Venado Tuerto. La contradictoria forma de votar en el corazón productivo del país y el desafío para Bullrich
En esa ciudad de Santa Fe se registró la mayor diferencia entre los votos de Milei en las primarias y el triunfo de Juntos por el Cambio en la provincial
Texto Germán de los Santos | Foto Marcelo Manera Enviados especiales
En el aire flotan las flores que la brisa de la primavera desprende de los plátanos. Esas “pelusas” que fueron declaradas enemigas de los alérgicos, y que se esparcen sobre la ruta Nº 8, crean un efecto extraño entre el tráfico intenso de camiones que entran y salen del parque industrial de Venado Tuerto, una ciudad de poco más de 100.000 habitantes enclavada en el corazón agropecuario del país, que logró moldear a lo largo de los últimos 50 años un perfil industrial propio. Aunque nadie puede extirpar en esa zona los problemas económicos que atraviesa el país, allí supura con menor intensidad el malestar de la crisis. La bronca es menos palpable, a pesar de que los últimos años de sequía fueron duros.
Venado Tuerto, como otras zonas del país, experimentó un comportamiento electoral llamativo, un malestar extraño, aunque los habitantes de la región lo toman con cierta naturalidad. En la elección provincial del 10 de septiembre, una mayoría abrumadora apoyó al candidato a gobernador Maximiliano Pullaro, exministro de Seguridad de Santa Fe, que encabezó la lista de Unidos para Cambiar Santa Fe, una coalición de 11 partidos integrada por Juntos por el Cambio, radicales y socialistas, entre otros. En esos comicios, el actual intendente, Leonel Chiarella, de 34 años, obtuvo la reelección con el 83%, un resultado histórico. Pullaro y Chiarella apoyaron la precandidatura de Horacio Rodríguez Larreta.
Un mes después de la elección provincial, gran parte de los votantes que apoyaron a los candidatos de Unidos cambiaron y prefirieron para la presidencia a Javier Milei, de La Libertad Avanza, que ganó en el departamento de General López con el 38,5%. El economista no respaldó a ningún candidato local, a los que no les fue bien a pesar de que trataron de subirse al huracán libertario.
Así votó Sergio Uruzuno, empleado de una empresa de seguros, de 34 años. Eligió a Pullaro y Chiarella, pero en vez de apoyar a Juntos por el Cambio le dio el aval a Milei en la primaria presidencial. “No hay una contradicción en mi decisión. Yo rescato la gestión local, pero no creo que Juntos por el Cambio esté en condiciones de cambiar el país, como sí lo propone Milei”, señaló Uruzuno, que prefirió desmarcarse del votante de La Libertad Avanza que lo hace por bronca hacia la política. “Yo apoyé a La Libertad Avanza por lo que proponía sobre todo en lo económico. Vivo en una de las zonas más ricas del país que está agobiada por los impuestos”, agregó.
Una parte importante del electorado nacional tomó una decisión parecida a la de Uruzuno. Patricia Bullrich espera ahora que los dirigentes locales que lograron triunfos en varias provincias consigan traccionar votos para ella. En el interior del país el efecto siempre fue inverso. Los candidatos locales se subían al envión de un referente nacional para mejorar sus chances. La nueva realidad política esconde estrategias novedosas. Ya nadie tiene un poder de seducción sobre el electorado, que mira otras cosas, como la gestión de cercanía. Daniela Allovatti, maestra de 34 años, lo explicó: “No se necesita estructura política, por ejemplo Milei no la tiene. Lo que aporta es su visión de futuro, con propuestas sólidas”, dijo.
“Se rompió esa linealidad que existía en la política, con la crisis de los partidos. Mandan otras cuestiones, como el rumbo de la economía y la proximidad de la gestión. En la elección nacional al electorado no le gustó la disputa interna tan frontal que hubo y miró hacia Milei”, interpretó el senador Lisandro Enrico, que suena para el gabinete de Pullaro.
