”, precisó Bulacio. Se gestó un proyecto de corto animado, en el que colaboraron todos los niños del hospital y él participó. Cuando estuvo listo, lo presentaron en “Hacelo corto”, un festival de cortometrajes realizados por niños y jóvenes de diferentes instituciones educativas de todos los niveles.
El día en que se anunciaban las escuelas ganadoras Bulacio, junto al resto del equipo de docentes, pidieron autorización del Hospital para llevar a los chicos a presenciar la ceremonia, en el cine del Shopping Abasto. “Las voluntarias del Hospital le habían conseguido camisa, corbata y estaba con su mochilita de oxígeno. Nos quedamos hasta el final, queríamos escuchar quién había ganado. Me preocupé porque se le estaba terminando el oxígeno, pero la mamá me dijo ‘quedate tranquila que tiene un poquito más de reserva’, así que esperamos. Cuando dijeron ‘segundo premio, Escuela Hospitalaria Nº 1’, él gritó y se puso tan contento”.
Al día siguiente, a toda persona que Walter se cruzaba en los pasillos del Hospital le decía: “Hice una película y ganamos”. “Esto hace que un alumno se pueda sentir valorado y empoderado, y es muy importante”, sentenció Bulacio, que indicó que tras ese premio determinaron con las docentes que tenían que desarrollar un proyecto formal de radio.
Empezaron con un grabador digital chiquito, haciendo micros radiales, y continuaron con un proyecto más grande que continúa. Sin embargo, la pandemia modificó el esquema original y tuvieron que adaptarlo a la nueva situación epidemiológica. “Lo hacíamos todos juntos desde la capilla y no se pudo hacer más. Lo empezamos a hacer de forma editada y el mes que viene, con el tiempo más lindo, lo vamos a hacer al aire libre”, precisó Cardoso.
Este tipo de docencia se inscribe en la modalidad hospitalaria y domiciliaria. Para ejercerla, es requisito indispensable que los docentes tomen un curso de un año, impartido por la Ciudad, en el que los capacitan sobre la forma de trabajo e introducen conceptos básicos sobre escuela hospitalaria y domiciliaria.
Más allá de las cuestiones teóricas, Bulacio y Cardoso no dudan en responder que la característica esencial que tiene que tener un maestro en un hospital es la empatía. “Son importantes todas las habilidades socioemocionales para interpretar y descubrir a ese niño, con sus silencios, manifestaciones y enojos. Es imprescindible tener la capacidad de no frustrarse ante la primera situación en la que el alumno no puede o no quiere”, indicó Bulacio.
El equipo de 46 docentes de la Escuela Hospitalaria Nº1 está divido en grupos de trabajo en los que siempre hay una maestra de grado y docentes curriculares, que son los de plástica, música, y la facilitadora pedagógica digital. Cada uno de estos grupos trabaja en una unidad hospitalaria específica.
http://indecquetrabajaiii.blogspot.com.ar/. INDECQUETRABAJA
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