La trastienda de un viernes frenético y la incertidumbre por el día después
La ansiedad por dolarizarse antes de las elecciones dominó las últimas 48 horas con operaciones cruzadas e increíbles cotizaciones; cómo llega el bolsillo de los argentinos
Francisco Jueguen
Sergio Massa reunió ayer a su equipo económico en su casa
El bautismo lo hizo el Gobierno. Fue Gabriel Rubinstein, el viceministro de Economía, el primero en hablar públicamente de un “dólar de pánico” el miércoles pasado. Las siguientes dos jornadas –las últimas para operar antes de las elecciones presidenciales– fueron tan caóticas que hicieron nacer el “dólar deep blue”. Se trataba del único “libre” que navegaba al margen, alejado de las cuatro “cuevas” más grandes de la City, que, bajo el terror de la mira oficial, clavaban la cotización en $900. Pero este era un precio inhallable para el hombre de a pie. En las cuevas lo llamaban “dólar portales”.
“¿A cuánto está el dólar hoy?”, consultó a un operador el mediodía del viernes indagando sobre el “dólar deep blue”. “Precios hay muchísimos; ergo, no hay precio. Se deshizo el mercado”, dijo lamentándose, y habló de una amplia banda entre $940 y $1500. “Ojalá se reanude el lunes”, rezó sobre las transacciones.
Mientras, las sirenas de allanamientos de la AFIP sonaban en “cuevas” de Pilar, y la CNV y la UIF ponían la lupa en una operación de un icónico empresario de los 90 y un banco líder que hacía “volar” el CCL. Habría sacado del país, dijeron fuentes oficiales, solo unos US$4 millones sin la autorización correspondiente. La cotización que suelen usar las empresas para irse se disparaba por encima de los $1100. Se trata del precio más elevado en los últimos 30 años, dejando atrás el récord de octubre de 2020.
El nerviosismo era total. El Gobierno había llamado a varios actores del mercado el jueves intentando que no habilitaran la compra de dólar MEP, donde opera el sector formal. Cuando esa información se publicó en la tapa de los diarios del viernes, llegó la contraorden oficial para intentar calmar al mercado. “Procedan durante todo el fin de semana a comprar o vender MEP en Cocos Capital”, dijo en su cuenta de X Ariel Sbdar, que dirige esa sociedad de bolsa. Más tarde prometió sostener el “precio cuidado” de esa cotización. Mientras, la Aduana allanaba las sedes de Cambio Baires, que “cerraba” viernes, sábado y domingo, y la AFIP realizaba fiscalizaciones electrónicas y presenciales sobre agencias de turismo.
La ansiedad en el mercado se acentuaba pese a que Alberto Fernández había logrado activar y ampliar el swap (un préstamo) con China en la semana luego de que la brecha entre le oficial y el blue llegara a un inviable 200%. Sergio Massa dejaba trascender que no se entraría en default con el FMI, que habría más dólares-yuanes para intervenir y para importar.
Pero no alcanzaba. Javier Milei, el ganador de las PASO, había calificado de “excremento” al peso y Carlos Melconian decía que el dólar oficial tendría que estar en $500 el lunes. Rubinstein debió salir a decir que el tipo de cambio congelado a $350 se mantendría hasta el 15 de noviembre y que, desde ese día, se comenzaría a mover al 3% mensual. Con la actual inflación, nadie dudaba de que crecerían las distorsiones –el atraso– para la próxima administración en la Casa Rosada.
¿La apuesta? Si Massa sigue en carrera, con un dólar fijo, el campo deberá negociar otro dólar soja. El último, en el que ya había incluidos 20 productos, cerró el viernes. Ya hubo reuniones con cerealeras. La brecha cambiaria y la cercanía de un cambio de gobierno conspiran contra ese plan. Las reservas netas del Banco Central (BCRA) están en -US$7500 millones.
El temor también llegó a los bancos, que transitaron con mucha liquidez –importaron dólares y desarmaron Leliq– los últimos cuatro días hábiles. Desde las PASO, sin embargo, los plazos fijos venían cayendo 24%; las cajas de ahorro, 4%; las cuentas a la vista, 6%, mientras las cuentas corrientes crecieron 3%. El total de los depósitos cayó 13%. No hay tasa que alcance. El 17 de octubre aquellos en dólares quedaron debajo de los US$15.000 millones y rompieron el piso (US$15.278 millones) que habían alcanzado cuando Massa fue nombrado ministro de Economía, el año pasado, en medio de la crisis.