Los plátanos también vuelan y crean una especie de nube. No se sabe de dónde provienen, pero quedan suspendidos en la plaza San Martín, donde la imponente estatua del héroe de la patria compite con la del venado sin un ojo, una obra del escultor Raúl Bertolini que atrae la atención. El extraño nombre que lleva esta ciudad se debe a una ocurrencia del estanciero Eduardo Casey, uno de los fundadores y también gestor de Coronel Suárez, en la provincia de Buenos Aires, que compró a fines del siglo XIX las tierras donde se levantó la ciudad. Es considerada una de las transacciones inmobiliarias más grandes de la historia del país. Casey escuchó una historia épica de un venado al que le faltaba la cornamenta y avisaba a los pobladores del fortín cuando llegaban los malones. La leyenda sirvió de nombre a un lugar que en su génesis tuvo una mirada novedosa, marcada por el interés y la inversión privada, el ansia de crecer. El 16 de diciembre de 1935 alcanzó el estatus de ciudad y se transformó luego en la zona más poblada del sur de Santa Fe gracias a los cambios en el paradigma agropecuario que trajo la siembra directa.
Nueva camada
En todo ese proceso de expansión y crecimiento de “Venado”, como la llaman sus pobladores, el Estado nunca logró transformar en autopista la ruta 33 –una de los caminos más peligrosos del país–, que la conecta con Rosario, donde están los puertos en los que se exporta el 85% de la producción agropecuaria del país. “Cinco presidentes prometieron que iban a construir la autopista, una obra clave para la región. Pero ninguno cumplió”, recordó el intendente Chiarella, que iniciará su segundo mandato. Es radical, tiene 35 años y es parte del sector encabezado por Pullaro y el senador Enrico, dirigentes de la UCR de la misma zona y emergentes de una nueva camada.
“Hay que romper la idea de que hacer política es algo negativo. El problema no es la política, que es la principal herramienta que tenemos, sino la rosca permanente. Mostramos que el Estado puede ser eficiente y que un municipio puede ser un factor transformador en base a las necesidades que tienen los vecinos”, consideró Chiarella en su despacho en la intendencia, donde produjo –de acuerdo con su visión– cambios estructurales y simbólicos que sirven como ejemplo: “Pago mi celular y uso mi auto. No hay chofer ni vehículos oficiales para funcionarios. No tiene un impacto económico en el municipio, pero muestra que el cargo no da privilegios”.
“La gestión anterior en cuatro años había asfaltado 60 cuadras. Nosotros, en 2022, cubrimos 75 cuadras con fondos propios. Las obras se hicieron con personal del municipio. Demostramos que los recursos pueden alcanzar si se los optimiza”, dice el intendente mientras muestra unos cuadernos con espiral donde anota lo que cada vecino le pide en las visitas a sus casas que hace de manera casi cotidiana. Después, según cuenta, los llama para avisarles si el problema está en vías de solución. “Si no conseguimos conformar el reclamo también lo llamo y pido disculpas. Eso es parte del compromiso que uno asume”, resumió.
Esa gestión de cercanía, casi de “cara a cara”, que inició Chiarella en 2019 le dio un éxito electoral este año, pero también le trajo problemas serios, porque denunció a tres narcos de la ciudad que lo amenazaron desde las cárceles donde están alojados.
En mayo pasado, dos hombres con los rostros tapados dejaron en el edificio municipal un sobre que contenía una carta particular y dos balas calibre 9 mm. El mensaje era fuerte: “Las ratas estamos presas, pero seguimos haciendo lo que queremos”. Además, los dos encapuchados le dijeron a una empleada municipal que iban a “cagar a balazos a Chiarella”.
“Yo recibo las amenazas porque trato de que los vecinos no se expongan. Yo le digo a la gente que me pase la información a mí para que yo haga las denuncias. Es una manera de protegerlos de estas mafias”, sostuvo el intendente. En febrero pasado volvió a ser amenazado junto a un juez, un fiscal, y el senador Enrico. El mensaje decía que los iban a atacar con “balas y granadas”. “El que avisa no traiciona”, agregaba el texto.
La sorpresa
La irrupción de Milei en esa zona también respondió a un déficit en la oferta del peronismo. Sergio Massa, de Unión por la Patria, obtuvo en el departamento de General López el 15,1%, cuatro puntos menos que a nivel provincial. El PJ parecía una década atrás invencible en Venado Tuerto, donde gobernó durante 24 años. Algunos recuerdan los comicios de 2011, cuando tres años después de la crisis del campo Cristina Kirchner ganó con el 44,6% en el departamento.
