Pagni: “Con este modelo económico no se pueden ganar más elecciones”
El columnista de habló sobre su libro El nudo, uno la nacion de los best sellers de este año, que ya va por su quinta edición
Daniel Gigena
Después de la charla, Carlos Pagni firmó decenas de ejemplares de su libro
En el primer domingo de la Feria del Libro, se presentó anteayer el megaensayo del periodista e historiador Carlos Pagni El nudo. Por qué el conurbano bonaerense modela la política argentina (Planeta), de 776 páginas, que ya va por su quinta edición. Acompañaron al columnista político el periodista ,Marcelo Longobardi y el periodista y escritor Martín Sivak. En su rol de editor de Planeta, este último le había propuesto a Pagni publicar un libro que demandó más de cinco años de trabajo.
megaensayo

El nudo Autor: Carlos Pagni Editorial: Planeta Páginas: 776 Precio: $9800
Longobardi presentó a su colega, que conduce en LN+ el programa Odisea Argentina, como el periodista más prestigioso e influyente del país. Y al libro, como uno de los más importantes que se han publicado en muchos años sobre la vida política argentina. “Carlos es una de las mentes más lúcidas –dijo Longobardi–. Y El nudo es un libro complejo, de un autor muy sofisticado”.
Sivak contó que el proyecto original de Pagni era reunir siete trabajos sobre “siete nudos” de la Argentina. “Salió algo totalmente distinto –admitió Pagni–. Siete ensayos son siete textos de cosas que uno tiene ya pensadas. El conurbano está ligado subliminalmente con la crisis de 2001, que me parece un acontecimiento de primera magnitud en la historia, del nivel de la Batalla de Caseros, el ascenso de Yrigoyen al poder, el 17 de Octubre o el golpe de Estado de 1976, momentos en que la historia se resetea”. El nudo es, además, una memoria sobre los últimos treinta años de la política argentina. “En ese lapso la política argentina se fue conurbanizando y el conurbano se convirtió en la palanca principal para acceder al poder y para conservarlo”.
Así definió Pagni el conurbano: “Es una geografía o economía regional que condensa y simboliza, porque también es una metáfora, el deterioro de la economía argentina que lleva por lo menos cincuenta años, desde el Rodrigazo”. Este deterioro produce un empobrecimiento hasta ahora sin freno. “Ya no se trata de que hay muchos pobres, sino de que la pobreza es un fenómeno sistémico, central –dijo–. Todo lo demás se vuelve satelital de ese fenómeno”. Agregó que era un lugar de contrastes y de desigualdad. “En 1974 éramos un país integrado –indicó–. Eso estalló, ahora somos una sociedad fracturada: las villas de emergencia son guetos; los countries y los clubes de campo son guetos”.
“Voy a decir una barbaridad, algo que puede ser malinterpretado –advirtió Pagni en el desarrollo de su respuesta a Sivak acerca de qué había aprendido en el proceso de escritura del libro–. Al hablar con gente que vive esas semividas en las villas, en circunstancias donde la única salida es la droga, la salida lógica es la droga si uno se despierta todos los días en una choza de cuatro por cuatro con otras ocho personas, algo que pasa acá en Villa Itatí, a veinte kilómetros de la ciudad de Buenos Aires; descubrí que esa gente es como nosotros. ¿Por qué digo esto? Porque veo que hay una suerte de ‘zoologización’ de la pobreza, de biologización de la pobreza, algo muy tranquilizador para algunos, como si los pobres tuvieran otra esencia. Los pobres somos nosotros con otra historia”.
Una imagen dramática
Sivak ponderó los múltiples registros del libro y la “gran capacidad de escucha” del autor, y quiso saber cuál era su relación con el conurbano. “Me crie en La Plata; soy coterráneo de la vicepresidenta porque viví en Tolosa, en un mundo que cuando yo era chico era muchísimo mejor –dijo–. Mi padre y mi abuelo manejaban trenes, eran maquinistas ferroviarios y se pasaron la vida recorriendo el conurbano, el conurbano ferroviario. Si uno mira el conurbano, va a ver ahí como una mano donde la población se va asentando a lo largo de las rutas que reproducen los tendidos del ferrocarril”.
De las trágicas inundaciones en La Plata en 2013, destacó una imagen dramática. “Una casilla inundada al lado del arroyo El Gato, de la que salía un televisor con pantalla de plasma –evocó–. Para mí eso era la representación de una forma de entender la sociedad y de una forma de entender la economía: te puedo dar el plasma pero te tengo inundado, te tengo instalado en el corto plazo a cambio de tu voto. No estoy diciendo que los pobres no deban tener un plasma; es toda una concepción de la política que nos llevó a ese conurbano”. Contó que en su juventud había vivido en Mar del Plata y que a los 29 años se había instalado en Buenos Aires, por una propuesta laboral del diario Ámbito Financiero.