El proceso de dolarización de carteras incluyó además una cobertura de los actores económicos atrapados por el cepo en la Bolsa. De esta manera, se entendía el “veranito” de los últimos meses del Merval en dólares CCL.
Sin acceso al dólar, llegó el stockeo de mercadería. Según Guillermo Oliveto, septiembre fue el mejor mes en consumo masivo del año. En volumen creció 8,5% interanual. Si se miran los supermercados, el alza fue de 12,5%. Sus estudios cualitativos hablaban semanas atrás de “armar el búnker” antes de las elecciones de octubre. “Hubo un fuerte stockeo de la gente”, dijo Oliveto a la nacion. Por eso, en los últimos días desaparecieron los precios y también los proveedores. El argentino sabe: pocos no aprovecharon los bienes durables que encontraron en pesos y cuotas.
Con respirador artificial
Estos movimientos financieros y cambiarios eran el termómetro de las expectativas, o sea, del futuro. Pero se sostienen sobre una actualidad económica y política en desintegración. Con malicia, apoyados en la coyuntura, algunos describían la salud de la economía en llamas como “la franja de Massa”, en alusión al empobrecido enclave sobre el Mediterráneo.
La inflación es el peor y más visible de los problemas que atraviesan a los argentinos. Para este año, ya se estima que los precios se tripliquen (200%) con relación a 2022. No por nada los analistas políticos siguen hablando de “milagro” cuando piensan en la competitividad electoral del ministro de Economía. Septiembre tuvo el índice mensual más elevado desde febrero de 1991 y la tercera semana de octubre, según LCG, mostró un alza en alimentos de 3,9%, una variación similar a la que se registró en la segunda semana de agosto (4,1%), luego de la devaluación post-paso.
Un documento de Outlier, elaborado por Gabriel Caamaño y Juan Truffa, analizó los escenarios que se abren en las elecciones: el ballottage Milei-massa, triunfo de Milei en primera vuelta, una segunda vuelta Milei-bullrich y una Massabullrich.
“En los cuatro escenarios principales que hemos considerado, es probable que haya una aceleración inicial de la nominalidad en el período posterior al 22 de octubre. Sin embargo, en el primer escenario, el riesgo de un evento nominal extremo, como una hiperinflación o una devaluación brusca (Rodrigazo), es mucho mayor. En el segundo escenario, este riesgo es algo menor, siendo la hiperinflación mucho menos probable. En el último escenario, los riesgos de corto plazo son menores, pero siguen siendo significativos”, escribieron los autores al indagar qué pasará con los precios.
“La maquinita”, una de las causas de la inflación, no para. Según el Ieral, la expansión monetaria de origen fiscal apunta a alcanzar el equivalente a 6% del PBI en 2023, incluyendo todos los ítems, un número solo comparable al del pandémico 2020 (7,5% del PBI).
En noviembre además habrá más pesos en la calle por la baja de Ganancias. Con relación a lo fiscal, de enero a septiembre el rojo acumuló $2,6 billones. El Gobierno se comprometió a llegar a un déficit de 1,9% del PBI con el Fondo. Una tarea difícil con el “plan platita” a todo vapor (bajas de impuestos, devolución de IVA, créditos subsidiados y bonos) y si, en el camino que se abre, algunos actores comienzan a decidir financiarse con la AFIP.
La economía se deteriora. Equilibra indicó que el nivel de actividad llegaría a las presidenciales levemente por debajo del nivel de actividad PRE-PASO. “Es un nivel de actividad similar a las legislativas de 2021. En términos de la gestión de Alberto Fernández, el EMAE (anticipo oficial del PBI) llega 3% por encima del inicio de mandato, lo que implica una leve caída en términos per cápita, ya que la población creció aproximadamente 4% en ese período”, indicaron.
Sin dólares por la brecha cambiaria y con la peor sequía en los últimos 20 años, la actividad económica se restringiría más hacia fin de año. El torniquete oficial a las importaciones las desplomó un 10% en septiembre con relación al año pasado. En nueve meses, el saldo comercial es negativo en casi US$7000 millones. Nadie duda de que crecerá como la deuda comercial que las empresas acumulan con sus casas matrices o sus proveedores. Lo sufre General Motors, por ejemplo.
