domingo, 17 de septiembre de 2023

PATRIMONIO QUE SE RECUPERA


Recuperará su esplendor el centenario “castillo” de Banfield
Abandonado y deteriorado, se convertirá en espacio cultural y verde para los vecinos de Lomas de Zamora
Evangelina HimitianEl castillo será restaurado y funcionará como espacio cultural
Imposible no pararse a contemplarlo. Cada vez que los vecinos circulan por la avenida Larroque y Carlos Croce, en Banfield, hay una postal que actúa como imán de las miradas. Por un momento, la agenda diaria pierde relevancia y el visitante se traslada a un palacio de otro tiempo, como si ese enorme portón con las iniciales AP, fuera a abrirse para dar paso a algún carruaje. Las torres y los ventanales no ocultan los años de abandono y maltrato, pero se percibe el imponente palacete que alguna vez fue sinónimo de la entrada al pueblo, construido según se estima, antes de 1890.
Y la promesa que llegó hace poco más de un mes hace que aún más las miradas del barrio se posen sobre él: al Castillo de Banfield, después de años de reclamos de los vecinos, va a recuperar su esplendor. Lo anuncia el cartel que se ve sobre el pórtico: los actuales dueños del predio firmaron un convenio con la Municipalidad de Lomas de Zamora para cederlo y que se convierta en un centro cultural y espacio verde.
Los vecinos celebran la noticia. Era un reclamo histórico de la gente de Banfield, que pedía que tuviera protección patrimonial, como ocurre por ley con las construcciones previas a 1940 que están en pie, y se lo recuperara y protegiera de los vándalos que se fueron llevando sus puertas y ventanas. Los vecinos pedían que se lo convirtiera en un espacio recreativo, respetando su valor arquitectónico. La idea era salvarlo del abandono y evitar que algún emprendimiento terminara por privar a los vecinos de esa joya.
De los 90 en adelante, tuvo múltiples usos: tres parrillas, depósito de autos secuestrados, café, patio cervecero, y carpintería
Por eso, cuando se ingresa al castillo, no quedan vestigios de lo que fue la residencia de la familia de Antonio Peviani, hacendados, dueños de tierras en distintas partes del país que a comienzos del siglo pasado se instalaron en la, entonces, recientemente fundada Banfield.
Hace dos años, Lucía Menéndez, una vecina de la zona inició una petición en la plataforma Change.org, para que la Municipalidad de Lomas de Zamora iniciara su recuperación. Otro grupo armó una página de Facebook en la que publican imágenes editadas de forma casera, en la que se imaginan una vida pomposa en los jardines del palacio.
La intendenta de Lomas de Zamora, Marina Lesci, firmó un acuerdo con el dueño del predio, Héctor Safatle, un profesor de historia, cuyo padre alquilaba el lugar como depósito de mercadería y que en los ‘80 lo terminó comprando a sus segundos propietarios. “Cuando éramos chicos estas eran calles de tierra. No nos íbamos a imaginar que iba a ser un lugar tan neurálgico de Banfield. Siempre tuve la idea de restaurarlo, pero era imposible. Desde hace años que me hacen ofertas, pero siempre implican su demolición. Hace un tiempo me acerqué a la municipalidad y pude hablar con la intendenta, que abrazó el proyecto como una vecina más. Les dije que si ellos lo restauran lo cedo, pero con la condición de que el único uso posible sea un centro cultural y un espacio verde para la comunidad”, cuenta Safatle.
En el convenio, el dueño no recibe alquiler ni pago por ceder el espacio, en cambio permite que se use para ese fin si la Municipalidad aporta el presupuesto para restaurarlo. Los vecinos también piden un semáforo en Larroque y Croce, un reclamo histórico del barrio.
El castillo de Banfield es parte de la historia de la ciudad, que por estos días celebró 150 años, aunque no hay datos precisos sobre el año de su construcción y su arquitecto. La primera escritura es de principios de siglo XX, por eso se cree que se levantó en 1890.
La empresa que realiza la evaluación de factibilidad de la restauración asegura que es un castillo de más de 100 años, y también son centenarias sus palmeras y sus árboles. Dicen que el palacio tenía un uso residencial, ya que lo había mandado a construir Peviani, que no era de Banfield pero se instaló con su familia. En la planta alta tiene cinco habitaciones, una con baño privado.
