lunes, 25 de septiembre de 2023

LOS CHANTAS SE PELEAN Y EL ESCENARIO


Máximo y Kicillof, en una batalla solapada por la “sucesión”
Volvieron a salir a la superficie en esta campaña; no coinciden sobre el “fenómeno Milei”
Mariano Spezzapria
Las diferencias entre Máximo Kirchner y Axel Kicillof volvieron a salir a la superficie en esta campaña electoral. No son nuevas y en el fondo esconden una batalla solapada por la sucesión política de Cristina Kirchner. Pero más allá de los posicionamientos por el futuro liderazgo del peronismo, el cortocircuito entre el jefe de La Cámpora y el gobernador bonaerense tiene nombre y apellido: Javier Milei. La irrupción del libertario los encuentra en posturas opuestas.



Mientras Máximo minimiza el alcance de la aparición de Milei en la política argentina, al punto de compararlo con el fugaz estrellato de Francisco de Narváez en 2009, Kicillof lo considera una “etapa superadora de la derecha” y una “amenaza institucional” para el país, según pudo saber la nacion de fuentes de su entorno. La diferencia en el diagnóstico no es solo de criterio: el gobernador se juega su futuro político en lo inmediato, en las elecciones de octubre. Para el primogénito, en cambio, la banca en el Congreso está asegurada.
Kicillof lanzó la advertencia sobre la nueva música que debería componer al peronismo no solo al verificar que Milei atrajo el voto joven en la provincia, sino también cuando cayó en la cuenta de que el candidato de La Libertad Avanza tenía en sus planes seguir creciendo desde el territorio bonaerense. En la sede de la Gobernación, en La Plata, la figura de Carolina Píparo ya no es soslayada en los análisis electorales. De hecho, allí sostienen que será ella y no Néstor Grindetti (JXC) el rival a doblegar por Kicillof el 22 de octubre.


Un encuestador que es escuchado en las mesas políticas del oficialismo alertó que Milei había pasado del 20% al 30% de intención de voto en la provincia en las semanas posteriores a las PASO, lo que implicaba un crecimiento de cuatro puntos porcentuales a nivel nacional y, consecuentemente, una inyección a las aspiraciones de Píparo. En La Plata también anotaron una declaración de guerra que Milei repite en sus incursiones bonaerenses: “Vamos a ganar la provincia y a terminar con el kirchnerismo”.
Para el “axelismo” no se trata de una mera bravuconada. “Más allá de lo que digan las encuestas, a las que no les creemos prácticamente nada, nosotros hacemos campaña como si fuéramos perdiendo por 15 puntos”, definió ante este diario un colaborador directo de Kicillof, para dar cuenta de la seriedad con la que toman el fenómeno libertario. Hasta hurgaron en el círculo de confianza de Píparo y creen que la candidata de LLA “entró en pánico” porque no sabría “qué hacer” si ganara la gobernación.
Máximo Kirchner tiene otras prioridades. El jefe del PJ bonaerense está enfocado en mantener el control de municipios como Quilmes, donde gobierna la camporista Mayra Mendoza; de Hurlingham, con otro dirigente del sector como Damián Selci; y en recuperar Lanús, de la mano de Julián Álvarez. Aunque no lo dice abiertamente y se muestra comprometido con la campaña de Massa, el primogénito también proyecta la resistencia desde el Congreso en caso de que Milei llegue a la presidencia.
Máximo parece adherir a la tesis de que el apoyo que cosechó Milei en las PASO fue antes producto de una reacción social de hartazgo y frustración que de las expectativas que pueda generar el candidato de LLA. “No sabemos si será un fenómeno pasajero, porque eso lo determina la gente. Lo que sí pensamos es que es un personaje que creció basado en cuestiones mediáticas”, analizó un referente camporista, cercano a Máximo Kirchner.
En el clásico pensamiento kirchnerista, la dirigencia que crece a partir de su participación en los medios tiene pies de barro. Pero no es esa, precisamente, la lectura que hace el gobernador. “Milei está generando cierta esperanza y hay que salir a disputar eso”, advirtieron en La Plata, donde afirmaron que la mejor estrategia para enfrentar al libertario es “desenmascararlo” con ejemplos prácticos sobre las consecuencias de sus propuestas. “La dolarización es una versión avanzada de la convertibilidad”, indicaron en ese sentido.
Las diferencias de Kicillof no son solo con Máximo, pese a que su llamado a componer una nueva música en el peronismo estuvo conversado con Cristina Kirchner, a quien considera su única jefa política. El gobernador y su equipo tampoco comulgan con el estilo de las campañas que suele desplegar Massa, a las que juzgan dominadas por el marketing. Sin embargo, en las últimas semanas definieron al ministro-candidato como “enfocado” y aplaudieron el paquete de medidas para compensar los ingresos.
El trío Massa-Máximo-Kicillof, que se perfila como referencia de la próxima generación del peronismo, ensaya en medio de la campaña una convivencia forzada por las circunstancias. “Ya pasó, asunto terminado”, sentenciaron en La Cámpora sobre el chisporroteo entre Máximo y Kicillof. En ambos equipos intuyen que el proceso electoral acomodará los liderazgos o alumbrará, contra su voluntad, el poskirchnerismo..