“El gobierno de Alberto Fernández, Cristina Kirchner y Sergio Massa ya es el más endeudador de la historia. Le gana al récord anterior del segundo gobierno de CFK y duplica la deuda del gobierno de Mauricio Macri, al que aún hoy ellos señalan como endeudador. No dejes que te engañen”, escribió el exministro de Economía Alfonso Prat-gay en la red social X.
Según estimaciones propias con base en datos oficiales, el actual gobierno se endeudó por US$93.300 millones. Macri, por US$47.100 millones, dijo Prat-gay, mientras que Cristina Kirchner se endeudó por US$101.000 millones en sus dos gobiernos. Macri tomó deuda principalmente en dólares; este gobierno, en pesos ajustables( por dólar oc er ).
La deuda comienza empinarse el año que viene, según Ecogo. En 2024, el pasivo con el mercado es de unos US$3200 millones. Pero en 2025 y 2026 se termina la “zona de confort” de la “reestructuración Guzmán” y esos números se duplican. En 2028 y 2029 se triplican. Todos creen que se va a un nuevo acuerdo con el FMI. Vale aclarar que la “restricción externa”, que solo impactó este año con la sequía, no se debió al Fondo: la deuda con el organismo se pagó con desembolsos del propio organismo prácticamente en todo momento. Cuando faltaron los dólares se usaron yuanes y se devolvieron.
El pasivo remunerado del Banco Central (BCRA) o la “bola de Leliq” –que el Presidente venía usar para subir las jubilaciones, actualmente licuadas por la ascendente inflación– representa 10 puntos del PBI, según los cálculos del exministro de Economía Martín Guzmán. “No me preocupan. Si el plan de estabilización sale bien, sube la demanda de dinero y el BCRA recompra Leliq. La gente se olvida de que la devaluación aumenta la demanda de dinero. Si el plan sale mal, las Leliq son un problema, pero uno de miles”, aseguró Andrés Borenstein, economista de Econviews.
Desde que asumieron Fernández y Kirchner, los ingresos de los ocupados se desmoronaron un 12,7%. En el segundo trimestre, antes de la devaluación que disparó a un nuevo nivel la inflación, cayeron 0,25% frente al mismo período del año pasado. Falta el dato posterior al salto del dólar. A pesar de que el desempleo cae, es gracias a la creación de trabajo mayormente precario que no alcanza para no ser pobre. Casi un tercio de los ocupados están por debajo de esa línea.
En el segundo trimestre, la pobreza a nivel nacional llega a 41,5%, mientras que la indigencia se habría estirado a 9,8%. Es el último dato oficial y todos creen que crecerá. En el conurbano, la situación es dramática. Afectaba a 48,2% (casi la mitad) de personas en ese trimestre. La indigencia, a 11,9%. En niveles absolutos, las personas bajo la línea de pobreza en los aglomerados que el Indec mide en el conurbano son casi 6,2 millones. Los indigentes, 1,5 millones.
La radiografía de la economía es compleja, pero no es lo que más temor crea entre los que más saben de economía. “Lo que más me preocupa es la política. Sobre economía, la mayoría sabemos qué hay que hacer. No hay solución fácil. Ninguna. Por eso, tengo miedo de que la política elija fórmulas simplistas que no van a funcionar”, cerró un avezado economista. Ahora espera. Sigue atento cómo se votará el domingo y qué nuevo dólar podría surgir el próximo lunes.
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Por el temor y la incertidumbre, mucha gente anticipa compras y se stockea
En supermercados y estaciones de servicio se acentuó entre viernes y sábado una “demanda preventiva”; entre los consumidores hay miedo a que se produzca otro fogonazo inflacionario tras la elección; “nadie sabe qué va a pasar”
En la YPF de Martín García y Montes de oca, Barracas, casi una hora de cola
El clima de incertidumbre y nerviosismo preelectoral se reflejó ayer en los supermercados y estaciones de servicio, donde los consumidores buscaban aprovisionarse “porque no sabemos qué va a pasar el lunes”. Aunque los sábados son días de mayor demanda en los grandes supermercados, porque mucha gente aprovecha para hacer la compra semanal, ayer se notaban colas más largas que las habituales y algunos datos inusuales: “Los paquetes de papel higiénico, servilletas descartables, packs de agua y leche larga vida fueron las estrellas del día”, decía el encargado de un súper de zona norte, donde se observaba a simple vista que los clientes cargaban changos enteros de productos no perecederos.
