lunes, 28 de marzo de 2016

PALACIO DE LAS AGUAS; UNA JOYA PORTEÑA


Avanza la obra de restauración del exótico edificio de Balvanera, hoy sede de la empresa AySA y de un museo


En la cúpula del palacio se recuperaron la herrería y las pizarras.Foto:Ricardo Pristupluk
El exótico Palacio de las Aguas Corrientes -famoso por su fachada recargada y colorida que tanto llama la atención de quienes transitan por la avenida Córdoba- pronto lucirá como hace 100 años, cuando fue ícono de un país rico, industrial.
En el que ahora es la sede de la empresa estatal Agua y Saneamientos Argentinos (AySA) ya se repararon azulejos, herrerías, mayólicas y carpinterías de cedro traídas en barco desde Europa. Sin embargo, en este edificio declarado Monumento Histórico Nacional aún resta concluir con una de las tareas más delicadas: la reparación y el armado como si fuera un rompecabezas de las 300.000 cerámicas inglesas que le dan aspecto de palacete; sólo algunas fueron recuperadas durante una prueba piloto.
Pero su lujosa apariencia exterior engaña. La construcción, que ocupa una manzana entera en el barrio de Balvanera, esconde dentro un secreto de ingeniería monumental.
Hoy convertido en Museo del Agua, el interior consta de 12 tanques de agua sostenidos por una estructura de 16.000 toneladas de hierro fundido traído de Bélgica, que constituyó una de las obras de ingeniería más importantes del continente.


El Palacio de las Aguas, uno de los íconos de la arquitectura ecléctica en nuestro país, fue creado por arquitectos ingleses, noruegos y belgas en la manzana delimitada por Riobamba, Viamonte, Ayacucho y Córdoba. Consta de 80.000 metros cuadrados cubiertos, distribuidos en tres pisos.
Fue ideado cuando abundaban epidemias como el cólera, y las autoridades pidieron al arquitecto inglés John Bateman que construyera en la zona alta de la ciudad una obra que fuera símbolo del poder económico industrial del siglo XIX. Los trabajos se desarrollaron entre 1887 y 1894.
Ese año fue inaugurado el Gran Depósito Distribuidor Ingeniero Guillermo Villanueva, desde donde se surtió de agua potable a toda la Capital. Los tanques, soportados por 180 columnas, llegaron a contener 72 millones de litros de agua.
Según los historiadores, la resistencia estructural es tal que durante el terremoto de 1894, olas de 15 centímetros se formaron en los tanques mientras que el edificio se mantuvo intacto.
El plan
Las puertas de cedro lucen como nuevas; resta restaurar las cerámicas terracota.Foto:Ricardo Pristupluk
Hoy, más de 120 años después, al celebrarse el Día del Agua, las obras de restauración financiadas por AySA están prácticamente concluidas. El ambicioso plan de recuperación progresiva comenzó en 2014, en manos de un equipo de expertos. La empresa estatal no informó la inversión destinada al plan.
En total fueron restauradas más de 57.000 pizarras, 7000 metros cubiertos del techo, 242 puertas y ventanas de madera, 16 farolas escocesas, ocho antiguos vitrales y los mármoles de Carrara que recubren escaleras.
Ahora resta terminar uno de los trabajos más delicados: la reparación una por una de 300.000 piezas de revestimiento terracota del exterior que lo hacen único en su especie por su aspecto exótico.
Son cerámicas inglesas Royal Doulton traídas en barco y que fueron ensambladas como rompecabezas. "Cada pieza fue identificada con un número y una letra correspondiente al plano original. Realizamos una tarea sin precedente en nuestro país con una prueba piloto con químicos sobre un sector de la calle Viamonte. El trabajo fue aprobado y pronto comenzaremos con esta etapa final", aseguró el arquitecto Jorge Tartarini, encargado del proyecto de restauración.
Hasta el momento se repararon mansardas, cúpulas, torretas y la casi totalidad de pizarras negras inglesas del techo que tenían parches provisorios, manchas de alquitrán y de óxido debido a la contaminación. También se renovó la zinguería ornamental, las cubiertas de chapa ondulada del interior, las carpinterías de cedro -que incluyen el magnífico portón sobre la avenida Córdoba más las ventanas con su sistema de guillotina original- y las farolas escocesas Walter Macfarlane. Estas últimas pertenecían a los talleres que tenía la empresa en el actual Museo Nacional de Bellas Artes, lugar en el que funcionaba la Casa de Bombas que filtraba el agua proveniente del río.
Su riqueza patrimonial impulsó que, en 1987, el edificio fuera declarado Monumento Histórico Nacional.
"Entre los trabajos de mayor magnitud encarados figura la reparación de 8 de los 12 vitrales de la planta baja. Fueron diseñados en 1920 por un trabajador de la entonces Obras Sanitarias de la Nación, quien ganó un concurso interno realizado por la empresa", comentó Tartarini, también director del Museo del Agua que incluye, entre otros elementos, un valioso archivo de planos de Buenos Aires y una insólita colección de inodoros del siglo pasado
Es de destacar que a los vitrales, que contienen el escudo nacional y una antorcha, se les mantuvo su vidrio original por el que se filtra la luz exterior hacia uno de los salones del palacio.
Una historia centenaria