En 1906, el castillo (en verdad es un palacete o petit hotel) se vendió a Teresa González, que vivió en esa finca, que ocupaba toda la manzana hasta cerca de 1930. Después, pasó a sus herederos, y quedó desocupado.
Una historia que conocen bien los vecinos es que en ese predio concentraban los jugadores de Huracán, cuando jugaban contra Banfield. Ocurre que el militar Tomás Adolfo Ducó, histórico dirigente de ese club y uno de los organizadores del golpe de Estado del 4 de junio de 1943, había acordado con la familia González llevar a los jugadores a ese predio. Los curiosos se acercaban a verlos entrenar. Esto ocurría de fines de los ‘40 a 1954, años en los que Ducó fue presidente de Huracán.
Desde esa época, el castillo ya no tuvo un uso residencial. La familia lo fue alquilando o cediendo: fue orfanato, hogar de mujeres, y en una época estuvo en manos de la Cruz Roja, se lo llamaba “Casa Cuna”.
Hace 60 años, el padre y el hermano del actual dueño lo alquilaron, ya deteriorado, como depósito. Se habían involucrado en la organización de ferias y mercados y necesitaban un predio para dejar las estructuras. Pocas veces entraban a la casona. “Después, los amigos empezaron a dejar autos para vender porque era una esquina muy transitada. Así que pusimos una concesionaria”, cuenta Safatle
A comienzos de los 80, el último heredero de los González decidió venderles la propiedad. Y desde entonces es de la familia Safatle, que probó suerte con distintos negocios: la alquiló para restaurante, después fue parrilla.
A finales de los 90, se armó allí el Café del Buen Ayre, a donde desayunaban quienes habían ido a bailar a Temperley, cuenta Guillermo Casanovas, vecino de la zona y quien alquila las canchas de fútbol que se hicieron en terrenos que alguna vez fueron parte de la hacienda. Las canchas de tenis que están vacías y en venta junto al castillo, fueron parte del parque. Por eso, los vecinos se entusiasman con que también se incorporen al espacio verde del centro cultural, aunque desde la municipalidad informan que por ahora no está en los planes.
Cuando la municipalidad tomó posesión del lugar, se encontró con un gran deterioro. Áreas incendiadas, ventanas y puertas de cedro faltantes. No es suntuoso, pero se destaca la calidad de los materiales. Alcanza con trasponer la puerta de vidrios esmerilados de la entrada para encontrarse con columnas de mármol, pinotea en los pisos y madera de incienso en la escalera principal. Tiene un altillo y un mirador desde donde se ve Banfield. No conserva rastros de su vida palaciega. El no haber sido restaurado es una ventaja, se explica. Porque aunque deteriorado, es más sencillo encontrar la versión original.
Por ejemplo, el cerramiento que tiene el acceso al palacete, se cree que no es original. La idea es volver a dejarlo así, y por ejemplo que desde allí se puedan ofrecer conciertos de cuerdas, y que los vecinos los disfruten desde los jardines del palacio.
El trabajo por hacer es mucho: para restaurar y reconstruir su historia. El castillo tiene un sótano, que es una bóveda familiar. Hay tres pedestales, en los que se cree que se preparaba los cuerpos de los fallecidos de la familia. Es probable que se los enterrara en ese predio. E incluso, el pozo en el que las familias originales descartaban sus desechos puede servir para investigaciones de arqueología urbana.
Para conocer la historia, la Municipalidad les está pidiendo a los vecinos historias, fotos, anécdotas para recuperar lo más posible sobre el uso y el significado para el barrio.
“Hace muchísimos años que los vecinos pedían que ahí se hiciera algo por recuperarlo. Va a llevar un tiempo la restauración, pero confiamos en que pronto podamos tener un centro cultural dentro del castillo, con esos imponentes salones, y con todo el espacio verde, con mesas, con juegos al aire libre, para que las familias del barrio puedan disfrutarlo. Es un sueño colectivo. Por eso, les pedimos a todos que nos cuentan sus recuerdos, sus anécdotas, porque estamos reconstruyendo la memoria de ese castillo”, afirma la intendenta.

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