La sorpresa ahora fue Milei, que nunca pisó la zona ni tiene referentes locales. Romina Diez, candidata a diputada nacional de La Libertad Avanza en la provincia, confirmó que no apoyó a nadie en el interior santafesino.
Alihuen Posetto y Darío Jeannot se mostraron en las últimas elecciones como referentes libertarios a nivel local. Ninguno de los dos llegó a ganar una banca de concejal. Posetto es un joven emprendedor de 28 años, que tiene una empresa de cadetería que se llama Libertad. Se hizo conocido por sus posteos en Instagram durante la pandemia, y fue contactado por el diputado provincial Juan Argañaraz, que está en el partido de Amalia Granata, cercana a Milei. “La gente votó a La Libertad Avanza porque está cansada de pagar impuestos y no obtener nada a cambio, sino que ese dinero va a la casta”, advirtió el joven.
Otro dirigente que se autoproclama mileísta es el ingeniero agrónomo Miguel Cacciurri, que se inició en política con José Luis Espert. Se convocan con otros libertarios de Venado Tuerto y realizan reuniones. “Analizamos la situación del país y compartimos ideas”, apuntó en la sede de su empresa que vende agroquímicos en las afueras de la ciudad. Todo parece artesanal, casi amateur en torno a los libertarios de Venado.
Por fuera de esos pequeños mundos, en el parque industrial de Venado Tuerto el futuro no está teñido por la compleja situación económica. Jorge Álvarez y Guillermo Merino, presidente y vice de la entidad, contrataron una consultora para que realice un estudio para construir otro parque industrial. Las 100 hectáreas que posee Cooperativa del Parque Industrial La Victoria (Copain) solo tienen un 2% de terrenos disponibles.
“El desarrollo del parque se hizo con el 95% de recursos propios”, advirtió Álvarez. Las obras las financian las firmas asentadas en el predio, donde las calles asfaltadas no tienen pozos, el césped está cortado al ras y están terminando de instalar el cableado de fibra óptica. Las empresas más grandes son Essen, fabrica unas 60.000 ollas y sartenes por mes, y la autopartista de motos Corven, pero la mayoría son pymes –el 40% del rubro metalmecánico, muchas vinculadas al agro– que emplean a 2800 personas de manera directa.
La otra pata productiva de Venado Tuerto es la industria frigorífica, pero la situación es diferente. Desde agosto Swift, que opera una de las plantas más grandes del país, paralizó sus actividades y licenció a unos 600 empleados. En una ciudad apacible, ordenada, con una estructura productiva sólida y en crecimiento, el clima de incertidumbre se mueve al ritmo de los vaivenes de una economía en crisis permanente y del futuro político nacional....
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El salario mínimo es el más bajo de América Latina, con excepción de Venezuela
Pese al último aumento, en septiembre se ubicó en $118.000, equivalente a US$176 al dólar MEP; apenas alcanza para 1,2 canastas básicas; Uruguay, Chile y Paraguay, por arriba
Melisa Reinhold
ArchivoEl salario mínimo no alcanza para cubrir la canasta básica de una familia
Agosto fue un golpe duro para el bolsillo de los argentinos. Entre la devaluación del tipo de cambio mayorista y el salto que pegaron los dólares libres, los precios de la economía registraron un nuevo impulso alcista y la inflación cerró el mes con un alza del 12,4%, la cifra mensual más alta de las últimas tres décadas.
En busca de recomponer los ingresos de los trabajadores (el miércoles pasado se conoció que, pese a la caída del desempleo, la pobreza alcanzó al 40,1% de los argentinos en el primer semestre del año), en la reunión del Consejo del Salario, de la que participan funcionarios, empresarios y gremios, se acordó elevar el nivel del salario mínimo, vital y móvil (SMVM) a $156.000 a partir de diciembre.
De los $118.000 actuales, el monto irá creciendo gradualmente para no quedar viejo frente al avance de los precios de la economía. En octubre aumentará hasta $132.000, mientras que en noviembre el mínimo se fijó en $146.000.
