jueves, 24 de marzo de 2016

EL TEATRO DE LA ÉPOCA (LOS 70)

El teatro, y más específicamente aquel que aborda de una manera u otra temas vinculados con la política, suele resultar un espacio de denuncia y reflexión en tiempos de dictaduras, autoritarismos y censuras. Así como la agrupación Teatro Abierto, en los primeros años de la década de 1980, se convirtió en un símbolo de resistencia cultural frente al atropello a los derechos humanos, ya en democracia el movimiento Teatro x la Identidad puso en escena la tarea de búsqueda de los hijos de los desaparecidos que lleva adelante la asociación Abuelas de Plaza de Mayo desde hace casi cuarenta años.
En 2015, Teatro x la Identidad cumplió quince años como ciclo ininterrumpido. Integrado por actores, dramaturgos, directores, coreógrafos, técnicos y productores, ofrece desde 2001 obras de autores nacionales, tanto consagrados como emergentes. Los textos, de un modo más o menos directo, hablan sobre la memoria, la supresión de identidades y la apropiación de bebés y niños ocurrida durante la última dictadura militar. En junio de 2000, en el Centro Cultural Ricardo Rojas, se estrenó A propósito de la duda, de Patricia Zangaro, dirigida por Daniel Fanego, que reunía testimonios de integrantes de la agrupación Hijos.


Desde aquellas primeras funciones en formato semimontado, el ciclo fue creciendo en todo sentido: artistas, público y salas para las funciones. Más allá de lo estrictamente teatral (en quince años hubo gran variedad de puestas, miradas y poéticas), Teatro x la Identidad contribuyó a que más de setenta jóvenes se acercaran a la entidad para plantear dudas sobre su origen. El ciclo cruzó las fronteras de la General Paz hacia las provincias y del país hacia el extranjero, especialmente Europa. Actualmente ofrece además una muestra itinerante que lleva las obras a escuelas, centros culturales e instituciones sociales. Tiene un programa de radio propio y un concurso de piezas teatrales para dar lugar a autores nuevos; siempre, por supuesto, con la problemática de la identidad como punto de partida creativo.
Vidas reales
De Eduardo Pavlosvky a Luis Cano, pasando por Griselda Gambaro, Emilio García Wehbi y su trabajo con la "interferencia" a cargo de Nicolás Prividera en Hécuba o el gineceo canino y la poética de Omar Pacheco en La cuna vacía, fueron varios los autores que reflejaron las consecuencias de la dictadura en sus obras. Pero, para no pecar por omisión involuntaria, el caso de Mi vida después, el ciclo de Lola Arias que reunió obras breves construidas a partir de experiencias personales de los actores, es indicado para marcar los modos posibles de llevar a escena hechos y situaciones reales vinculados con la dictadura militar.
Estrenada en 2009, la primera edición de Mi vida después presentó las historias de seis actores nacidos entre fines de los años setenta y principios de los ochenta. Lo más interesante del proyecto es el trabajo de construcción de esos biodramas: recuerdos y anécdotas surgidos a partir de fotografías, cartas, cintas con voces grabadas y hasta ropa usada por los padres. No por casualidad, claro, ya que estos jóvenes nacieron en los tiempos de la dictadura, todas las historias estaban atravesadas por conflictos familiares originados en la violencia y el robo de identidades. Una actriz reconstruyó el fusilamiento de su padre, un integrante del Ejército Revolucionario del Pueblo, a partir de las diversas versiones que le contaron a medida que crecía. Otra contaba la experiencia del exilio a través de la mirada de una niña a la que mudaban de un país a otro sin consultar. Y otra, la más impactante para el público por la sensibilidad del tema y el buen uso del humor sin caer en golpes bajos, relataba con fotos de la infancia y con la ayuda de gráficos dibujados a mano sobre un pizarrón durante la función, la llegada inesperada de un hermano menor. Inesperada para la protagonista, que no entendía de dónde había salido ese bebé porque jamás había visto a su madre embarazada. Fuera de escena, el testimonio de esta joven en el juicio por apropiación de aquel bebé ayudó a condenar a su padre, que durante los años de plomo había sido oficial de Inteligencia.
Como Teatro x la Identidad, Mi vida después también llegó a otros países. En 2012, Arias estrenó en Chile una versión del proyecto adaptada para la realidad de aquel país. El año en que nací presentaba a once jóvenes chilenos nacido durante la dictadura de Augusto Pinochet, quienes hablaban sobre sus padres y los recuerdos de su infancia usando como recurso narrativo fotos, cartas, cintas, ropa usada.
Del incendio en el Teatro del Picadero, donde se representaban las obras de Teatro Abierto durante la dictadura, al abordaje para nada solemne y desde el humor que adoptaron los jóvenes nacidos en los años setenta para contar sus trágicas historias personales y familiares, pasaron casi cuatro décadas. Cambió el país, cambiaron ciertas costumbres sociales, pero el teatro se mantuvo como espacio privilegiado de resistencia cultural frente a la violencia y la injusticia.

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