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Las fuerzas del cielo chapotean en el barro
El pacto de Milei con Barrionuevo es una jugada de riesgo para transmitir vocación real de poder; el doble juego de Cristina, las cuentas de Massa y el dilema de Bullrich
Martín Rodríguez Yebra

Javier Milei suele decir que lo que diferencia a un loco de un genio es el éxito. Usa la frase como un escudo retórico ante quienes dudan de su equilibrio emocional, pero con ella esboza también las líneas de un autorretrato. Detrás del idealismo libertario y del discurso mesiánico que tiñe al personaje público, reluce un cultor del pragmatismo. Antes que en Friedrich Hayek o Milton Friedman, se inspira en la filosofía resultadista del doctor Bilardo.
La persecución del triunfo a toda costa lo ha llevado a ejecutar una jugada de alto riesgo cuando aceptó chapotear en los pantanos de la casta con Luis Barrionuevo como baqueano. El pacto con el ignífugo jerarca del gremio gastronómico es una enmienda a su salmo antisistema. Un sacrificio del relato identitario en el altar de la necesidad.
Barrionuevo le vende a Milei dos remedios para atenuar su ansiedad. El primero, un ejército de fiscalización que neutralice un temido renacer del aparato oficialista que siguió el escrutinio de las PASO como quien ve llover. El segundo, una estructura para operar sobre un peronismo en crisis en caso de que La Libertad Avanza gane la presidencia.
La reacción peronista es un nubarrón en el horizonte del líder libertario. El presente presenta rasgos ilusorios. Hasta Cristina Kirchner lo trata con mano de seda. La reaparición de la vicepresidenta en la campaña fue un monólogo alineado a las urgencias de Sergio Massa, centradas en desacreditar a Juntos por el Cambio y en presentar el surgimiento de los libertarios como una consecuencia del rechazo social al macrismo. Refutó las demandas de ajuste fiscal y la dolarización con una argumentación teórica que esquivó la alusión personal al ganador de las PASO. “Es imposible ir con la motosierra, porque no te dan los números”, dijo. Mucho más impiadosa fue con Carlos Melconian, el candidato a ministro de Economía de Patricia Bullrich.
Bien haría Milei en no engañarse con la idea de un kirchnerismo herbívoro. En el planteo de Cristina asoma la idea de una resistencia activa al eventual resurgimiento liberal.
¿Es imaginable que, en caso de ganar, Milei coseche en el peronismo el apoyo para las reformas que jamás podría aprobar con el puñado de diputados y senadores que conseguirá en octubre? “En una batalla la victoria no depende del número de soldados sino de las fuerzas que vienen del cielo”, arenga cuando quiere maquillar con mística su debilidad, apelando a una cita del libro de Macabeos de la que extrajo un eslogan para adornar gorritas. La política real es algo más truculenta.
Barrionuevo ofrece servicios que no salen en la Biblia. Aliarse a él funciona como una señal para todo el sistema, que ve en la gobernabilidad el punto flaco más clamoroso de Milei. Si un símbolo del antiguo régimen puede recibir la admonición del poder que viene, cualquiera puede ver la luz. “Todos aquellos que adhieran a las ideas de la libertad serán bienvenidos”, pontifica el candidato. Preanuncia una implosión de JXC y una crisis total del peronismo. “La grieta es moral”, advierte y se arroga el reparto de los carnets que darán acceso al lado de los buenos.
Cuando sus leales gritan “la casta tiene miedo” en los salones del vetusto poder sindical parecen ejecutar una canción de despedida a la rebeldía que originó el tsunami libertario. En busca de una pátina de coherencia, Milei reivindica a Carlos Menem, a quien tanto apoyó Barrionuevo 35 años atrás. Pero reinterpreta al riojano desde una concepción opuesta a los preceptos básicos del peronismo: “Avalar la justicia social es avalar el robo”, dijo la última semana. “El Estado es una organización criminal violenta, que vive de una fuente coactiva de ingreso llamada impuestos”, argumentó para aprobar como diputado la rebaja de Ganancias que impulsó el gobierno de Massa.