Sin embargo, pese a los incrementos, la Argentina se posiciona con uno de los salarios mínimos más bajos de toda la región, tanto en dólares como en capacidad de compra. A modo de comparación, en agosto la canasta básica total –monto que define la línea de pobreza y contempla también el pago de servicios– tuvo un costo de $92.132 por mes para una sola persona. La canasta básica alimentaria –que define la línea de indigencia– fue de $42.262.
El salario mínimo de ese mismo mes fue de $112.500. Es decir, un trabajador que cobró un ingreso básico pudo comprar apenas 1,2 canastas básicas. Ni siquiera le alcanzó para completar una canasta básica alimentaria para una familia conformada por cuatro integrantes, ya que tuvo un costo de $130.590, según el Indec.
En dólares, tomando como referencia la cotización del MEP al primer día hábil de agosto ($483,45), el salario mínimo representaba US$232,7. Sin embargo, con elecciones y devaluación de por medio, este tipo de cambio pegó un salto del 31% y cerró el mes en los $670. Así, el salario mínimo dolarizado se deterioró hasta los US$167.
Incluso a pesar de que el SMVM aumentó hasta $118.000 en septiembre, quedó en un piso mucho más bajo en moneda dura frente al mes anterior. Arrancó este mes en los US$176, unos US$56 menos frente a 30 días atrás.
Ranking de América Latina
Mirando al otro lado del Río de la Plata, un trabajador uruguayo que cobra el salario mínimo se llevó al bolsillo $21.107 en agosto. Fueron US$562,85 mensuales, más del doble que en la Argentina. En tanto, según publicó el jueves el Instituto Nacional de Estadística (INE), la línea de pobreza se estableció en los $12.926 en el interior del país y de $19.561 en Montevideo. Un ingreso básico compra entre 1,63 y 1,08 canastas básicas, dependiendo de dónde viva.
Mientras que del otro lado de la Cordillera de los Andes, en Chile el salario básico se posiciona en los $440.000, equivalentes a unos US$520,9. Allí, la canasta básica total para una sola persona cuesta unos $221.123 y la alimentaria, $147.415, de acuerdo con el Ministerio de Desarrollo Social y Familia. En definitiva, en agosto un empleado pudo comprar dos canastas básicas y tres canastas alimentarias.
En Paraguay, el ingreso base es de 2.680.373 guaraníes, equivalente a US$368,12. Con ese dinero, un trabajador puede acceder a 3,2 canastas básicas, ya que la misma tiene un costo de 825.373 guaraníes mensuales por persona en el área urbana. En cambio, con ese dinero se puede llenar la heladera para 7,7 personas, debido a que la canasta alimentaria individual tiene un valor de 346.195 guaraníes. Son datos a diciembre de 2022, última información disponible en el Instituto Nacional de Estadística (INE), mientras que la inflación acumulada en el mismo período fue del 2%.
En el caso de Perú, el salario mínimo se ubica en los 1025 soles, que al ajustar por moneda dura son US$280,82. Un trabajador que cobra ese ingreso pudo acceder a 2,5 canastas básicas (415 soles por persona) y así no ser considerado pobre, según el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI), o bien 4,5 canastas básicas alimentarias (226 soles), la línea que define la indigencia.
El único país que logra superar a la Argentina es Venezuela. Allí, el salario mínimo se ubica en los 130 bolívares, apenas US$4,41 mensuales. Poder llenar el changuito y cubrir las necesidades energéticas de una persona costó 9798 bolívares en abril, último dato que publicó el Observatorio Venezolano de Finanzas, entidad independiente del gobierno. Ese mes, un trabajador que cobra el ingreso básico pudo enfrentar apenas el 0,013 de la canasta básica alimentaria.
Agosto fue un golpe duro para el bolsillo de los argentinos. Entre la devaluación del tipo de cambio mayorista y el salto que pegaron los dólares libres, los precios de la economía registraron un nuevo impulso alcista y la inflación cerró el mes con un alza del 12,4%, la cifra mensual más alta de las últimas tres décadas.
