lunes, 11 de septiembre de 2023

EL PERIODISMO Y EL LENGUAJE


El periodista ante la lengua española, entre la prisa y el cuidado
El uso correcto del idioma hace al rigor y la calidad de la prensa 
Alicia Zorrilla Presidenta de la Academia Argentina de LetrasLa lingüista Alicia Zorrilla, presidenta de la Academia Argentina de Letras, en la sede de la institución
Coincidimos con el poeta latino Décimo Junio Juvenal (62-143 d.c., circa) cuando en Sátiras dice que “la incurable comezón de escribir se apodera de muchos”. Pero es lamentable, agregamos por nuestra parte, que tan pocos tomen conciencia de que la corrección para hacerlo no sale con la tinta del bolígrafo o al mover las teclas de la computadora. Sabemos que muchos escriben por milagro. Aspiramos a que muchos más descubran el milagro que significa escribir, cuyo sentido implícito es “esculpir”, y no atenten contra la paz idiomática.
Si el periodista es la persona que compone, escribe o edita un periódico, y escribir es, entre otras acepciones, comunicar a alguien por escrito algún mensaje, periodista y escritura están indiscutiblemente unidos. Escribir bien implica respetar al destinatario de nuestras palabras, es decir, a los lectores.
Para Bacon (Ensayos), leer hace el hombre claro; discurrir, el hombre pronto; y escribir, el hombre exacto. El empeño por escribir mejor nos llevará, pues, a esa exactitud: a lo que llamamos esculpir las palabras.
Para ello, el periodista no debe olvidar, como bien decía Azorín, que los que escribimos somos, en cierta manera, comediantes, pues siempre estamos expuestos, sobre un escenario imaginario, al juicio del público, el de hoy y el del futuro. Por lo tanto, como nuestra escritura también es futuriza, es decir, se proyecta hacia el futuro, la responsabilidad es mayor. Tenemos la obligación de ser inteligibles y correctos ahora porque ya no estaremos para explicar en otro tiempo lo que no se entienda.
Coincidimos con Fernando Lázaro Carreter en que “aprender a escribir supone, en realidad, aprender otro idioma. Porque no se trata solo de transformar un material sonoro en letras, sino de poner en acto un sistema léxico y gramatical bastante diferente”. Escribir bien, sin desaliños, significa, además, saber corregirse. O sea, mejorar el propio texto. Y en esto, no podemos quedarnos en la superficie; debemos limpiarlo, con constancia, de malezas y de telarañas. Para hacerlo, existe la normativa lingüística aplicable al uso de la lengua, que implica una distinción entre usos correctos e incorrectos.
Las normas lingüísticas son reglas que nos guían, que nos orientan para hablar y escribir decorosamente. Cuando el uso de una palabra o de una expresión se extiende a casi toda la comunidad y responde al sistema gramatical de la lengua española, nace la norma lingüística. Esta concede el calificativo de correcto a un uso generalizado y apreciado por la mayoría de los hablantes.
La normativa de la lengua española es, entonces, el conjunto de reglas que rigen su correcta expresión oral y escrita, y no, la armadura de hierro de las Academias de la Lengua Española, como muchos creen. Lo importante es desentumecer el olvidado hábito de reflexionar sobre el lenguaje e ir eliminando, gradualmente, los obstáculos que aparecen en el camino de la comunicación.
Hemos empleado el plural, normas, pues no existe una, sino cuatro: la gráfica, la fónica, la morfosintáctica y la léxico-semántica. Los ejemplos hallados no las cumplen con precisión: “La información dónde vos estás”. La tilde convierte al adverbio relativo de lugar “donde” en un adverbio interrogativo o exclamativo de lugar: “¿dónde vos estás?”, “¡dónde vos estás!”. Lo que desea expresar el publicitario es La información, allí, es decir, en cualquier lado donde te encuentres siempre te tenemos informado.
Por lo tanto, es una tilde que cambia el significado. Entonces, el mismo enunciado podría expresarse de tres maneras: La información, ¿dónde vos estás?; La información, ¡dónde vos estás!; La información,donde vos estás, pero la correcta en este anuncio es la tercera: “La información, allí, donde vos estás”.