En las estaciones de servicio, mientras tanto, también se verificó un pico de demanda que llevó, en algunos casos, a fijar cupos. Al menos en algunas estaciones del conurbano se decidió, al mediodía, acotar las ventas a un máximo de 20 litros.
Ya en las últimas semanas se habían acelerado las ventas en algunos rubros ante el temor de que el lunes posterior a la elección los precios se vuelvan a disparar o puedan producirse nuevas restricciones. En agencias de turismo, por ejemplo, se produjo una fuerte demanda de pasajes para los próximos meses o para el año que viene, mientras en casas de electrodomésticos también hubo un crecimiento de las ventas que también se explica por la incertidumbre preelectoral.
“Hay un clima raro. Nadie sabe qué va a pasar y, por las dudas, el que puede prefiere stockearse; no sabe cuánto van a valer las cosas la semana que viene”, decía el encargado de un súper de Palermo en el que ayer a la tarde ya empezaban a notarse los faltantes en algunas góndolas.
“Vine al supermercado, como todos los sábados, y vi que había un clima distinto: mucha gente se llevaba todo lo que podía. Por las dudas, yo también compré más de lo que tenía previsto y lo pagué con tarjeta. Me llevo champú y artículos de limpieza hasta el año que viene”, contó, en la puerta de un supermercado de Recoleta, un vecino, que reconocía el “efecto contagio” que suele acentuar los comportamientos preventivos.
La devaluación posterior a las PASO del 13 de agosto provocó un brusco salto inflacionario que ha dejado marcas en los consumidores. Después se produjo una corrida que llevó el dólar blue a pasar la barrera de los 1000 pesos, y eso también impactó sobre los precios. Ese clima acentuó la incertidumbre y el temor a que después de la elección de hoy se produzca una nueva devaluación o se acelere la corrida cambiaria.
En los últimos días de la semana se produjo una virtual parálisis en sectores del comercio. Muchos decidieron aplazar operaciones “hasta después de la elección” y hubo negocios que directamente cerraron “por inventario” ante la falta de precios de referencia.
Ayer, el movimiento se centró en las compras de primera necesidad. “No me acuerdo de haber visto algo así. Hay una mezcla de incertidumbre y temor, pero también una reacción ‘por las dudas’. Las ventas aumentaron más de un 20 por ciento en los últimos tres días, como si se viniera un huracán”, decía el encargado de un mayorista de la zona de La Plata, donde ayer se hacían colas de más de una hora para pagar en la caja.
En los changos se observaba una inclinación a comprar, básicamente, artículos de tocador, de limpieza y enlatados. “También volaron los pañales, el café y la yerba”, detallaba un cajero que observó, además, un aumento de los pagos en cuotas con tarjetas de crédito.
La mayor demanda sorprendió a los supermercados a una altura del mes en la que, habitualmente, ocurre lo contrario. “Ya entramos en la última etapa del mes, cuando la gente no tiene tanta disponibilidad de efectivo. Sin embargo, la posibilidad de diferir los pagos con tarjeta alimentó esta ola de consumo anticipado”, explican en una cámara de comercio.
Para matizar las cosas, en un súper de zona norte aportaban otra explicación: “Es cierto que hoy se vio mucha gente, con volúmenes grandes de compras, pero también influye el hecho de que este domingo va a estar todo cerrado por la jornada electoral y mucha gente postergó la compra de la semana anterior por el fin de semana largo”.
En algunos supermercados grandes, mientras tanto, adelantaron esta semana la oferta de artículos navideños. Ya se montaron las góndolas de arbolitos. Algunos explican que ese adelantamiento ya se ha producido en años anteriores, pero otros lo atribuyen a este fenómeno de compras adelantadas por la incertidumbre que genera el proceso electoral.
Por lo que se percibía en las calles y en los centros comerciales, sería exagerado hablar de psicosis, pero no de preocupación e incertidumbre. “Hay una frase que resume todo y explica el comportamiento de los consumidores: ‘No se sabe qué va a pasar’. Por eso hay consumos que se postergan y otros que se adelantan”. La síntesis de un mediano empresario tal vez resuma lo que se veía ayer en las principales ciudades del país.