Con su voto dejó en claro otra vez la preeminencia del pragmatismo. En un mismo discurso calificó de “robo” a los impuestos y acusó de “inmorales” a los diputados de JXC por haber aprobado un presupuesto con déficit fiscal. Pero nunca preguntó qué gastos va a bajar Massa para compensar la merma de ingresos que propicia con su proyecto. ni a cuánto va a crecer la inflación en consecuencia.
De carnadas y pactos
Milei celebró la incomodidad de Patricia Bullrich por el debate de Ganancias. Toda la novela del plan Massa expuso cómo la campaña de JXC lidia aún con serios problemas de orden. Massa tiró una carnada al río cuando dijo, dos semanas atrás, que si ganaba las elecciones pensaba eliminar ese impuesto, una antigua bandera del macrismo. Dirigentes del Pro corrieron a torearlo: ¿por qué no lo presentaba ahora si iba en serio? El ministro se frotó las manos. Se convenció de actuar cuando la propia Bullrich mordió el anzuelo. “Es increíble que todavía no me conozbullrich can”, se río el ministro, según fuentes que conversaron con él.
La presentación del proyecto abrió una discusión airada en un frente político que sigue aturdido por el resultado de las PASO. Algunos creían que debían apoyar, otros pugnaban por la abstención y una mayoría se plantó en que no oponerse los convertiría en cómplices de una bomba inflacionaria armada por Massa. Bullrich inclinó la balanza hacia el rechazo.
La sesión del martes abrió otra herida cuando cuatro diputados radicales liderados por Emiliano Yacobitti participaron del minué del quorum para abrir el debate. El oficialismo tenía los votos, pero algunos legisladores llegaron tarde. “Les pidieron una prueba de amor por la ley de creación de la universidad de Río Tercero que ellos habían militado”, explicó uno de los referentes del principal bloque opositor en alusión a Yacobitti y compañía.
A pesar de los chispazos, el comando bullrichista cree que evitaron lo peor. El bloque votó unido en el sentido que marcó la postulante
En el entorno de la candidata creen que Milei pagará un costo por votar junto con Massa y con los sindicalistas festejaron en los palcos, con el fuck you incluido de Pablo Moyano. Fue en respuesta a una chicana del radical Mario negri, que dijo: “A los que están arriba, bienvenidos. Deben tener entumecidas las piernas. Si el candidato de otra fuerza hubiera duplicado la inflación y hubiera aumentado la pobreza, ustedes estarían llenando la Plaza de Mayo”.
Los coqueteos de Milei con dinosaurios sindicales están dejando un flanco enorme a JXC. no terminan de aprovecharlo porque rige la orden estricta de “no atacar a Milei”. la cumple, pese a que cada vez más voces sugieren que “de tanto coachearla le están quitando su esencia”, que consiste en ser espontánea, enérgica, combativa.
Otro inconveniente de señalar a Barrionuevo ya lo advirtió el libertario Ramiro Marra: en la lista de Bullrich en la Ciudad tiene un lugar expectante Dante Camaño, que era carne y uña con el líder gastronómico hasta que se pelearon a muerte por el control de la filial porteña del gremio. La casta siempre avanza.
Milei no se detiene en incongruencias. Sondeos que le envían a su comando lo muestran cerca del 35%, pero lejos de resolver todo en primera vuelta. ¿Es el miedo a la ingobernabilidad lo que le pone techo?
A diferencia de Menem, que decía que no lo hubieran votado si contaba en campaña lo que pensaba hacer,milei parece sugerir que no hará aquello que prometió hasta ahora. El Conicet no se cierra si no que cambia de nombre. La dolarización es, en realidad, competencia de monedas. El ajuste del Estado se reduce a los cargos políticos, no a los empleados. Los planes sociales no serán eliminados. La motosierra hace ruido pero no corta, como la que usa en las caravanas.
