domingo, 30 de abril de 2023

VIDA DIGITAL



Si Google estornuda, todos nos resfriamos
Bard, el bot conversacional de Google, debió salir a las apuradas a competir con ChatGP
Por primera vez en sus casi 25 años de historia la compañía perdió la iniciativa y quedó eclipsada por el meteórico estrellato de OpenAI y su bot conversacional, ChatGPT
Ariel Torres
En agosto, cuando Google cumplió 15 años en la Argentina, publiqué una reseña en la que daba cuenta de un hecho insólito. De todos los gigantes tecno, era el único que no había sufrido un traspié corporativo más o menos importante.
IBM y Apple, por citar dos ejemplos, pasaron por etapas en las que la quiebra era inminente. A Apple la salvó Steve Jobs. A IBM sus propios empleados, que se subieron a una inteligente movida del gigante azul y propusieron ideas para reinventar la compañía.
Steve Jobs en enero de 1984 con la primera Mac. Al año siguiente lo echarían de Apple y en 1997 volverían a llamarlo para que salvara la compañía del desastre
Microsoft e Intel, luego de tres décadas de comerse el mundo con papitas, no advirtieron la revolución móvil, y ambas perdieron relevancia. Intel todavía está intentando recuperase. Acaba de reportar el trimestre con mayores pérdidas de su historia.
Satya Nadella, CEO de Microsoft
Microsoft, en cambio, comandada desde 2014 por el sagaz Satya Nadella, se reinventó como una compañía de servicios en la Nube y volvió al top 5. En 2019 apostó 2000 millones de dólares por una poco conocida y mayormente incomprendida startup llamada OpenAI. Hoy sigue siendo igual de incomprendida, pero en noviembre lanzó ChatGPT, revolucionó todo y le dio a Microsoft –que, vistos los resultados, apostó otros 10.000 millones– un nuevo protagonismo. Bill Gates, el más visible de los dos fundadores de la compañía (Paul Allen nunca fue mediático y falleció en 2018), debe sentirse reivindicado. Tanto que hace unos días hizo una nueva predicción y auguró que en menos de dos años la IA estará enseñándoles a los chicos a leer. Después de haber acertado con la pandemia, Bill le tomó el gustito a la futurología. A propósito, la IA ya enseña idiomas, mediante aplicaciones como Duolingo, que hace más de un mes anunció que incorporará GPT4 a su plataforma.
Luis von Ahn, CEO de Duolingo
En fin, el caso es que, siguiendo una especie de ley de hierro que esbocé en aquella nota sobre el aniversario del buscador en la Argentina, el súbito, imprevisto y meteórico ascenso de ChatGPT (o sea de OpenAI y de Microsoft) hizo que por primera vez en sus casi 25 años de existencia se eclipsara la estrella Google.
Omnipresente, de apariencia amigable (por dentro las cosas son muy distintas) y gracias a una serie de decisiones inteligentes que la mantuvieron un cuarto de siglo sin tropezar, Google acaba de darse su primer porrazo serio. Puertas adentros hay preocupación (algunos lo califican de pánico), y los síntomas empiezan a advertirse tras su austera, pero colorida fachada.
El más significativo es que acaba de fusionar sus dos divisiones de inteligencia artificial, DeepMind y Google Brain, en una sola unidad, llamada Google DeepMind. Espalda con espalda, digamos.
El investigador en inteligencia artificial y maestro de ajedrez británico Demis Hassabis cofundó DeepMind en 2010. La empresa fue adquirida por Google en 2014
La otra –dejando de lado los 12.000 despidos de 2023, que están en línea con la situación de todo el sector y de la economía mundial en general– es que puso en pausa la construcción de un barrio de 32 hectáreas en San José, California. Supuestamente, no es el fin para este proyecto ambicioso –e importante para San José–, pero sigue siendo un dato elocuente.
Raro como pueda sonar, e incluso cuando la ceguera hacia adentro no es un fenómeno corporativo nuevo, Google tenía todo el potencial para pegarla también en el campo de la inteligencia artificial. No solo porque es pionera en esa disciplina y no solo porque tiene billetera infinita, sino porque creó en 2017 una de las técnicas de redes neuronales usadas en GPT, la de los transformers (transformador). Además, no tenían que salir a buscar el dataset. Lo tiene en casa, en su vasta base de datos de los contenidos de la web.
Sin embargo, por razones que todavía no son claras, pero que probablemente tienen que ver con la multiplicación de jefes, quintitas, comisiones, hijos y entenados, burócratas, cortesanos, grietas, opinadores seriales y máquinas de impedir que pululan en una corporación de las dimensiones de Google, el todopoderoso buscador quedó en offside, y ahora su marca perdió gran parte del lustre que supo tener. Lo nuevo es OpenAI.
Es un clásico además que nadie es profeta en su tierra. Ocurre todo el tiempo que una organización tiene puertas adentro a una o más personas capaces de darle una ventaja competitiva definitoria, y aunque los de afuera lo saben, todo el mundo lo nota, lo ve, incluso lo teme, puertas adentro esos sujetos brillantes son casi parias. Donde uno mire, observa este fenómeno. No es de extrañarse que haya gente de IA muy frustrada en Google.
Es lo que informó Bloomberg estos días, y que me consta: Bard, el chatbot de Google basado en su propio modelo de lenguaje, llamado LaMDA, todavía deja mucho que desear. Eso sí, el otro día el buscador anunció que Bard ya puede escribir código. Muchachos, ChatGPT podía hacerlo desde el día uno. Así que por primera vez vemos a Google jugando desde atrás en una batalla que promete ser divisoria de aguas.
Jeff Bezos, de Amazon; Tim Cook, de Apple; Mark Zuckerberg, de Facebook y Sundar Pichai, de Google: todos quedaron en offside con la irrupción de OpenAI y un modelo de lenguaje que funciona notablemente bien
Como Microsoft gracias a su predominio hegemónico sobre las computadoras personales (que conserva) o como IBM gracias a sus patentes, Google está lejos de encontrase en una crisis terminal. Insisto, lejos de eso. Solo con la web y Android, tiene espalda para resistir; el valor de su acción se resintió, pero de ninguna manera fue un sismo bursátil.
Con todo, Google perdió la iniciativa. Esto, en un negocio como la tecnología se traduce con tres palabras muy duras: está en aprietos. ¿Por qué lo señalo? Porque Google se encuentra detrás de las campañas de publicidad online de millones de pymes, en tu calendario y tu correo electrónico, en Maps, en Waze, en Docs, en Play, en tu teléfono con Android, en YouTube, en Drive, ¿sigo? La concentración es mala por muchos motivos, pero el más visible es este. Si Google está en aprietos, todos estamos en aprieto

http://indecquetrabajaiii.blogspot.com.ar/. INDECQUETRABAJA

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