En las compras de primera necesidad se acentuó durante el fin de semana el “consumo preventivo”
El bautismo lo hizo el Gobierno. Fue Gabriel Rubinstein, el viceministro de Economía, el primero en hablar públicamente de un “dólar de pánico” el miércoles pasado. Las siguientes dos jornadas –las últimas para operar antes de las elecciones presidenciales– fueron tan caóticas que hicieron nacer el “dólar deep blue”. Se trataba del único “libre” que navegaba al margen, alejado de las cuatro “cuevas” más grandes de la City, que, bajo el terror de la mira oficial, clavaban la cotización en $900. Pero este era un precio inhallable para el hombre de a pie. En las cuevas lo llamaban “dólar portales”.
“¿A cuánto está el dólar hoy?”, consultó a un operador el mediodía del viernes indagando sobre el “dólar deep blue”. “Precios hay muchísimos; ergo, no hay precio. Se deshizo el mercado”, dijo lamentándose, y habló de una amplia banda entre $940 y $1500. “Ojalá se reanude el lunes”, rezó sobre las transacciones.
Mientras, las sirenas de allanamientos de la AFIP sonaban en “cuevas” de Pilar, y la CNV y la UIF ponían la lupa en una operación de un icónico empresario de los 90 y un banco líder que hacía “volar” el CCL. Habría sacado del país, dijeron fuentes oficiales, solo unos US$4 millones sin la autorización correspondiente. La cotización que suelen usar las empresas para irse se disparaba por encima de los $1100. Se trata del precio más elevado en los últimos 30 años, dejando atrás el récord de octubre de 2020.
El nerviosismo era total. El Gobierno había llamado a varios actores del mercado el jueves intentando que no habilitaran la compra de dólar MEP, donde opera el sector formal. Cuando esa información se publicó en la tapa de los diarios del viernes, llegó la contraorden oficial para intentar calmar al mercado. “Procedan durante todo el fin de semana a comprar o vender MEP en Cocos Capital”, dijo en su cuenta de X Ariel Sbdar, que dirige esa sociedad de bolsa. Más tarde prometió sostener el “precio cuidado” de esa cotización. Mientras, la Aduana allanaba las sedes de Cambio Baires, que “cerraba” viernes, sábado y domingo, y la AFIP realizaba fiscalizaciones electrónicas y presenciales sobre agencias de turismo.
La ansiedad en el mercado se acentuaba pese a que Alberto Fernández había logrado activar y ampliar el swap (un préstamo) con China en la semana luego de que la brecha entre le oficial y el blue llegara a un inviable 200%. Sergio Massa dejaba trascender que no se entraría en default con el FMI, que habría más dólares-yuanes para intervenir y para importar.
Pero no alcanzaba. Javier Milei, el ganador de las PASO, había calificado de “excremento” al peso y Carlos Melconian decía que el dólar oficial tendría que estar en $500 el lunes. Rubinstein debió salir a decir que el tipo de cambio congelado a $350 se mantendría hasta el 15 de noviembre y que, desde ese día, se comenzaría a mover al 3% mensual. Con la actual inflación, nadie dudaba de que crecerían las distorsiones –el atraso– para la próxima administración en la Casa Rosada.
¿La apuesta? Si Massa sigue en carrera, con un dólar fijo, el campo deberá negociar otro dólar soja. El último, en el que ya había incluidos 20 productos, cerró el viernes. Ya hubo reuniones con cerealeras. La brecha cambiaria y la cercanía de un cambio de gobierno conspiran contra ese plan. Las reservas netas del Banco Central (BCRA) están en -US$7500 millones.
El temor también llegó a los bancos, que transitaron con mucha liquidez –importaron dólares y desarmaron Leliq– los últimos cuatro días hábiles. Desde las PASO, sin embargo, los plazos fijos venían cayendo 24%; las cajas de ahorro, 4%; las cuentas a la vista, 6%, mientras las cuentas corrientes crecieron 3%. El total de los depósitos cayó 13%. No hay tasa que alcance. El 17 de octubre aquellos en dólares quedaron debajo de los US$15.000 millones y rompieron el piso (US$15.278 millones) que habían alcanzado cuando Massa fue nombrado ministro de Economía, el año pasado, en medio de la crisis.