La contradicción es la arcilla con la que moldea un gobierno posible. Eso aumenta las alertas de los empresarios que lo escuchan y lo aplauden, pero después, en privado, transmiten estupor. Pasó en sus últimos encuentros con banqueros y con petroleros. Pero quedó expuesto a la luz cuando su mentor Eduardo Eurnekian lo sacudió con la frase de la semana: “Si no se modera, no estamos para aguantar a otro dictador”. Eurnekian, a quien Milei le dice “jefe”, alzó la voz a raíz de las críticas de Milei al papa Francisco. Lo había llamado al candidato cuando se viralizó un video en el que trataba a Bergoglio de ser “representante del maligno”.
“Eduardo, levantaron un video viejo, de hace seis años”, se atajó el candidato. Pero días después se conoció la entrevista que Milei le había dado al conductor norteamericano Tucker Carlson, en la que acusa al Papa de tener “una gran afinidad por las dictaduras sangrientas”.
Romper puentes es una constante en Milei. Le pasó ahora con el presidente de la Corte, Horacio Rosatti, al que acusó de “defender el robo” por haber dicho que la dolarización podía ser inconstitucional. La operación que había ordenado para sintonizar con la Corte (incluyó contactos sigilosos y declaraciones amables) entró en fase de congelación.
Cristina Kirchner habló de “la casta”, en su reingreso a la campaña
Los números de Massa
Massa aprovechó el affaire Francisco. En el búnker oficialista sostienen que las frases de Milei impactan en votantes católicos del norte del país, ese territorio peronista que se pintó de violeta en agosto.
Salta, Tucumán y La Rioja son provincias donde Massa espera recuperar votos. El ministro califica a Milei de “audaz” (un sello IRAM viniendo de él), pero cree que está cometiendo errores que lo limitan. Esta semana sus asesores inundaron de encuestas que muestran a La Libertad Avanza en el orden del los 33/34 puntos y a la fórmula oficialista muy cerca. “Está garantizado el ballottage entre nosotros dos”, le han oído decir a Massa. Cerca de Bullrich lo desmienten: “Es humo. Patricia lleva dos semanas recuperando y la economía está destrozando al oficialismo”.
El ministro tampoco ataca a Milei. Cree que las medidas de auxilio le darán el empujón hacia el número mágico que garantiza la segunda vuelta: 33%. ¿Y después del 22 de octubre? Silencio. Es como hablar de la reencarnación de la carne.
Hasta el martes Massa vivirá de anuncio en anuncio, antes de que rija la prohibición de mezclar gestión con campaña. nadie podrá acusarlo de no aprovechar la ventaja de usar el presupuesto como caja proselitista.
De Cristina esperaba la ayuda que le dio. Lo exculpó por la devaluación, que atribuyó a una orden del FMI, y lo elogió por “haberle dicho la verdad a la gente”. Fue obediente con los gurúes: dijo que la elección se define entre los libertarios y ellos, sin asumir responsabilidad alguna por la crisis económica y por la sangría de votos del Frente que fue de Todos.
Ganar el país le parece una utopía, pero le queda el consuelo posible de rescatar el bastión bonaerense. Lo mismo piensa Axel Kicillof: si él gana en la provincia y los libertarios en el país espera un duelo a cara de perro desde el día 1. La “música nueva” que se propuso componer –y que provocó la ira de Máximo Kirchner– será más bien una canción de protesta.
Cristina ve cómo se apaga el gobierno que soñó como un puente a la renovación generacional y como el instrumento para limpiar su legajo judicial. Es un final decepcionante. Tiene una condena a cuestas y tres juicios en espera. La Cámpora pugna apenas por ganar un puñado de municipios suburbanos. Su favorito Kicillof enfrenta en una guerra de rencores al heredero Máximo. Y la esperanza de sortear un desastre está en manos de Massa, a quien alguna vez acusó de operar para meterla presa. A ella sí que le vendría bien una mano de las fuerzas del cielo.

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