martes, 27 de marzo de 2018

EL ORIGEN DEL PENSAMIENTO NACIONALISTA


MIGUEL WIÑAZKI
Una nueva clase magistral, el filósofo y periodista Miguel Wiñazki da cátedra acerca de los orígenes del nacionalismo en Europa a principios del siglo XIX y su posterior mutación en el continente latinoamericano.
“La filosofía del nacionalismo es primariamente europea. Antes de la Revolución Francesa, los territorios eran propiedad privada. Es decir, no había nación. Había feudos que tomaban para sí determinado territorio. Más allá de diversidades lingüísticas o culturales. El orden dinástico y económico medieval son anteriores al nacionalismo”, comienza diciendo Miguel Wiñazki.
El primer bosquejo de ‘nación’ aparece en el tratado por la Paz de Westfalia (1648), donde se acuña el término «soberanía nacional». “Allí comienza a vislumbrarse un protonacionalismo a partir de un nuevo orden económico. Implicaba una cierta protección hacia el avance de los señores feudales por sobre territorios que preferían resguardarse e imponer un orden diferente”, asegura Wiñazki.
El historiador británico Eric Hobsbawm plantea que el surgimiento del nacionalismo es inescindible del nuevo orden económico capitalista. Es por eso que existe también un nacionalismo liberal en sus orígenes. La disolución del imperio otomano, el imperio austro-húngaro y la caída del régimen napoleónico sucedieron simultáneamente en términos cronológicos con el advenimiento de las naciones: La unificación alemana y la italiana hacia fines del siglo XIX. La invención de la nación fue previa a la configuración real de la nación.
Para el filósofo, los enunciados de los pensadores alemanes Johann Gottfried Herder y Johann Gottlieb Fichte fueron cruciales para el nacimiento del nacionalismo germano. Con la publicación de «Discursos a la nación alemana», Fichte sentó las bases del nacionalismo, utilizando la expresión «raza» como factor de cohesión. “Fichte pensaba en la nación alemana, una nación que aglutinara a todos los condados diversos que hablaban el alemán y que se consideraban miembros de una misma patria y raza. Introduce el elemento étnico como elemento de cohesión nacional“, agrega.
“El nacionalismo alemán empieza siendo una reacción romántica primero frente al imperio de Napoleón. Cuando este cae derrotado, las naciones fulguran. Primero, España que, tras el imperio napoleónico, resurge como nación en un sentido y se debilitan sus colonias ultramarinas porque en América también hay una reacción frente a eso”, sostiene Wiñazki.
Según el pensador, “la decadencia del imperio napoleónico y la disolución del imperio otomano y austrohúngaro articulan un nacionalismo centrífugo”. Es decir, las naciones se descentran de esos imperios y se conforman así mismas como naciones. El imperialismo decimonónico generó en su disolución la aparición del Estado-Nación. La imposición de la lengua nacional fue vital para el aunamiento de los países.
Los idiomas castellano, italiano, francés y alemán eran lenguas literarias y es justamente desde la literatura por donde decantan al pueblo y se configuran como territorio lingüístico nacional. “Dentro del nacional catolicismo español, la religión actúa como unidad cohesiva que propicia una lealtad a unos valores centrales. La religión es esa identidad que permite adorar a un Dios para adorarnos a nosotros mismos. El proceso termina en Franco. El patriotismo no estaba exactamente unido al nacionalismo porque las patrias eran chicas”, alega el periodista.
Al referirse al nacionalismo latinoamericano, Wiñazki elige ahondar en el ideario de Mariano Moreno, considerado un ‘nacionalista liberal’. Moreno planteaba una idea de nación fundada en el libre comercio, donde el futuro pasaba por negociar con los ingleses. Su libro La Representación de los Hacendados expone las intenciones de minifundistas y latifundistas de la Provincia de Buenos Aires de vender sus productos a Inglaterra.

LEIDO POR JORGE FERNÁNDEZ DÍAZ
“Hay un protonacionalismo morenista que prefigura una nación liberal en la Argentina. La Argentina surge originariamente como nación liberal con innumerables contradicciones y notables conflictos y después ese orden conservador de Rosas realiza una restauración organicista y verticalista que engendra una nueva cuestión más mestiza entre ese nacionalismo rosista y el liberalismo morenista”, concluye.

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