El proceso de dolarización de carteras incluyó además una cobertura de los actores económicos atrapados por el cepo en la Bolsa. De esta manera, se entendía el “veranito” de los últimos meses del Merval en dólares CCL.
Sin acceso al dólar, llegó el stockeo de mercadería. Según Guillermo Oliveto, septiembre fue el mejor mes en consumo masivo del año. En volumen creció 8,5% interanual. Si se miran los supermercados, el alza fue de 12,5%. Sus estudios cualitativos hablaban semanas atrás de “armar el búnker” antes de las elecciones de octubre. “Hubo un fuerte stockeo de la gente”, dijo Oliveto a la nacion. Por eso, en los últimos días desaparecieron los precios y también los proveedores. El argentino sabe: pocos no aprovecharon los bienes durables que encontraron en pesos y cuotas.
Con respirador artificial
Estos movimientos financieros y cambiarios eran el termómetro de las expectativas, o sea, del futuro. Pero se sostienen sobre una actualidad económica y política en desintegración. Con malicia, apoyados en la coyuntura, algunos describían la salud de la economía en llamas como “la franja de Massa”, en alusión al empobrecido enclave sobre el Mediterráneo.
La inflación es el peor y más visible de los problemas que atraviesan a los argentinos. Para este año, ya se estima que los precios se tripliquen (200%) con relación a 2022. No por nada los analistas políticos siguen hablando de “milagro” cuando piensan en la competitividad electoral del ministro de Economía. Septiembre tuvo el índice mensual más elevado desde febrero de 1991 y la tercera semana de octubre, según LCG, mostró un alza en alimentos de 3,9%, una variación similar a la que se registró en la segunda semana de agosto (4,1%), luego de la devaluación post-paso.
Un documento de Outlier, elaborado por Gabriel Caamaño y Juan Truffa, analizó los escenarios que se abren en las elecciones: el ballottage Milei-massa, triunfo de Milei en primera vuelta, una segunda vuelta Milei-bullrich y una Massabullrich.
“En los cuatro escenarios principales que hemos considerado, es probable que haya una aceleración inicial de la nominalidad en el período posterior al 22 de octubre. Sin embargo, en el primer escenario, el riesgo de un evento nominal extremo, como una hiperinflación o una devaluación brusca (Rodrigazo), es mucho mayor. En el segundo escenario, este riesgo es algo menor, siendo la hiperinflación mucho menos probable. En el último escenario, los riesgos de corto plazo son menores, pero siguen siendo significativos”, escribieron los autores al indagar qué pasará con los precios.
“La maquinita”, una de las causas de la inflación, no para. Según el Ieral, la expansión monetaria de origen fiscal apunta a alcanzar el equivalente a 6% del PBI en 2023, incluyendo todos los ítems, un número solo comparable al del pandémico 2020 (7,5% del PBI).
En noviembre además habrá más pesos en la calle por la baja de Ganancias. Con relación a lo fiscal, de enero a septiembre el rojo acumuló $2,6 billones. El Gobierno se comprometió a llegar a un déficit de 1,9% del PBI con el Fondo. Una tarea difícil con el “plan platita” a todo vapor (bajas de impuestos, devolución de IVA, créditos subsidiados y bonos) y si, en el camino que se abre, algunos actores comienzan a decidir financiarse con la AFIP.
La economía se deteriora. Equilibra indicó que el nivel de actividad llegaría a las presidenciales levemente por debajo del nivel de actividad PRE-PASO. “Es un nivel de actividad similar a las legislativas de 2021. En términos de la gestión de Alberto Fernández, el EMAE (anticipo oficial del PBI) llega 3% por encima del inicio de mandato, lo que implica una leve caída en términos per cápita, ya que la población creció aproximadamente 4% en ese período”, indicaron.
Sin dólares por la brecha cambiaria y con la peor sequía en los últimos 20 años, la actividad económica se restringiría más hacia fin de año. El torniquete oficial a las importaciones las desplomó un 10% en septiembre con relación al año pasado. En nueve meses, el saldo comercial es negativo en casi US$7000 millones. Nadie duda de que crecerá como la deuda comercial que las empresas acumulan con sus casas matrices o sus proveedores. Lo sufre General Motors, por ejemplo.