Los hitos que marcaron el devenir del lujoso inmueble de la avenida Córdoba

1887: Comenzó la construcción del edificio, diseñado por John Bateman, Olaf Petrus Boye y Carlos Nyströmer

1894: Se inauguró como Gran Depósito Distribuidor Ingeniero Guillermo Villanueva

1978: Las instalaciones fueron desafectadas del servicio de agua potable

1987: Fue declarado Monumento Histórico Nacional

2014: La empresa AySA lanzó el plan de recuperación progresiva del palacio
Datos útiles para visitas

Ubicación

Al Museo del Agua se accede por Riobamba 750

Horarios

Se puede recorrer de lunes a viernes, de 9 a 13

Visitas guiadas

Los circuitos guiados son lunes, miércoles y viernes, a las 11


En medio de un silencio sepulcral, por las enormes ventanas circulares del primer piso del Palacio de las Aguas se filtra una luz difusa, de película de suspenso. A sólo a unos metros de distancia, contrastan el ruido y el tránsito de la avenida Córdoba.
En un principio, cuando se ingresa en este sector del Museo del Agua, parecería que uno estuviera dentro de un barco. Sin embargo, si se observa lo que hay dentro de los tanques por los que hace años circularon millones de litros de agua, se podrá ver los valiosos documentos que conforman el Archivo de Planos Históricos y Domiciliarios, que dan cuenta del desarrollo urbanístico y sanitario de la ciudad de Buenos Aires y el conurbano bonaerense.
"Contamos con casi 3.000.000 de archivos de casas, de redes y de plantas de 1869 en adelante. Son habitualmente consultados por investigadores e historiadores, a los que les entregamos copias digitales para no dañar los originales", asegura Iván Garnica, custodio del búnker sobre Riobamba 750, en el barrio de Balvanera.
Allí se conservan incluso algunos tesoros como las solicitudes para obtener el servicio de agua potable en sus hogares que enviaron oportunamente Jorge Luis Borges, Benito Quinquela Martín y Bartolomé Mitre.
"Entre 1894 y 1992, cada vecino que requería la instalación del servicio sanitario debía presentar una copia de los planos de su vivienda en las oficinas encargadas de la autorización y, gracias a eso, se pudo rastrear numerosas historias familiares y de toda la ciudad", agrega el especialista.
Pero, además, en este museo -que es gratuito y funciona de lunes a viernes, de 9 a 13- se exponen antiguas griferías, medidores, tramos de cañerías, artefactos sanitarios y manuscritos de los empleados que trabajaron en el edificio durante sus épocas de esplendor.
La intención es recrear lo cotidiano mediante un elemento tan natural como el agua. En este sentido llama la atención la colección de unos 50 inodoros, que incluye a los ingleses Pescadas y Crapper's, y que permite descubrir cómo se modificaron las costumbres y tendencias del diseño sanitario a lo largo del tiempo.
Se conservan también tapas de depósitos, una variedad increíble de mingitorios y un bidet móvil fabricado en 1910, otra de las joyitas que fue de avanzada en su tiempo.
V. M.

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