viernes, 23 de febrero de 2018

IDENTIDAD CULTURAL


Se llamaba El Temblor y ahora está corcoveando en el cielo








El Temblor, en plena acción
"Medio sol quedó tapau, dando la mala noticia, en todo el país fue primicia, la muerte de un reservau".
Cuando una figura famosa se va de este mundo, los medios de comunicación se hacen eco de la congoja y del dolor que embarga al público en general, pero cuando "el famoso" que ya no está se trata solo de un caballo, a casi nadie se le mueve un pelo, salvo a quienes sentimos un orgullo profundo y amamos la tradición.
Aquí expresamos nuestro más sentido homenaje a un reservado de las jineteadas que el 3 de diciembre pasado, luego de un soberbio despliegue de bravura defendiendo su lomo contra un jinete que trataba de quedarse montado, "cayó en su ley" víctima de un infarto en el campo de doma de Capitán Sarmiento en la provincia de Chubut. Era un "zarco" de ojos claros, se llamaba "El Temblor" y tenía dos pelajes, algunos le decían el tobiano, otros lo consideraban overo y fue unos de los reservados más famosos de la última década, al punto tal que hasta llegaron a compararlo con el legendario "Zorro de Cascallares", aunque acá y sin entrar en la porfía ni quitarle ni un poquito de valor a mi respetuoso testimonio, creo que como "El Zorro" no volverá a aparecer ningún caballo en toda la historia de las jineteadas. La comparación podría estar en que "El Pollo de Madariaga", sin ser tan "volteador" como el de Micaela Cascallares, era uno de los pingos más vistosos que se hayan visto, los que corcovean y se abalanzan allá arriba y pa' adelante, sin abusar del remolino y no caerse casi nunca, de esos que yo sabía llamar "los que siempre ofrecen premio".

Llegó a los pagos de General Madariaga -donde terminó sus días- de la mano del tropillero Oscar "Cacho" Aldaz que lo compró en Chascomús allá por 2003, alargando de esa manera la vida del animal y salvándolo con toda seguridad de un final de "tacho", ese destino trágico que sufren muchos yeguarizos porque son mañeros, difíciles de amansar o no se prestan para el trabajo de campo y son sacrificados en los mataderos de los frigoríficos.
En su raid de corcovos, recorrió casi 200.000 kilómetros e intervino en más de 150 jineteadas en su gran mayoría "Montas Especiales" y "Broches de Oro"- desde Salta hasta Río Gallegos en las que lo montaron casi todos los mejores. Orlando Orozco, Javier Echeveguren, El Chueco Ferreyra, Ramón Córdoba, Joaquín Ostheguy, Luis Pratula, entre los tantos que "lo anduvieron", y los que no tuvieron tanta suerte. Pero quiero destacar especialmente a dos jinetes que lo disfrutaron, a Tati Giménez, de Carmen de Areco, y aquella monta inolvidable cuando colgado de los estribos pero sin soltar las riendas aguantó los corcovos y volvió a sentarse en los bastos para terminar la faena, y Diego Borda, quien más veces lo montó e hizo rendir, brindando espectáculos formidables. Por esos recovecos que tiene la vida, fue el último en jinetearlo aquel desgraciado domingo de diciembre.

De vuelta en la chacra de General Madariaga donde pasó gran parte de su vida, cubierto por una bandera argentina y en un gran sarcófago, fue despedido en una ceremonia inusual por una multitud de paisanos y vecinos.
"Se jue para un largo viaje, la paisanada está de duelo, entre abalanzos y corcovos, El Temblor partió pa'l cielo ...." verseaba el payador surero.

Ñ. U.

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