“El gobierno de Alberto Fernández, Cristina Kirchner y Sergio Massa ya es el más endeudador de la historia. Le gana al récord anterior del segundo gobierno de CFK y duplica la deuda del gobierno de Mauricio Macri, al que aún hoy ellos señalan como endeudador. No dejes que te engañen”, escribió el exministro de Economía Alfonso Prat-gay en la red social X.
Según estimaciones propias con base en datos oficiales, el actual gobierno se endeudó por US$93.300 millones. Macri, por US$47.100 millones, dijo Prat-gay, mientras que Cristina Kirchner se endeudó por US$101.000 millones en sus dos gobiernos. Macri tomó deuda principalmente en dólares; este gobierno, en pesos ajustables( por dólar oc er ).
La deuda comienza empinarse el año que viene, según Ecogo. En 2024, el pasivo con el mercado es de unos US$3200 millones. Pero en 2025 y 2026 se termina la “zona de confort” de la “reestructuración Guzmán” y esos números se duplican. En 2028 y 2029 se triplican. Todos creen que se va a un nuevo acuerdo con el FMI. Vale aclarar que la “restricción externa”, que solo impactó este año con la sequía, no se debió al Fondo: la deuda con el organismo se pagó con desembolsos del propio organismo prácticamente en todo momento. Cuando faltaron los dólares se usaron yuanes y se devolvieron.
El pasivo remunerado del Banco Central (BCRA) o la “bola de Leliq” –que el Presidente venía usar para subir las jubilaciones, actualmente licuadas por la ascendente inflación– representa 10 puntos del PBI, según los cálculos del exministro de Economía Martín Guzmán. “No me preocupan. Si el plan de estabilización sale bien, sube la demanda de dinero y el BCRA recompra Leliq. La gente se olvida de que la devaluación aumenta la demanda de dinero. Si el plan sale mal, las Leliq son un problema, pero uno de miles”, aseguró Andrés Borenstein, economista de Econviews.
Desde que asumieron Fernández y Kirchner, los ingresos de los ocupados se desmoronaron un 12,7%. En el segundo trimestre, antes de la devaluación que disparó a un nuevo nivel la inflación, cayeron 0,25% frente al mismo período del año pasado. Falta el dato posterior al salto del dólar. A pesar de que el desempleo cae, es gracias a la creación de trabajo mayormente precario que no alcanza para no ser pobre. Casi un tercio de los ocupados están por debajo de esa línea.
En el segundo trimestre, la pobreza a nivel nacional llega a 41,5%, mientras que la indigencia se habría estirado a 9,8%. Es el último dato oficial y todos creen que crecerá. En el conurbano, la situación es dramática. Afectaba a 48,2% (casi la mitad) de personas en ese trimestre. La indigencia, a 11,9%. En niveles absolutos, las personas bajo la línea de pobreza en los aglomerados que el Indec mide en el conurbano son casi 6,2 millones. Los indigentes, 1,5 millones.
La radiografía de la economía es compleja, pero no es lo que más temor crea entre los que más saben de economía. “Lo que más me preocupa es la política. Sobre economía, la mayoría sabemos qué hay que hacer. No hay solución fácil. Ninguna. Por eso, tengo miedo de que la política elija fórmulas simplistas que no van a funcionar”, cerró un avezado economista. Ahora espera. Sigue atento cómo se votará el domingo y qué nuevo dólar podría surgir el próximo lunes.
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Por el temor y la incertidumbre, mucha gente anticipa compras y se stockea
En supermercados y estaciones de servicio se acentuó entre viernes y sábado una “demanda preventiva”; entre los consumidores hay miedo a que se produzca otro fogonazo inflacionario tras la elección; “nadie sabe qué va a pasar”
El clima de incertidumbre y nerviosismo preelectoral se reflejó ayer en los supermercados y estaciones de servicio, donde los consumidores buscaban aprovisionarse “porque no sabemos qué va a pasar el lunes”. Aunque los sábados son días de mayor demanda en los grandes supermercados, porque mucha gente aprovecha para hacer la compra semanal, ayer se notaban colas más largas que las habituales y algunos datos inusuales: “Los paquetes de papel higiénico, servilletas descartables, packs de agua y leche larga vida fueron las estrellas del día”, decía el encargado de un súper de zona norte, donde se observaba a simple vista que los clientes cargaban changos enteros de productos no perecederos.