En busca de recomponer los ingresos de los trabajadores (el miércoles pasado se conoció que, pese a la caída del desempleo, la pobreza alcanzó al 40,1% de los argentinos en el primer semestre del año), en la reunión del Consejo del Salario, de la que participan funcionarios, empresarios y gremios, se acordó elevar el nivel del salario mínimo, vital y móvil (SMVM) a $156.000 a partir de diciembre.
De los $118.000 actuales, el monto irá creciendo gradualmente para no quedar viejo frente al avance de los precios de la economía. En octubre aumentará hasta $132.000, mientras que en noviembre el mínimo se fijó en $146.000.
Sin embargo, pese a los incrementos, la Argentina se posiciona con uno de los salarios mínimos más bajos de toda la región, tanto en dólares como en capacidad de compra. A modo de comparación, en agosto la canasta básica total –monto que define la línea de pobreza y contempla también el pago de servicios– tuvo un costo de $92.132 por mes para una sola persona. La canasta básica alimentaria –que define la línea de indigencia– fue de $42.262.
El salario mínimo de ese mismo mes fue de $112.500. Es decir, un trabajador que cobró un ingreso básico pudo comprar apenas 1,2 canastas básicas. Ni siquiera le alcanzó para completar una canasta básica alimentaria para una familia conformada por cuatro integrantes, ya que tuvo un costo de $130.590, según el Indec.
En dólares, tomando como referencia la cotización del MEP al primer día hábil de agosto ($483,45), el salario mínimo representaba US$232,7. Sin embargo, con elecciones y devaluación de por medio, este tipo de cambio pegó un salto del 31% y cerró el mes en los $670. Así, el salario mínimo dolarizado se deterioró hasta los US$167.
Incluso a pesar de que el SMVM aumentó hasta $118.000 en septiembre, quedó en un piso mucho más bajo en moneda dura frente al mes anterior. Arrancó este mes en los US$176, unos US$56 menos frente a 30 días atrás.
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Mirando al otro lado del Río de la Plata, un trabajador uruguayo que cobra el salario mínimo se llevó al bolsillo $21.107 en agosto. Fueron US$562,85 mensuales, más del doble que en la Argentina. En tanto, según publicó el jueves el Instituto Nacional de Estadística (INE), la línea de pobreza se estableció en los $12.926 en el interior del país y de $19.561 en Montevideo. Un ingreso básico compra entre 1,63 y 1,08 canastas básicas, dependiendo de dónde viva.
Mientras que del otro lado de la Cordillera de los Andes, en Chile el salario básico se posiciona en los $440.000, equivalentes a unos US$520,9. Allí, la canasta básica total para una sola persona cuesta unos $221.123 y la alimentaria, $147.415, de acuerdo con el Ministerio de Desarrollo Social y Familia. En definitiva, en agosto un empleado pudo comprar dos canastas básicas y tres canastas alimentarias.
En Paraguay, el ingreso base es de 2.680.373 guaraníes, equivalente a US$368,12. Con ese dinero, un trabajador puede acceder a 3,2 canastas básicas, ya que la misma tiene un costo de 825.373 guaraníes mensuales por persona en el área urbana. En cambio, con ese dinero se puede llenar la heladera para 7,7 personas, debido a que la canasta alimentaria individual tiene un valor de 346.195 guaraníes. Son datos a diciembre de 2022, última información disponible en el Instituto Nacional de Estadística (INE), mientras que la inflación acumulada en el mismo período fue del 2%.
En el caso de Perú, el salario mínimo se ubica en los 1025 soles, que al ajustar por moneda dura son US$280,82. Un trabajador que cobra ese ingreso pudo acceder a 2,5 canastas básicas (415 soles por persona) y así no ser considerado pobre, según el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI), o bien 4,5 canastas básicas alimentarias (226 soles), la línea que define la indigencia.
El único país que logra superar a la Argentina es Venezuela. Allí, el salario mínimo se ubica en los 130 bolívares, apenas US$4,41 mensuales. Poder llenar el changuito y cubrir las necesidades energéticas de una persona costó 9798 bolívares en abril, último dato que publicó el Observatorio Venezolano de Finanzas, entidad independiente del gobierno. Ese mes, un trabajador que cobra el ingreso básico pudo enfrentar apenas el 0,013 de la canasta básica alimentaria.
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