Aunque no se hayan escrito los signos de interrogación o de exclamación, las dos primeras no cumplen con el objetivo de la publicidad, pues parece que están buscando al lector con duda y hasta con énfasis. Por supuesto, faltó la coma, y –como diría Mario Benedetti– “el olvido no es victoria”. En otros títulos, ocurre lo contrario: la tilde intrusa aparece donde no debiera estar. Así leemos: Heróico empate de Jamaica con Brasil. Nunca lleva tilde una palabra grave o llana terminada en vocal. También se transgrede la norma gráfica cuando se escribe con valiente soltura idiosincracia (por
idiosincrasia) o exhuberante (por exuberante)
La norma fónica nos enseña a pronunciar bien las palabras (síndrome, no sindrome).
Desde el punto de vista morfológico, cunde un arcaísmo (se documenta desde el siglo XVI),aprender a escribir supone aprender otro idioma, dice lázaro carreter
Escribir bien, sin desaliños, significa saber corregirse, mejorar el propio texto
incomprensible en estos avanzados tiempos tecnológicos, que se cuela junto a cuanto sustantivo femenino se usa: la primer aula, la primer condena, la primer etapa, la primer hiperinflación, la primer noticia, la primer mujer o la tercer
edición, la tercer fuerza. Estos adjetivos numerales ordinales masculinos solo deben concordar hoy con sustantivos masculinos (el primer estudio, el tercer informe). Si se emplean con femeninos, la forma correcta es primera (la primera noticia) y tercera (la tercera página). Sin duda, el uso de estos híbridos no es una moda, sino falta de conocimientos.
Cosas de la sintaxis
Desde el punto de vista sintáctico, hay ejemplos graves: “Un día después de que el estudiante sufriera un disparo en la nuca cuando salía de la Universidad, se suma el caso de un repartidor de diarios que fue baleado ayer…”. No puede dejarse a un lado el régimen preposicional del verbo sumarse (sumarse a) ni la expresión “sufriera un disparo”.
Es común hoy el reemplazo arcaico, redicho y artificial del pretérito perfecto simple (sufrió) o del pretérito pluscuamperfecto (había sufrido) del modo indicativo con el pretérito imperfecto del modo subjuntivo (sufriera o sufriese). En el español antiguo, el valor etimológico del pretérito imperfecto en -ra era el mismo que el del pluscuamperfecto del indicativo. Después se utilizó también como pretérito perfecto simple (antes llamado pretérito indefinido). Fueron, sin duda, los escritores románticos, tan amantes de la Edad Media, los que revitalizaron esta forma verbal (fuera, muriera, sufriera).
Pero basta recordar que el subjuntivo es el modo que expresa la acción del verbo con el significado de duda, posibilidad o deseo para advertir que no es correcto su uso en esta oración. Donde dice “sufriera”, debió decir sufrió, porque el hecho ocurrió realmente en el pasado, un pasado total, absoluto y perfecto; una acción cumplida. Entonces, el texto será el siguiente: “Al caso del estudiante, que recibió un disparo en la nuca cuando salía de la Universidad, se suma, un día después, el de un repartidor de diarios que fue baleado ayer…”.
Otro error muy común es el empleo de la conjunción adversativa “sino” en lugar de “si -no” (conjunción condicional + adverbio de negación): “Trato de ser picante porque sino no sobrevivís en el medio”. Lo correcto es “… si no no sobrevivís en el medio”.
El uso de las preposiciones flaquea con ímpetu vivaz: “Existe casi la certeza en los investigadores que la banda es la misma que asaltó varios negocios en la zona…”. Siempre existe la certeza de algo y no, la certeza algo, como expresa este texto. El sintagma “en los investigadores” debe ir entre comas, pues es una aclaración que separa la palabra autónoma certeza de su régimen preposicional.
La tendencia es suprimirlas de un plumazo (“La particular reacción de Thiago Almada cuando se enteró que iba a jugar el Mundial Qatar 2022”, por “de que”) o, sin pretensiones, incorporarlas donde, según el criterio de algunas personas, queden más o menos bien: “¿Cuándo piensas a viajar?” (debe suprimirse la “a”).
La perífrasis verbal “deber + infinitivo” denota obligación; la perífrasis verbal “deber de + infinitivo”, suposición. Si en el coloquio los usos de ambas se confunden por economía verbal, apuro o ignorancia, en la escritura, ha de respetarse rigurosamente su diferencia semántica.
Descubrimos ese error en una noticia: “Sin embargo la explicación no debe haber sonado muy verdadera para los delincuentes quienes sin pensarlo dos veces, dispararon a Mora y escaparon sin dejar rastros”. Además, una sola coma –parece colocada al azar– es testigo de la renquera sintáctica. La corrección es la siguiente: “Sin embargo, la explicación no debe de haber sonado muy verdadera para los delincuentes, quienes, sin pensarlo dos veces, dispararon a Mora y escaparon sin dejar rastros”.