Se refirió al gobierno de María Eugenia Vidal en la provincia de Buenos Aires, calificado por Sivak de un impasse del peronismo. “Me interesa plantear un problema de fondo –recapituló Pagni–. La crisis de 2001 trajo dos novedades: la pobreza se convierte en sistémica y, tras el desencuentro entre representantes y representados, surgen dos movimientos políticos: el kirchnerismo, una suerte de minoría hegemónica dentro del peronismo, y el macrismo o Pro, cuya misión era reponer el vínculo entre los sectores medios y la política que se había agotado con la caída de Fernando de la Rúa. No sabemos si el desencanto que hay hoy con la política no nos está hablando de que estos dos experimentos deben ser reseteados”. Sobre Pro, dijo que, a diferencia del radicalismo, buscaba (como el peronismo) la representación de los pobres: “Eso está en el discurso de Mauricio Macri y, sobre todo, en el de Vidal y en muchos otros dirigentes de Pro. ¿Es posible representar a los pobres con otro método político que no sea el clientelismo y obtener el éxito político? Creo que Macri se bajó de la candidatura, que deseaba muchísimo, porque vio que no pasaba por el conurbano”.
Un ajuste “destartalado”
Longobardi citó al autor, que señaló que el proyecto político y económico del kirchnerismo se basa en el apoyo de un sector de los habitantes más pobres del conurbano, y le preguntó si ese apoyo era posible con la economía actual. Pagni se refirió a la reciente “clase magistral” de la vicepresidenta. “Cristina nos dice todo lo que no le gusta, pero no nos puede decir qué le gusta –respondió–. No puede plantear un proyecto, tiene un modelo. Por eso tiene a Sergio Massa. El rol de Cristina hoy es el que jugó Eduardo Duhalde entre 1998 y el colapso de la convertibilidad: proveer de disciplina social a un ajuste doloroso, mal hecho, destartalado. Con este modelo económico, ya agotado, que tuvo el espejismo entre 2003 y 2010, en el que los kirchneristas creían que era posible recrear la Argentina del peronismo, no se pueden ganar más elecciones. El problema actual es qué capacidad tiene la política para ofrecernos a nosotros un futuro interesante, tan interesante para que nos animemos a hacer otro sacrificio. La gente hace sacrificios desde hace por lo menos diez años. A la inflación se suma la falta de futuro”.
Longobardi comparó a Mauricio Macri con Cristina Kirchner como expresidentes con poder de influencia. “Ellos creen que sus ideas deben perdurar en el tiempo y, por tanto, hacen lo que pueden para promover a alguien que finalmente encarne lo que ellos no pueden encarnar porque no tienen competitividad electoral –reflexionó Pagni–. Eso está teñido de caudillismo. Acabo de leer un libro maravilloso, El tirano. Shakespeare y la política, de Stephen Greenblatt. Dice al pasar: ‘El tirano odia el futuro’. Queda el interrogante de si Cristina y Macri, para conservar el poder, no querrán detener el tiempo y dejarnos una agenda anterior. Los líderes carismáticos tienen la imposibilidad de generar herederos”. Valoró la importancia de las internas. “Que alguien gane y que alguien pierda –dijo–. El hecho de ir a una elección te fuerza a mejorar. Lo que vemos hoy en Juntos por el Cambio es que se les acabó el dulce de leche de conseguir votos solo insultando a Cristina”.
“Todos damos vuelta alrededor de la cuestión del colapso”, dijo Longobardi. “Lo que está claro es que los argentinos tenemos el colapso como método –observó Pagni–. España, Chile, Uruguay salieron de la dictadura por medio de un acuerdo racional; nosotros necesitamos una guerra y que se corriera el velo del terrorismo de Estado; el gobierno democrático tuvo que improvisarse en medio de una tormenta. Raúl Alfonsín llegó como Vidal a la provincia de Buenos Aires. Parece que necesitamos ese colapso. Tenemos mucha dificultad para determinados consensos y también para conservar los consensos, de los que no se habla. Hay un consenso alrededor del proteccionismo, de la flexibilidad laboral, de la Justicia; son consensos que hay que romper”.
Longobardi concluyó que la crisis se había convertido en un insumo de la política. “Si tenés tantos conflictos, es porque te gustan los conflictos”, interpretó Pagni. Y destacó que el gobierno de Alberto Fernández, al lograr que se aprobara el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, había obtenido el consenso de la clase política para avanzar con cambios que, finalmente, no se concretaron.