En las estaciones de servicio, mientras tanto, también se verificó un pico de demanda que llevó, en algunos casos, a fijar cupos. Al menos en algunas estaciones del conurbano se decidió, al mediodía, acotar las ventas a un máximo de 20 litros.
Ya en las últimas semanas se habían acelerado las ventas en algunos rubros ante el temor de que el lunes posterior a la elección los precios se vuelvan a disparar o puedan producirse nuevas restricciones. En agencias de turismo, por ejemplo, se produjo una fuerte demanda de pasajes para los próximos meses o para el año que viene, mientras en casas de electrodomésticos también hubo un crecimiento de las ventas que también se explica por la incertidumbre preelectoral.
“Hay un clima raro. Nadie sabe qué va a pasar y, por las dudas, el que puede prefiere stockearse; no sabe cuánto van a valer las cosas la semana que viene”, decía el encargado de un súper de Palermo en el que ayer a la tarde ya empezaban a notarse los faltantes en algunas góndolas.
“Vine al supermercado, como todos los sábados, y vi que había un clima distinto: mucha gente se llevaba todo lo que podía. Por las dudas, yo también compré más de lo que tenía previsto y lo pagué con tarjeta. Me llevo champú y artículos de limpieza hasta el año que viene”, contó, en la puerta de un supermercado de Recoleta, un vecino, que reconocía el “efecto contagio” que suele acentuar los comportamientos preventivos.
La devaluación posterior a las PASO del 13 de agosto provocó un brusco salto inflacionario que ha dejado marcas en los consumidores. Después se produjo una corrida que llevó el dólar blue a pasar la barrera de los 1000 pesos, y eso también impactó sobre los precios. Ese clima acentuó la incertidumbre y el temor a que después de la elección de hoy se produzca una nueva devaluación o se acelere la corrida cambiaria.
En los últimos días de la semana se produjo una virtual parálisis en sectores del comercio. Muchos decidieron aplazar operaciones “hasta después de la elección” y hubo negocios que directamente cerraron “por inventario” ante la falta de precios de referencia.
Ayer, el movimiento se centró en las compras de primera necesidad. “No me acuerdo de haber visto algo así. Hay una mezcla de incertidumbre y temor, pero también una reacción ‘por las dudas’. Las ventas aumentaron más de un 20 por ciento en los últimos tres días, como si se viniera un huracán”, decía el encargado de un mayorista de la zona de La Plata, donde ayer se hacían colas de más de una hora para pagar en la caja.
En los changos se observaba una inclinación a comprar, básicamente, artículos de tocador, de limpieza y enlatados. “También volaron los pañales, el café y la yerba”, detallaba un cajero que observó, además, un aumento de los pagos en cuotas con tarjetas de crédito.
La mayor demanda sorprendió a los supermercados a una altura del mes en la que, habitualmente, ocurre lo contrario. “Ya entramos en la última etapa del mes, cuando la gente no tiene tanta disponibilidad de efectivo. Sin embargo, la posibilidad de diferir los pagos con tarjeta alimentó esta ola de consumo anticipado”, explican en una cámara de comercio.
Para matizar las cosas, en un súper de zona norte aportaban otra explicación: “Es cierto que hoy se vio mucha gente, con volúmenes grandes de compras, pero también influye el hecho de que este domingo va a estar todo cerrado por la jornada electoral y mucha gente postergó la compra de la semana anterior por el fin de semana largo”.
En algunos supermercados grandes, mientras tanto, adelantaron esta semana la oferta de artículos navideños. Ya se montaron las góndolas de arbolitos. Algunos explican que ese adelantamiento ya se ha producido en años anteriores, pero otros lo atribuyen a este fenómeno de compras adelantadas por la incertidumbre que genera el proceso electoral.
Por lo que se percibía en las calles y en los centros comerciales, sería exagerado hablar de psicosis, pero no de preocupación e incertidumbre. “Hay una frase que resume todo y explica el comportamiento de los consumidores: ‘No se sabe qué va a pasar’. Por eso hay consumos que se postergan y otros que se adelantan”. La síntesis de un mediano empresario tal vez resuma lo que se veía ayer en las principales ciudades del país.
En las compras de primera necesidad se acentuó durante el fin de semana el “consumo preventivo”
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