También hay errores de concordancia: “Al menos diez jinetes de Argentina forman parte de la cabalgata que partieron hoy desde la iglesia de San Roque y de la Virgen de Chaguaya…” (por partió).
Siguen teniendo gran vitalidad algunas expresiones galicadas: “temas a abordar” (para abordar, por abordar, que abordar), “dos etapas a correrse mañana y el domingo” (que han de correrse), o “un congreso a realizarse próximamente” (que se realizará). Agregamos “es por eso que” en lugar de es por eso por lo que o de por eso.
Otro, casi siempre herido de muerte, es el gerundio. Para que su uso sea correcto debe significar “anterioridad” o “simultaneidad”, nunca, “posterioridad”. En cambio, es frecuente encontrarlo con el significado de “posterioridad”: “… después de pedirle dinero, uno de ellos le disparó matándolo en el acto…”. La corrección es la siguiente: “...uno de ellos le disparó, y el joven murió en el acto”, ya que primero le disparó y luego murió, es decir, no son acciones simultáneas.
Si se conociera la norma léxico-semántica, el periodista de un conocido matutino no hubiera escrito lo siguiente: “Tiroteo con dos muertos en un barrio porteño”. El sustantivo “tiroteo” denota “acción y efecto de disparar repetidamente armas de fuego contra personas o cosas” y “acción y efecto de andar en dimes y diretes”.
Desde nuestro punto de vista, de acuerdo con esa redacción, ninguna de las dos acepciones responde con exactitud al contenido del título, pues es imposible que se produzca un tiroteo entre vivos y muertos, o que se ande en dimes y diretes con estos últimos. Por lo tanto, hubiera sido más claro decir: “Tiroteo en un barrio porteño: dos muertos”, y hasta hubieran ahorrado una palabra: la preposición “con”.
En el mundo del fútbol, puede leerse que a un jugador “le faltó sorpresa”; otro “fue muy discontinuo”, y un tercero “estuvo intermitente”. El sustantivo “sorpresa” denota “cosa que da motivo para que alguien se sorprenda”. Un diccionario de sinónimos nos dice que sus pares son “impresión”, “sobresalto”, “estupor”, “pasmo”. ¿Habrá querido decir el periodista que “no sorprendió a sus seguidores”?
El adjetivo “discontinuo” significa “interrumpido”, e “intermitente”, “que se interrumpe o cesa, y prosigue o se repite”. Ninguno de los dos adjetivos son adecuados para calificar a una persona. En ambos casos, el periodista quiere decirnos que el desempeño de los futbolistas fue “desigual”, “dispar”, “desparejo”.
La norma ayuda
Sirvan estos ejemplos para advertir que lo importante es no identificar corrección con coacción. El establecimiento de una norma no tiene carácter impositivo, sino de orientación. Las normas nacen para ayudarnos, y somos sus autores. Debemos conocerlas para que el idioma viva sano, sea fecundo y no se deshaga en un cúmulo de errores. Para que no se imponga el prestigio de la ignorancia. Es imprescindible que la lengua evolucione, pero esta evolución no debe convertirse en sinónimo de libertinaje lingüístico. Debemos tener una guía idiomática. No puede navegarse en el mar y en el río al mismo tiempo.
El bolígrafo o la computadora del periodista deben llevar grabada la vieja leyenda de los aceros toledanos: “No me saques sin razón ni me envaines sin honor”, pues informar significa comunicar un mensaje con responsabilidad, pero también enseñar.
Sabemos que la velocidad con que tantas veces se escribe en los periódicos es enemiga de la calidad, y que el periodista es consciente de que el descuido degrada el idioma, pero debe aumentar el esfuerzo por evitarlo y no ampararse en la prisa para ocultar sus carencias en materia lingüística. Dice muy bien Lázaro Carreter que si se tiene el idioma incorporado en el espíritu, no es lógico que se cometan errores .
Para Joseph Conrad, el hombre que escribe debe “trabajar lo más concienzudamente posible, describir exactamente lo que se ha visto, cuidar sus frases como la tripulación baldea y cuida la cubierta, y no esperar otra recompensa que el respeto silencioso de sus iguales; en esto, estriba su honor”.
Ls palabras deben cumplir la misión que les ha sido asignada desde el principio de los tiempos: ser mensajeras de la verdad.

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