En el primer domingo de la Feria del Libro, se presentó anteayer el megaensayo del periodista e historiador Carlos Pagni El nudo. Por qué el conurbano bonaerense modela la política argentina (Planeta), de 776 páginas, que ya va por su quinta edición. Acompañaron al columnista político el periodista ,Marcelo Longobardi y el periodista y escritor Martín Sivak. En su rol de editor de Planeta, este último le había propuesto a Pagni publicar un libro que demandó más de cinco años de trabajo.
megaensayo
El nudo Autor: Carlos Pagni Editorial: Planeta Páginas: 776 Precio: $9800
Longobardi presentó a su colega, que conduce en LN+ el programa Odisea Argentina, como el periodista más prestigioso e influyente del país. Y al libro, como uno de los más importantes que se han publicado en muchos años sobre la vida política argentina. “Carlos es una de las mentes más lúcidas –dijo Longobardi–. Y El nudo es un libro complejo, de un autor muy sofisticado”.
Sivak contó que el proyecto original de Pagni era reunir siete trabajos sobre “siete nudos” de la Argentina. “Salió algo totalmente distinto –admitió Pagni–. Siete ensayos son siete textos de cosas que uno tiene ya pensadas. El conurbano está ligado subliminalmente con la crisis de 2001, que me parece un acontecimiento de primera magnitud en la historia, del nivel de la Batalla de Caseros, el ascenso de Yrigoyen al poder, el 17 de Octubre o el golpe de Estado de 1976, momentos en que la historia se resetea”. El nudo es, además, una memoria sobre los últimos treinta años de la política argentina. “En ese lapso la política argentina se fue conurbanizando y el conurbano se convirtió en la palanca principal para acceder al poder y para conservarlo”.
Así definió Pagni el conurbano: “Es una geografía o economía regional que condensa y simboliza, porque también es una metáfora, el deterioro de la economía argentina que lleva por lo menos cincuenta años, desde el Rodrigazo”. Este deterioro produce un empobrecimiento hasta ahora sin freno. “Ya no se trata de que hay muchos pobres, sino de que la pobreza es un fenómeno sistémico, central –dijo–. Todo lo demás se vuelve satelital de ese fenómeno”. Agregó que era un lugar de contrastes y de desigualdad. “En 1974 éramos un país integrado –indicó–. Eso estalló, ahora somos una sociedad fracturada: las villas de emergencia son guetos; los countries y los clubes de campo son guetos”.
“Voy a decir una barbaridad, algo que puede ser malinterpretado –advirtió Pagni en el desarrollo de su respuesta a Sivak acerca de qué había aprendido en el proceso de escritura del libro–. Al hablar con gente que vive esas semividas en las villas, en circunstancias donde la única salida es la droga, la salida lógica es la droga si uno se despierta todos los días en una choza de cuatro por cuatro con otras ocho personas, algo que pasa acá en Villa Itatí, a veinte kilómetros de la ciudad de Buenos Aires; descubrí que esa gente es como nosotros. ¿Por qué digo esto? Porque veo que hay una suerte de ‘zoologización’ de la pobreza, de biologización de la pobreza, algo muy tranquilizador para algunos, como si los pobres tuvieran otra esencia. Los pobres somos nosotros con otra historia”.
Una imagen dramática
Sivak ponderó los múltiples registros del libro y la “gran capacidad de escucha” del autor, y quiso saber cuál era su relación con el conurbano. “Me crie en La Plata; soy coterráneo de la vicepresidenta porque viví en Tolosa, en un mundo que cuando yo era chico era muchísimo mejor –dijo–. Mi padre y mi abuelo manejaban trenes, eran maquinistas ferroviarios y se pasaron la vida recorriendo el conurbano, el conurbano ferroviario. Si uno mira el conurbano, va a ver ahí como una mano donde la población se va asentando a lo largo de las rutas que reproducen los tendidos del ferrocarril”.
De las trágicas inundaciones en La Plata en 2013, destacó una imagen dramática. “Una casilla inundada al lado del arroyo El Gato, de la que salía un televisor con pantalla de plasma –evocó–. Para mí eso era la representación de una forma de entender la sociedad y de una forma de entender la economía: te puedo dar el plasma pero te tengo inundado, te tengo instalado en el corto plazo a cambio de tu voto. No estoy diciendo que los pobres no deban tener un plasma; es toda una concepción de la política que nos llevó a ese conurbano”. Contó que en su juventud había vivido en Mar del Plata y que a los 29 años se había instalado en Buenos Aires, por una propuesta laboral del diario Ámbito Financiero.
