1. Película para ver en Prime Video: Enterrando una ambición

Este film de Maggie Betts lo tiene todo para ser un gran entretenimiento. Es un drama tribunalicio en que se enfrentan un modesto enterrador de pompas fúnebres, Jeremiah O'Keefe (Tommy Lee Jones, en el que cada arruga cuenta como un pergamino a sus quilates actorales) y una corporación canadiense del mismo rubro, por incumplimiento de un contrato.

El abogado elegido por O´Keefe es un ganador nato, Willie Gary (Jamie Foxx), que es presentado en un infomercial como si fuera un personaje de la serie Dallas. La abogada de la corporación (Jurnee Smollett) es una joven con la ferocidad de una barracuda; una vez que acorrala a su víctima en el estrado no se detiene hasta partirla en dos.

El título original del film es El entierro, y alude a lo que O´Keefe quiere dejar a sus hijos y nietos cuando su cuerpo ya no habite esta tierra. Y se trata de valores, más allá de lo material...

El guion y la directora han seguido el camino del cine más popular, con un aire del Frank Capra de Caballero sin espada (1939) y El secreto de vivir (1936), lo que quiere decir que la manipulación emocional del espectador será llevada a su grado máximo. También la satisfacción, porque el film triunfa al invocar esa tradición hollywoodense, y lo hace muy bien.

Los dos ganadores del Oscar se lucen; Jones da cátedra de actuación con un pestañeo; Foxx tiene su mejor papel en años, mostrando los extremos de una personalidad relampagueante capaz de apocarse cuando es necesario. Peliculón.

2. Miniserie para ver en Netflix: La caída de la casa Usher

Una nueva producción dirigida por Mike Flanagan que no llega a las alturas conseguidas por La maldición de Hill House pero se deja ver con interés. Esta vez el cometido viene apañado por el nombre de Edgar Allan Poe, uno de los padres de la literatura gótica estadounidense.
Una noche tormentosa, Roderick Usher (Bruce Greenwood) le cuenta al detective Daupin (Carl Lumbly) lo que se esconde detrás de la muerte de sus seis hijos. No alcanza con decir que Usher es dueño de una poderosa empresa farmacéutica que ha destrozado la vida de miles de consumidores de opiáceos... Para eso está la presencia vaporosa de Verna (Carla Gugino) que atestigua el intercambio.

Flanagan arma un amasijo entre los relatos de Poe -hasta se recita el famoso poema El cuervo- y los estructura en base a un préstamo de Agatha Christie (Eran diez negritos): sabremos que los hijos van a morir a razón de uno por episodio. No se trata de saber quien los manda al otro mundo, sino cómo. Serán homicidios muy merecidos porque cada uno es un tratado en conductas decadentes, y Flanagan los escenificará con mucha inspiración y sobredosis de gore.

Si uno supera el primer episodio (de 8 de una hora), que es un tanto pantanoso, puede que acepte la propuesta del director. Pero si a uno se le hace que son demasiados hijos por morir, la cosa se puede hacer un tanto cuesta arriba. Al fin y al cabo, en el cuento que sirve para el título no había descendientes y sí se subrayaba la relación incestuosa entre los dos hermanos. Sí, la otra cabeza de la empresa está compuesta por Madeline Usher (la veterana Mary McDonnell, difusa tras una cirugía estética).

Flanagan conoce el territorio en que se mueve y sabe cómo mantener al espectador atado a la pantalla, pero hay algo que dice que esta vez ha estirado un poco demasiado el desarrollo y puede que no alcance el que se apoye en un sólido elenco. Están sus habituales - Kate Sieguel, Annabeth Gish, Henry Thomas, la ya mencionada Gugino- y se les suma Mark Hamill, el Luke Skywalker original, como el consejero de Usher, transformado en una gárgola humana a la que el paso del tiempo le ha hecho mucho daño.

Habrá que probar con un par de episodios...

3. Miniserie para ver en Star Plus: Nada

En 5 episodios de 30 minutos, los hábiles Mariano Cohn y Gastón Duprat (responsables de El encargado con Guillermo Francella, y films como El hombre de al lado y El ciudadano ilustre) despachan la historia de Manuel Tamayo Prats (Luis Brandoni), un crítico gastronómico un tanto mañoso y sardónico, capaz de quebrarse ante una paraguayita (Majo Cabrera) que busca trabajo como mucama. Este encuentro transformará sus vidas.

El fantasma de Miguel Brascó -un figurón de la década de los años 70 en Buenos Aires- sobrevuela el retrato del personaje, tal como lo describe su amigo estadounidense, el escritor Vincent Parisi (Robert De Niro), desde una habitación en Nueva York. Parisi viajará en el último episodio a Buenos Aires con la excusa de la presentación del libro de Tamayo Prats.