Se refirió al gobierno de María Eugenia Vidal en la provincia de Buenos Aires, calificado por Sivak de un impasse del peronismo. “Me interesa plantear un problema de fondo –recapituló Pagni–. La crisis de 2001 trajo dos novedades: la pobreza se convierte en sistémica y, tras el desencuentro entre representantes y representados, surgen dos movimientos políticos: el kirchnerismo, una suerte de minoría hegemónica dentro del peronismo, y el macrismo o Pro, cuya misión era reponer el vínculo entre los sectores medios y la política que se había agotado con la caída de Fernando de la Rúa. No sabemos si el desencanto que hay hoy con la política no nos está hablando de que estos dos experimentos deben ser reseteados”. Sobre Pro, dijo que, a diferencia del radicalismo, buscaba (como el peronismo) la representación de los pobres: “Eso está en el discurso de Mauricio Macri y, sobre todo, en el de Vidal y en muchos otros dirigentes de Pro. ¿Es posible representar a los pobres con otro método político que no sea el clientelismo y obtener el éxito político? Creo que Macri se bajó de la candidatura, que deseaba muchísimo, porque vio que no pasaba por el conurbano”.
Un ajuste “destartalado”
Longobardi citó al autor, que señaló que el proyecto político y económico del kirchnerismo se basa en el apoyo de un sector de los habitantes más pobres del conurbano, y le preguntó si ese apoyo era posible con la economía actual. Pagni se refirió a la reciente “clase magistral” de la vicepresidenta. “Cristina nos dice todo lo que no le gusta, pero no nos puede decir qué le gusta –respondió–. No puede plantear un proyecto, tiene un modelo. Por eso tiene a Sergio Massa. El rol de Cristina hoy es el que jugó Eduardo Duhalde entre 1998 y el colapso de la convertibilidad: proveer de disciplina social a un ajuste doloroso, mal hecho, destartalado. Con este modelo económico, ya agotado, que tuvo el espejismo entre 2003 y 2010, en el que los kirchneristas creían que era posible recrear la Argentina del peronismo, no se pueden ganar más elecciones. El problema actual es qué capacidad tiene la política para ofrecernos a nosotros un futuro interesante, tan interesante para que nos animemos a hacer otro sacrificio. La gente hace sacrificios desde hace por lo menos diez años. A la inflación se suma la falta de futuro”.
Longobardi comparó a Mauricio Macri con Cristina Kirchner como expresidentes con poder de influencia. “Ellos creen que sus ideas deben perdurar en el tiempo y, por tanto, hacen lo que pueden para promover a alguien que finalmente encarne lo que ellos no pueden encarnar porque no tienen competitividad electoral –reflexionó Pagni–. Eso está teñido de caudillismo. Acabo de leer un libro maravilloso, El tirano. Shakespeare y la política, de Stephen Greenblatt. Dice al pasar: ‘El tirano odia el futuro’. Queda el interrogante de si Cristina y Macri, para conservar el poder, no querrán detener el tiempo y dejarnos una agenda anterior. Los líderes carismáticos tienen la imposibilidad de generar herederos”. Valoró la importancia de las internas. “Que alguien gane y que alguien pierda –dijo–. El hecho de ir a una elección te fuerza a mejorar. Lo que vemos hoy en Juntos por el Cambio es que se les acabó el dulce de leche de conseguir votos solo insultando a Cristina”.
“Todos damos vuelta alrededor de la cuestión del colapso”, dijo Longobardi. “Lo que está claro es que los argentinos tenemos el colapso como método –observó Pagni–. España, Chile, Uruguay salieron de la dictadura por medio de un acuerdo racional; nosotros necesitamos una guerra y que se corriera el velo del terrorismo de Estado; el gobierno democrático tuvo que improvisarse en medio de una tormenta. Raúl Alfonsín llegó como Vidal a la provincia de Buenos Aires. Parece que necesitamos ese colapso. Tenemos mucha dificultad para determinados consensos y también para conservar los consensos, de los que no se habla. Hay un consenso alrededor del proteccionismo, de la flexibilidad laboral, de la Justicia; son consensos que hay que romper”.
Longobardi concluyó que la crisis se había convertido en un insumo de la política. “Si tenés tantos conflictos, es porque te gustan los conflictos”, interpretó Pagni. Y destacó que el gobierno de Alberto Fernández, al lograr que se aprobara el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, había obtenido el consenso de la clase política para avanzar con cambios que, finalmente, no se concretaron.
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