Si Brandoni ya no tiene una estatua en una de nuestras plazas que lo celebre, debería, porque es uno de nuestros actores más populares y prestigiosos. Ha recorrido un largo camino en el cine, con trabajos deslumbrantes en Tute Cabrero, La Patagonia Rebelde, La tregua, Esperando la carroza, etc.

Brandoni se constituye en la principal razón para ver Nada.

La segunda estaría dada por el impresionante diseño de producción de Marcelo Pont Vergés, algo a los que nos tienen acostumbrados la dupla rectora en sus puestas en escena pero que aquí descolla. Desde el departamento en que vive Tamayo Prats hasta el interior del Mercedes Benz amarillo en que se traslada, todo en este producto está cuidado al detalle.

Y en tercer lugar, hay que decir que Buenos Aires nunca se vio tan bella y rozagante. Nada, con la presencia de De Niro, va a verse mucho en el resto del mundo, y se constituye en un fabulosa tarjeta postal para potenciales turistas.

También existe un atractivo en los numerosos cameos, breves apariciones de Guillermo Francella, Rodrigo Noya, Cecilia Dopazo, Daniel Aráoz. Y se lucen en papeles con más desarrollo María Rosa Fugazot, Silvia Kutika, Enrique Piñeyro, Daniel Miglioranza, Andrea Frigerio y Gastón Cocchiarale.

En cuanto a De Niro... Está bien. Es gracioso tratando de decir en español nuestras palabrotas (recurso facilón si los hay). Su presencia llena la pantalla, aunque es imperdonable que se lo advierta leyendo sus líneas de diálogo. Debió estar pensando en ese bife de chorizo que se muestra en una parrilla que los dos amigos visitan, de 7 centímetros de alto, que se corta con una cuchara, carne de exportación a la que estamos ajenos la mayoría de los argentinos. Pero bue, Nada es una fantasía sibarita, simpática y bien realizada.

4. Película para ver en Netflix: La conferencia

Un grupo de empleados municipales se reúnen en una cabaña en el bosque para celebrar las relaciones dentro del grupo y esperar la conferencia que tendrá lugar el día siguiente, en que se anunciará la concreción de un proyecto edilicio a la prensa.

Una de las presentes -que estuvo de licencia por un desequilibrio nervioso- descubrirá que las bases del proyecto descansan en la apropiación de un terreno que nunca fue compensado a sus dueños y... Un asesino enmascarado comienza a despachar uno por uno a los integrantes del grupo y del establecimiento que los aloja.

El paraje es muy bello, con un lago y unos árboles de un verdor espectacular. Los homicidios están muy bien escenificados, algunos son muy imaginativos y otros, provocan una risa nerviosa. La sangre es muy roja y el gore moderado.

Hay suspenso bien sostenido y más de un susto. La resolución de lo narrado en el guion de Thomas Moldestad, Patrik Eklund es atinada, y la dirección del mismo Eklund mantiene homogéneo el nivel interpretativo.

Este film sueco exhibe la virtud de ir directamente al grano y no abundar en explicaciones que empantanan el ritmo. Es un buen entretenimiento, directo, puro goce para el espectador.

5. Miniserie para ver en Prime Video: La confesión

Una de noche de 1992 Patricia Hall sale de su casita en Yorkshire para no volver. Su esposo Keith, hace la denuncia. Pasan los días y no hay noticias de Patricia. La policía investiga. Algún vecino dice haber escuchado gritos -la pareja discutiendo- la noche de la desaparición. La policía sospecha que Keith pudo haber asesinado a su esposa...

Esta apasionante miniserie, de tan sólo dos episodios de una hora, coordina testimonios de los policías que investigaron, la hermana de la desaparecida, una periodista local y el mismo Keith Hall. La dosificación de la información a través de dramatizaciones es la justa para mantener el interés creciente del espectador. Este documental de Sam Hobkinson es un ejemplo del laconismo inglés.

Mediante un ardid policial se consigue acusar a Keith y mandarlo a juicio. La justicia da su veredicto.

¿Es culpable o inocente? Como espectadores tenemos la posibilidad de opinar con los materiales que se nos ofrecen. A Hall de joven su apariencia de duende malévolo no lo ayuda, para no hablar cómo luce hoy día... Recuerda a la criatura horrorosa de Venecia rojo shocking (Nicolas Roeg, 1973).

Pero no se debe juzgar por las apariencias. ¿O sí? Él habla muy orondo sobre su pasado. ¿Le creemos? Desde nuestro sillón, estamos invitados a dar un veredicto.

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